05.SEP.23 | PostaPorteña 2366

Uruguay - La supuesta verdad histórica del MLN, en relación al Plan Tatú

Por AMODIO

 

Transcripciones parciales de los audios de los programas del 29 y 31 de agosto pasado  de El Cernidor, donde  Héctor Amodio Pérez desarrolla, la supuesta verdad histórica  del MLN, que se contó hasta ahora, en relación  al Plan Tatú o las estrategias para la guerra en el interior

Hace unos días, un historiador compatriota hizo un comentario acerca de mi vuelta al Uruguay hace unos años. Con la sinceridad que lo caracteriza dijo que esa vuelta había servido a los historiadores para tener otra visión acerca de la historia oficial que el MLN había puesto en circulación, y aunque él no lo diga, historia oficial que fue creída y divulgada por los mismos historiadores.

Y lo hicieron pese a que los mismos que crearon la historia oficial, para tratar de evitar que se les cuestionara la forma en que condujeron al MLN hacia la debacle final, que tampoco fue creada, como se quiso hacer creer a partir de la fuga de setiembre de 1971, sino que se inició mucho antes, después de agosto de 1970, cuando los que violaron los acuerdos acerca de la liberación de los presos por los funcionarios extranjeros secuestrados colocaron al gobierno de Pacheco en un callejón sin salida, al exigir la liberación de todos los presos políticos, como éramos llamados entonces.

Se llegó al colmo de calificar a la columna 15 como militarista, usando su capacidad de acción como prueba de ese descalificativo, cuando la realidad, puesta de relieve en los mismos documentos del MLN, mostraba la falsedad de la acusación y al mismo tiempo que los militaristas fueron otros, los que se adjudicaban por sí su calidad de estrategas políticos, lo que era refrendado por esos mismos historiadores, lo que demuestra que o bien eran segundones de los causantes de la debacle o que no habían estudiado lo que realmente había sucedido.

Este historiador les adjudica a sus colegas lo que él sí hizo, pero es un caso único. Los demás, los que antes del 2015 se dedicaron a divulgar la historia oficial y que incluso festejaron públicamente un procesamiento inventado, a todas luces incorrecto, al punto que el mismo sistema que me procesó, me  tuvo que indemnizar, han guardado silencio y que incluso él mismo ha negado la posibilidad de realizar un nuevo estudio acerca del pasado reciente.

Es así que hicieron fama y algún dinero verdaderos falsarios de la historia y del periodismo que hoy guardan un prudente silencio, negándose a confrontar sus dichos con quien a partir de su presencia física los ha llamado a silencio, que no otra cosa puede pensarse de quienes se aprovecharon de mi condición de ausente.

Dos ejemplos muy claros son CLARA ALDRIGHI y GERARDO CAETANO. La primera, amparada en su condición nunca demostrada de integrante del MLN fue historiadora oficial al servicio de los responsables de la debacle, pese a que en su mismo libroMemorias de insurgencia, surgen elementos que demuestran la falsedad de sus afirmaciones.

Gerardo Caetano festejó en el canal oficial cuando la jueza Staricco cometió un error inexcusable, al decir del Tribunal que anuló mi procesamiento, y hoy es uno de los que se ha llamado a silencio, demostrando así su falta de convicción sobre sus afirmaciones anteriores.

Pero hay un personaje de menor relumbrón, pero que ha sido premiado y festejado como si lo fuera, que ha escrito lo que fue pretenciosamente conocido como la acción y legado de Raúl Sendic, plagado de falsedades, y que ha sido tenido en cuenta en múltiples oportunidades, dándole así condición de obra de referencia de forma injustificada.

En este programa y en el venidero voy a referirme al libro de SAMUEL BLIXEN SENDIC. ACCIÓN Y LEGADO, Trilce, en lo que se refiere a la forma en que los integrantes de las columnas del Interior, lideradas por Sendic fueron pergeñando la creación del llamado SEGUNDO FRENTE, para llevar la lucha armada al interior del país, tratando de convertir al MLN en una guerrilla rural, desconociendo las más elementales leyes de la lucha armada, como son las condiciones objetivas de la organización que lideraban: su capacidad humana y en materia de armamento para mantener una guerra a todas luces desigual y las subjetivas, las condiciones sociales del medio en que esa lucha iba a desarrollarse.

Hacia finales de 1970, los presos del MLN en Punta Carretas, elaboraron un documento llamado Breve fundamentación de la necesidad de instalar un segundo frente en la campaña uruguaya.

Ya desde los primeros tiempos del llamado COORDINADOR, el organismo que está en la génesis del grupo Tupamaros y que devendrá en el MLN en el mes de enero de 1967, tras la crisis desatada por el fallido asalto a la empresa FUNSA el 22 de diciembre de 1966, se había adoptado como orientación táctica la lucha urbana.

A esta conclusión se llegó luego que se hubiera realizado una bastante exhaustiva recorrida por el interior del Uruguay, con la famosa frase de uno de los caminadores,   Nicolás Estévez, miembro de UTAA, más conocido como COLACHO: Caminamos al pedo

Sin embargo y seguramente en el ánimo de no ser demasiado tajantes en las definiciones e influidos por la dialéctica de Sendic de no realizar manifestaciones que aparecieran como dogmáticas, se dejó la puerta abierta a cierta forma de lucha rural, que sirviera más que nada como elemento de distracción de las fuerzas encargadas de la represión.

En ese mismo documento se dice que ya en el Documento 1 como en las 30 preguntas a un tupamaro, se dijo que en nuestro país es posible una forma de lucha rural que sirva para dispersar a las fuerzas represivas.

Concretamente, se dice que si bien no existen cadenas montañosas hay en el país zonas de montes agrestes que permiten refugios precarios y que combinados con formas artificiales de defensa pueden ser muy útiles para la lucha rural.

Más adelante, influidos por experiencias ajenas completamente alejadas de nuestra realidad social y política, no estábamos bajo el dominio de una potencia extranjera y las fuerzas armadas que íbamos a enfrentar estaban formadas por los mismos habitantes de los que necesitábamos su apoyo, iniciamos una serie de enfrentamientos con las FF.AA. con lo que conseguimos todo lo contrario de lo que se buscaba.

La lucha rural pasó de ser concebida como de dispersión para ser considerada la forma fundamental, reclamando para ella todo el apoyo que fuera necesario.

Es así que para septiembre de 1971, se elaboró un documento llamado PLAN TATÚ: IDEAS ESTRATÉGICAS DE LA GUERRA EN EL INTERIOR.

Así, el llamado plan Tatú, concebido para ocultar armas fue adquiriendo una condición diferente, pasando a ser considerado como base de operaciones, y pese a que se argumentaba por sus creadores de que podían llegar a ser completamente autónomos para su supervivencia, la realidad es que para subsistir dependían de los mismos militantes que ellos mismos decían que por su condición de ser ampliamente conocidos, era imposible accionar en las ciudades del interior.

Para rematar el desquicio, al carecer de militantes aptos para adaptarse a esa forma de lucha, se creyó que ese lugar podían ocuparlo los integrantes de los grupos de Montevideo que alguna experiencia habían adquirido, con lo que desarmaron en material humano de la capital y los anularon enviándolos al interior.

Lo mismo puede decirse acerca del escaso armamento que a esas alturas se mantenía. En la página 217 del libro comentado, se dice que muy poco después de instalados en las tatuceras, la mayoría de los combatientes debieron ser trasladados a la ciudad con cuadros agudos de anemia.

A continuación cito texto del mencionado libro pág. 217 y pág. 203.

Texto 217

Blixen: “Habían pasado ocho meses, y muy poco después la mayoría de los combatientes debieron ser trasladados a la ciudad con cuadros agudos de anemia. Muchos fueron detenidos en esos locales. A los seis meses de existencia, la experiencia del Tatú era incierta: en algunos lugares la represión no dio tiempo para asentar los grupos. En Rivera, el Jota Jota Domínguez fue detenido a poco de iniciar el trabajo de apoyo en la ciudad. El Cholo González, en cambio, logró mantenerse casi un año en Tacuarembó, sobrevivió hasta octubre en los montes, primero en un campamento del arroyo Tranqueras: “Cuando crecía y nos aislaba, comíamos boniato”, cuenta el Cholo. Logró salir, sigilosamente, de varios cercos: “Cuando nos metían los helicópteros, nos quedábamos en el monte y los milicos no entraban”. Estuvieron quince días en una zona de bañados en Tacuarembó. “Salíamos a carnear con el agua por la cintura, hacíamos fuego con las hojas secas de los árboles y cuando venía la crecida, construimos una tarima con ramas.” Hubieran podido seguir así, pero no tenían contacto con Montevideo. Cuando uno de los integrantes del grupo desertó, fueron bajando hacia Montevideo, de monte en monte, de cerro en cerro, de chacra en chacra, sin ser detectados. Diego Picardo se instaló en Treinta y Tres, después del Abuso. Con su grupo construyó tatuceras en el Cebollatí y se movía en campamentos seguros. A pesar de la concentración de peonaje en las arroceras y de los antecedentes de organización sindical, el grupo no logró hacer base social. “Carneábamos, teníamos abrigo, nadie sabía dónde estábamos. Pero se nos había cortado el contacto con la orga. No bancamos el aislamiento y salimos a la carretera. Caí cerca de Rocha.” Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 217.

Texto 203

Blixen: ”Llueve, y el barro hace más difícil, más duro, caminar y moverse en el monte tupido. Han llegado en camiones de la fábrica de cerveza, que regresan vacíos de la capital: algunos recalaron en Paysandú, otros vinieron directamente hasta esta zona, la más espesa del monte del río Queguay grande, en La Horqueta, donde con?uyen el Queguay chico. Al comienzo son unos quince, están el Gallego, Martillo, el Manso, el Gauchito, el Ruso, el Jota Jota, el Bocha, Pitincho, Juancito Bentín, Bandera, él Bebe y algunos legales de la ciudad. Se mueven permanentemente, cambiando de campamento cada tres días. Cada uno tiene su frazada morita, su náilon, su mochila, y muy poco más. Están mal armados, con revólveres calibre 38, dos fusiles Spring?eld, y poquísima munición.

El campamento inicial queda lejos de las carreteras y de los posibles objetivos. Tiene al norte la Ruta 26, que lleva a Tacuarembó, y al sur la Ruta 90, que une Paysandú con Guichón. La carretera más cercana es la Ruta 4 que al cruzar el Queguay se transforma en una vía secundaria. Es un paraje agreste y solitario.

Caminan de noche, por el borde del monte, con mucha cautela, pero sabiendo que cualquier precaución será inútil, que quedará el trillo, que algún perro ladrará, y que los paisanos sabrán leer las múltiples señales de su existencia. Por eso, lo fundamental es el movimiento. Además, la milicada no entra al monte, lo saben por experiencia y lo con?rmarán en los próximos meses. Él Bebe tiene una bicicleta con la que se desplaza por los caminos vecinales para llegar a los contactos. Cuando vuelve al monte la lleva con él. Le dicen que es imposible avanzar con esa bicicleta, que ya es bastante difícil andar erguido, pero él sigue, con la bicicleta a cuestas, peleando con las ramas, con la uña de gato, con las raíces, y sus compañeros no saben de qué admirarse más, si de la constancia o de la tozudez. Esporádicamente, desde la ciudad traen galletas, yerba, tabaco pero generalmente se abastecen con ovejas. El Gauchito Leal las corre y las mata con el cuchillo. Las llevan monte adentro para carnearlas. Pocas veces tirarán con rifle 22; solo cuando anden muy apurados o muy hambrientos. Aprenden a guardar celosamente reservas de algunas cosas en principio triviales: por ejemplo, guardar sal, para no tener que sazonar la carne con ceniza. La vida es dura, siempre acompaña el cansancio, siempre mojados. Cuando deje de llover, aparecerán los mosquitos. A veces se separan en dos grupos, relevando los lugares donde comenzarán a excavar las tatuceras, aprendiendo las picadas para entrar al monte, las mejores cortadas para avanzar en una noche. En esas caminatas el Bebe pierde una bayoneta, y Bandera, que está encargado del grupo, lo rezonga delante de todos. Y después se pierde él mismo: con un chico de quince años, que hace de baqueano, ha salido del monte para un contacto con gente de la orientarse. Han pasado de largo. A los dos días desde el campamento alertan a la ciudad: él Bebe desapareció. La alarma se esparce por todo el norte. Salen a buscarlo. A los quince días llega la noticia de que está en una casa del puente del Queguay sobre la Ruta 3, unos 40 kilómetros río abajo, donde vive el tío abuelo de su esposa, Nilda. Han pasado un hambre atroz mientras buscaban, en círculos, el campamento. En una carretera, les han robado unos chorizos a unos obreros de Vialidad. “Por entonces ya había cumplido los 45 años, pero tenía un gran aguante, caminaba más que nosotros, cargaba mochilas más pesadas. Tenía una voluntad de hierro".

“Junto al fogón hablan exclusivamente de cuestiones operativas: el Plan Tatú ya está suficientemente digerido. Él Bebe sostiene que hay que hacer trabajo político. Resuelven salir a la vía del tren y a la carretera para hablar con la gente. Algún peludo que corta leña en el monte quedará enganchado y esos encuentros “casuales” en la carretera seducirán a un estanciero, blanco como hueso de bagual, tan bagual que no se ha desprendido del ejemplo de Aparicio y no le asusta una insurrección contra la burocracia central.

Planean establecer una cadena de tatuceras, una constelación, cercar Paysandú con tatuceras, ubicadas más bien cerca de los objetivos y lejos de los campamentos, cosa de golpear y desaparecer con el menor movimiento posible.

Pero apenas llegan a construir tres, dos muy cerca de la Ruta 3, al norte de Paysandú, y otra sobre el arroyo San Francisco. La primera se excava en una barranca, en el puente del Queguay sobre la Ruta 3. “Era bastante grandecita. Nos dio un trabajo bárbaro. Escarbamos por debajo, entre las piedras, que hicieron de techo. Era una especie de túnel. El salón era de 2 metros por 1.50, y después seguía el túnel para armas y alimentos. La respiración se hacía con dos caños, uno metido en un árbol seco y otro a ras de tierra". Sendic también piensa en instalar chacras con buena cobertura. “Explicaba que con chacras cerca de las ciudades podías montar retaguardia para heridos.” Se entusiasma con una estancia, de 2.000 hectáreas, que imagina como una gran base, una base importante. Propone comprarla, pero el Tino pondrá reparos, dará largas.

El plan del cerco de tatuceras no se podrá poner en práctica, porque primero se impone la dispersión: Colacho, el Cholo y el Jota Jota para Rivera:

Bandera y el Gauchito, para Artigas; el Bocha, el Ruso y Pitíncho para Salto. Y casi inmediatamente llega la orden de instalar el “Segundo Frente", es decir, que el grupo del Queguay comience a operar militarmente. Los que quedan en el campamento se oponen, discrepan, argumentan que no están preparados.

“Era un disparate, estábamos en pañales, todavía” Él Bebe acata; después de todo, había aceptado pasar a la base”

Amodio: Pues esto es falso. Después del Abuso se les propuso integrarse a la Dirección y no aceptaron. Como dice el Ñato en Memorias de insurgencia, nos fuimos a la base para demostrar que los planes que nos habían rechazado eran viables. Y el Segundo Frente era uno de los planes rechazados.

En el programa el pasado martes inicié el estudio del llamado Plan Tatú, o ideas estratégicas para la guerra en el interior, elaborado en Punta Carretas e impulsado por Sendic, tomando como base el libro de Samuel Blixen.

Y lo hice porque no conozco otro libro en el que se haya planteado la contradicción tan evidente entre los halagos a la visión política de un personaje y los resultados a los que esa visión política condujo.

Y también porque en la nota de la editorial Trilce, responsable del libro, se dice en Página 6 que está riquísima investigación... “Nos da los elementos para que cada uno reconstruya su “verdadero” Sendic. Aquellos que conocieron personalmente, o no, al Bebe, sabrán encontrar en estas páginas un ejemplo que él dejó y que hoy, en épocas de individualismos y corrupciones es esencial subrayar: un modo de vida consecuente con su entrega a la causa de los más explotados y una audacia –personal y política– que fue el impulso de su acción y que junto a su pensamiento son su legado”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, págs. 5-6.

Las conclusiones las tienen que sacar ustedes. Y si alguien quiere seguir pensando que Sendic fue un fenómeno político que no admite críticas está en su derecho hacerlo, pero por eso no pueden descalificar a quienes en un momento de nuestras vidas fuimos sus leales compañeros que creyendo como él nos enseñó que era nuestro deber ejercer la crítica objetiva, fuimos considerados desleales por ejercer nuestro derecho.

Así que vamos a continuar.  Reproduciendo Págs. 198 y 199

Blixen: "Pero muy a menudo destinaba los recreos a las grandes asambleas en el pasto, donde los miembros de la Columna del interior se reunían para analizar el progreso de un proyecto que se llamó Plan Tatú y que demandó meses de estudio y discusión. Los grandes lineamientos fueron lanzados para su examen por Sendic y Zabalza, aunque la idea original fue del Tambero, a partir de reflexiones sobre la experiencia vietnamita transmitida por los cubanos durante su entrenamiento en la isla. “El sistema de los vietnamitas, de la red de túneles interconectados, no se podía hacer aquí, porque o era pura piedra (el subsuelo) o se inundaba cuando se excavaban cerca de los arroyos. Pero muy rápidamente definimos el papel de la tatucera”, dice Zabalza. Sendic y el Tambero comenzaron a estudiar las diferentes experiencias de guerrilla rural donde, en una medida o en otra, aparecía el túnel o el agujero como forma de escondrijo. Así, descubrieron que “en la isla de Chipre, con la mitad de la superficie del departamento de Tacuarembó, con una población de 500.000 y un ejército de ocupación inglés de 50.000 soldados, las tatuceras en el medio del campo fueron las armas más efectivas de la EOKA. Para tomar el poder en el Yemen del Sur, paisito como Canelones, los revolucionarios usaron tatuceras en el medio desértico”.Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 198.

 Continúa Blixen: "Lo novedoso era concebir a la tatucera como el elemento que permitía suplir las carencias del medio, montes pequeños y ausencia de grandes accidentes geográficos. Desde un punto de vista estratégico, el Tatú fue concebido como la apertura de un segundo frente militar, que dislocara a las fuerzas represivas concentradas en Montevideo, y a la vez como un motor del trabajo político en los sectores populares de las ciudades del interior", “a los que nunca ha llegado la izquierda (...) la realidad nos muestra una población (del interior) que ha balconeado el proceso histórico prácticamente desde 1904, a pesar de las movilizaciones más o menos grandes de 1968. Incluso los sectores más radicalizados se habituaron a la dependencia de las directivas de Montevideo, con la honrosa excepción de UTAA, y este hábito se traslada a sectores que tienen diferentes grados de integración al MLN”. En la discusión de los antecedentes se señaló que en el caso de Yemen, Vietnam y Chipre se trataba de luchas anticolonialistas, donde el enemigo era extranjero y con una población que en su mayoría apoyaba la lucha. Colacho Estévez fue una voz discordante: “Yo sostenía que había que hacer un trabajo de carácter social. Planteaba que había focos, como Bella Unión, donde podías hacer acciones grandes, como Pando, pero porque tenías base social. En otros lugares, como en Rivera, metidos en aquellas sierras, éramos sapos de otro pozo. Con Melián y el Cholo llegábamos a la conclusión de que cuando nos veían nos denunciaban, no teníamos otra salida que vagar”. Conclusiones similares extrajo Diego Picardo:  “Mi experiencia es que el Tatú funcionó en cuanto a tatuceras, pero no nos vinculaba a la gente”. No obstante, ambos coincidieron en visualizar al Tatú como retaguardia. El Plan establecía que en las ciudades del interior el combatiente era fácilmente detectable y el problema principal, después de una acción, era la retirada. Una retirada hacia el monte preservaba la estructura de la ciudad. Y generaba un nuevo tipo de combatiente: “El de las tatuceras no puede ser un combatiente de ‘horas libres’, se parecerá más al guerrillero que va a la sierra que al combatiente urbano”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 199.

Blixen: "La idea de la tatucera como elemento táctico no fue una total novedad para los combatientes del interior: “En el 64, el Gringo López y el Ruso Sawchuk ya exploraban el Queguay y guardaban arroz y miel en partes altas del monte, en agujeros que cerraban con una tapita", recuerda Germán González.

Continúa Blixen: Cuando el Plan fue aprobado, unos cincuenta tupamaros fueron escogidos en Punta Carretas para iniciar la experiencia. Sendic lo impulsó decididamente, porque “lo concebía como un elemento de largo plazo y como respuesta al fenómeno del ‘accionismo’, que ya aparecía como dominante”. Faltaba solo –nada más, nada menos– recobrar la libertad para aplicar el Tatú y otros planes elaborados, el Gardiol (referido a la utilización de la red cloacal)el Hipopótamo (la insurrección), pero en particular el Collar, que atendía al desarrollo de una infraestructura en un arco que iba desde la playa Kiyú en el departamento de San José, sobre el oeste, hasta la desembocadura del Solís Grande, en el límite de los departamentos de Canelones y Maldonado, sobre el este, de modo de aislar Montevideo o impedir el acceso a la capital, indistintamente, mediante el control de “un ramillete de carreteras, vías férreas, comunicaciones”. En una zona de “montes, playas, baldíos, rancheríos, chacras, villas, pueblos, ciudades, ciudades-dormitorio, estancias, balnearios”, el Collar se planteaba instalar la “guerrilla suburbana” para una etapa militar de “hostigamiento directo” que se visualizaba inminente. La producción de planes y la elaboración de ideas atosigaban a la “dirección de afuera”: “Era como tirar corvinas en una pecera”, escribe el Ruso en su “Valoración del período”, Si Rosencof, Leonel, el Ruso, había podido desarrollar la Columna 70 y el 26 de Marzo, ello fue posible porque “la dirección se había convertido en dos territorios independientes, en el que la 15 negaba la vigencia de la lucha política adoptando una actitud despectiva y prescindente, mientras L. (Leonel) dejaba hacer sin intervenir en todo lo que tuviera que ver con la estructura y lineamientos que se daban desde el aparato militar”. Leonel advirtió la existencia de una “trama quincista” cuando Donato Marrero, Mauro, sustituyó a Nelson Berreta, Frutos. “Se produce entonces algo que sólo tiempo después se logra constatar: la comunicación horizontal de la Negra Mercedes y Amodio con compañeros de la 15, fundamentalmente Mauro un arribista que actúa en función de Coral y la Salteña. Nepo no estaba involucrado, me consta”. Necesariamente, Alicia Rey y Amodio establecieron contactos horizontales desde las cárceles, pues ambos estaban presos por la fecha en que Rosencof detecta esa actividad fraccional. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 199.

Héctor Amodio Pérez

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Acá estan los dos programas donde se desarrollan estos temas y otros

 

Programa EL CERNIDOR

Horacio Lampariello, Héctor Amodio Pérez y Álvaro Alfonso

Radio nacional la 30, 1130 AM - Martes y Jueves – 16:00 hs

Cernidor 29- 8 -2023

Dr Álvaro Vero, relación médico paciente, presencial o telemática. Denuncia por fallecimientos en Salto. Entrevista a la Dra. Fossati en canal 5. La otra visión de un historiador de la vuelta de Amodio Pérez, la nueva realidad del MLN. La verdad de Amodio. La supuesta verdad histórica que se contó hasta ahora.

https://www.youtube.com/live/ZQDjS5AGsM4?si=1wgPIgzYP2EZVCkS

 

Cernidor 58 Perteneciente al día 29 de agosto de 2023.

Continuando con los temas sobre la salud, en el día de hoy damos a conocer una nueva aportación del Dr. Álvaro Vero, Especialista en Salud pública, titulado Relación médico/paciente.

Un estudio realizado en EEUU comparando las consultas telemáticas, basadas en inteligencia artificial y las consultas asistidas por los médicos de manera directa, arrojó una abrumadora respuesta favorable a las telemáticas.

En los resultados del estudio se recuerdan unas palabras de Bill Clinton, que habría dicho en la Asociación Americana de Medicina que “…algo anda mal en la medicina cuando los médicos pasan más tiempo con él con el ordenador que con sus pacientes”.

Así, el sufrimiento del otro pasa a ser secundario convirtiéndose en un medio para conseguir otras cosas.

¿Es posible que se intente establecer una estrategia de “humanismo” con charlas que no tienen que ver con la vocación, el altruismo, y la compasión del médico?

Parece ridículo porque además quienes dicen llevar adelante una posible estrategia carecen muchas veces de solidez moral, practicando especialidades durante años sin serlo, instalando conjunciones de intereses entre empresas privadas comerciales a quienes favorecen desde la gestión de organizaciones colectivas, y hasta como directores vigilan las licitaciones de empresas familiares que nada tienen que ver con la medicina.

Es de público conocimiento que los pretendidos humanistas no respetan al otro en su sufrimiento, y han abandonado guardias cuando debían estar junto al enfermo. Y es una realidad salteña que han habido muertes en SRL médicas sin que estuviera el profesional del turno.

Se supo y se sabe, pero todo cabe en la estructura económica de servicios contratados donde es imposible auditar, donde es imposible evaluar, porque los encargados del control y la evaluación son los contratantes de los servicios.

Esta forma de actuar se ha naturalizado de forma casi irreversible y ya conducido a  la pérdida de calidad de los servicios, porque chocan las nuevas generaciones con la miseria profesional que encuentran al llegar, porque el usuario adquirió voz, y porque la salud se ha convertido en la arena de un debate y conflicto político partidario donde cada uno intenta sacar su tajada.

Los médicos del futuro deberían tener la posibilidad de ejercer una medicina más completa, eficaz humana y satisfactoria, cultivando las virtudes interiores y los valores humanos adecuados, asumiendo un comportamiento ético, sabiendo lo que es cumplir con un servicio a la comunidad, valorando como persona al paciente, practicando la excelencia profesional y convirtiendo a la profesión en un ideal personal.

Hace mucho que el examen sistemático se ha abandonado, al igual que un interrogatorio orientador de las características del enfermo.

Ni me tocaron, es un comentario común. Se le da al enfermo  alguna medicación y un pase a otro profesional si así se requiere. Los paraguas políticos amparan a los actores, y la justicia recibe casos civiles y ahora penales.

No es con conferencias, libros ni comisiones que se arregla esto, es con preservar las nuevas generaciones de profesionales, no dejando que se pudran con ofrecimientos comerciales. Que se apueste por la probidad, sin la cual no habrá humanismo posible.

Programa EL CERNIDOR

El Cernidor 31- 8 -2023

https://www.youtube.com/live/zcibS02U6DQ?si=qraSpjHaX1tvnfyD

La enseñanza y la educación, la prioridad de la misma y la causa del deterioro de la seguridad. La Filosofía en la educación, Profesor Romero García. Plan Tatú o también llamado Estrategias para la guerra en interior, las mentiras y verdades de ese plan.


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