10.DIC.23 | PostaPorteña 2382

Respuesta a una crítica de Jorge Altamira (2)

Por ASTARITA

 

El desarrollo de la conciencia de clase

JA escribe: "Astarita trata a la conciencia socialista como Kautsky, es decir como una acumulación paulatina". ¿Dónde escribí o afirmé eso? Respuesta: en ningún lado. Es que el desarrollo de una conciencia socialista no puede ser solo "acumulación paulatina", ni tampoco puro "salto cualitativo". La razón es que uno no existe sin el otro. No hay salto cualitativo –en ningún orden de la vida social- sin épocas de acumulación paulatina; y no hay acumulación paulatina que no pueda desembocar en saltos cualitativos. Para un desarrollo más general de esta cuestión, véase aquí.

En seguida JA se mete con la idea universal hegeliana y su relación "con los vaivenes y contradicciones de la Historia", para concluir que adhiero a la tesis del "fin de las ideologías" que, precisa JA, "es la ideología del capital financiero internacional". Una afirmación que parece puesta para confundir y ensuciar la discusión. No puedo entrar en eso ahora; solo la relación entre el desarrollo de la idea hegeliana y la marcha real de la historia humana ha dado para escribir libros enteros, un poco más profundos que los divagues al pasar de JA. De todas formas, ese tema –la idea absoluta de Hegel, su relación con la historia- tiene poco y nada que ver con mi crítica a la idea trotskista del desarrollo de la conciencia de clase.

Lo central sobre esto en mi Crítica al Programa de Transición es, por un lado, que la afirmación de que "la agudización de la crisis social aumentará no solo el sufrimiento de las masas sino también su impaciencia, su firmeza y su espíritu de combate" era solo una posibilidad. Es que la respuesta de los explotados a la agudización de la crisis también puede ser la desmovilización, incluso la descomposición de la clase obrera (véase lo ocurrido en Venezuela), o la lucha y la radicalización, o alguna combinación de estos. Al pasar, señalo que esta es una de las razones por las que es imposible predecir el curso futuro de la lucha de clases y las evoluciones del capitalismo (ad notam de los gurúes "marxistas").

Accesoriamente, aclaro que he planteado –en mi Crítica y en otros textos- la necesidad de rescatar la idea de Engels, que la lucha de los socialistas debe llevarse en tres planos, el económico, el político (libertades) y el teórico. Esta reivindicación del rol de la teoría en la formación de la conciencia de clase echa por tierra el cargo que me hace JA de adherir a la tesis del fin de las ideologías. Pero además, no es cierto que la conciencia obrera, y las luchas evolucionan según la "escalera de demandas transicionales" que Trotsky recomendaba a sus partidarios. Las razones las presento en la Crítica al PT.

Lo anterior explica los pobrísimos resultados de la táctica que, según Trotsky, permitiría tender un puente entre la conciencia actual de las masas y la lucha por el poder. Lo he planteado en más de una oportunidad: La táctica "transicional" ha sido aplicada a lo largo de 90 años, por los más diversos grupos trotskistas, en cantidad de países y circunstancias, con infinidad de tácticas. ¿Alguien puede citar un caso en el que haya dado resultado, y las masas hayan desembocado en la lucha por el poder como resultado de esa agitación? No hace falta que los JA metan en esto a la idea de Hegel ni a la "astucia de la razón", que no vienen al caso. Por favor, no se vayan por las ramas. ¿Dónde dio resultado?

El "Argentinazo" y las caracterizaciones de clase

JA escribe: "Cuando Astarita cuestiona la caracterización que hace Política Obrera de la situación presente, se escupe encima. No es la primera vez que lo hace, es más bien un hábito, porque el mismo desprecio por la perspectiva de una rebelión popular lo manifestó tres meses antes del Argentinazo".

En primer lugar, cabe aclarar que no desprecio "perspectivas", sino sostengo que el futuro no se puede pronosticar. Desarrollo esta cuestión más abajo. Vayamos pues al Argentinazo, y otras rebeliones populares.

La realidad es que, contra lo que dice JA, la cuestión no es si los marxistas despreciamos o no un fenómeno social, sino si es necesario partir de caracterizaciones de clase. En particular, en lo que respecta a los movimientos sociales, o a episodios de la lucha de clases –levantamientos, insurrecciones, etcétera- es clave definir su carácter de clase. El cual se determina por el programa, estrategia y direcciones que terminan imponiéndose como resultado de esos procesos. Por ejemplo, a pesar de que las revoluciones de febrero de 1848 en Francia, o de febrero de 1917 en Rusia, tuvieron a las masas como protagonistas, los marxistas las caracterizaron como revoluciones burguesas. ¿Por qué si fueron "populares"? ¿O es que Marx y Engels, o Lenin, despreciaban los movimientos populares? Respuesta: no, no los despreciaban. Pero eran objetivos. En esas luchas las masas pusieron los muertos y la clase dominante puso sus programas y sus representantes. Había que decir la verdad, y no hacer demagogia populista barata. Lo cual fue clave, tanto en la posición de Marx en 1848 como la de Lenin en marzo – abril de 1917. El hecho de que Lenin hubiera calificado a las jornadas de febrero de 1917 de "febrerazo", o de "rusazo", no hubiera significado avance alguno con relación a las corrientes de la izquierda reformista o burguesa. El punto de partida para darse una política era determinar el carácter de clase del levantamiento. Y la definición fue clara: se trató de una revolución burguesa, repito, por el programa y por la dirección que se hizo cargo del Estado. Lo cual, además, implicaba "echar vinagre y bilis en el jarabe de las frases democrático-revolucionarias" (Lenin, p. 166, t. 31 OC, abril de 1917).  

Esta forma de abordaje se aplica al llamado Argentinazo, que derribó a De la Rúa. Ese término pone el acento en la fuerza de la rebelión popular, pero pasa por alto el carácter de clase del levantamiento. Un sector de las masas se levantó –no las grandes concentraciones obreras- contra el gobierno y ganó las calles. Pero la estrategia y la resultante fueron determinadas por los políticos burgueses, Alfonsín y Duhalde en primer lugar. Y lo central a explicar era esto. Pero eso es lo que no hicieron los partidos de izquierda (incluyo en esto al PC y a los maoístas, castristas, nacionalistas). Cantaron loas al Argentinazo, y disimularon su carácter de clase. Hay que decirlo sin pelos en la lengua: Un levantamiento "popular" con un objetivo burgués puede ser progresivo –por ejemplo, si enfrenta a una dictadura para reemplazarla por una democracia burguesa- pero no deja de ser un movimiento burgués.

Otro ejemplo: los levantamientos contra los regímenes burocráticos stalinistas. ¿Fueron revoluciones de carácter proletario? Sí en lo que hace a quienes participaron. Pero fueron revoluciones burguesas por los programas y estrategias que se impusieron. Esos levantamientos aceptaban programas y líderes burgueses, y en consecuencia no podían ser caracterizados como "revoluciones proletarias".

Más en general, en la entrada "¿Movimientos políticos sin carácter de clase?" (aquí) planteé: "... los reformistas pequeñoburgueses, los conciliadores, los nacionalistas más o menos izquierdistas, siempre tienden a presentar a movimientos políticos de masas como si fueran a-clasistas, o de naturaleza de clase indefinida. Es la forma de apoyar, de hecho, programas y estrategias burguesas o pequeñoburguesas. Se trata de oportunismo, y de la peor especie. En el fondo, son conscientes de que si explicaran a los trabajadores el carácter de clase de esos movimientos o partidos, introducirían una cuña en el "frente de unidad nacional" que tanto aman. Y no podrían seguir embelleciéndolo; esto es, no podrían seguir vendiendo "espejitos de colores".

JA enredado en palabrerío "dialéctico" sobre el método de Trotsky

JA se pregunta: "¿Cuál es el método de Trotsky? Decir primero lo que es, no como un hecho en sí sino para sí, o sea histórico". E ilustra esto citando el pasaje del Programa de Transición que dice que la Cuarta Internacional ha surgido de las más grandes derrotas del proletariado. Me pregunto qué tendrá que ver esta afirmación con las categorías "en sí" y "para sí".

Es que en Marx el "en sí" y "el para sí" se refieren a las fases de toma de conciencia de la clase obrera. ¿Qué tiene que ver esto con que la Cuarta se fundó en un período de derrotas obreras? Por otro lado, en Hegel el "en sí" se refiere a lo que está implícito, a lo que es posible. Por caso, el embrión es "un hombre en sí" (Hegel en la Fenomenología). En cambio, el "para sí" es lo que se ha desplegado plenamente, se ha exteriorizado. Por lo que de nuevo me pregunto qué rayos tienen que ver estas nociones con que la Cuarta Internacional se haya fundado en un período de derrotas. ¿O es que JA quiere presumir de profundo dialéctico hablando "en difícil"? Además, cabe preguntar dónde Trotsky explicó que su método sea el que le atribuye JA, enredado en los "en sí" y "para sí".

Desprecio por la evidencia para "ganar" una polémica

Uno de los aspectos más cuestionables del escrito de JA es la manera en que afirma cosas sin guardar el menor respeto por datos y evidencia. Aquí van algunos ejemplos de sus referencias a mis posiciones políticas y sus supuestas causas.  

JA escribe: "Astarita marcha por la línea recta: "después de una elección reaccionaria, viene un período reaccionario". Pregunto, ¿dónde formulé tal "ley"? Respuesta: en ningún lado, es un invento de JA. Lo que sí dije es que el triunfo electoral de LLA es expresión de una reacción ideológica y política de derecha (por ejemplo, aquí). Además, no hago pronósticos acerca de cómo se desarrollarán las cosas de ahora en  más en Argentina. Eso dependerá de muchos factores –entre ellos, y fundamental, la respuesta que dé la clase trabajadora a la ofensiva del capital y del gobierno- que no pueden predecirse.

Otra: JA sugiere que he compartido la idea de muchos intelectuales progresistas sobre que el voto a Massa representaba una defensa de la democracia. La realidad es que escribí varias notas criticando la idea de que el triunfo de Milei fuera el triunfo del fascismo, o de un régimen bonapartista dictatorial. No solo en notas (véase, por ejemplo aquí), sino también en los intercambios en "Comentarios" que tengo regularmente con lectores.  

Otra de JA: "Es también interesante leer los capítulos de "La estrategia de la izquierda en Argentina", nuestra crítica al MAS, donde militaba Astarita. El MAS pronosticaba que la victoria de Menem conduciría a la revolución proletaria y al gobierno del MAS. El resultado miserable de este pronóstico impresionista debe haber sido traumático para Astarita".

La realidad es que me fui del MAS en 1988 –con la fracción que formó el PTS. Un año antes del triunfo de Menem. Además,  en 1989 comencé a cuestionar la idea –generalizada en el trotskismo- de que en la URSS y el Este de Europa se abría una etapa de revolución política, socialista. En paralelo, criticaba las caracterizaciones "con inflador" (la clase obrera siempre volcándose a la lucha; ascenso mundial de luchas de masas, etc.). Lo cual dio como resultado mi rápida y expeditiva expulsión del PTS. A JA todo esto lo tiene sin cuidado. Sin respeto por los hechos, sugiere que pienso como pienso porque estoy traumatizado por una supuesta experiencia en el MAS, en 1989-1990. O sea, mis problemas para no adherir a la caracterización "situación revolucionaria mundial" serían psicológicos (cualquier semejanza con métodos stalinistas no es casualidad).  

Más sobre datos empíricos

El caso ahora es en referencia a los ciclos económicos. JA escribe. "Para nuestro crítico de la Academia, la tierra es plana – a toda crisis le sigue una recuperación y a esta una nueva crisis, que afecta por igual, dice, aunque de un modo diferente, a obreros y patrones. Es la aburrida danza del Capital".

La realidad es que no hay corriente del pensamiento económico que niegue la existencia de los ciclos económicos (no los niegan siquiera los teóricos del "ciclo real"). También Trotsky se refirió al carácter cíclico de las fluctuaciones económicas. Aunque, acorde con su tesis del estancamiento de las fuerzas productivas, sostuvo que bajo el capitalismo monopolista las recuperaciones no superan el punto más elevado de la etapa anterior. En cuanto a Marx, dio mucha importancia a los ciclos. En resumen, no hay manera de negar la existencia de los ciclos económicos. La evidencia empírica es abrumadora. ¿Cómo se puede afirmar que decir que existen fluctuaciones económicas equivale a afirmar que la Tierra es plana?

Pero además, dado que la tendencia de largo plazo no se puede pensar sin el ciclo, la tesis de que las recuperaciones no superan el punto más elevado del ciclo anterior exige respaldo en los datos. ¿Y qué dice la evidencia? Pues que por lo general, en las economías capitalistas desarrolladas, el pico alcanzado en la expansión de un ciclo supera el pico alcanzado en el ciclo anterior. Una excepción fue, en EEUU, el pico de 1937 que fue más bajo que el pico de 1929. Pero fue una excepción. El producto de EEUU, o de cualquier país desarrollado, hoy es mayor que hace 30, 50 o 70 años. De nuevo, la evidencia sobre esto es abrumadora. Las alusiones de JA a los terraplanistas está fuera de lugar.

Por otra parte, JA se cuida de decir que la idea de que existirá un fin del capitalismo por razones económicas la tuvieron Smith y Ricardo, entre los clásicos, pero fue criticada por Marx. Tampoco dice que en la Segunda Internacional, cuando la polémica sobre el derrumbe (fin siglo XIX), la idea de un fin del capitalismo por razones económicas fue defendida tanto por reformistas como por la izquierda. Además, y contra lo que sugiere JA, Kautsky sostuvo (en 1902) que las crisis capitalistas se harían cada vez "más extensas y agudas", y llegaría un punto en el que el capitalismo desembocaría en "el estancamiento y la depresión crónica" (véase la recopilación de textos por Lucio Colletti, El marxismo y el 'derrumbe' del capitalismo, México, Siglo XXI, 1983). De todas formas, prometo no hacerle el cargo a JA de "kautskiano".

Cuestión de método 2, sobre futurología

Señalo otra cuestión de método, que conecta con lo discutido en el apartado anterior. Se refiere a que las caracterizaciones y análisis deben hacerse sobre la base de los datos, hechos y tendencias actuantes hoy. Se trata de un criterio materialista, enfatizado, entre otros, por Lenin. El mismo se evidenció en su polémica con los populistas rusos, en el cambio de siglo. Los populistas decían que el capitalismo en Rusia no tenía futuro, que no se podía desarrollar. Lenin respondía no solo explicando las leyes de la acumulación del capital, sino también demostrando con datos las tendencias actuantes, reales, en la economía rusa.

Otro ejemplo, posiblemente más claro: cuando fue la discusión sobre firmar la paz con Alemania, a inicios de 1918, quienes se oponían argumentaban que la revolución alemana estaba a punto de estallar, y por lo tanto convenía postergar la firma del tratado. La respuesta de Lenin fue que en tanto la revolución alemana no se produjera, y dadas las condiciones objetivas existentes, había que firmar la paz. Lo contrario equivalía a lanzar "frases revolucionarias" en el vacío. Escribía: "La frase revolucionaria es la repetición de las consignas revolucionarias sin tener en cuenta circunstancias objetivas que se dan en un cambio concreto de los acontecimientos en un estado de cosas determinado. Consignas magníficas, atrayentes y embriagadoras pero desprovistas de base: ésa es la esencia de la frase revolucionaria" (p. 357, t. 35 OC, febrero 1918).

 Esto tiene que ver con que la política socialista no se puede determinar en base a predicciones de lo que ocurrirá en el futuro, sino en base a los hechos actuales; las tendencias deben desprenderse de esos datos. Por ejemplo, si decimos que una de las tendencias del capitalismo es la concentración del capital, tenemos que tener datos que muestren que esto es así. Lo mismo si decimos que hay crisis periódicas de sobreproducción, o cualquier otra afirmación.

Dos temas son fundamentales. El primero, que es imposible decir qué ocurrirá en el futuro, por la sencilla razón de que el curso de la historia no está predeterminado. Es imposible prever, por ejemplo, de qué manera evolucionarán las fuerzas productivas (¿quién por caso, podía prever en 1970, por ejemplo, cómo evolucionaría la informática y las comunicaciones?). Así como tampoco es posible predecir la evolución de la lucha de clases. O los cambios en las ideologías. La evolución futura no está determinada por la sencilla razón que la historia la hacen los seres humanos, que actúan en escenarios siempre cambiantes. Esta es una de las polémicas centrales que tenemos con los economistas neoclásicos –un extremo son los teóricos de "expectativas racionales"- que se empeñan en asimilar la economía a la física, y sostienen que sus modelos matemáticos pueden predecir el futuro cada vez con mayor precisión.

JA dice, sin embargo, que lo central es "delinear un pronóstico que sirva de guía de acción". Es un error. La predicción de lo que ocurrirá en el futuro tiene poca o nula influencia en la política de hoy. Para verlo con un ejemplo: supongamos que en determinado país se impone un golpe militar que establece una dictadura feroz, que secuestra y asesina militantes y activistas. La tarea del momento es tomar medidas de seguridad, denunciar la represión, organizar en lo posible la resistencia. Son tareas determinadas por las condiciones actuantes en el presente. Supongamos ahora que viene un gurú marxista y nos dice que dentro de cinco, siete o diez años el esa dictadura caerá a pedazos, y que eso ocurrirá aunque hoy no veamos síntoma alguno de ello. ¿Modifica eso las tareas del presente? Respuesta, en nada las modifica. Las tareas y la orientación del presente no se derivan del pronóstico de lo que ocurrirá dentro de determinado número de años, sino de lo que ocurre hoy.

Otro ejemplo, esta vez real: en 1903 ningún socialdemócrata preveía el estallido de una revolución en Rusia con surgimiento de soviets. ¿Afectó esto a la táctica política aplicada en 1913? Respuesta, en absoluto. ¿Impidió, por otra parte, que los revolucionarios se dieran una táctica correcta –militar en los soviets, desarrollarlos como organismos de doble poder- a pesar de no haber previsto su surgimiento en 1903 o 1904? Respuesta; de nuevo no lo impidió en absoluto.

Como bien dice Trotsky, y con carácter más general, "tenemos que ba­sar nuestra política en los hechos de hoy, no en los de mañana" (en ¿Adónde va Francia?; énfasis agregado). En otros términos, no necesitamos gurúes. No solo no los necesitamos. La militancia debería desconfiar de estos supuestos predictores del curso futuro. No existe tal "ciencia". Nadie puede conocer el futuro. Sí se pueden conocer –con estudio, con investigación, no suplantando hechos con deseos- las tendencias y contradicciones presentes, actuales. Y solo en base a ellas, establecer tendencias. Es todo, ni más ni menos.

Un ejemplo de análisis materialista vs futurología

Ilustramos lo anterior todavía con otro ejemplo. Se trata de los análisis que hizo buena parte del trotskismo (¿o todo el trotskismo?) de la situación en Rusia y el Este europeo en los años 1989-1991. La idea predominante era que se había iniciado una acción histórica independiente de las masas, que no solo barrían a la burocracia sino también defendían las conquistas de Octubre y avanzarían al socialismo. Entre otros pronósticos, todavía en 1988 JA publicaba un texto en el que predecía que la reunificación de Alemania solo podría ocurrir vía una guerra de los países imperialistas "contra los Estados obreros". Como se sabe, Alemania se reunificó sin que se cumpliera la predicción de JA (lamentablemente nuestro futurólogo tiene dificultades para recordar esa magnífica predicción, véase aquí).

La cuestión central es, ¿cuál fue el error de método cometido por JA y otros futurólogos que hacían predicciones similares? Respuesta: no basarse en los datos del presente: facciones enteras de las burocracias y elementos restauracionistas se hacían de la propiedad estatal (en una suerte de "acumulación originaria" violenta); establecían las instituciones del capitalismo (por ejemplo, la bolsa de valores); y permitían que el mercado se impusiera por todos lados. En contrapartida, por ningún lado se detectaba organismos de poder obrero, ni siquiera en germen. En el plano ideológico, por lo menos una parte muy significativa de la clase obrera rusa y de otros países aceptaba la vuelta del capitalismo. ¿Cuál era entonces el análisis a hacer? Pues partir de esos datos para establecer la tendencia actuante en ese momento –no en un futuro indefinido. El impulso a la restauración capitalista era actual, detectable, tenía manifestaciones por todos lados. 

Sobre el "crítico de la Academia"

En varios pasajes JA me trata de "el profesor de Economía". En otro me califica de "crítico de la Academia". Cabe preguntarse, si yo fuera carpintero, o vendedor de soquetes, o tuviera cualquier otra ocupación, ¿haría referencia JA a mi condición laboral? En un intercambio con los militantes docentes universitarios de su grupo político, ¿también les dispensa ese trato? ¿O solo lo usa cuando hay discrepancias serias? Además, ¿qué significa la afirmación de que soy el crítico "de" la Academia? He consultado con gente cercana, incluso con algunas personas que militan en el trotskismo, y todos coincidieron: con esas expresiones JA intenta explotar un prejuicio, extendido en algunos círculos de revolucionarios, contra los intelectuales y/o profesores universitarios.

Estoy de acuerdo. La idea subyacente es "Astarita es un intelectual pequeñoburgués, vocero de la Academia (una institución burguesa) que tiene poco que ver con el socialismo revolucionario". Además de estar "traumatizado" por una supuesta experiencia en 1989 en el MAS), yo tendría un problema de origen, que es de clase.   

Como he explicado en otras entradas, lo que se busca es quebrar moralmente a los críticos, y mandar un mensaje por elevación a todo el que se atreva a cuestionar. Llegado este punto, agrego una observación que es producto de charlas que tuve, en 1990, con Peter Fryer. Aclaremos que Peter fue corresponsal del Daily Worker, del PC, en Hungría, en 1956. Desde esa posición defendió el levantamiento del pueblo húngaro, en The Hungarian Tragedy, lo que le valió la expulsión del PC, junto a otros muchos militantes. Peter falleció en 2006.

Pues bien, en una de esas charlas Peter me decía que en muchos partidos de la izquierda era común que a los que provenimos de la clase media, o de la pequeña burguesía, se nos estampe una marca de "pecado original", que es precisamente ese origen de clase. Lo cual es muy conveniente para que, apenas hacemos críticas, la respuesta sea "usted es un teórico, derrotista, ajeno a la clase obrera", y similares. Y no hay sacrificio que nos borre esa marca de cuna. Podemos entregar al partido la herencia que nos dejaron nuestros padres; proletarizarnos; enfrentar la cárcel, la tortura y el exilio. No importa, nunca basta. Siempre estamos bajo sospecha (y si damos clase en una Facultad, ni te cuento). Y lo peor es que nuestros jueces muchas veces son tipos que en su vida pisaron una fábrica, dirigieron una huelga, o participaron en una asamblea obrera "en serio". Pero siguen creyéndose la encarnación misma de la "conciencia proletaria y revolucionaria" (para lo que no escatiman en autocelebración).    

A esta altura de mi vida estas cosas no me afectan. Pero lastiman a muchos compañeros jóvenes. Hay que rechazar de plano esos procedimientos.  


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