Azerbaiyán anuncia el comienzo de una operación antiterrorista para desarmar a las fuerzas armenias en la región de Nagorno-Karabaj. La capital de la región, Stepanakert, ha comenzado a ser bombardeada por las fuerzas azeríes.
El conflicto se remonta hace más de 100 años, pero tiene su origen moderno en la disolución de la Unión Soviética, cuando en la región del Alto Karabaj, enclave en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán de mayoría armenia, exige unirse a la República Socialista Soviética de Armenia. Esto desemboca en un conflicto armado, pues la región tiene una significación muy importante históricamente para ambas comunidades. Para los azeríes representa el florecimiento de su cultura con importantes poetas y artistas en el siglo XIX. Esta primera guerra en 1988-1994 es ganada por Armenia, que establece un control directo sobre el enclave y los territorios azeríes aledaños. Se crea de este modo la República de Nagorno-Karabaj –posteriormente renombrada como Arstaj– y los azeríes son expulsados en un conflicto que toma carácter de enfrentamiento étnico.
El territorio de Nagorno-Karabaj es reconocido internacionalmente como azerí, pero lleva bajo control armenio desde el fin de la primera guerra de Nagorno-Karabaj. Desde los años noventa, Azerbaiyán ha ido desequilibrando la situación a su favor a nivel económico, poblacional y militar, así como estrechando enormemente sus lazos con Turquía. Por ello en 2020 pudo recuperar gran parte de Nagorno-Karabaj en la que fue la segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán, siempre y cuando no contemos la rápida operación de 2016.
Rusia logró mediar entre ambos y firmaron en 2020 un acuerdo de alto el fuego que devolvía aún más terreno a Azerbaiyán –el 10% del territorio soberano que ocupaba Armenia–, pero quedó pendiente la resolución política. Bakú ha presionado por recuperar todo Nagorno-Karabaj desde entonces en los diversos formatos diplomáticos promocionados por Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque Francia había apoyado el posible reconocimiento de la república de Artsaj por parte de Armenia en su confrontación con Turquía, la situación regional ha cambiado durante estos tres años. Ankara abrió numerosos procesos diplomáticos para normalizar relaciones con sus vecinos, incluyendo algunos como Israel –que pasó a dar apoyo armamentístico a Azerbaiyán– y con Armenia, con quien se dieron acercamientos infructuosos.
El 19 de septiembre, Azerbaiyán lanzaba los primeros ataques desde la mañana sobre la capital del enclave armenio, Stepanakert. El último reducto de presencia armenia en Nagorno-Karabaj tras el desplazamiento de población que se ha producido en los territorios reintegrados ya estaba viviendo una fuerte crisis política. Un punto de crispación fueron las declaraciones del presidente armenio Nikol Pashinyan durante más de un año sobre la posible renuncia a la soberanía de la república artsají, tolerando de facto que fuera absorbida por Bakú(capital de Azerbaiyán)
Asimismo, se ha vivido el distanciamiento entre Armenia y Rusia, incapaz de evitar los bloqueos del corredor de Lachín –la vía acordada en el acuerdo de alto el fuego para conectar Armenia con Artsaj– y de ofrecer una defensa consolidada de su aliado armenio. Esta situación no solo se ha visto contestada por la alianza bilateral entre Moscú y Ereván, sino también por la alianza liderada por Rusia, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), junto con Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán que ha perdido mucho peso desde su punto álgido en la intervención en Alma-Ata de 2022. Además, el Kremlin había firmado otro acuerdo de alianza militar con Azerbaiyán en 2022, en los prolegómenos de su invasión ucraniana. Y el presidente de Artsaj, Arayik Harutyunyan, acababa de dimitir unos días antes de los hechos en septiembre. La elección interna en Artsaj fue vista como una amenaza desde Bakú y, de la misma manera que en la guerra de 2020, se señaló a los armenios por violaciones del acuerdo de alto el fuego.
Uno de los puntos críticos estaba siendo la disposición azerí de bloquear el corredor de Lachín para apostar por la vía de Agdam –desde su propio territorio– en torno a los envíos de ayuda humanitaria, lo que facilitaría controlar que no se militarizase el enclave por parte de Armenia. Por parte armenia se ha negado presencia militar alguna en Artsaj, aunque se conoce la existencia de bases y el mando unificado de las fuerzas armadas del enclave reside en Ereván. Todo esto ha sido calificado de desinformación por parte de Armenia, que denuncia no solo la pretensión de realizar una limpieza étnica contra su población –que ya ha estado ocurriendo en el territorio integrado en Azerbaiyán desde 2020–, sino también un nuevo genocidio armenio.
Por último, Azerbaiyán ha presionado notablemente con la posible invasión de Syunik o Gegharkunik, regiones sureñas de la Armenia reconocida internacionalmente, para el establecimiento del corredor de Zangezur que le uniría por tierra con Turquía y el enclave azerí de Najicheván. Sin embargo, Irán había señalado este último hecho como una línea roja bajo la que podrían intervenir para garantizar la pervivencia de su frontera con Armenia.
La opción de entregar territorio a Azerbaiyán ya ha motivado numerosas protestas contra el primer ministro Pashinyan, incluyendo un intento de golpe de Estado en 2021, pero aceptar su pérdida en una guerra que no afectase a las fronteras soberanas de Armenia podría implicar un menor coste político, la imposibilidad de que Irán entrase en el conflicto del lado armenio y la mejora de la mano negociadora azerí para lograr su acuerdo de paz con corredor sureño incluido tras la toma de todo el remanente de Artsaj.
La acusación contra Armenia de la ruptura del acuerdo de alto el fuego firmado con mediación rusa en 2020 se convirtió en el pretexto legal para algo que se estaba preparando semanas antes. Azerbaiyán realizó diversos ejercicios y despliegues en la frontera con simbología que recordaba a los preparativos de la invasión rusa de Ucrania así como el pretendido objetivo de una desmilitarización de Artsaj. Mientras tanto Armenia decidió comenzar unos ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos en su territorio. Sin contemplar esperas a la salida estadounidense o al fin de la Asamblea General de Naciones Unidas, Bakú lanzó su operación militar especial. El objetivo técnico por tanto era eliminar a las “unidades de las fuerzas armadas de Armenia” que hubiera aún en el territorio de Artsaj. El ataque se llevaría a cabo “tanto en el frente como en profundidad”, por lo que no quedaba descartado que los ataques llegasen a territorio armenio e incluso mediante una invasión que debía calcular cómo evitar grandes consecuencias regionales. Sin embargo, la muerte de dos soldados azeríes por una mina ha sido utilizado como detonante para certificar el fin de los acuerdos.
Para evitar grandes reacciones, Azerbaiyán había informado previamente a sus socios Turquía y Rusia. Aun así, Moscú ha negado haber sido informada con la antelación comentada desde Bakú, sino con apenas unos minutos. La Unión Europea reaccionó pidiendo un inmediato alto el fuego y expresando su preocupación por la tragedia. Sin embargo, Bruselas acababa de convertir a Bakú en su socio preferente en la región con el acuerdo de julio de 2022 para duplicar las importaciones de gas y reducir su dependencia de Rusia ante la invasión de Ucrania. El acuerdo energético fue celebrado entre el establishment europeo por contar, como dijo Ursula von der Leyen, con Azerbaiyán como un “socio fiable”. Charles Michel se refirió a la región en disputa como “antiguo oblast [soviético] de Karabaj” con la intención de balancear la terminología y no acudir a nombres actuales relacionados con el dominio armenio.
Poco antes del estallido de 2023 las cúpulas de defensa turca y azerí habían reforzado el compromiso turco con su hermano menor tras difundir el eslogan “Una nación, dos Estados”. Rusia, por su parte, tendría la obligación de asistir a Armenia si fuera atacado su territorio soberano, pero no ha cumplido con dicha cuestión tras las constantes escaramuzas azeríes en torno al lago Sevan y el sur de la frontera en intentos por establecer la que sería la nueva línea de control tras la entrega de los raiones de Kalbajar y Lachin. Aun así, mantenían sus declaraciones sobre el papel que Moscú estaba realizando en Karabaj, su alarma ante la escalada bélica y la llamada a un alto el fuego para volver al formato diplomático. Irán, por su parte, ha prestado mucha atención a la amenaza de que el conflicto llegase a la frontera entre Syunik y el norte iraní, pero la posición de sus tropas en la región iraní del Azerbaiyán occidental se llevaba preparando desde hace tiempo, con la escalada de tensiones de 2022 y 2023 como epicentro. Incluso se han dado ataques en el norte de Irán de los que se acusó a Azerbaiyán desde Teherán, así como un asalto a la embajada azerí en Irán en enero de 2023 de la que se responsabilizó a Irán.
La posibilidad de que la contienda se quede en una tercera guerra de Nagorno-Karabaj o escale hacia una guerra a gran escala entre Armenia y Azerbaiyán dependerá de la asertividad y estrategia azerí para lograr la toma del enclave armenio sin implicar a actores regionales o grandes potencias en su contra. Es decir, evitando la internacionalización del conflicto como buscó Armenia durante la segunda guerra en 2020. Por el lado armenio, dada su inferioridad militar en solitario, su estrategia puede pasar por concentrar el esfuerzo diplomático en compartimentalizar el conflicto en torno a Nagorno-Karabaj, ya que durante un año ha apostado por su entrega ante Azerbaiyán.
La negativa de la presencia armenia en Artsaj seguiría siendo durante las primeras horas la estrategia para evitar que el conflicto recayera en las fronteras armenias internacionalmente reconocidas. No obstante, con esta línea política, Pashinyan estaba prácticamente renunciando a defender Nagorno-Karabaj aunque existieran líneas de mando comunes. Literalmente se apeló a la no extensión del conflicto desde las declaraciones del primer ministro: “No importa lo difícil que sea, en particular emocionalmente, no debemos dar la oportunidad a las fuerzas externas o internas de poner en peligro el Estado armenio”.
Pero si la entrega se hace por renuncia a su defensa o se tarda en reaccionar hasta que Azerbaiyán ocupe todo el territorio, el riesgo que sufre Armenia es mayor. Porque hay protestas siempre presentes frente a la política de Pashinyan que podrían escalar a una revuelta o un nuevo intento de golpe de Estado; a que Azerbaiyán imponga hechos consumados como prerrequisitos diplomáticos y exija más concesiones al territorio armenio soberano; y, por último, a que el futuro gobierno armenio represente no un ala que acepte el statu quo post-bélico, sino un ala revanchista que lleve a Armenia a un cuarto conflicto sin la remilitarización procedente. El curso de la tercera guerra de Nagorno-Karabaj será absolutamente clave para entender el devenir de futuros conflictos o periodos diplomáticos.
ACTUALIZACIÓN: Por el curso de los acontecimientos y la exitosa operación azerí, finalmente no se desarrollarían dinámicas que califiquen como guerra más allá de las primeras 24 horas, en un área limitada del frente y con respuesta limitada por parte del sector armenio, con la rendición de la República de Artsaj como punto de inflexión de la dinámica.
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De hecho, el círculo de Pashinyan –muy cercano a la gente de Soros– había abandonado Nagorno-Karabaj durante al menos los últimos tres años.
HAY fuego de guerra en Transcaucasia. Literalmente. de nuevo.
Azerbaiyán se lanzó con todo lo posible contra Armenia en Nagorno-Karabaj bombardeando la capital regional, Stepanakert, con misiles tierra-tierra israelíes LORA y drones kamikazes Harop israelíes.
El sistema de defensa aérea Tor de las Fuerzas Armadas de Armenia cerca de la carretera Khankendi-Khojaly fue destruido por drones turcos Bayraktar TB2 y todas las comunicaciones móviles quedaron completamente cortadas en Nagorno-Karabaj.
Este tipo de bombardeo ligero se combina con una guerra de información/ofensiva de poder blando: una avalancha de videos casi en tiempo real que ensalzan las hazañas militares junto con un subtexto humanitario – como en el sentido de que estamos decididos a proteger a la población Armenia.
Compárese con el lado armenio, liderado por el Primer Ministro Pashinyan: no sólo perdieron totalmente la guerra de información en un santiamén, sino que sólo emitieron comunicados escasos e incomprensibles.
Desde el principio hubo dos preguntas clave en el aire. ¿Bakú simplemente estaría satisfecho con la anexión final de Nagorno-Karabaj o atacaría también el sur de Armenia? Invadir un territorio cercado no plantearía ningún problema, teniendo en cuenta que Ereván, en los últimos tres años, no hizo prácticamente nada para mejorar su defensa.
Luego empezó a tomar forma un marco más ambicioso. Bakú puede estar implementando un astuto plan ideado por el Hegemón: jugar el papel de pacificador de Nagorno-Karabaj, bajo la égida occidental para convertir a la pro-rusa Armenia en pro-occidental, al tiempo que reformatea el sur de Armenia y Karabaj, ya sea transfiriéndolos a Azerbaiyán o bajo un control conjunto recién definido.
Por qué Rusia no puede suplantar a Armenia
El hecho crucial es que el círculo de Pashinyan –muy cercano a la multitud de quienes rodean a Soros– había abandonado Nagorno-Karabaj durante al menos los últimos tres años (Pashinyan ha estado en el poder durante cinco). Esto interfiere directamente con el mandato de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), que al final se ve obligado a reconocer los mismos hechos sobre el terreno; por lo tanto, las obligaciones de la OTSC no se aplican en términos de “ayudar” a Armenia.
Todo eso cambiaría sólo en caso de que Ereván decidiera conservar Nagorno-Karabaj: esto significaría que Armenia tomaría las armas.
Tal como están las cosas, Rusia no intervendrá militarmente. En el mejor de los casos, diplomáticamente. Rusia no se hará pasar por Armenia para resolver un problema armenio. Irán por el momento está “estudiando la situación”. Teherán sólo intervendría si Bakú decide aislar el sur de Armenia y crear un corredor hacia el enclave de Najicheván.
Las fuerzas de paz rusas, presentes en el lugar desde 2020, no tienen derecho a utilizar armas. Permanecerán pasivos y sólo reaccionarán si son atacados. El mando ruso explica que Moscú está atado por acuerdos tanto con Bakú como con Ereván y sólo puede actuar en base a decisiones conjuntas.
Por cierto, los soldados rusos son los únicos que ayudan a los residentes de Nagorno-Karabaj, incluidos hasta ahora más de 1.000 niños, a abandonar su morada histórica, que tal vez nunca vuelvan a ver. Ninguna “potencia” occidental está ayudando en el frente humanitario.
Al final, fueron las fuerzas de paz rusas quienes mediarán en un alto el fuego en Nagorno-Karabaj, que se supone que comenzará este miércoles a las 13:00 hora local. Si será respetado es una historia completamente diferente.
Incluso antes del alto el fuego, Pashinyan, como era de esperar, pidió ayuda a los integrantes del hegemón: este es el escenario que reorienta una región histórica de Rusia hacia el declinante Occidente. Nagorno-Karabaj es sólo un pretexto.
Para ir al grano, el camino de Pashinyan hacia el poder se vio facilitado por un solo objetivo: jugar el juego de la hegemonía (y de los turcos). Como era de esperar, Turquía declaró a través de Erdogan que “apoyamos a Azerbaiyán”.
En lo que realmente está trabajando, Pashinyan es en preparar el terreno para la represión política. La Plaza de la República de Ereván estaba hirviendo. Los manifestantes enfurecidos, que luego fueron dispersados, coreaban “Nikol es un traidor”. “Nikol”, desde su búnker, pidió ayuda al pequeño Blinken.
El jefe del bloque “Madre Armenia”, Tevanyan, pidió un juicio político contra Pashinyan. El Servicio de Seguridad Nacional de Armenia advirtió sobre la posibilidad de disturbios masivos.
De hecho, Pashinyan fue inequívoco: “Armenia no se doblegará ante las provocaciones y no luchará por Nagorno-Karabaj”. De hecho, esto puede sellar el final de la historia.
A pesar de todo el malestar impuesto al Ministerio de Asuntos Exteriores, Moscú dejó claro que lo que Pashinyan declaró en octubre de 2022 y nuevamente en mayo de 2023, reconociendo la supremacía azerí sobre Nagorno-Karabaj, cambió los términos del armisticio de noviembre de 2020. .
En pocas palabras: la banda de Pashinyan vendió Nagorno-Karabaj.
Y no hay nada que una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Nagorno-Karabaj este jueves pueda hacer para alterar los hechos sobre el terreno.
Maidan revisitado
Después de una rápida victoria con su mini-bombardeo, Bakú ahora se encuentra tranquilo, sentadito listo para negociar. Por supuesto, bajo sus propios términos: sólo negociaremos después de que ustedes capitulen.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán fue directo al grano: el único “camino hacia la paz” es la retirada completa de las Fuerzas Armadas de Armenia de Nagorno-Karabaj y la disolución del régimen de Stepanakert.
Es muy posible que una mayoría de armenios esté de acuerdo con ello (aún no hay encuestas). Después de todo, un problema espinoso e intratable se “resolverá” y la vida volverá a la normalidad. Sólo una cosa es segura: se culpará a Rusia, no a la banda de Pashinyan.
No es de extrañar que fuera necesario el siempre desenchufado Dmitri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, para resumir perfectamente todo el asunto:
“Un día, uno de mis colegas de un país hermano me dijo: 'Bueno, soy un extraño para ti, no me aceptarás'. Respondí lo que tenía que decir: "No juzgaremos por la biografía, sino por las acciones". Luego perdió la guerra, pero extrañamente se quedó en el lugar. Luego decidió culpar a Rusia por su mediocre derrota. Luego pasó a formar parte del territorio de su país. Luego decidió coquetear con la OTAN y su esposa, desafiante, se dirigió a nuestros enemigos con galletas.Adivina qué destino le espera…”
En cuanto a cómo se desarrollará este drama dentro de Rusia, es muy posible que considerando el hecho de que Bakú y Ereván parecen estar actuando de manera concertada para expulsar a Rusia de esta parte de Transcaucasia, la opinión pública rusa al final se sienta incluso cómoda. con la idea de dejándolo para siempre, en beneficio de la Hegemonía, el verdadero Hegemón y los turcos.
Sin embargo, el Kremlin, por supuesto, puede tener sus propias, inescrutables ideas
[ traducción y adaptación infoposta]