19.NOV.23 | PostaPorteña 2379

Argentina Votá… No tendrás nada y serás feliz

Por Astarita/Chiti/Gasparré

 

CONTRADICCIONES EN TIEMPOS DE BALOTAJE

 

Rolando Astarita [Blog] 18 nov 23

 

Una breve muestra de lo confusos y hasta contradictorios que son algunos argumentos que se manejan en la izquierda. 

Partidos y militantes del FIT, y allegados, sostienen:

a) El principal problema que enfrentan los trabajadores y Argentina (trabajadores = nación) es la sujeción neocolonial del país al FMI y a EEUU; 

b) Massa es "el hombre de la embajada", el representante de los intereses de la potencia imperialista. Votar a Massa es entonces votar por el imperialismo, "el enemigo principal" (confesa terminología setentista). 

c) Massa y el peronismo ayudaron a establecer a Milei (para debilitar a JxC)

d) Un triunfo de Milei es cualitativamente más peligroso para los trabajadores que un triunfo de Massa, porque Milei encarna un fascismo –o un bonapartismo dictatorial- en ascenso, mientras Massa, con la embajada, están por mantener una democracia capitalista "al uso" (recortada, autoritaria, etcétera)

De manera que a) y (b) dicen que no habría voto más perjudicial para los trabajadores que el voto a Massa. El "enemigo principal" es el imperialismo.

Sin embargo (d) dice que el voto a Massa (el "hombre de la embajada") es progresivo porque el mayor peligro hoy no es "la embajada" sino el fascismo, o el bonapartismo dictatorial, en ascenso y encarnados en Milei. Entonces, ¿unidad de acción con la embajada, contra el fascismo?

Con el condimento de (c) que dice que votar a Massa y al peronismo para frenar a Milei es votar por quienes ayudaron a Milei a "representar hoy el principal peligro para los trabajadores y la Patria". 

¿Qué lógica tiene todo esto? Pero a no desanimarse; ya surgirá algún ingenioso que nos dirá que estamos ante un "elevado pensamiento, tan dialéctico como estratégico". Faltaba más. 

 

ELECCIONES 2023 - Sin margen para la neutralidad

 

 Roberto Chiti La Prensa 18.11.2023

 

Ante la inminente definición electoral que puede marcar el rumbo del país por las próximas décadas, la principal incógnita derivada de la primera vuelta sigue vigente. ¿Le alcanzará a Javier Milei el trasvase de votos de Patricia Bullrich para superar a Sergio Massa?

Dando por sentado que Unión por la Patria y La Libertad Avanza mantendrán la casi totalidad de votos obtenidos el 22 de octubre, el 24% que votó a Juntos por el Cambio tendrá un papel decisivo en el resultado. Y aunque, desde ya, los votos que obtuvieron Hacemos por Nuestro País y del Frente de Izquierda también tendrán un peso relevante, por una evidente cuestión de magnitudes los votantes de Patricia Bullrich marcarán la diferencia.

Ante este nuevo escenario configurado a partir del resultado la primera vuelta electoral, se produjeron dos movimientos esperables. Por un lado, un realineamiento de parte de la oposición en apoyo explícito a la candidatura de Milei, propiciada por Mauricio Macri y la misma Bullrich. Es decir, los dos actores más representativos de JxC -el fundador del PRO y ex Presidente de la Nación, y la ganadora de las últimas PASO-, interpretando el espíritu de su espacio y de la mayoría de sus votantes, actuaron políticamente en pos de un mandato primario: contribuir a que el kirchnerismo pierda la elección. 

El segundo movimiento suscitado fue la adopción de un cambio radical en la campaña de Unión por la Patria.  Si luego de las PASO el oficialismo había llevado al extremo la utilización de todo tipo de subsidios y recursos públicos a fin de poder ingresar al balotaje (lo que se denominó Plan Platita), estas últimas tres semanas dispuso todo el aparato del Estado para desarrollar una auténtica y sin precedentes “campaña del miedo” contra Javier Milei. 

Una trampa en distintas fases

Debe recordarse que toda la campaña del oficialismo se desarrolló sustentada en una especie de ilusión óptica para confundir al electorado. Desde el abandono del sello Frente de Todos que había llevado al gobierno a Alberto Fernández en un frente liderado por Cristina Kirchner y Massa -es decir los mismos referentes ahora de Unión por la Patria-, hasta situaciones insólitas como el ocultamiento total del Presidente y la vicepresidenta de la Nación de la escena pública.

A pesar de todo ello, tanto en las PASO como en la primera vuelta una amplia mayoría votó en contra de Unión por la Patria y apoyó opciones que claramente representan un cambio drástico. La evidencia fue contundente: entre Milei y Bullrich, candidatos considerados “duros” contra el actual modelo, totalizaron un 54% en la elección general.

Ante esta aritmética electoral adversa, la trampa kirchnerista adquirió una nueva mutación e hizo irrupción la ya mencionada estrategia del miedo, con el objetivo claro de disuadir a un sector de JxC, sobre todo del radicalismo o la Coalición Cívica, identificados más con el centro o la moderación, de votar al candidato de LLA. Votantes que, aunque se inclinaron por Bullrich el 22 de octubre, tienen rechazo hacia Milei, ya sea por su estilo disruptivo y discursos agresivos, o por sus propuestas (muchas controversiales) y posiciones ideológicas. 

Así se llegó a la actual instancia decisiva, en la que durante las últimas tres semanas muchos votantes de JxC vienen afrontando lo que se presenta como un auténtico dilema, al tener que optar entre dos alternativas que consideran malas. Y ante lo que cabe preguntarse: ¿Desde un análisis racional y sincero, pueden considerarse igualmente negativos ambos candidatos? ¿Hay elementos realmente válidos para que alguien que apoyó a Patricia Bullrich, ahora sea neutral y vote en blanco, o incluso lo haga por Massa?

El verdadero riesgo antidemocrático

Uno de los mensajes más insólitos que se buscó instalar las últimas semanas, consistió en acusar a Milei de representar “un riesgo para la democracia”, campaña a la que se sumaron medios supuestamente neutrales, intelectuales independientes y hasta artistas y clubes de barrio.

Lo absurdo del caso es que, según esta interpretación, alguien como Milei, que nunca hasta hace dos años había tenido participación en política, ni mucho menos fue parte de atentados de algún tipo contra instituciones democráticas, representaría un mayor riesgo para la democracia que el peronismo, que en su carácter de principal partido opositor tuvo un rol decisivo en la caída de los gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa. Y aunque es cierto que Milei en distintas ocasiones tuvo palabras agraviantes hacia la UCR y sus líderes, la brecha de relevancia entre un exabrupto discursivo y acciones consumadas, es abismal.

Más descabellado aún resultó que el actual presidente del radicalismo y gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, tomara partido por Sergio Massa, cuando hace tan sólo unos meses había acusado al gobierno nacional de un “intento de golpe institucional” en su provincia, ante la toma e incendio de la legislatura jujeña con motivo de la reforma constitucional. Mostró así, además, una desconexión total con el pensamiento de sus electores. En la primera vuelta presidencial en Jujuy Milei se impuso con el 37% de votos, y si se le suman los votos obtenidos por Patricia Bullrich, la oposición a Massa totalizó el 57%.

En el mismo sentido, representaría una flagrante contradicción con los principios republicanos que reivindica JxC, el apoyo al candidato de un gobierno que está desarrollando un juicio político a la Corte Suprema de Justicia, en una demostración más de su profundo espíritu contrario a la división de poderes. Por otro lado, el hecho de que la oposición deba reunir decenas de miles de fiscales para evitar que el oficialismo se robe las boletas y perpetre un fraude, ¿no es suficiente demostración de quién representa el verdadero peligro para la democracia?

Más que “normalidad”, opacidad

Para contrastar con Milei en su condición de outsider, quien combina aspectos académicos (se posicionó mediáticamente como un ferviente promotor de la escuela Austríaca de Economía) con rasgos personales más exóticos, la campaña del oficialismo trató de posicionar a Massa como el arquetipo del hombre común, una persona “como la mayoría de los argentinos”. 

Sin embargo, este intento de normalizar la imagen del ministro de Economía confronta con determinadas situaciones –de carácter oscuro e inquietante- que se le atribuyen. Una singularidad que caracteriza a Massa es que las acusaciones que lo vinculan con el narcotráfico provienen de todo el arco político. Por un lado fue Elisa Carrió quien, en numerosas oportunidades, acusó a Massa lisa y llanamente de ser “narco”. Y por el otro, su misma socia y aliada política, Cristina Kirchner, expresó que está “convencida que tiene vinculación con el narcotráfico”. En el mismo sentido, es conocida la estrecha relación de Massa con el ex fiscal Claudio Scapolan, destituido este año de su cargo por connivencia con el narcotráfico.  

Por ello, ante el ostensible halo de opacidad que rodea al actual candidato presidencial de UxP, llamó la atención que distintos referentes de JxC (como la misma Carrió y otros referentes de su espacio) se manifestaran neutrales de cara al balotaje. ¿Les resulta indiferente que pueda llegar a la presidencia alguien al que ellos mismos calificaron de “narco”? 

El mundo al revés

Más inexplicable aún fue el llamado de algunos representantes de la Iglesia Católica, entre los cuales el reconocido padre Pepe di Paola, a no votar a Milei, ya que “un hombre de fe no puede apoyar propuestas inhumanas, antivalores”. Lo inaudito es que estos mismos curas, que con gran compromiso confrontan en primera persona con las devastadoras consecuencias sociales y humanas que generan el consumo y tráfico de drogas, no hayan llamado a votar en contra de alguien vinculado al narcotráfico como Massa. 

Además, ¿ignora la Iglesia Católica Argentina que Sergio Massa, junto a Malena Galmarini, fue uno de los principales articuladores de la aprobación de la ley del aborto? ¿O que Massa nunca pudo justificar su patrimonio? ¿Y que tanto él como su familia fueron vacunados vip?

Lo que esto expone es cómo algunos referentes religiosos actúan más movidos por conveniencia política que por verdaderos criterios humanistas. De otro modo, nunca podrían considerar más contrario a la fe una discusión filosófica sobre venta de órganos (que fue tratada por Milei en TV, pero que en ningún caso implicó una propuesta concreta), que el accionar sistemático del espacio político que encabeza Massa, que ha atentado contra principios y valores cristianos esenciales en los hechos y con políticas concretas: narcotráfico, aborto, corrupción, impunidad, privilegios, clientelismo y empobrecimiento.

Dos modelos de país en pugna

La degradación a la que ha llevado el proceso de 20 años de kirchnerismo es categórica, con evidencias irrebatibles. Desde indicadores básicos que han decrecido a un nivel de deterioro impensado (en calidad de vida, educación, desarrollo humano) hasta manifestaciones que dan cuenta de un total rechazo a normas básicas de convivencia en un estado de derecho. Que el candidato oficialista haya obtenido más de un 70% de los votos en las cárceles, es una demostración más de la conexión entre kirchnerismo y delincuencia. 

Tampoco puede soslayarse la tendencia irrefrenable de este sector político a agotar los recursos del país -en lo que sí constituye un sistema esencialmente populista-, a expensas de determinados sectores para favorecer a otros, de acuerdo a su conveniencia política. 

Esta recurrencia a la política de subsidios discrecionales, y que atenta contra un modelo basado en la producción y el federalismo, tuvo otra fase de explicitud flagrante durante la campaña. La acción proselitista en los trenes del AMBA, asustando con el hipotético valor del boleto si ganara Milei, dejo una vez más en claro el desprecio del kirchnerismo por el interior del país, donde los pasajes del transporte público tienen efectivamente un valor entre tres y cuatro veces más alto.   

El actual balotaje, así, pone en discusión la continuidad o no de este ciclo político, el cual pretende prolongar su estancia en el poder ahora con Sergio Massa como primera figura. Posiblemente el más hábil de los exponentes que ha dado la política argentina en los últimos años para camuflarse en cualquier tipo de ropaje con tal de llegar al gobierno.

La mayoría de argentinos, y en particular los que votaron a Patricia Bullrich, manifestaron recientemente en las urnas que están en contra de la continuidad de ese ciclo. Este domingo, la única alternativa para cambiarlo será votar a Javier Milei.

 

Entre vos y yo. Tango de Massa y Toquinho

 

La segunda vuelta plantea una terrible conclusión: la de que una importante cantidad de votantes camina alegremente a repetir un error que esta vez tiene mucho de irreversible

 

DARDO GASPARRÉ, La Prensa 18.11.2023

 

Cuando en el último debate, entre otros trucos indios, el ministro regente le espetó la frase del título a Javier Milei, no estaba tratando de remedar algún cuento de cuchilleros de Borges, de Arlt o de Cortázar. Ni una frase de Macedonio o Carriego. Ni siquiera un tango de los años 30 de remotos malevos que “se acuchillaban sin odio ni rencor”, aunque sonó así.

Estaba siguiendo la línea de sus estrategas brasileños, que en su esencia tiende a que Massa no tenga que hablar de Massa. Como si se tratase de un candidato recién llegado de Marte.  Esa línea le ha permitido no tener que explicar su conspicua presencia en el kirchnerismo, su condición de mentiroso redomado, su último año de destrucción deliberada y sistemática del futuro de los argentinos, y hasta el mismísimo hecho de que no tiene ningún plan que pueda explicar a los ciudadanos, porque no hay plan, y porque si lo explicase chocaría de frente con lo que ha hecho hasta hace cinco minutos. También se podría llamar “el otro Massa no valía, el que vale es éste”, pero afirmarlo sería demasiado irrespetuoso para sus seguidores. 

El elaborado eslogan tiene algún propósito adicional: separarse del kirchnerismo, de la sombra de un proceso de 75 años que llega hasta hoy mismo, y sobre todo, de Cristina Kirchner. “Esto es entre vos y yo” es un grosero intento de anular el pasado, de hacer desaparecer su propia subordinación y su propia desastrosa gestión con una frase y un pase de magia de mago de circo, y no precisamente de Cirque du Soleil. Algo también insultante para sus seguidores. 

Milei, paralizado

Si Milei no hubiera estado paralizado por los consejos, advertencias y reprimendas de su entorno y de la prensa enemiga, o por algún medicamento serenador, o por la lealtad a algún compromiso, por su agradecimiento o por su subordinación a la figura paterna (¡vaya padre!) - según la versión que se prefiera de las que hicieron circular expertos y expertas en política – le habría respondido al fracasado economista:   “Respóndame, por el sí o por el no, ¿usted dice que Cristina no tendrá influencia en su gobierno y que no tuvo participación en su designación como candidato?”

El ilusionista de Tigre se habría encontrado ante un dilema insoluble. Nunca se atrevería a repudiar a Cristina o a negarla, pero nunca se atrevería a decir que su gobierno es continuidad del de Cristina y sus títeres. “Entre vos y yo” también es un vano intento de hacer desaparecer a Cristina, para que reaparezca después del balotaje, como siempre lo ha hecho, del mismo modo que se proclama más papista que el Papa que su propio gobierno ninguneó, porque cree que de ese modo hace desaparecer el hecho de que una enorme cantidad de argentinos está totalmente disconforme con la prédica socialista-seudo progresista de Bergoglio. Más allá de lo que haya dicho Milei o alguno de los iluminados que lo rodean. 

Pero hay algo peor en esa frase. No es cierto que esa sea la disyuntiva que se presentará al votante mañana. Puesto de ese modo, el resultado debería ser un voto en blanco del 90% de los ciudadanos. Porque un balotaje es una suerte de clasificación de la basura. Una separación entre lo malo y lo peor. Una suerte de segunda opción luego de que hubiera fracasado la primera. Y en esta elección no se elige entre dos opciones. 

Lo que se elige mañana es si se continuará otorgando poderes omnímodos a un partido, un movimiento, un procedimiento, un estilo, una enfermedad, un modo de ser y actuar, un modus operandi, un síndrome de mediocridad, envidia, resentimiento inútil y corrupción entronizada que ha venido humillando y destruyendo al país desde 1946, o si se lo desterrará para siempre antes de que el monstruo se apodere del todo de la sociedad hasta sojuzgarla. Milei es secundario, casi irrelevante. Por eso no se trata de una opción, ni de una selección. Es una oportunidad de liberarse de una monstruosa concepción que hasta ha traicionado a sus parciales, a los que prometió empoderar y hacer crecer económica y socialmente, en una masa de mendigos, vasallos y soldaditos esclavos que se venden por cada vez menos dinero. (Devaluación del feudalismo)

Color esperanza

Todo proceso electoral implica una esperanza, o una competencia de esperanzas. No lo es en este caso. Porque si bien el libertario tiene un plan que va cambiando a medida que se analiza más en profundidad, o que se incorporan a su espacio personalidades con mayor conocimiento gerencial y aún técnico, Massa no tiene ningún plan. Sólo su proyecto de unión nacional, de “terminar con la brecha”, que no deja de ser lo mismo que todas las alianzas inventadas por los Kirchner desde su propio comienzo, con muchos radicales y algunos partidos marginales vendidos. O comprables. 

Y aquí es imposible no recordar uno de los más destacados de los cientos de proyectos de “unión nacional” que curiosamente siempre son esgrimidos por totalitarios y/o fracasados. El Gran Acuerdo Nacional, inventado por el general Agustín Lanusse, uno de los generales golpistas que en 1971, de la mano con el radicalismo y con su ministro radical Arturo Mor Roig, decidió, en nombre de la paz social, permitir el regreso de Perón para unir a la sociedad argentina. Terminó con los peronistas matándose a tiros durante siete días en las calles de Ezeiza, y culminó con el terrorismo guerrillero y el terrorismo de Estado. Y con el terrible, triste y lamentado asesinato de Mor Roig, el autor del plan de unidad nacional. 

Esa es la única idea concreta que plantea Massa para el futuro. Porque no puede formular ninguna otra. La grieta que pretende eliminar es como si Nerón hubiera propuesto un pacto de hermandad y amistad con los cristianos: hipócrita, mentirosa e imposible de creer. 

Massa no representa ninguna esperanza para nadie. Salvo que por esperanza se entienda revolcarse o ser revolcado más en la miseria, la humillación, la ignorancia fomentada y el robo sistemático de todos los recursos, o sea, exactamente lo opuesto a la esperanza. 

Milei es una esperanza. Remota, pero esperanza al fin. La esperanza de que se saque de encima los ignorantes que creen que saben, y a los que saben pero piensan y proponen como ignorantes. La expectativa de que, frente a la magnitud del problema a enfrentar, sea capaz de rodearse de los mejores y dejar de escuchar a los amigos, a los acólitos, a los que se le quieren colgar buscando un prestigio, un rating o una ganancia que es incompatible con el calvario brutal que sufre el país, y con el dolor que se deberá soportar para intentar arreglarlo. La esperanza de que madure, y aún la esperanza de que cometa los errores que todos han cometido y tenga la estatura moral de corregirlos. Y de aprender a escuchar. 

Massa hace una campaña basándose en que con él se evitará la suba de precios de una serie bienes y servicios, lo que muestra no sólo que no tiene ni un buen diagnóstico ni ningún proyecto de solución, sino que persistirá en el mismo populismo errado y verdulero del peronismo, del que él fuera el principal y cabal ejecutor en el último año largo. Su campaña en ese aspecto denota una ignorancia, deliberada o no, que preanuncia el desastre en la primera curva. Su plan consiste en propalar lo que no va a hacer. No tiene la menor idea de lo que debe hacer. 

¡Viva hermano mayor!

Votar por Milei implica un gran riesgo y hasta un lance, si usted prefiere ponerlo así. Votar por Massa equivale a meter el voto en la urna y salir gritando “¡Viva hermano mayor!”, como el icónico protagonista de 1984 de Orwell, novela de anticipación que tan bien se podría aplicar a la Argentina que supimos conseguir. La fascista actitud de anoche en el Colón, tanto de parte del público, como de la orquesta becada, es un recuerdo de toda la historia peronista, no importa con qué franquicia. 

Si prefiere ponerlo de otro modo, lo que se elige es a alguien que sea capaz de ofrecer a la sociedad sólo sacrificios, trabajo, sudor y lágrimas, que no otra cosa se requerirá para salir del pozo en que nos han sumido los que durante 75 años se han proclamado salvadores de la patria. Pero a alguien que tenga la altura moral como para tener derecho a demandarlo. 

Si usted cree que ese hombre es Massa, vótelo. Es su derecho. O absténgase, no vaya o vote en blanco. Es lo mismo que votarlo. Eso sí, no se olvide después de votar salir gritando “¡viva hermano mayor!”, para hacerla completa. 


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