27.AGO.23 | PostaPorteña 2364

¿Seguir pensando a Milei o como se llega a fin de año ?

Por J.Raventos /TheEconomist

 

 

"CON GALLO O CON GALLINA”,

Macri aspira a cancelar al peronismo

 

Desde hace casi ocho décadas, antes inclusive de que se identificara como peronismo, el movimiento que puso en marcha el entonces coronel Juan Perón ha sufrido el embate de una cambiante coalición de intereses y fracciones políticas interesada en cancelar su existencia política. El peronismo sobrevivió esos intentos, tanto los más violentos como los más astutos, tanto los frontales como los esotéricos o los enmascarados.

Después de quedar tercero en la votación primaria de hace dos semanas y tras una sostenida declinación en los últimos años hegemonizados por el apellido Kirchner, aquella fantasía de la cancelación parece realizable a quienes la cultivan. El primer paso, consideran, puede darse en el ciclo que se prefiguró en las primarias de agosto y que tendrá su primer hito decisivo en los comicios del 22 de octubre.

Con 30 puntos electorales embolsados en las primarias, Javier Milei, la gran irrupción de aquellos comicios, se considera en condiciones de convertirse en presidente triunfando en la primera vuelta, dentro de 56 días.

Los analistas de opinión pública (más allá de que la mayoría de ellos falló en sus vaticinios para las PASO, particularmente en relación con Milei) advierten actualmente que desde el domingo 13 de agosto a la actualidad el libertario no ha hecho más que incrementar sus seguidores y hoy no obtendría los 30,4 por ciento de votos de aquella elección, sino alrededor de 37 por ciento.

Conviene recordar que para evitar una segunda ronda electoral el ganador de la primera tiene que obtener no menos de un 40 por ciento y una diferencia de diez puntos sobre el segundo. Que en octubre Milei alcance el triunfo decisivo del que alardea por anticipado no sólo depende, pues, de que él mejore en diez puntos como mínimo su propia performance de la primaria, sino también de que el más aventajado de sus adversarios fracase en acercarse a menos de diez puntos de la marca del libertario.

Tercero excluido

Como señalé aquí una semana atrás, la más complicada en ese triángulo es Patricia Bullrich. Sus votos propios (17 por ciento) quedaron a más de 13 puntos de los que recaudó Milei y si bien la suma de Juntos por el Cambio llegó a 28,27 por ciento y aunque Horacio Rodríguez Larreta se presta a todas las fotos de unidad que le solicitan, todavía no está claro de que ella pueda contabilizar como propios todos los sufragios que en las primarias se canalizaron en favor del jefe porteño. Peor aún, corre el riesgo de que una porción de quienes la apoyaron aa ella en la primaria porque parecía (como aseguraban las encuestas y los medios de más peso) el halcón que volaba más alto, ahora se deslicen hacia Milei, que suena como un halcón más auténtico y además el que exhibe más chances de vencer.

Para hacerle las cosas más difíciles, la candidata debe moderar su discurso para no perder a los votantes moderados de Larreta, Carrió y los radicales y simultáneamente soportar la sombra dominante de Mauricio Macri, que influye en sentido opuesto. “Mauricio Macri y todos en Juntos por el Cambio se tienen que alinear a la nueva campaña”, reclama la candidata. Habrá que ver si sus plegarias son atendidas.

Macri y el PANLIBERALISMO

Macri, que estos días compite en Marruecos en un torneo de bridge, ha mantenido una nebulosa ambigüedad entre Bullrich (a quien apuntaló para derrotar a Rodríguez Larreta) y Milei, a quien ensalza permanentemente y a quien considera, según personas que lo frecuentan, el mejor expositor de las reformas liberales que él ansía realizar.

El expresidente parece querer convertirse en el CEO de un panliberalismo “con gallo o con gallina” (para usar una expresión acuñada casi un siglo atrás por su desestimado Hipólito Yrigoyen); respaldado en el control de la ciudad de Buenos Aires encomendado a su primo Jorge, Macri pretende participar protagónicamente de una cruzada de cancelación del peronismo en la que el programa sean las fórmulas liberal-ordenancistas que prescriben tanto Milei como los halcones del Pro. No es un objetivo secreto: él lo viene reiterando sistemáticamente: ““Argentina fue uno de los primeros en crear el populismo, con Perón y Evita. Tal vez seamos uno de los primeros en erradicarlo. Lamentablemente lo hemos exportado al mundo y está siendo muy contagioso”. Con el panliberalismo el impulsa el eje de reordenamiento de una nueva fuerza política o una nueva coalición, en la que no perturben los socios moderados de Juntos por el Cambio. ¿Con Milei o con Patricia como presidente? “Primero el movimiento, después los nombres”, podría parafrasear Macri al líder que quiere extirpar (aunque le inauguró un busto en otras circunstancias).

El juego a dos puntas de Macri enerva a la candidata del Pro y exaspera a los socios de Juntos por el Cambio que hacen campaña por ella con una mezcla de escepticismo e indignación hacia el expresidente. La mayoría de ellos disienten con su amor hacia las ideas de Milei y resisten el rumbo que Macri propone para la coalición. Todos ellos consideran que las anfibologías del crack del bridge abren las tranqueras para que una manada de votos de Juntos por el Cambio cruce la alambrada y se asienten en el campo de La Libertad Avanza.

La ciudad y la marca  

Pero, ¡atención Mauricio!, el doble sentido puede también provocar una sangría en el voto porteño para la Jefatura de Gobierno y complicar la elección del primo Jorge.

Como en octubre la elección de la ciudad no será con máquina, sino con papel,  la efigie de Milei en la boleta de Ramiro Marra y los requiebros del expresidente al jefe libertario pueden quizás reclutar voluntades para su primo, pero pueden con más chance  provocar una pérdida de sufragios al candidato del Pro, que recibió el 28,60 por ciento de los sufragios (su rival interno, Martín Lousteau, obtuvo 27,19; el peronista-alfonsinista Leandro Santoro, de UP, juntó un 22,17 y Marra llegó a casi el 13 por ciento). Es oportuno recordar que, a diferencia de la elección nacional, la porteña reclama un 50 por ciento de votos para proclamar un vencedor. Como pinta muy difícil que el radicalismo que respaldó a Lousteau vote ahora por disciplina de coalición a Jorge Macri, es muy probable que en CABA haya balotaje. Y que el actual intendente de Vicente López deba derrotar a Santoro o a Marra en una segunda vuelta antes de festejar su traslado a alcalde porteño. Las encuestas actuales lo muestran (sumando peras y manzanas) a dos puntos del mágico 50 por ciento, pero ¿quién puede confiar incondicionalmente en las encuestas?

Todos esos hilos sueltos enredan a Juntos por el Cambio que no cuenta con un liderazgo operativo acatado por todas sus facciones. Eso no es un problema que soporte Milei, por cierto. Cuando él habla en los actos de su fuerza reina un respetuoso silencio de su público. Se notó en la noche de las PASO: los cantitos jubilosos cedían de inmediato cuando el líder empezaba un párrafo. Por comparación, Patricia Bullrich se volvía inaudible por momentos en el micrófono de su bunker cuando comentó la elección: los coros no cesaban y la interrumpían (incluso los que cantaban “Patricia presidenta”).  Sólo bajaron el volumen cuando Mauricio Macri copó el escenario y habló (en último término y con Bullrich, Larreta, Gerardo Morales y Luis Petri en segundo plano).   

Un arma que Milei ha empezado a emplear para facilitar la transferencia del voto macrista a su propia candidatura es la adulación e intercambio de piropos con Macri, ejercicio del cual el expresidente, como se dijo, parece ser un socio complaciente, como si simpatizara más con Milei que con los líderes del Pro que no pudieron ocultar el deseo de heredarlo rápido. Milei ya promete cargos públicos antes de llegar al gobierno: le ha ofrecido a Macri ser un superembajador (“por encima de la Cancillería”) cuando llegue a la Presidencia. Macri no rechazo el envite.

La candidata de Juntos, consiente de sus debilidades se esforzó esta semana por diferenciarse de Milei con fotografías multitudinarias que reunieron primero  a gobernadores y legisladores de la coalición y al día siguiente a economistas. “¡Yo tengo equipos y mi coalición me apoya!”, es el mensaje de Bullrich, que en la semana que empieza probablemente anuncie que, en caso de ganar, Carlos Melconián será su ministro de Economía.

El economista, que estuvo a cargo del Banco Nación al comienzo de la gestión de Mauricio Macri, tiene un apoyo fuerte de sectores empresarios y maneja la Fundación Mediterránea. Para aceptar le reclama a la candidata   el control del Banco Central y de AFIP (es decir: quiere que a la cabeza de esas instituciones haya hombres designados por él).

Al tiempo que negocia y organiza sus fuerzas para esta etapa de la campaña, Bullrich busca posicionarse frente a sus rivales: hasta ahora ha elegido victimizarse y acusar simultáneamente a Milei y a Sergio Massa: denuncia que ambos han cerrado un pacto para convertirla a ella en tercero excluido.

Bullrich se basa en el hecho de que Massa hizo públicas las posiciones que los referentes de Juntos por el Cambio y los de Milei llevaron al Fondo Monetario Internacional. “Aquellos que viven en la idea de cuanto peor mejor, terminaron siendo portadores de la idea de que la Argentina no tenía que acceder a ningún financiamiento –puntualizó el ministro de Economía, refiriéndose a JxC; y agregó que, en cambio, los de Milei, “que emergieron como oposición en las últimas horas, terminaron planteando que había que tener una actitud más colaborativa para con el Gobierno porque entendían que era una transición hacia el inicio de un nuevo Gobierno”.

Milei aceptó sin ruborizarse el reconocimiento de Massa: "Lo que sucede –explicó-  es que los economistas de JxC están apostando a causar un desastre económico, y en ese sentido me parece una gran irresponsabilidad porque dinamitarle hasta el rollover a un Gobierno significa que le están tratando de impulsar una crisis y me parece que no está bien. Más allá del cálculo electoral que puedas hacer, es una aberración que por querer tener algún voto más apostando al peor mejor eso genere una situación que le va a generar mucho dolor a los argentinos Parece que JxC con tal de ganar una elección está dispuesto a todo",   

La contención de Milei

Bullrich ha optado por competir con Milei poniendo en duda la sinceridad de su lucha contra el gobierno: ¿acaso el candidato oficialista no lo elogia por colaborativo? Ese flanco le resulta más conveniente que atacarlo por derecha; el libertario es un súper halcón y reina en un espacio no discutido.

Quizás estos rasgos escondan sin embargo un telón de Aquiles y lo que puede haber sido una virtud de Milei para alcanzar notoriedad se vuelva debilidad en esta etapa. Lo cierto es que cuando se enfervoriza, Milei suelta frases poco sostenibles: prometió no comerciar con China “porque es comunista” y salir del Mercosur, con lo que prometió problemas con los mayores clientes de la Argentina. Eso, para no evocar otras declaraciones polémicas. “Javier es muy vocalista”, lo describió con indulgencia Diana Mondino en el elegante ámbito del Club Francés. Los oyentes entendieron que la canciller nominada por Milei quiso evitar las palabras “parlanchín” o “charlatán”.  

Para colaborar con su propia contención, Milei va designando futuros colaboradores de prestigio reconocido (como la propia Mondino, por caso). En el área de defensa, que estaría supervisada por Victoria Villaruel, la candidata a vicepresidenta, suena para titular de la cartera un ilustrado hombre de derecha que ha tenido experiencia en la cuestión: Vicente Massot. Milei le ha ofrecido el ministerio de Interior a Guillermo Francos, un político fino y práctico, al que en otras circunstancias el libertario podría haber estigmatizado como parte de “la casta”: En Economía tiene un equipo de enjundia académica que se formó prácticamente en la presidencia de Carlos Menem. Milei comprende que debe dar respuestas sólidas a quienes interpretan que, más allá de sus indudables éxitos como comunicador y difusor de ideas liberales, “no tiene equipos y no puede gobernar”.

Por supuesto, los nombres no avientan las dudas, porque estas surgen de la radicalidad de las propuestas del libertario, que parecen arremeter contra instituciones respetadas y contra estructuras sólidas y funcionales: propone terminar con las negociaciones paritarias, mientras su experto en relaciones laborales sugiere como modelo inevitable “la uberización”, es decir, las relaciones  laborales fortuitas en las que los trabajadores venden su fuerza de trabajo como monotributistas, no como asalariados. La energía expansiva de muchas de sus ideas sugiere estallidos incontenibles. Y es sobre esas inquietudes que Milei deberá rendir examen.

El otro lado del triángulo

Sergio Massa, el otro lado del triángulo de competidores por la presidencia, va adquiriendo mayor autonomía interna a medida que se aproximan las horas decisivas. Alberto Fernández se ha convertido en un viajero y un corresponsal y ha dejado casi formalmente la presidencia, aunque siga despachando en la Casa Rosada. La señora de Kirchner, en su afán por alejarse de cualquier mala noticia (por ejemplo, la devaluación postPASO) practica un ausentismo que, para bien o para mal, subraya el protagonismo de Massa.

El último miércoles el ministro-candidato cerró exitosamente un capítulo importantísimo en Washington cuando el board del FMI anunció que se girarán al país 7.500 millones de dólares (y unos 2.000 millones más en noviembre) después de que el BID y el Banco Mundial aprobaran proyectos por otros 1.500 millones de dólares de ejecución casi inmediata.

Con esos fondos, Massa está en condiciones de pagar los compromisos inmediatos (con el propio Fondo, con Qatar, con la Corporación Andina de Fomento), podrá contar con espaldas para liquidar los dólares que requiere la importación para la producción y ha sido habilitado por el FMI para intervenir en el mercado financiero de modo de mantener el tipo de cambio y no ensanchar la brecha entre dólar oficial y dólares financieros.

El logro crea condiciones para custodiar la estabilidad relativa de los mercados hasta fin de año (la acción del estado para forjar y hacer cumplir controles de modo de que no haya aumentos injustificados de precios es otro instrumento indispensable) y también para intentar una política de compensaciones a los sectores más vulnerables, que Massa ya ha empezado a anunciar. Como si fuera Presidente, comenzó a tomar decisiones desde Washington y ordenó compensaciones de 7 millones de pesos no reintegrables destinadas a los comercios y pymes que sufrieron ataques y pérdidas a raíz de los episodios de vandalismo y los delitos en banda acaecidos la última semana (previsiblemente amplificados y explotados por las fuerzas opositoras que se alinean con Bullrich.  Massa reclamó a la Secretaría Legal y Técnica que haga un seguimiento de los actos delictivos y prometió vigilar la acción de fiscales y jueces que no actúen debidamente con los autores de los hechos y con los organizadores.

Actuar frente a los problemas, hacer cumplir las disposiciones y mejorar las expectativas de la sociedad son objetivos que la mayoría de los ciudadanos espera de los gobiernos. Massa tiene una oportunidad de mostrar sus capacidades, allí donde sus competidores  (a menos costo, es cierto, porque no se desgastan con el ejercicio) por ahora sólo pueden mostrar sus intenciones.

El peronismo entretanto se despereza y empieza a organizarse para octubre. “En las PASO hubo muchos dormidos; en muchas provincias ni siquiera hubo fiscales –comenta un distinguido activista-; en octubre va a ser diferente. El peronismo va a llevar a Massa al balotaje. Después habrá que reunir una fuerza más amplia. Muy amplia.  Hay que renovarse y convocar a la unión nacional. Como decía Perón, a este país lo salvamos entre todos o no lo salva nadie”.

Estas también son intenciones por el momento.

 ¿Cancelación o renovación? En ocho semanas se sabrá cuáles fueron las plegarias atendidas.

Jorge Raventos 

 

Argentina podría tener su primer

presidente libertario

 

Javier Milei, un radical del libre mercado, obtuvo la mayor cantidad de votos en una primaria antes de las elecciones generales

 

The Economist 25 ago23

 

Un rock duro sonó a todo volumen por los altavoces mientras 10.000 fans aplaudían.  Una imagen de un león rugiente rodeado de fuego iluminó la pantalla. Saltando al escenario, un hombre con una chaqueta de cuero provocó un frenesí en la multitud. “¡Yo soy el león!” gritó. "¡Soy el rey en un mundo perdido!" No fue un concierto de rock. El orador fue Javier Milei, un libertario que espera convertirse en el próximo presidente de Argentina, en un mitin reciente. El 13 de agosto, Milei obtuvo la mayor cantidad de votos en las primarias nacionales, en las que los argentinos seleccionaron candidatos para competir en las elecciones presidenciales y legislativas programadas para el 22 de octubre, y el candidato con mayor puntuación de cada partido pasó a la votación principal. Como la votación es obligatoria, la encuesta se considera ampliamente como el mejor indicador de quién podría ganar la presidencia.

Las encuestas de opinión notoriamente poco confiables de Argentina habían predicho que Juntos por el Cambio, una coalición de centro derecha, obtendría la mayor cantidad de votos, divididos entre sus principales contendientes. Se trata de Horacio Rodríguez Larreta, el alcalde de Buenos Aires, un moderado, y Patricia Bullrich, una ex ministra de seguridad de línea dura. Se esperaba que Sergio Massa, el principal candidato del partido peronista en el poder, obtuviera un tercio de los votos, y Milei sólo un quinto. En cambio, Milei obtuvo el 30% de los votos emitidos, en comparación con los 28% de Bullrich y Larreta juntos. Los peronistas gobernantes obtuvieron el 27%. Milei lideró en 16 de 24 provincias.

Antes de ser elegido al Congreso en 2021, Milei trabajó como consultor y profesor de economía. Se presenta a sí mismo como un outsider. Cuando se anunciaron los resultados, prometió “acabar con la casta política inútil, parasitaria y criminal que está hundiendo a este país”. Argentina ha sido mal administrada por un gobierno de izquierda durante gran parte de las últimas dos décadas. La última vez que Juntos por el Cambio estuvo al frente, de 2015 a 2019, también terminó en crisis. En los mítines, sus seguidores gritan "¡Deshagámonos de todos!"

Su apoyo surge de la frustración de los argentinos por la disfunción económica crónica de su país. La inflación anual es del 113%, más alta que en cualquier otro lugar del mundo excepto Venezuela, Zimbabue y Líbano. Los impuestos aplastantes llevan a muchas empresas a operar fuera de los libros. Los controles de capital dificultan que los argentinos compren dólares legalmente, la moneda en la que prefieren ahorrar.

Esto ha dado lugar a un enorme mercado negro de billetes verdes, cuyo precio es un buen indicador del estado de la economía. Hasta las elecciones, un dólar en el mercado negro costaba alrededor de 600 pesos, el doble de lo que costaba hace un año (el tipo oficial era la mitad). Al cierre de esta edición, el dólar del mercado negro alcanzó un récord de 780  Los temores de una mayor incertidumbre política llevaron al banco central a devaluar el tipo oficial del peso en un 18% y a aumentar la tasa de interés de política en 21 puntos porcentuales hasta el 118%. Es probable que la devaluación ejerza una mayor presión al alza sobre la inflación.

El rugido del león

El país obtuvo un préstamo de 57 mil millones de dólares con el FMI en 2018. El fondo ya había desembolsado 44 mil millones de dólares cuando quedó claro que Argentina no podría devolverlo. Así que el préstamo se renegoció en 2022. El fondo requería que Argentina redujera su déficit primario, acumulara sus reservas netas de divisas en el banco central y redujera la cantidad de dinero que el banco central imprime para financiar el déficit presupuestario del gobierno.

Argentina no ha podido cumplir los objetivos, en parte porque una sequía récord este año afectó las exportaciones. Se estima que las reservas netas superan los 8.000 millones de dólares en números rojos. En julio, el FMI y Argentina llegaron a un nuevo acuerdo que redujo la cantidad de reservas internacionales que el banco central debe acumular este año, de 8.000 millones de dólares a 1.000 millones de dólares. Pero se mantuvo el objetivo del 1,9% para el déficit primario (está en camino de ser del 2,4%) El pobre desempeño de Massa en las elecciones significa que es aún menos probable que el gobierno haga los recortes de gasto necesarios para alcanzar los objetivos del FMI

Por el contrario, Milei dijo recientemente que los objetivos de recorte de gasto del FMI son "pequeños en comparación con el paquete de austeridad que estoy proponiendo". Quiere eliminar diez de los 18 ministerios que existen actualmente (incluido el Ministerio de Educación), recortar el gasto en un 15% del PIB y levantar los controles de capital. También quiere abrir más el país al comercio exterior y privatizar las empresas estatales que tienen déficit. (Argentina tiene 34 empresas estatales, cuyo déficit combinado asciende a alrededor del 1% del PIB)

Su idea más radical es dolarizar la economía y, según él, “hacer estallar” el banco central en el proceso. Emilio Ocampo, ex banquero de inversiones y artífice del plan de dolarización, explica que durante un período aún por determinar tanto el peso como el dólar serían moneda de curso legal. Para recaudar los aproximadamente 32.000 millones de dólares que Ocampo calcula que se necesitarían para cambiar pesos en el sistema bancario por dólares, el gobierno establecería un fondo en un país de la OCDE con bajos impuestos. Ese fondo mantendría activos argentinos, como acciones de YPF (la petrolera estatal) y activos pertenecientes al fondo de pensiones estatal Estos servirían como garantía para la emisión de deuda a corto plazo en los mercados internacionales de capital.

Dame billetes verdes

Los defensores de la dolarización argumentan que esto simplemente legalizaría lo que ya está sucediendo. Se cree que los argentinos tienen más dólares por persona, ya sea en el extranjero o metidos debajo de los colchones, que los ciudadanos de casi cualquier otro país fuera de Estados Unidos. Ahorran, compran propiedades y fijan los precios en dólares.

Sin embargo, algunos economistas se muestran escépticos. Sostienen que, si bien la dolarización puede reducir la inflación, es posible que no cumpla su promesa de detener el gasto excesivo del gobierno. Bajo algunas formas de dolarización, tanto el gobierno como los bancos aún podrían acumular deudas excesivas denominadas en dólares. En la década de 1990 el peso estaba vinculado al dólar, pero en 2001 el experimento terminó en un fracaso con una corrida bancaria, una profunda recesión y cinco presidentes en 12 días.

Los críticos temen que será difícil recaudar los 32.000 millones de dólares necesarios para convertir pesos en el sistema bancario. Un dólar fuerte también encarecería las exportaciones de Argentina y aumentaría la demanda de importaciones. Eso podría conducir a una crisis de balanza de pagos.

El radicalismo de Milei va más allá de la economía. Ha prometido prohibir el aborto, permitir que los argentinos porten armas libremente y legalizar el mercado de órganos humanos. Califica el cambio climático de “mentira socialista”. Puede ser impredecible En su primer año como diputado en el Congreso estuvo ausente de la mitad de las sesiones donde se votaron proyectos de ley. Los aliados se quejan de que no escucha a su equipo económico, confiado en su propia experiencia. Su hermana Karina, a quien ha comparado con Moisés, dirige su campaña. "¿Cómo funcionará el Ministerio de Economía si no delega puestos de trabajo?" pregunta un asesor.

Aunque se autodenomina libertario, Milei atrae a muchos votantes de extrema derecha. En la década de 1990 asesoró brevemente a Antonio Bussi, congresista y ex militar que luego fue condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar de Argentina. El hijo de Bussi se postula para ser congresista por el partido de Milei. Jair Bolsonaro, el ex presidente de derecha de Brasil, es fanático de Milei. También tiene estrechos vínculos con Vox, un partido nacionalista en España.

Si Milei gana, puede que le resulte difícil gobernar. Actualmente su coalición tiene sólo dos escaños de 257 en el Congreso y ninguno en el Senado, aunque en la primera vuelta de las elecciones estarán en juego 130 escaños en el Congreso y un tercio del Senado. Juan Cruz Díaz, del Grupo Cefeidas, una consultora en Buenos Aires, cree que el buen desempeño de Milei en las provincias significa que podría conseguir al menos 30 diputados elegidos para el Congreso, aunque eso no lo llevará muy lejos. Muchas de sus políticas causarían problemas a corto plazo, como un alto desempleo. Eso podría aumentar el malestar social.

Recientemente se han sumado a su equipo varios pesos pesados, como Roque Fernández, ex ministro de Economía, y Diana Mondino, economista que trabajaba para Standard & Poors, una agencia de calificación. "Hablan el idioma en el que confían los inversores", afirma Díaz.

Pero el camino hacia la presidencia aún es incierto. No está claro cuántos votantes más podrá atraer Milei. Bullrich, que ahora es la candidata de Juntos por el Cambio, intentará alejar a sus partidarios. Massa podría beneficiarse de la lucha entre ellos apelando a los moderados. Si ningún candidato obtiene al menos el 45% de los votos, o el 40% con un margen de diez puntos sobre el segundo, la elección se realizará en una segunda vuelta. El cumpleaños número 53 de Milei coincide con la primera ronda. Su regalo puede ser la tarea de reconstruir un país destrozado.


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