27.AGO.23 | PostaPorteña 2364

Balances sobre elección primarias nacionales en Argentina

Por varios

 

Qué es el "igualitarismo bestial" que operó en el triunfo de Milei

 

El término lo acuña Eduardo Sartelli, historiador, analista político, docente de la Universidad de La Plata y la UBA e investigador del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales. Afirma que con Milei se despliega el desembarco del bolsonarismo y que el voto castigó se canalizó hacia la derecha porque la izquierda fue cooptada por el kirchnerismo. Tras el "agobio ideológico del kirchnerismo, que fue insoportable, prendió la limpieza ideológica que ofrece Milei".

José Busaniche Perfil, Córdoba  20ago23

Triunfo de la limpieza ideológica y del igualitarismo bestial. La elección de las Paso dejó una fuerte contradicción con lo que mostraron las elecciones provinciales. Y el primer puesto que logró Milei abre las puertas al desembarco del bolsonarismo en Argentina. Estas son las ideas fuerza que resumen el análisis del historiador, docente de la UBA y la Universidad de la Plata e investigador del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS), Eduardo Sartelli.

Para Sartelli muchos factores se conjugaron para explicar un triunfo que nadie vio venir, a excepción de los chicos en Tik ToK, donde la popularidad del libertario no tiene techo.

“Yo había pronosticado que ganaba Larreta, que Juntos por el Cambion hacía buena elección y Milei andaba por los 20 puntos. La pifie mal, porque nos dejamos llevar por el clima ambiente. Mi hijo de 13 años me dijo, ¿cómo no te diste cuenta que ganaba Milei si está todo Tik Tok con él? Para el resto, el único dato objetivo que teníamos eran las elecciones provinciales que no reflejaron el clima nacional. Eso nos está diciendo que si Milei se calla la boca gana en primera vuelta”, apunta.

“La realidad es que hubo ganadores y perdedores, pero todos siguen competitivos. Incluso Massa que está haciendo un ajuste machazo, con inflación en 140% y es el ministro de Economía que no puede echarle la culpa a nadie. Bullrich fue una perdedora porque el voto duro del PRO se fue con Milei. Y aquí uno debiera preguntarse cuál es el verdadero candidato de Macri. Era obvio que no quería a Rodríguez Larreta, pero ahora no queda tan claro que su candidato sea Bullrich si se pone a hablar bien del contrincante. Creo que Juntos por el Cambio no existe más y hay un ganador silencioso que es el radicalismo que ha ido acumulando espacios de poder en el país en elecciones parciales. Hay que ver por qué la UCR se quedaría en un frente que se desmadró”, plantea.

-¿Ves una implosión de Juntos por el Cambio?

-Ya sucedió. Porque además, no importa lo que hagan los dirigentes, importa lo que hace la gente y quedó claro en la elección. No sabemos para donde va una contradicción muy fuerte que se vio en estas elecciones. En las votaciones provinciales se votó conservadoramente, no en el sentido político, sino en el sentido literal de la palabra, votaron mantener el status quo porque desde Macri para adelante las provincias lograron dar vuelta la situación de minusvalía que tenían. Recibieron plata. Ahora, eso generó situaciones locales donde no se vivió realmente el ajuste. Pero a nivel nacional no pasa lo mismo. ¿Cómo se entiende el voto Jaldo-Milei?, ¿Axel-Milei?, ¿Cómo explicamos el voto Milei-Capitanich?  La contradicción empieza a develarse ahora, pero si Milei sigue hablando pierde puntos.

En el Conicet hay mucha gente de derecha y muchos votaron a Milei. La gente que escucha que lo va a cerrar lo va a pensar dos veces antes de votarlo. Van a mirar a Massa porque te refuerza un status quo. Ahora dice que va a bajar 5 puntos del PBI en un año, o sea que vamos a una recesión gigantesca y se incluye el ajuste provincial. Si sigue hablando, el que votó por él en las provincias puede pensarlo.

-¿El 30% que sacó Milei es todo voto bronca?

-Efectivamente hay mucho voto bronca, pero ojo que votó poca gente, hay 11 millones de personas que no fueron a votar, no hay nada jugado. Ahora, no me quepa la menor duda de que hay gente que abraza las ideas libertarias y que las abraza en las villas de emergencia porque la clase obrera está reaccionando al igualitarismo bestial que se vio en Brasil con Bolsonaro. El igualitarismo de los ´60 era el Estado de bienestar querer que si uno esta bien, el Estado intervenga para que el otro también. El igualitarismo bestial actúa con el que está mal, que se esfuerza, paga los impuestos, que nadie lo ayuda, pero ve que el del lado recibe un subsidio por un hijo o trabaja con un cupo trans. Hay un porcentaje de obreros argentinos que esta desintitucionalizado que no tiene vínculo con el Estado y no entra en su red clientelar ni está en blanco. Es una franja del 30% al que no defiende nadie. Esa franja adopta este discurso, “si yo me la tengo que bancar, que se la banquen todos”. Paga impuestos, no recibe servicios, no tiene sindicato, ni organización social, nada. Por eso no es extraño esta franja libertaria en la clase obrera y es más que solo bronca.

-¿Por qué ve un avance del BOLSONARISMO con Milei?

-Porque ideológicamente tiene todos los puntos en común y son parte de un movimiento internacional, Kast en Chile, Bolsonaro en Brasil, Trump en EEUU, Vox en España, hay un vínculo organizativo. Es el mismo movimiento, masas desintucionalizadas que siguen a líderes que prometen destruir al monstruo abstracto que los condena. Él invento esto de la casta que es suficientemente evanescente como para que englobe a todo el mundo o a nadie. Son todos casta, menos Macri, menos Bussi en Tucumán, menos él. Entran y salen de la casta los que él quiere.

-¿Por qué se canalizó a la derecha el voto bronca? Porque podría haberse ido a la izquierda...

-Hay varias cuestiones, la primera es que el kirchnerismo produjo un desastre ideológico. La barbarie de Milei está a la altura de la barbarie kirchnerista. Con el kirchnerismo vivimos un agobio ideológico, todos los días, por todos lados. Insoportable, las cadenas, los símbolos, el lenguaje inclusivo. Conclusión: si vos a eso no le das algo sustantivo se vuelve el sustrato del odio contra vos mismo. Cuando se acabó la soja y vino la crisis el resultado objetivo es que todo esto es una porquería y me estas chamuyando. Frente al agobio ideológico mucha gente encuentra en Milei una limpieza ideológica. Y la izquierda izquierda no pudo agarrar esa decepción porque la izquierda izquierda compró el kirchnnerismo, hicieron campaña con el cupo trans, que no discuto que esté bien o mal, pero se olvidaron de las demandas universales, cuando hay millones de desocupados y pobres. Milei habló de basta de privilegios y así ganó.

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UN MUÑECO DE LABORATORIO LLAMADO MILEI

 

El plan para acabar con las repúblicas se expresa de manera elocuente en las elecciones donde se destaca el político que habla en contra de los políticos. El político que habla contra el financiamiento de los políticos, tiene un financiamiento desdoroso. Peor financiamiento, imposible. Es como si un diablillo hablara en contra del sueldo de los trasgos, cuando él recibe el pago directo de Satán.

Nadie llega a tal grado de exposición pública si los medios de comunicación no quieren que sea conocido. Si no quieren que seas conocido, te silencian.

Esto en cuanto a cosas inobjetables que ponen en tela de juicio la sinceridad de lo que dice el muñeco del ventrílocuo, pero veamos qué le hace decir el ventrílocuo.

Lo primero es su ataque a la clase política. Es la técnica del tiro al blanco: para dar en el blanco, tenés que apuntar más arriba, por lo que se ataca a los políticos para darle al corazón de la república.

No crea el lector que me simpatizan la mayoría de los políticos, pero esos políticos son resultado de nuestras sociedades, así que si queremos que cambien los políticos, cambiemos nuestras sociedades.

Esos políticos participan de una democracia representativa que tiene una cantidad de carencias, pero es mejor una democracia representativa con cantidad de carencias que una dictadura global con censura incorporada, control del dinero digital y cámaras de seguridad hasta en el baño.

La diferencia entre Chirolitamilei y los partidos tradicionales, es que esos partidos deben cuidar en parte a sus caudillos y votantes. No pueden hacer sólo lo que se les cante o lo que se les ordena. Deben hacerlo cuidando cierta ingeniería política, no sea cosa que pierdan absolutamente el apoyo de sus caudillos y votantes.

Esa ingeniería es lo que se pretende destruir. Se le dice adiós a una serie de vínculos locales con los políticos, para imponer a un muñeco de laboratorio que sólo debe atender las órdenes que vienen de arriba.

Lo central del planteo de Mileichirolita es destruir el Estado nación para dar paso al capital, y cuando decimos "capital" estamos diciendo el capital que maneja la oligarquía financiera que controla la industria, los medios de comunicación, la Academia y los organismos internacionales.

Quien controla la moneda controla la economía. El plan de Chirolitamilei es acabar con la moneda argentina para arrojarla a las garras del dólar. Pretende eliminar una barrera llamada "Banco central".

Estos bancos centrales no sólo regulan el valor de la moneda, sino que establecen las normas con las que deben operar los bancos de la oligarquía financiera global. Cerrar estos bancos es como acabar con una red que protegía a los pececillos de los grandes tiburones del capital financiero.

Pero estos lindos planes promocionados por Mileichrolita, tienen una cobertura sabrosa, así como esas píldoras que son un veneno tienen una cobertura sabrosa. Chirolitamilei discursea contra la agenda de género, el calentamiento global y demás estafas. También lo hizo contra la vacuna, pero luego, puso el brazo. Como ves, no es confiable.

¿A quién acusa de las estafas? Al socialismo ¿Pero es el socialismo el que financia el discurso de género y el terrorismo climático? Pues no, eso lo hace el Banco Mundial y demás instrumentos de la oligarquía financiera.

Hoenir Sarthou se pregunta si Mileichrolita no opera a modo ventana de Overton. Que no gane en las elecciones próximas, no sería tan importante como el hecho de que haya introducido ideas que eran consideras indecibles, como la destrucción del Banco Central y el fin de la moneda argentina.

Lanzás a un payaso a decir cosas, y aunque el payaso no triunfe en primera instancia, incrusta esas ideas en la sociedad.

Sea cual fuere el resultado electoral, esas ideas se han introducido.

En las PASO hubo otro dato a tener en cuenta: un alto porcentaje de abstencionismo y voto anulado. Muy peligroso dato, pues habla del hartazgo del pueblo argentino con su sistema político. La pregunta que todos debemos hacernos es ¿suplantado ese sistema, qué sistema lo sustituiría?

La respuesta es un sistema donde la iniciativa privada, el capital financiero, gobierne a través de sus  empleados a sueldo, sin control, presión o adhesión de ningún votante.

Si la Argentina no estuviera en ruinas, Chirolitamilei no tendría dónde hacer como que habla ¿Quién fundió a la Argentina? Además de los organismos del capital financiero y los políticos serviles, dos años de encierro de la población impuestos por el capital financiero.

Encerrar a la gente en sus casas es paralizar la economía, y paralizar la economía es fundirla, por lo que, los que no se funden, acumulan la riqueza de los fundidos y de paso, aparecen los Mileichirolita tirando la palangana de agua sucia con el niño.

En nombre de la libertad se han cometido los peores crímenes. La libertad de comercio se impuso a cañonazos. Si un criminal planifica un desastre social, no va a decirnos que es un criminal que planifica un desastre social. Va a decir que defiende la libertad, la paz del mundo y el amor universal.

Chirolitamilei propone que tanto el pobre como el rico, puedan vender sus riñones. Idea más justa no puede haber. Ricos y pobres con iguales derechos. Ahora, resulta que el rico no tiene necesidad de vender sus riñones, al contrario, puede tener la necesidad de comprar los riñones de los pobres. Si querés una idea justa, esa es garantizar las condiciones para que nadie deba vender sus ojos y riñones.

Uno tiene motivos para sospechar que se usa la palabra libertad para darle libertad a los que quieren quedarse con los ojos y los riñones de las personas.

Por lo demás, la iniciativa privada, no la iniciativa del que tiene un kiosquito, sino la incitativa del que maneja el dinero y lo imprime a su antojo en la Reserva Federal, genera guerras si eso lo beneficia (negocios son negocios) decreta pandemias si eso lo fortalece (si tu plan va contra ocho mil millones, conviene debilitarlos) foresta un País jodiéndolo todo si eso le rinde (además, usa los recursos del Estado) Si los dejamos hacer lo que quieran, nos quedaremos sin la tierra, el agua y el aire y terminaremos atados como fiambres a merced de estas bestias.

Hay que andarse con cuidado. La mano viene espesa. Preguntate qué cosas podés perder, amén de tus ojos y riñones.

Marcelo Marchese UyPress - 23.08.2023

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Después de una elección, el ciudadano también tiene que ser oído

 

Para evitar que el votante caiga en la tentación de elegir “salvadores”, las instituciones deben dar más cabida a la conversación pública

Roberto Gargarella - La Nación 24agosto2023

Se cierne hoy, sobre todos nosotros, un peligro real, que una mayoría no supimos ver ni entender. El peligro se relaciona con una situación de desintegración social que contribuyó a que millones de personas adoptaran como primera opción electoral la de que “todo estalle”, asumiendo que esa consecuencia era preferible a la permanencia de un estado de cosas como el presente. Tan mal se reconoce ese presente, y tan profundo es el hastío. Finalmente, ese estallido podrá ocurrir o no (el escenario de un Nerón argentino tocando la lira en la Casa Rosada, mientras el país arde en llamas),   pero las condiciones que permitieron la emergencia de esa tragedia permanecen y prometen agravarse.

A la hora de explicar aquello que, desde las ciencias sociales, no supimos prever, las causas posibles se acumulan: la inflación y la crisis económica recurrente; el desempleo, la inestabilidad y la precariedad laboral; la pobreza y las desigualdades crecientes; la inédita polarización política; la crisis de representación, la corrupción, y el autismo de nuestros líderes políticos; el deterioro de la educación; una clase dirigente que, sobre todo, busca mantener sus privilegios y asegurar su impunidad. Todos esos elementos existen, son relevantes y, seguramente, forman parte de la explicación de lo imprevisto.

En estas líneas, sin embargo, me interesará hacer referencia a ciertos aspectos institucionales de lo ocurrido, pero no bajo el supuesto jurídico tradicional, según el cual todo se explica (todo comienza y termina) por el derecho, sino a partir de un supuesto más bien contrario, según el cual algo de lo ocurrido también se explica a partir de (del mal funcionamiento de) nuestro sistema constitucional y democrático. Finalmente, una creación y un resultado de aquello a lo que ha quedado reducido nuestra vida democrática.

Comienzo por un punto más teórico y abstracto, con la esperanza de avanzar hacia comentarios más prácticos. El punto es que, desde sus inicios, y a pesar de las apariencias, el constitucionalismo y la democracia se han llevado muy mal: el constitucionalismo pide, por sobre todo, límites al poder, y la democracia considera que no debe haber autoridad superior a ella. Las cosas, agregaría, se agravaron con el paso del tiempo, de forma que el constitucionalismo terminó por absorber, de a poco, al sistema democrático: en las últimas décadas, la democracia quedó básicamente reducida a las “tres ramas de gobierno”. 

El papel de la ciudadanía, en ese contexto, se redujo a su expresión mínima: escoger, directa o indirectamente, a los funcionarios de gobierno, para luego sentarse a esperar hasta las próximas elecciones, o rezar para que no la defrauden demasiado. La nada. Menciono ahora sólo tres implicaciones institucionales de este vaciamiento de la democracia, cuyas consecuencias aparecen verificadas en la reciente elección argentina.

La necesidad institucional de un “salvador”. El déficit (antes que el exceso) democrático que padecemos induce a la búsqueda del “milagro”. En efecto, parte de lo que ocurre tiene que ver con el “vaciamiento” que ha sufrido nuestro sistema institucional, que redujo la intervención política de la ciudadanía, meramente, al “voto periódico” -un voto cada dos o tres años. Si lo que la ciudadanía puede hacer, en términos institucionales, es “nada, salvo votar” cada tantos años, entonces, por supuesto que -aun para los ciudadanos más razonables- se torna imprescindible encontrar a un “salvador”, algún “mesías” capaz de hacerse cargo de “todo” lo que millones de personas quedamos imposibilitadas de hacer. Este resultado desagradable resulta, entonces, y en parte, producto del poder que hemos perdido, para actuar y decidir por nosotros mismos.

Votos como piedras: la imposibilidad de hablar, corregir o matizar. Peor todavía: a ese salvador, a cargo de hacer todo, no podemos corregirlo o re-direccionarlo en nada: tenemos sólo una “piedra” para arrojar a la pared, de vez en cuando, que nos permite hacer (poco o mucho) ruido, colectivamente, pero nos impide decir nada concreto: no nos permite conversar.

Así, en el mientras tanto, entre elección y elección, perdemos la palabra, la posibilidad de exigir, cambiar, y ser corregidos. Millones de brasileños que querían (por la razón que sea) “terminar” con el régimen Lula-Rousseff, no podían decirle a Bolsonaro: “sí a un cambio de rumbo (económico o político o cultural), pero no al racismo o la homofobia.” Ni siquiera eso: ni un matiz. Millones de norteamericanos que estaban cansados de la “elite de Washington”, no pudieron decir, por ejemplo, “no queremos a la vieja elite en la Casa Blanca, pero tampoco en la Corte”. Ni siquiera un “pero” Los argentinos fueron empujados a elegir a los “viejos corruptos”, para asegurar un cambio económico, después de Macri. Es decir, la posibilidad institucional de re-orientar, siquiera un poco, el rumbo que vaya a tomar el “salvador” escogido, es nula. Y entonces, los brasileños, de pronto, son juzgados como “racistas;” los norteamericanos vistos como responsables de las enceguecidas decisiones de su Corte; y los argentinos son acusados de escoger corruptos. 

Lo cierto es que, el propio sistema institucional nos induce a buscar a un “salvador”, primero, y luego nos impide corregir o moderar sus acciones, siquiera en algún aspecto.

“Guerra” antes que cooperación. Una vez electo el presidente -digamos, el “salvador”, a quien la oposición reconoce como peligroso e irracional (así, como ocurriera con Trump, Bolsonaro, Orban o Erdogan)- el sistema institucional de los “frenos y contrapesos” nos abandona otra vez. De hecho, tal sistema de “mutuos controles” no nació para favorecer el diálogo, sino para canalizar institucionalmente la guerra civil, en ciernes en aquellos años. Luego, y por ello mismo, no es extraño que ese sistema (alguna vez virtuoso para frenar la guerra civil) induzca a quienes quedaron en la oposición (en la calle, pero también en el Congreso), a remover del poder al “loco” que ha llegado al poder. Otra vez: no hay espacio institucional para que la oposición adopte una posición cooperativa, y que el irracional del caso se modere o acepte “conversar” con la oposición. Por el contrario: cualquier “mano tendida” de la oposición sólo sirve para reforzar el poder de quien está en el poder, y favorecer entonces su reelección futura. Si se trata de un desequilibrado, luego, la acción más “racional” de la oposición es (no la de fortalecerlo, sino) la de hacer lo posible, institucionalmente, para sacarlo de su lugar (i.e., exigir su juicio político). Otra vez: es el propio sistema institucional el que promueve ese resultado desastroso (vacío de poder, guerra entre partidos, no-cooperación, enfrentamiento). El tipo de sistema de checks and balances que tenemos, con un Poder Ejecutivo con poderes reforzados, es el que -otra vez- favorece el conflicto antes que cooperación.

Adviértase que sólo mencioné tres ejemplos probables -entre muchos otros- de un gran problema. Es posible decir, por tanto, y como anunciaba al comienzo, que la crisis actual tiene múltiples componentes, pero también un componente institucional: las instituciones que tenemos son en parte responsables de la producción/creación de los pésimos resultados que venimos obteniendo (en términos de rendimiento, vitalidad democrática, cooperación política, etc.).

La gran pregunta que aparece, entonces, es si se puede hacer algo, y en todo caso qué, para tornar al sistema más democrático, más cooperativo, más dialógico. La respuesta es que sí, que pueden hacerse muchas cosas, que hay muchas “alternativas” institucionales disponibles (algunas más y otras menos ambiciosas). Recordemos lo siguiente, por caso: el sistema de “checks and balances” nació basado en un entramado de “town meetings” o “cabildos”, que era donde transcurría la vida política del día a día (democracia no era igual a elecciones periódicas). Las democracias constitucionales incluyeron, desde temprano, múltiples formas de intervención ciudadana en la vida diaria (a través de sistemas de jurados, de rotación en los cargos, de mandatos cortos, etc.) que fue lo que fascinó a Tocqueville o a Sarmiento, en sus viajes por los Estados Unidos.

Existen decenas de instrumentos que permiten la intervención ciudadana en el “mientras tanto” (desde revocatoria de mandatos; a formas de veto para minorías; o sistemas de consulta “previa, libre e informada”).

La experiencia reciente de Asambleas Cívicas (en Irlanda, Canadá, Chile o Islandia) es más que positiva. Todo el constitucionalismo, desde hace 20 años, se encuentra virando hacia formas más “dialógicas” (cláusula del “no obstante” en Canadá; “meaningful engagement” en Sudáfrica; audiencias públicas en la justicia y en el Congreso; etc.). Es decir, no es inconcebible, sino perfectamente posible, contar con instituciones de otro tipo, que coloquen en su centro a formas de democracia basadas en la conversación pública. Otra cosa es que a la clase dirigente (política, empresarial, sindical), que se beneficia de este bloqueo a la intervención más cotidiana de la ciudadanía, le convenga promover tales cambios, que prometen quitarle poder y protagonismo.


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