10.DIC.23 | PostaPorteña 2382

Respuesta a una crítica de Jorge Altamira (1)

Por ASTARITA

 

Días pasados un lector del blog me preguntó mi opinión acerca de la afirmación de Jorge Altamira (dirigente de Política Obrera) de que en Argentina hay una situación prerrevolucionaria. Respondí (aquí) que la situación en Argentina no es prerrevolucionaria y a fin de dar una perspectiva más general dije que Trotsky, en el Programa de Transición, cometió el error de caracterizar la situación mundial como prerrevolucionaria siendo que la clase obreras estaba, a fines de los 1930, retroceso

Rolando Astarita [Blog] 10 dic 23

Pues bien, en el periódico Política Obrera del 29/11/2023 Jorge Altamira (en adelante JA) dedica un artículo (aquí) a responderme. En él reafirma que hoy la situación en Argentina es prerrevolucionaria. Escribe: "Durante seis meses [se refiere al período mayo a noviembre de 2023] Argentina fue una especie de República de Weimar o de Rusia pos monarquía". La República de Weimar estuvo en Alemania entre 1918 y 1933 (año en que subió al poder Hitler). La Rusia pos-monarquía hace referencia al período febrero - octubre de 1917. Dedico esta nota a los argumentos de JA. Empiezo por la noción de situación revolucionaria en Lenin y Trotsky.   

Situación revolucionaria según Lenin

La situación revolucionaria fue definida por Lenin "La bancarrota de la Segunda Internacional", de mayo-junio de 1915 (pp. 219-280, t. 26 Obras Completas, Moscú, Progreso). Lenin reivindica centralmente la resolución contra la guerra aprobada en el Congreso Socialista Internacional realizado en Basilea, en 1912. Según Lenin, los principales planteos eran: 1) la guerra provocará una crisis económica y política; 2) los obreros considerarán un crimen participar en la guerra y esta despertará su "cólera e indignación"; 3) esa crisis y ese estado de ánimo deberían ser aprovechados por los socialistas para "agitar al pueblo y acelerar el hundimiento del capitalismo"; 4) los gobiernos no podían desencadenar la guerra sin correr grave peligro; 5) los gobiernos temían la revolución proletaria; 6) los gobiernos debían tener presente la Comuna de París (o sea, la guerra civil) y la Revolución rusa de 1905.

Lenin define entonces los principales síntomas de una situación revolucionaria: 1) Existe una crisis en la política de la clase dominante "que abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas"; 2) hay una agravación fuera de lo común de los sufrimientos de las clases oprimidas; 3) hay una intensificación considerable de la actividad de las masas. Estas en tiempos de paz se dejan expoliar "tranquilamente" pero en épocas turbulentas son empujadas "a una acción histórica independiente".

Lenin se pregunta luego si la situación –escribe en 1915- desembocará en una revolución, y responde "no lo sabemos ni podemos saberlo". "La respuesta solo nos la dará la experiencia del desarrollo del estado de ánimo revolucionario de la clase de avanzada, del proletariado, y de su paso a acciones revolucionarias" (p. 232). De manera que, en el enfoque de Lenin, el estado de ánimo, la disposición a la lucha de las masas, es una variable central para definir si hay una situación revolucionaria. En tiempos de "paz" (o sea, en situaciones no revolucionarias) las masas se dejan explotar "tranquilamente". En cambio, en situaciones revolucionarias los trabajadores apuntan "a una actividad histórica independiente". Por supuesto, un marxista puede discrepar con esta noción de Lenin, y sostener que la disposición de lucha de las masas, o su resistencia a la explotación, no son importantes para la caracterización de una situación como revolucionaria. Pero en ese caso, sería bueno clarificar el porqué de la discrepancia.

Situación revolucionaria, según Trotsky

Tomamos como referencia "¿Qué es una situación revolucionaria?", del 17 de noviembre de 1931. Comienza diciendo que las condiciones económicas y sociales de una situación revolucionaria se dan cuando las fuerzas productivas del país están en decadencia; se reducen los ingresos de las clases sociales, y el desempleo no es coyuntural y tiende aumentar.

Sin embargo, sigue Trotsky, con eso no basta para que la situación sea revolucionaria. Esta "se desa­rrolla sólo cuando el proletariado comienza a buscar una salida, no sobre los carriles de la vieja sociedad, sino por el camino de la insurrección revolucionaria contra el orden existente" (énfasis nuestro)Agrega: "Esta es la condición subjetiva más importante de una situación revolucionaria". Además, en una situación revolucionaria la clase media desconfía de los partidos tradicionales y deposita su confianza "en un cambio radical, revolucionario de la sociedad (y no en un cambio contrarrevolucionario, o sea, fascista)". Cambios que "son paralelos a los cambios en el estado de ánimo de la clase domi­nante. Cuando esta ve que es incapaz de salvar su sistema, pierde confianza en sí misma, comienza a desin­tegrarse, se divide en fracciones y camarillas". De manera que Trotsky, igual que Lenin, otorga una importancia crucial a los cambios en la conciencia y a la actividad revolucionaria –por fuera y contra el orden establecido- de las masas obreras; así como a la actitud de la clase media.

Dos observaciones sobre el método materialista

Presentada la noción de situación revolucionaria, son apropiadas dos primeras observaciones metodológicas. La primera se refiere a que más importante que la definición, o el calificativo que aplicamos a un fenómeno social, o a una situación, es comprender esos fenómenos o situaciones que se expresan en las categorías. Marx lo señala en El capital: "No se trata aquí de definiciones bajo las cuales se subsumen las cosas. Se trata de funciones determinadas que se expresan en categorías" (p. 274, t. II, edición Siglo XXI). O sea, las categorías deben acercarnos a entender el fenómeno bajo estudio. Y la intelección del objeto bajo estudio se produce cuando se comprenden no solo los rasgos en común con otros fenómenos bajo análisis, sino también sus diferencias específicas. Si estas se borran entramos en "la noche teórica en que todos los gatos son pardos". Por ejemplo, si se pasa por alto que en Rusia 1917 había soviets de obreros y campesinos, y en Argentina 2023 no hay ni asomos de doble poder, la categorización de "situaciones prerrevolucionarias" para ambas pierde sentido. O, peor, se convierte en palabrerío izquierdista carente de sustancia.

La segunda observación se refiere a que las definiciones y categorías no deben aceptarse dogmáticamente; ni porque alguien invoque un principio de autoridad. Por eso el momento de lo empírico es esencial. Por ejemplo, cuando Lenin dice que con el estallido en 1914 se había abierto una situación revolucionaria, debemos preguntarnos si efectivamente se produjo la reacción de las masas trabajadoras contra la guerra que preveían los socialistas que firmaron el manifiesto de Basilea. Según este, la crisis y el estado de ánimo de los obreros debían ser aprovechados por los socialistas para "agitar al pueblo y acelerar el hundimiento del capitalismo". ¿Existió pues ese estado de ánimo?

Respuesta: al menos en Rusia y en Austria no hubo esa reacción. En su Historia de la Revolución Rusa Trotsky escribe: "Al empezar la guerra... los sectores conservadores levantaron cabeza, llevando consigo a una parte considerable de la clase obrera. Los elementos revolucionarios se vieron aislados y enmudecieron. En el curso de la guerra la situación empezó a modificarse, al principio lentamente, y después de la guerra de un modo cada vez más veloz y más radical" (cap. 8; énfasis nuestro).

En cuanto a Austria, cuando estalló la crisis que desembocaría en las declaraciones de guerra –asesinato del archiduque Francisco Fernando- hubo masivas manifestaciones en Viena exigiendo la guerra contra Serbia.

Trotsky sobre situaciones prerrevolucionarias

La categoría de situación prerrevolucionaria fue desarrollada principalmente por Trotsky. La considera una situación intermedia entre la revolucionaria y la no revolucionaria. Vemos la categoría a través de tres casos estudiados por Trotsky: Alemania entre 1930 y 1933; Francia entre 1934 y 1935; y Rusia pos caída de la monarquía.

a)      Alemania 1930 - A principios de la década de 1930 en Alemania había, según Trotsky, una situación contradictoria, caracterizada por: a) la crisis de dominación de clase de la burguesía; b) la clase obrera que empezaba a "evolucionar en el sentido de la revolución", pero con lentitud; c) la pequeña burguesía que se inclinaba hacia la contrarrevolución burguesa (véase p. 21 La lucha contra el fascismo, Barcelona, Fontamara, 1980). Sostiene que esa situación prerrevolucionaria debía convertirse "en revolucionaria o en contrarrevolucionaria" (p. 68, ibídem). Subrayamos: Trotsky consideraba que estaban dadas las condiciones –incluía en esto el grado de conciencia de los obreros- para agitar por consejos de fábrica (o soviets, en 1932); el control obrero de la producción; y el armamento de la clase obrera. Más el frente único para enfrentar al fascismo.

b)      Francia 1934 - 1935 - En referencia a Francia, en 1934, Trotsky distingue una situación "pacífica", "normal", "democrática", o sea, no revolucionaria, de una situación "agitada, crítica, inestable, que puede tan fácilmente transformarse en una situación revolucionaria como contrarrevolucionaria". Por eso, siempre según Trotsky, situación en Francia, 1934, no era revolucionaria, pero tampoco no revolucionaria De ahí que la defina como "prerrevolucionaria", no solo por la crisis económica, y las divisiones y desorientación de las clases dominantes, sino también, y muy principalmente, por el estado de ánimo de las masas y su disposición a la lucha. Este se manifestaba en el crecimiento electoral del PS y sobre todo el PC. Por lo tanto, y en base a este análisis, Trotsky sostuvo que la tarea inmediata era construir la milicia obrera, formar "escuadras de combate" para desarmar a los fascistas, y propone la consigna de armamento de los obreros y campesinos revolucionarios. (¿Adónde va Francia? finales de 1934).

En la misma vena, en "Una vez más, ¿adónde va Francia?, de marzo de 1935, define la situación francesa como prerrevolucionaria, a la que caracteriza "por un elevado estado de movilización, efervescencia, y politización acelerada de las masas trabajadoras". Ilustra: "Cualquiera que frecuente las reu­niones obreras sabe tan bien como nosotros que los discursos generales sobre las "reivindicaciones inmediatas" dejan muy a me­nudo a! auditorio en un estado de ceñuda indiferencia; por el contrario, las consignas revolucionarias claras y precisas provocan como respuesta una ola de simpatía. Esta diferencia de reacción de las masas caracteriza del modo más claro la situación política del país".

c)   Rusia pos febrero de 1917 - En el capítulo 11 de su Historia de la Revolución Rusa Trotsky caracteriza a la etapa abierta con la Revolución de Febrero de prerrevolucionaria, con la característica clave de la dualidad de poderes: el gobierno y el Estado burgués, por un lado; los soviets de obreros y soldados, por el otro. En las fábricas "los obreros se sentían cada día más los amos, y los patronos, unos huéspedes indeseables". Los terratenientes estaban aún más inseguros. En las elecciones de "los órganos democráticos generales" (las dumas, zemstvos), y en los soviets, los obreros elegían a los socialistas contra la burguesía (véase cap. 9 de la Historia...). Enfatizamos, soviets de obreros y soldados, doble poder, corrimiento generalizado de las masas hacia la izquierda. Nada que ver con una situación en que la clase obrera consiente o acepta ser explotada "pacíficamente".  

Argentina 2023 y la caracterización enfebrecida de JA

La historia social y económica comparativa puede ser muy útil cuando se la realiza prestando atención a los hechos empíricos y ateniéndose a la consistencia lógica de las categorías empleadas en el análisis. Pero si estos criterios elementales no se respetan, caemos en verdaderos dislates. Es lo que ocurre con la afirmación de JA de que en los últimos seis meses la situación en Argentina se asemejó a las de Rusia 1917 o Alemania 1930.

La realidad es que en Argentina se suceden regularmente elecciones y los partidos y candidatos enemigos del socialismo obtienen el 95%, por lo menos, de los votos. Las organizaciones de izquierda radical movilizan, año tras año, aproximadamente la misma cantidad de gente (por ejemplo, para los actos del Primero de Mayo). En los grandes gremios las burocracias mantienen su mando y control sin mayores inconvenientes. Por ningún lado hay siquiera atisbos de un poder dual; la explotación de la clase obrera se produce de manera "pacífica" y regular, propia de una situación no revolucionaria. Los marxistas, tenemos una influencia muy limitada. Y cuando millones de votantes tomaron distancia del peronismo, lejos de inclinarse a la izquierda votaron a Milei y LLA.  

Alguien, sin embargo, puede señalar la profundidad de la crisis económica (niveles de pobreza, caída de salarios, alta inflación, indigencia) y las tensiones y disensiones entre las facciones de la clase dominante y los políticos que responden al capital. Pero eso no alcanza a definir a la situación como prerrevolucionaria. Lo fundamental: hoy en Argentina la correlación de fuerzas entre las clases sociales es desfavorable para la clase obrera. En muchas franjas de las masas trabajadoras hay desmoralización y confusión; o no se visualizan alternativas de izquierda, anticapitalistas, posibles. ¿De dónde saca JA que la situación es equiparable a una Rusia pos febrero de 1917, o Alemania 1930-1933? Incluso en el plano de lo ideológico: el desgaste y crisis del nacionalismo burgués estatista da lugar al avance de los discursos de ultraderecha liberales, y en oposición de estas, se reagrupan las filas del nacionalismo burgués estatista. ¿Cómo se puede decir que hoy en Argentina estén planteadas como tareas inmediatas las que son propias de situaciones prerrevolucionarias como los consejos (soviets)?

El disparate es "mundial"

El mismo nivel de disparate implicado en la referencia Argentina hoy / Rusia 1917, o mayor tal vez, lo encontramos en la afirmación de JA de que estamos ante una situación prerrevolucionaria mundial. Es una caracterización delirante. ¿En cuál de los grandes centros del capitalismo – China, EEUU, Alemania, Brasil, India, Gran Bretaña para mencionar algunos- la clase obrera está volcándose a alguna forma de "acción histórica independiente"? ¿En dónde está organizándose por fuera y en contra de las burocracias sindicales y estatales, o por fuera y en contra de los partidos burgueses o pequeñoburgueses reformistas? ¿En qué lugar hay algo siquiera parecido a Rusia 1917?

Una cuestión de fondo, que hemos señalado en otras notas, y dejamos apuntado: el proyecto socialista, a nivel de las masas trabajadoras, se identifica con los regímenes stalinistas; o con los "socialismos siglo XXI". El avance ideológico y político de corrientes como LLA y líderes como Milei no puede explicarse por fuera de este contexto histórico.

El Programa de Transición y la situación prerrevolucionaria

En mi nota anterior critiqué la afirmación del Programa de Transición de que, en 1938, millones de trabajadores se volcaban al movimiento revolucionario. A fines de los 1930 en EEUU, la URSS, Alemania, España, Francia, la revolución proletaria, la clase obrera, estaban en retroceso o atravesaban derrotas.

En su respuesta JA no niega este dato, pero defiende el programa fundacional del trotskismo citando otro pasaje del mismo que dice que la Cuarta Internacional había surgido "de las más grandes derrotas que el proletariado registra en la historia". Lo cual plantea el problema de por qué, si estábamos en un período de "las más grandes derrotas", Trotsky afirmaba que "grandes masas se vuelvan incesantemente a la revolución". Estas dos afirmaciones son lógicamente contradictorias (no es dialéctica, sino incoherencia lógica). Es que el propio Trotsky era consciente de que las derrotas abren períodos de retroceso. En el mismo programa escribe: "Después del hundimiento de la Comuna de París, una reacción aplastante se prolongó cerca de 8 años. Después de la derrota de la revolución rusa en 1905 las masas obreras quedaron abatidas por casi el mismo tiempo". En otro pasaje insiste con que "el proletariado mundial" venía sufriendo "trágicas derrotas" y que el período era de "reacción y decadencia". Pero si esto era así –y lo era- no se podía decir que la situación  mundial era, en 1938, "prerrevolucionaria". Y si no era prerrevolucionaria, sino contrarrevolucionaria (o, a lo sumo, no revolucionaria), o sea, si la clase obrera estaba en retroceso y avanzaba la reacción a nivel mundial, la agitación de demandas transicionales no tenía sentido.

Lo más grave, sin embargo, es que los trotskistas siguieron durante décadas con la misma cantinela: "Masas de millones van a la revolución, pero los jefes reformistas y/o burocráticos las traicionan y salvan al capitalismo". La matriz de este discurso (que hoy mantiene JA) es el PT y su inocultable ambigüedad. Es que, según el interlocutor al que haya que responder, se citarán los pasajes que dicen que millones se vuelcan a la revolución y que la situación mundial es prerrevolucionaria; o los que dicen que en 1938 la clase obrera estaba en retroceso y cundía el abatimiento de las masas. Un traje a medida para cada gusto. Curiosa forma de aclarar las cosas a los activistas y militantes.

Más de JA sobre programas

JA escribe: "En cuanto al Programa de Transición, Astarita lo critica, como buen kautskista. Karl Kautsky se formó en el período de los programas dobles – el reformista, inmediato, y el maximalista, en un futuro distante, sin conexión entre ellos".

Aquí da a entender que defender la división entre el programa mínimo ("es un programa que por sus principios es compatible con el capitalismo", Lenin, p. 392 t. 30 OC); y el máximo (medidas de tipo socialista, o de transición al socialismo, instrumentadas por la clase obrera en el poder), es propio de Kautsky. Es una presentación mutilada de la historia de los programas socialistas. Veamos algunas cuestiones:

Primero, JA no dice que la división entre programa máximo y mínimo fue defendida por Marx y Engels. ¿Tendrían el bichito "kautskista" en su cerebro y no se dieron cuenta?

 Segundo, oculta que la primera y más desarrollada crítica a la política de agitar demandas transicionales en etapas no revolucionarias la hizo Engels (véase aquí). ¿Habrá sido Engels un kautskista temprano? Por otra parte, JA no explica por qué los trotskistas, o Trotsky, nunca respondieron esa crítica del compañero de Marx.

 Tercero, no dice que Marx, explícitamente, se negó a apoyar la demanda de nacionalización de la tierra, a pesar de la popularidad de esa consigna transicional en EEUU. De nuevo, la sospecha de un Marx "kaustkista".

Cuarto, oculta que el ala revolucionaria de la Segunda Internacional mantuvo la división entre programa mínimo y máximo, y ello no le impidió difundir las ideas del socialismo en amplios sectores de la clase obrera.

Quinto, no dice que los bolcheviques tomaron el poder en Rusia agitando centralmente demandas mínimas y democráticas: paz, pan y tierra, Asamblea Constituyente y explicando que para lograrlas los soviets debían tomar el poder.

Sexto, oculta que en las vísperas mismas de la toma del poder Lenin defendió –contra una propuesta de Bujarin- la división entre programa máximo y mínimo. Incluso sostuvo que esa división debería mantenerse al menos en los primeros tiempos luego de la toma del poder (véase "Revisión del programa del partido", octubre de 1917). ¿Sería Lenin otro kautskista en octubre de 1917?     

Séptimo, no dice que la Tercera Internacional, bajo dirección de Lenin, nunca votó un programa de transición urbi et orbe. Los partidos comunistas, siguieron con la división del programa tradicional.

Octavo, no dice que en Marx, Engels y Lenin el programa de transición es un programa a ser aplicado desde el poder por la clase obrera, y de manera articulada.

JA y mi crítica al PT y la agitación de demandas transicionales

 JA escribe: "Para Astarita el Programa de Transición comete el error de desarrollar la tendencia revolucionaria en una situación política y en las masas antes del día del Juicio Final. Es un reformista".

No sé de dónde saca JA semejante cosa. Mi crítica al Programa de Transición tiene como eje la idea de que en situaciones no revolucionarias la agitación de consignas de transición al socialismo termina en absurdos y/o posiciones conciliacionistas con respecto al Estado burgués. En especial cuando esa agitación se combina con análisis enfebrecidos sobre "situaciones revolucionarias" o "prerrevolucionarias".

Un ejemplo de esos resultados lo tuvimos cuando el Partido Obrero, dirigido por JA, sostuvo que las cooperativas que se formaron en fábricas ocupadas por sus obreros, luego de la caída de De la Rúa, tenían la tarea "de abrir el camino de la expropiación de la clase capitalista para el resto de la clase trabajadora". Para lo cual el PO exigía que el Estado subvencionara esas experiencias de "control obrero". Así los obreros tendrían tiempo para aprender a manejar las empresas; educarse revolucionariamente; y para difundir su actividad en las empresas todavía dominadas por el capital. O sea, con la ayuda del Estado capitalista los trabajadores y la izquierda estarían en magníficas condiciones para atacar al Estado y al sistema capitalista. Para colmo, se exigía una ley, a ser votada por el parlamento burgués (en el cual, dicho sea de paso, los partidos trotskistas no tenían un solo diputado) para poner en práctica el asunto. Al mismo tiempo que se convocaba a los trabajadores a despreciar la legalidad burguesa (véase aquí). Semejante bodrio político y táctico es una expresión depurada de los problemas que, hace más de 150 años, señalaba Engels cuando se pretende imponer un programa de transición al socialismo en condiciones de dominio del capitalismo sobre la clase obrera.

Programa mínimo, reformas, socialismo

JA escribe "Astarita es un reformista".

Empecemos definiendo que por reformas entendemos a los cambios que no privan del poder, dentro del país, a la vieja clase dominante (Lenin, p. 160, t. 25 OC, 24 de mayo de 1914). En segundo término, precisemos que en la tradición socialista un reformista es alguien que limita su lucha a conseguir reformas en el capitalismo, respetando a rajatabla los marcos de la legalidad burguesa, el Estado y la propiedad privada. En este respecto, los marxistas, o los socialistas revolucionarios, criticamos al reformismo.

Sin embargo, los socialistas luchan por reformas. "Los socialistas no pueden renunciar a luchar por las reformas. Entre otras cosas... deben votar en los parlamentos en favor de cualquier mejora, aunque sea mínima, de la situación de las masas..." (Lenin, p. 487, t. 27, OC, febrero-marzo de 1916). Por eso, lo que distingue a los revolucionarios de los reformistas es que al mismo tiempo que desarrollan la lucha por mejoras explican que las contradicciones fundamentales del capitalismo (y los padecimientos de las masas que derivan de ellas) no se eliminan con reformas. Por eso, buscan ampliar la pelea por toda reivindicación democrática hasta llegar al ataque directo contra la burguesía (Lenin, pp. 266-267, t. 27 OC, enero-febrero de 1916). Es en este sentido que los marxistas no somos reformistas. Pero eso no implica negar la lucha por las reformas y el programa mínimo. "Somos partidarios de un programa de reformas que también debe ser dirigido contra los oportunistas" (Lenin, p. 147, t. 30, OC, septiembre de 1916). De ahí también la polémica con los ultraizquierdistas. Estos decían que en la época del imperialismo las mejoras para las masas eran irrealizables; por lo tanto, estaban en contra de luchar por las reformas y el programa mínimo (véase p. 62, ibídem).

Estos argumentos cobran actualidad a la hora de discutir el Programa de Transición. Es que, por un lado, el Programa afirma que en la época del imperialismo ninguna demanda "seria" es realizable. Literalmente: "cualquier reivindicación seria del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeña burguesía, conducen inevitablemente más allá de los límites de la propiedad capitalista y del Estado burgués". Pero esto no es cierto. Es una realidad que desde el momento en que Trotsky escribió esto, hubo conquistas democráticas y laborales. Entre las primeras, el sufragio universal; el derecho al divorcio; al aborto; el matrimonio igualitario. Entre las segundas el reconocimiento de los sindicatos; los convenios colectivos; las vacaciones pagas y el derecho a la jubilación. Muchas de estas demandas figuraban en los programas mínimos de los partidos obreros del siglo XIX. Entre ellos, el programa del Partido Obrero de Francia, redactado por Marx. Es claro, además, que estas mejoras fueron el resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, luchas de las masas y concesiones de la clase dominante. Por eso el capitalismo desarrolló mecanismos consensuales de dominación e integración (por ejemplo, de las burocracias sindicales, o de los que fueron "partidos obreros"). Lo cual no se supera con la mera agitación de medidas de transición al socialismo.

Para terminar este punto, la lucha por las demandas del programa mínimo tuvo sentido en el siglo XX, y sigue teniéndolo. Lo cual no significa renunciar al socialismo. Es absurdo decir que, por el hecho de que Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin, entre otros, lucharon por el programa mínimo, renunciaron o pasaron a un segundo plano la propaganda y agitación socialista. (continua)


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