31.AGO.23 | PostaPorteña 2365

EL EXCREMENTO DEL DIABLO

Por Marcelo Marchese

 

La institución bancaria más importante del mundo es prácticamente desconocida por todo el mundo. Es el Banco de Pagos Internacionales, que oficia de banco central de los principales bancos centrales del mundo, lo que implica que el BPI establece el valor de las diferentes monedas del mundo

Para quien ha vivido la crisis de 1982, no puede haber dudas acerca de la crucial importancia del valor de las monedas: la abrupta subida del dólar fundió a miles, condenó a muerte a la dictadura, y produjo una colosal concentración de riquezas, principal función de toda crisis económica. No por casualidad, alguien que sabía lo que decía, confesó: "dadme el control del dinero de una nación y no me importará quién haga sus leyes".

Con respecto a esta frase, se dirá que no está documentado que el que sabía lo que decía, la dijera, ahora, lo único seguro es que después de él, algunos que también sabían lo que decían, dijeron lo mismo de manera casi textual.

Volvamos por un instante al BPI ¿Por qué nunca aparece en las noticias? ¿Por qué, posiblemente, no lo conocieras? ¿Dónde se ubica? ¿Quién lo conforma? ¿Quién lo regula? ¿A qué gobiernos responde? ¿Cuándo fue creado? ¿Quién lo creó? Debo advertirte que responderé estas preguntas hasta cierto punto, pues luego, es entrar en materia de historia prohibida.

Una regla crucial del poder en el mundo, es permanecer en las sombras y mandar al frente a otros que no son otra cosa que operadores, o en el mejor de los casos, testaferros, como son Bill Gates y Soros. Si un día la tortilla se vuelve o sus condimentos mutan a cosa picante, pagará el pato el mascarón de proa, pero el verdadero poder, permanecerá intacto.

En cuanto al BPI, se encuentra en Suiza, y disfruta de inmunidad de jurisdicción. Lo integran los bancos centrales más importantes y lo dirigen los representantes de los bancos centrales occidentales más poderosos. No responde a ningún gobierno. Fue creado en 1930 por el jefe del banco central de Inglaterra, Montagu Norman, y por el jefe del banco central de Alemania, Hjalmar Schacht, de dudoso pasado antes de eso, y de peor futuro después de eso, ya que se encargó del financiamiento de los nazis, motivo por el cuál fue jefe del banco central con los nazis y luego Ministro de Economía nazi, pero no fue condenado en Núremberg. Por aquí, y dejando un amplio espacio a la imaginación del lector, quedará la historia de este personaje.

El asunto del control de la moneda es harto delicado. Según el valor de la moneda, se determina el crédito, la especulación, las exportaciones, las importaciones, el pago de la deuda pública, la producción nacional y la concentración del capital. Nada más y nada menos ¿Pero cómo se llegó a que alguien controle la moneda, y más aún, cómo nació la moneda?

Todos sabemos que antes de la moneda había trueques, el problema surgió el día en que se crearon cien monedas y se pusieron en circulación exigiendo al día de su devolución un extra a modo de interés, que en rigor, nunca se había creado, pues sólo se crearon cien monedas y nadie creó las monedas para pagar ese interés. Ese interés, es una especie de cancer en el cuerpo de la economía, un cáncer que no deja de crecer. En el día de hoy, las más importantes corporaciones del mundo, en el ramo que sea: metales, bebidas, alimentos, libros, celulosa, armas, energía, transporte, vacunas, compañías de viajes, universidades privadas, agencias de noticias, productoras de cine y todo lo demás, son dirigidas por los fondos de inversión que tienen en su poder determinantes paquetes accionarios de esas corporaciones. Guay de la corporación que quiera sustraerse al control de estos fondos de inversión, pues sería su ruina física y moral. Estos fondos de inversión a su vez están copados por fondos de inversión, ya que es ley primera del capital crecer y concentrarse, y el fondo de inversión que manda, la araña en el centro de la tela, es Vanguard, que no gusta de obsequiar al conocimiento público cómo está integrado, de qué manera actúa, y qué planes pergeña.

Así que aquella moneda que creó un agujero negro en constante aumento, fue derivando a la creación de billetes, que en un principio se cambiaban por el oro que representaban, pero luego, ya no, con lo que empezaron a imprimir billetes a troche y moche, y uno agarraba una buena cantidad de esos billetes y la depositaba en el banco en aras de un interés, pero hete aquí que el banco no prestaba a su vez esa misma cantidad de dinero que tenía depositado, sino que prestaba a mayor interés mucho más que el dinero que tenía depositado, por lo que el banco, por el simple hecho de tener el derecho de hacerlo, presta más dinero del que en realidad tiene, y gana unos intereses sobre unas bases que en rigor no existen.

Todo esto, si uno se pone a reflexionar, parece salido de un cuento de Lovecraft. Pero acá no termina la cosa. El que da el préstamo, determina de qué manera será usado ese préstamo, por lo que los organismos financieros internacionales determinan la economía y la política de las naciones ¿Quién te garantiza que un buen día no nos digan "Llegó el momento de pagar la deuda, no sólo los eternos intereses que crecen y crecen" ¿Cómo pagaríamos? Colijo que con nuestra tierra, nuestra agua, nuestro océano y nuestras empresas estatales.

Siguiendo este cuento de Lovecraft, habida cuenta que en el pasado a las monedas de oro los pícaros les rascaban pedacitos, se les hizo ranuras, pero hoy día el tesorero le arranca un cinco por ciento a cada moneda que se paga a través de la tarjeta de crédito ¿Te imaginás un cinco por ciento de ganancias por todas las compras digitales del mundo?

Aquí es cuando Lovecraft se muestra en todo su esplendor ¿Estás completamente seguro que sería mejor que en vez de contar papeletas, el voto fuera digital? Sea el que sea el que controle el voto digital, más seguro es el voto físico por papeletas. Lo mismo sucede con el dinero digital. El día que el dinero sea sólo digital ¿qué garantías tenés de que no se inventen a mansalva números a modo de dinero?

Si Robinson Crusoe tuviera que elegir entre un cuchillo, un pescado o un billete, por nada del mundo elegiría el billete. En sí mismo, no sirve para nada. Su valor, es el valor que le atribuimos. Es un fetiche, un fetiche que lustra y da esplendor y convierte al hombre feo en ser magnífico. Poderoso caballero don dinero, esa vil ramera de los hombres, que tiene la habilidad de hacer verdad de las mentiras, y de las mentiras, verdades. Es sólo resultado de un error en el camino, que nos llevará por lugares cada vez más peligrosos.

Ahora, si es un fetiche, algo depositamos en él. Al parecer, todo un misterio. Lo seguro es que viene asociado a un doble placer: uno goza si lo retiene, y uno goza si lo expulsa. Por ese motivo, un hombre sabio en los orígenes del cristianismo, lo llamó "el excremento del Diablo". Esa denominación ayudó a Freud a la hora de aquilatar el dinero en su justa medida.

Estimado lector, hasta aquí llegamos, y antes de que te regale tres citas, debo preguntar ¿porque nuestros gobernantes y nuestros opositantes, y la prensa y la Academia, siempre hacen ruido con la boca y jamás hablan del delicado asunto del dinero?

Van las citas. La primera se encuentra en el Evangelio según San Mateo, que pone en boca de Cristo estas palabras:

"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir a Dios y a Mammón.

La segunda es de Henry Ford:

"Está claro que la gente no entiende el sistema monetario, porque, si lo entendiese, creo que habría una revolución mañana por la mañana".

La tercera es de Lord Acton, Lord Jefe de Justicia de Inglaterra a fines del siglo XIX:

"La batalla que se ha filtrado bajo los siglos y que tendrá que ser luchada más pronto o más tarde, es la gente versus los bancos."

Marcelo Marchese 26/8/23, UyPress - 


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