05.NOV.23 | PostaPorteña 2376

«LA PSICOPATÍA BÍBLICA de ISRAEL» de Laurent Guyénot

Por LaurentGuyénet/FacundoCuadro

 

Estoy cansado de leer que Netanyahu es un psicópata. Ciertamente no lo es. No veo ninguna razón para considerarlo a él, o a cualquier otro líder israelí, un psicópata en el sentido médico de la palabra. Él, y otros como él, tienen una psicopatía colectiva, que es algo muy distinto.

La diferencia es la misma que existe entre una neurosis personal y una neurosis colectiva. Según Freud, la religión (se refería al cristianismo) es una neurosis colectiva. Freud no quiso decir que las personas religiosas sean neuróticas. Por el contrario, había observado que la neurosis colectiva tendía a hacer que las personas religiosas fueran inmunes a las neurosis personales [1]. No suscribo la teoría de Freud, sólo la uso para presentar la mía: los sionistas, incluso los más sanguinarios, no son psicópatas a nivel individual; dentro de su comunidad muchos de ellos son personas cariñosas e incluso altruistas. Más bien, son los vectores de una psicopatía colectiva, es decir, de una forma particular (que podríamos definir como no-humana) a través de la cual ven e interactúan como colectivos con otras comunidades humanas.

Este es un punto crucial, sin el cual no podemos entender a Israel. Llamar psicópatas a sus líderes no sirve de nada. Lo que debemos hacer es reconocer a Israel como una entidad que sufre de psicopatía colectiva y estudiar el origen de este carácter nacional único. Es una cuestión de supervivencia para el mundo, así como es una cuestión de supervivencia para cualquier grupo de personas reconocer un psicópata entre ellos, y comprender sus patrones de pensamiento y comportamiento.

¿Qué es un psicópata?

La psicopatía es un síndrome de rasgos psicológicos que se agrupa entre los trastornos de la personalidad. El psicólogo canadiense Robert Hare, a raíz de «La máscara de la cordura» (1941) de Hervey Cleckley, había definido los criterios diagnósticos basándose en un modelo cognitivo ampliamente adoptado hoy en día, aunque algunos psiquiatras prefieren el término «sociopatía» dado que, en realidad , [este síndrome] tiene que ver con la incapacidad de socializar de forma auténtica [2] En un intento de lograr que todos estuvieran de acuerdo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales propuso el término “trastorno de personalidad antisocial”; pero el término “psicopatía” sigue siendo el más extendido y, aunque sólo sea por eso, lo adoptaré.

El rasgo más característico del psicópata es la ausencia total de empatía y, en consecuencia, de inhibición moral para dañar a los demás, unido a la sed de poder. La psicopatía también comparte algunos rasgos con el narcisismo: los psicópatas tienen una visión grandiosa de su propia importancia. Según ellos, tienen derecho a cualquier cosa, porque se consideran personas excepcionales. Nunca cometen errores y sus fracasos siempre son culpa de los demás.

La verdad no tiene valor para el psicópata: es lo que conviene en un momento dado. Es un mentiroso patológico, aunque no se da cuenta. Para él, mentir es tan natural que la cuestión de su «sinceridad» es casi irrelevante: el psicópata supera incluso al detector de mentiras.

El psicópata sólo experimenta emociones muy superficiales y no tiene sentimientos reales por nadie, pero ha desarrollado una gran habilidad para engañar. Puede ser encantador hasta el punto de ser carismático. No puede sentir empatía, pero aprende a simularla. Su poder radica en una extraordinaria capacidad de fingir, engañar, atrapar y capturar. Aunque es inmune a la culpa, se convierte en un maestro en hacer sentir culpables a los demás.

Como el psicópata es incapaz de ponerse en el lugar de los demás, no puede mirarse a sí mismo de forma crítica. Confiado en tener razón en todas las circunstancias, se sorprende sinceramente por el resentimiento de sus víctimas y las castigará por ello. Si roba algo, considerará el resentimiento de la persona robada como un odio irracional.

Aunque al psicópata se le puede considerar loco delirante, no está loco en el sentido médico del término, ya que no sufre: los psicópatas no acuden al psiquiatra a menos que se les obligue. En cierto sentido, el psicópata está muy bien adaptado a la vida social, si el objetivo de la vida social es arreglárselas individualmente. Por eso el verdadero misterio, desde un punto de vista darwinista, no es la existencia de psicópatas, sino su bajo porcentaje en la población.

La estimación más optimista de su presencia entre la población occidental es del 1%. No hay que confundirlos con el proverbial 1% que posee la mitad de la riqueza mundial, aunque un estudio realizado entre altos ejecutivos de grandes empresas demostró que los rasgos psicopáticos están muy extendidos entre ellos [3]

Israel como Estado psicópata

El hecho de que los judíos estén hoy día representados de manera desproporcionada entre la élite (constituyen la mitad de los multimillonarios de Estados Unidos, a pesar de representar sólo el 2,4% de la población) [4] no significa que la psicopatía esté más extendida entre ellos. En cierto sentido, ocurre lo contrario: los judíos demuestran un alto grado de empatía entre sí, o al menos de solidaridad, hasta el punto del sacrificio personal. Pero la naturaleza selectiva de esta empatía deja claro que no está dirigida a la humanidad en general, sino a quienes consideran sus iguales.

De hecho, los judíos tienden a confundir el judaísmo con la humanidad. Por esta razón, lo que es bueno para los judíos necesariamente debe serlo para la humanidad. Por el contrario, un crimen contra los judíos es un “crimen contra la humanidad”, un concepto creado en 1945. Confundir judaísmo con la humanidad es un signo de narcisismo colectivo, pero cuando se trata de considerar a los no-judíos como subhumanos, se convierte en un signo de psicopatía colectiva. Colectivamente, los judíos se consideran inocentes de los cargos que se les imputan. Por esta razón, el pionero sionista Leo Pinsker, un médico, consideraba la judeofobia “una aberración psíquica. Como aberración psíquica es hereditaria y como enfermedad transmitida desde hace dos mil años es incurable.» En consecuencia, los judíos son «el pueblo elegido para atraer el odio universal»[5] (también los judíos ateos no pueden dejar de definir el judaísmo como uno de los aspectos del ser elegido)

Israel, el Estado judío, es el psicópata entre las naciones. Actúa hacia otras naciones como actúa un psicópata hacia sus semejantes. “Sólo los psiquiatras pueden explicar el comportamiento de Israel”, escribió el periodista israelí Gideon Levy en Haaretz en 2010. Sin embargo, su diagnóstico, que incluye “paranoia, esquizofrenia y megalomanía” [6], es erróneo. Considerando la pura presunción de Israel, la deshumanización de los palestinos y su extraordinaria capacidad para mentir y manipular, está claro que estamos tratando con un psicópata.

Al establecer un paralelo entre la psicopatía y la actitud de Israel, no culpo a los israelíes ni a los judíos como individuos. Participan en esta psicopatía colectiva sólo en la medida en que están sujetos a la ideología nacional. Podemos hacer una comparación con otro tipo de entidad colectiva. En The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Joel Bakan observó que las corporaciones se comportan como psicópatas, insensibles al sufrimiento de aquellos a quienes aplastan en su búsqueda de ganancias: “El comportamiento de las corporaciones es muy parecido al de un psicópata” [7]  Mi análisis de Israel se basa en el mismo razonamiento. Excepto porque Israel es mucho más peligroso que cualquier megacorporación (incluso que Pfizer), porque la ideología que causa su trastorno de personalidad es mucho peor que la ideología liberal y el darwinismo social que gobierna el mercado de valores. La ideología de Israel es bíblica.

El virus bíblico

La psicopatía colectiva de Israel no es genética, sino cultural, pero se formó en tiempos muy antiguos y, por lo tanto, está arraigada en su incosnciente colectivo ancestral (sea lo que sea): en última instancia, deriva de un Dios celoso inventado por los levitas para controlar a las mujeres hambrientas de la tribu que se propuso conquistar Palestina hace unos tres mil años. Por nacimiento, Israel es la nación de un Dios psicópata.

Yahvé, «el dios de Israel», es un dios volcánico, iracundo y solitario, que manifiesta un odio implacable hacia todos los demás dioses y acaba considerándolos como no dioses, ya que él, en realidad, es el único dios verdadero. Esto lo caracteriza muy claramente como un psicópata entre los dioses. Por el contrario, para los egipcios, según el egiptólogo alemán Jan Assmann, «los dioses son seres sociales», y la armonía entre ellos garantiza la armonía del cosmos [8]. Además, existía un cierto grado de traducibilidad entre los panteones de diferentes civilizaciones. Pero Yahvé enseñó a los judíos a despreciar las divinidades de los pueblos circundantes, convirtiéndolos, a los ojos de sus vecinos, en una amenaza para el orden cósmico y social. Yahvé es, según Assmann, esencialmente un dios teoclástico: “Destruirás por completo todos los lugares donde las naciones que estás a punto de expulsar sirven a sus dioses: en las altas montañas, en las colinas y debajo de todo árbol verde. Derribarás sus altares, romperás sus estelas, cortarás sus postes sagrados, quemarás en el fuego las estatuas de sus dioses y borrarás su nombre de aquellos lugares”. (Deuteronomio 12, 2-3)

Puede que Yahvé sea un personaje ficticio, pero su dominio sobre la mente judía sigue siendo real. «Apelar a un padre loco y abusivo, y durante tres mil años, ¡eso es lo que significa ser un judío loco!» [9] dijo Smilesburger en Operación Shylock de Philip Roth. Yahvé enseñó a los judíos a permanecer estrictamente separados de otros pueblos. Las prohibiciones alimentarias sirven para impedir cualquier socialización fuera de la tribu: «Os separaré de todos estos pueblos, para que seáis míos» (Levítico 20,26).

La naturaleza de la alianza no es moral. El único criterio de aprobación de Yahvé es la obediencia a sus leyes y mandatos arbitrarios. Matar a traición a cientos de profetas de Baal es bueno, porque es la voluntad de Yahvé (1 Reyes 18). Mostrar misericordia al rey de los amalecitas es malo, porque cuando Yahweh dice “maten a todos”, quiere decir “a todos” (1 Samuel 15). En la historiografía bíblica, el destino del pueblo judío depende de la ejecución de las órdenes de Yahvé, por tontas que sean. Como observa acertadamente Kevin MacDonald:

  “La idea de que el sufrimiento judío surge porque los judíos se han desviado de su propia ley se repite casi como un constante redoble a lo largo del Tanaj, un recordatorio constante de que la persecución de los judíos no es el resultado de su propio comportamiento hacia los gentiles, sino más bien de la resultado de su comportamiento hacia Dios” [10]

 Si los judíos siguen el mandato de Yahvé de alejarse del resto de la humanidad, a cambio promete hacerlos dueños de la humanidad: «seguid sus caminos, guardad sus estatutos, sus mandamientos, sus costumbres y escuchad su voz» y Yahvé «hará exaltarte sobre todas las naciones que él ha creado”; “Harás a muchas naciones tus súbditos, pero tú no estarás sujeto a ninguna” (Deuteronomio 26:17-19 y 28:12). Esto, en realidad, se parece mucho al pacto que Satanás le había propuesto a Jesús: “El diablo le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y él le dijo: ‘Todo esto te daré si te postras a mis pies y me rindes homenaje’.» (Mateo 4:8-9).

  Si Israel sigue escrupulosamente la Ley, la promesa de Yahvé es que Israel podrá subyugar a todas las naciones a su dominio y destruir a aquellas que resistan. “Los reyes se postrarán ante ti, sobre sus rostros, y lamerán el polvo de tus pies”, mientras que “las naciones y los reinos que no te sirvan perecerán” (Isaías 49:23 y 60:12). Las naciones tendrán que reconocer la soberanía de Israel o serán destruidas. Yahvé le dice a Israel que ha identificado «siete naciones mayores y más fuertes que tú» y «las destruirás» y «no harás alianza con ellas ni les darás gracia». En cuanto a sus reyes, “destruirás sus nombres debajo del cielo” (Deuteronomio 7:1-2, 24).

 El código de guerra de Deuteronomio 20 ordena el exterminio de “todo ser viviente” en las ciudades conquistadas de Canaán. En la práctica, la norma se extiende a todos los pueblos que resisten las conquistas de los israelitas. Había sido aplicado por Moisés a los madianitas, aunque en este caso Yahvé había permitido a sus guerreros quedarse con las jóvenes vírgenes (Números 31). Josué la había aplicado a la ciudad cananea de Jericó, donde los israelitas “impusieron la maldición de destrucción sobre todos los que estaban en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, incluidos los bueyes, las ovejas y los asnos, matándolos a todos”. (Josué 6.21). En la ciudad de Hai, los doce mil habitantes habían sido masacrados, “hasta que ni uno solo quedó con vida y ninguno escapó. … Cuando Israel terminó de matar a todos los habitantes de Ai en el campo abierto y en el desierto donde los habían perseguido, y cuando todos cayeron a espada, todo Israel regresó a Ai y masacró a la población restante”. Las mujeres no se salvaron. “Para el botín Israel tomó sólo el ganado y el botín de esta ciudad” (Josué 8:22-27). Luego les tocó el turno a las ciudades de Maceda, Libna, Laquis, Eglón, Hebrón, Debir y Hazor. En toda la tierra, Josué “no dejó ni un solo sobreviviente, y puso a todo ser viviente bajo maldición de destrucción, como Yahvé, dios de Israel, había ordenado” (10:40).

Como escribió Avigail Abarbanel en “Por qué abandoné el culto”, los conquistadores sionistas de Palestina “siguieron muy de cerca el dictado bíblico de Josué de entrar y tomar todo. … Para un movimiento aparentemente no religioso, es notable cuán de cerca el sionismo… siguió la Biblia” [11] Kim Chernin, otro disidente israelí, escribió en “Los siete pilares de la negación judía”: “No puedo contar el número de veces que he leído la historia de Josué como una historia de nuestro pueblo llegando a la posesión legítima de la tierra prometida sin detenerse a decir: ‘pero esta es una historia de violaciones, saqueos, masacres, invasiones y destrucción de otros pueblos’[12]

Yahvé ofrece sólo dos caminos posibles a Israel: la dominación sobre otras naciones, si Israel respeta el su pacto de separación con los demás pueblos, o la aniquilación por parte de esas mismas naciones, si Israel lo rompe:

 Porque si os apartareis, y os uniereis a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros, y si concertareis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas, y ellas con vosotros, sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos, hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado. Josué 23: 12-13

Expropiar a otros o ser expropiado, dominar o ser exterminado: Israel no puede pensar más allá de estas disyuntivas.

Cabe preguntarse: ¿Qué tiene que ver el sionismo con esto? ¿No es, acaso, una ideología secular? Es el momento de disipar este malentendido. El sionismo es un producto del judaísmo, y el judaísmo tiene sus raíces en la Biblia hebrea, el Tanaj. Ya sea que la haya leído o no, ya sea que la juzgue histórica o mítica, todo judío, en última instancia, basa su judaísmo en la Biblia o en lo que sabe sobre la Biblia. El judaísmo es la internalización del dios psicópata. No hay mucha diferencia entre que los judíos definan su judaísmo en términos religiosos o étnicos. Desde un punto de vista religioso, la Biblia preserva la memoria y esencia de la Alianza con Dios, mientras que, desde un punto de vista secular, la Biblia es la narrativa fundamental del pueblo judío y el modelo con el que los judíos interpretan toda su historia sucesiva (la Dispersión, el Holocausto, el renacimiento de Israel, etc.).

Es cierto que Theodor Herzl, el profeta del sionismo político, no se inspiró en la Biblia. Sin embargo, llamó a su ideología “sionismo”, usando el nombre bíblico de Jerusalén. Los sionistas que siguieron a Herzl y los verdaderos fundadores del moderno Estado de Israel, sin embargo, sí se inspiraron en la Biblia. “La Biblia es nuestro mandato”, había declarado Jaim Weizmann en 1919 y, en 1948, entregó a Truman un rollo de la Torá por su papel en el reconocimiento de Israel. Así comienza la Declaración de Fundación del Estado de Israel:

 ERETZ-ISRAEL [(hebreo) – la Tierra de Israel, es decir: Palestina] fue el lugar de nacimiento del pueblo judío. Aquí se formó su identidad espiritual, religiosa y política. Aquí logró por primera vez la condición de Estado, creó valores culturales de importancia nacional y universal y entregó al mundo el eterno Libro de los Libros.

No hay duda de que el Estado de Israel fue fundado sobre la base del reclamo bíblico.

David Ben-Gurion, autor de este documento y padre de la nación, tenía una visión bíblica del pueblo judío. Para él, según el biógrafo Dan Kurzman, el renacimiento de Israel en 1948 «fue equivalente al éxodo de Egipto, a la conquista del territorio por Josué, a la revuelta de los Macabeos». Ben-Gurion nunca había ido a la sinagoga ni desayunado cerdo, pero estaba inmerso en la historia bíblica. “No puede haber una educación política o militar válida acerca de Israel sin un conocimiento profundo de la Biblia”, solía decir [13]. Tom Segev escribe [sobre Ben Gurión] en su biografía más reciente:

[Ben Gurion] patrocinó un curso de estudios bíblicos en su casa y solía reiterar dos conceptos para caracterizar el carácter moral del Estado de Israel y su destino y deber para consigo mismo y el mundo: el primero era el del «pueblo elegido». término que deriva del pacto entre Dios y el pueblo de Israel (Éxodo 19:5-6); el segundo fue el compromiso del pueblo judío con los principios de justicia y paz que lo convierten en “luz de las naciones”, en el espíritu de los profetas (Isaías 49:6). Habló y escribió muchas veces sobre estos conceptos [14]

La mentalidad bíblica de Ben-Gurion se volvió cada vez más evidente a medida que envejecía. Consideremos, por ejemplo, el hecho de que, mientras imploró a Kennedy que le diera a su pueblo la bomba atómica porque los egipcios amenazaban con exterminarlos (como lo habían hecho bajo Moisés), en la revista Look (16 de enero de 1962) profetizó que, dentro de veinticinco años, Jerusalén sería «la sede del Tribunal Supremo de la Humanidad, para dirimir todos los litigios entre los continentes federados, como profetizó Isaías» [15] Ben-Gurion no estaba loco, simplemente estaba pensando bíblicamente.

Casi todos los líderes israelíes de la generación de Ben-Gurion y las generaciones posteriores comparten la misma mentalidad bíblica. Moshe Dayan, el héroe militar de la Guerra de los Seis Días de 1967, había justificado la anexión de los nuevos territorios en un libro titulado Viviendo con la Biblia (1978). Incluso Naftali Bennett, ministro de Educación israelí, había justificado la anexión de Cisjordania con la Biblia [16] Los sionistas pueden encontrar todas las justificaciones que quieran en la Biblia: para Gaza, tienen Jueces 1:18-19: “Judá tomó Gaza con su territorio… Ahora Yahvé estaba con Judá, y tomaron posesión de la región montañosa”. Actualmente, en el gobierno israelí hay fanáticos de la Biblia, como el Ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, que suelta citas bíblicas todos los días. “Dios dio la tierra de Israel al pueblo judío” es el alfa y omega del sionismo, no sólo para los israelíes, sino también para los cristianos que, desde 1917, han apoyado el reclamo judío y apoyan a Israel hoy.

Incluso más que Ben-Gurion, Benjamín Netanyahu piensa bíblicamente, y esto se vuelve cada vez más claro a medida que crece. Sabe que los cristianos no pueden argumentar seriamente contra las afirmaciones bíblicas. El 3 de marzo de 2015, dramatizó su fobia a Irán ante el Congreso estadounidense refiriéndose al libro bíblico de Ester:

Somos un pueblo antiguo. En nuestros casi 4.000 años de historia, muchos han buscado repetidamente destruir al pueblo judío. Mañana por la tarde, con motivo de la fiesta judía de Purim, leeremos el libro de Ester. Leeremos sobre un poderoso virrey persa llamado Amán, que conspiró para destruir al pueblo judío hace unos 2.500 años. Pero una valiente mujer judía, la reina Ester, había expuesto el complot y había dado al pueblo judío el derecho a defenderse de sus enemigos. El complot fue frustrado. Nuestro pueblo fue salvado. Actualmente, el pueblo judío se enfrenta a otro intento de destrucción por parte de otro potentado persa [17]

Netanyahu había programado su discurso en vísperas de Purim, que celebra el final feliz del Libro de Ester: la masacre de 75.000 hombres, mujeres y niños persas. En 2019, durante una gira por Cisjordania, Netanyahu pronunció estas palabras: «Creo en el libro de los libros y lo leo como un llamado a la acción: cada generación debe hacer lo que pueda para garantizar la eternidad de Israel». ¡La Biblia ocupa una parte tan grande de su cerebro que le gustaría enviar una Biblia a la Luna! [18] (No es joda). Así que, por favor, dejen de llamar psicópata a Netanyahu. O al menos llámelo psicópata bíblico, o adorador de un dios psicópata. Y, ya que estamos, aprendamos a ver la Biblia hebrea tal como es: “una conspiración contra el resto del mundo”, como escribió H. G. Wells. En los libros de la Biblia, “la conspiración es clara y obvia… una conspiración agresiva y vengativa. … No es tolerancia sino estupidez hacer la vista gorda ante su calidad” [19]

Traducción para “Pensamiento de Ruptura” (t.me/PensamientodeRuptura)  y Revista “a Contrapelo” (acontrapelorevista.com) por Facundo Cuadro

[1] Freud developed this theory in three books: Totem and TabooCivilization and Its Discontents and The Future of an Illusion.

[2] Robert Hare, Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us, The Guilford Press, 1993.

[3] Paul Babiak and Robert Hare, Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work, HarperCollins, 2007.

[4] Benjamin Ginsberg, The Fatal Embrace: Jews and the State, University of Chicago Press, 1993; J.J. Goldberg, Jewish Power: Inside the American Jewish Establishment, Basic Books 1997.

[5] Leon Pinsker, Auto-Emancipation: An Appeal to His People by a Russian Jew, 1882 , on www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/pinsker.html

[6] Gideon Levy, “Only psychiatrists can explain Israel’s behavior,” Haaretz, January 10, 2010, www.haaretz.com/print-edition/opinion/only-psychiatrists-can-explain-israel-s-behavior-1.261115

[7] Joel Bakan, The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Free Press, 2005. Watch also the documentary of the same title.

[8] Jan Assmann, Of God and Gods: Egypt, Israel, and the Rise of Monotheism, University of Wisconsin Press, 2008, p. 47.

[9] Philip Roth, Operation Shylock: A Confession, Simon & Schuster, 1993, p. 110.

[10] Kevin MacDonald, Separation and Its Discontents: Toward an Evolutionary Theory of Anti-Semitism, Praeger, 1998, kindle 2013, kindle l. 6187–89.

[11] Avigail Abarbanel, “Why I left the Cult,” Oct 8, 2016, on https://mondoweiss.net/author/avigail/

[12] Kim Chernin, “The Seven Pillars of Jewish Denial,” Tikkun, Sept. 2002, quoted in Kevin MacDonald, Cultural Insurrections: Essays on Western Civilization, Jewish Influence, and Anti-Semitism, Occidental Press, 2007, pp. 27-28.

[13] Dan Kurzman, Ben-Gurion, Prophet of Fire, Touchstone, 1983, pp. 17–18, 22, 26–28.

[14] Tom Segev, A State at Any Cost: The Life of David Ben-Gurion, Apollo, 2019, kindle l. 286.

[15] David Ben-Gurion and Amram Ducovny, David Ben-Gurion, In His Own Words, Fleet Press Corp., 1969, p. 116.

[16] “Israeli minister: The Bible says West Bank is ours” on www.youtube.com/watch?v=Png17wB_omA

[17] “The Complete Transcript of Netanyahu’s Address to Congress,” on www.washingtonpost.com.

[18] Netanyahu wants Israel to put a Bible on the moon on   https://www.timesofisrael.com/liveblog_entry/netanyahu-wants-israel-to-put-a-bible-on-the-moon/

[19] Herbert George Wells, The Fate of Homo Sapiens, 1939 (archive.org), p. 128.

Facundo Cuadro revista a contrapelo octubre 27, 2023


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