04.ENE.24 | PostaPorteña 2386

Kagarlitsky y el Clima

Por Tord Björk/Rabkor

 

La detención en Rusia del opositor a la guerra Boris Kagarlitsky ha abierto una nueva perspectiva sobre la situación política en el mundo. Una visión socioeconómica del cambio natural objetivo está en el centro de muchas de sus declaraciones. Kagarlitsky es un activista político y un intelectual que no teme comprender las cuestiones más complejas de nuestro tiempo.

Tord Björk  - Rabkor.ru , 25/12/23


No es menos cierto en el caso del calentamiento global. En una entrevista con el periodista y fundador de The Real News Network, Paul Jay, realizada en el verano de 2022, describe cómo ven la crisis climática los oligarcas de Oriente y Occidente. No hay políticos importantes en Rusia que nieguen el cambio climático, pero tampoco los hay que se tomen el asunto en serio. Los oligarcas rusos sólo piensan a corto plazo. Al fin y al cabo, resolver los problemas climáticos implicará cambios tectónicos en el sistema y en su capacidad para obtener beneficios de la venta de petróleo y gas. En Occidente hay políticos como Trump que niegan el cambio climático. Pero al mismo tiempo hay oligarcas que trabajan por una reducción global del uso de combustibles minerales.
El principal problema para los oligarcas, o si se prefiere, la élite social de Oriente y Occidente, es quién pagará los cambios necesarios. Como buscan por todos los medios evitar los costes de su propia clase, su respuesta es la mayoría trabajadora de la población mundial y del país, que ocupa una posición periférica en el sistema-mundo existente.
La guerra en Ucrania es aquí la salvación de Occidente. Hay una nueva respuesta a quién financiará la lucha contra la crisis climática: Rusia pagará. Tiene que hacerlo un país que recibe cada vez menos dinero por sus minerales y que, al mismo tiempo, tiene una cuota decreciente en un mercado mundial cada vez más pequeño. China tampoco es una opción. China exige hasta un 40% de descuento en sus compras de petróleo, señala Kagarlitsky. En su opinión, China actúa con Rusia del mismo modo colonial y toma todo lo que necesita en sus propios términos, como Rusia actuó con China en el siglo XIX. Los altos precios generales de mercado de los combustibles fósiles ayudarán a mantener los ingresos rusos durante un tiempo, pero a largo plazo la economía rusa se enfrentará a enormes problemas.
Crear una imagen de Putin como el «villano» se está convirtiendo en una estrategia de los oligarcas occidentales para trasladar la responsabilidad del cambio climático a otros.

Mira la guerra, ¡hay que proteger la libertad y la democracia de Ucrania y de toda Europa! Según Kagarlitsky, se trata de un método eficaz porque se basa en parte en la verdad: el ataque de Rusia a Ucrania se presenta como expresión de una política caricaturescamente «malvada».
Sin embargo, también puede suponer una oportunidad para que una amplia mayoría de la población pague por la transición global ante la crisis climática. Kagarlitsky cree que, en su mayoría, la gente está dispuesta a aceptar una menor calidad de vida y, sobre todo, el ahorro de energía, con la condición de que los costes se distribuyan de forma equitativa.
Centrarse en la guerra de Ucrania se convierte en una maniobra subversiva si se quiere evitar ese cambio igualitario del sistema. La estrategia global perseguida por los oligarcas occidentales no recibe ningún desafío. Al contrario, la población mayoritaria se ve obligada a hacer recortes financieros, a aceptar el deterioro del acceso a la energía y a ver cómo sigue aumentando la riqueza de las élites sociales.
Aquí Kagarlitsky entra en conflicto con las opiniones dominantes de muchos activistas climáticos y de izquierdas.

Durante mucho tiempo, los movimientos ecologistas se han negado a responder a la cuestión de la paz. Ni siquiera la plataforma COP26 de la coalición radical en la conferencia sobre el clima de Glasgow abordó la cuestión de la militarización. Sólo después de la agresión rusa contra Ucrania en 2022 se convirtió en un importante tema de debate. Identificar a Rusia y a otros Estados petroleros y gasísticos como grandes amenazas medioambientales se ha convertido en una cuestión central para el movimiento climático. El cese total de las importaciones de minerales de Rusia se considera una solución tanto para la situación climática como para detener el conflicto militar en Ucrania.
Para Kagarlitsky, mientras tanto, lo más importante sigue siendo la estrategia global. El científico ve una salida a la crisis climática, pagada no sólo por los trabajadores, sino expropiando las propiedades de los oligarcas de Occidente y Oriente y utilizándolas para financiar una transición mundial hacia fuentes de energía limpias.
Se hacen eco de él en este punto Paul Jay y gran parte de los demás izquierdistas implicados en la lucha contra el cambio climático en algunos países. Jay cree que la expropiación de la riqueza de las élites públicas no será posible hasta 2050.

Kagarlitsky, en cambio, tiene una visión diferente de lo que ocurrirá en el futuro.
Para él, existen fenómenos naturales objetivos que el sistema social actual es incapaz de resolver. Por tanto, en cualquier caso, está abocado a una grave sacudida. Esto no es menos cierto en el caso de Rusia. Amplios segmentos de la población rusa son actualmente «apáticos, atomizados y pasivos», señala Kagarlitsky. Sin embargo, las circunstancias objetivas conducirán a un despertar político. Entonces sus consecuencias se harán tangibles mucho más allá de las fronteras rusas.
La opción de los movimientos ecologistas, que aceptan en gran medida el orden neoliberal como tal, es directamente opuesta a la tesis de Kagarlitsky de que la transición climática debe identificarse como el problema más importante. En Suecia, incluso las peticiones para detener la mercantilización de la naturaleza han sido rechazadas por la izquierda climática, que, en colaboración con instituciones neoliberales como el Partido de Centro y el think tank neoliberal Fores, forman la columna vertebral del movimiento contra el cambio climático del país. Por no hablar de las organizaciones que plantean cuestiones relacionadas con el complejo militar-industrial y el papel de las alianzas militares. Esta tendencia se observa también en muchos otros Estados.


La estrategia de la acción política únicamente para lograr cambios graduales dentro del sistema se encuentra ahora en un callejón sin salida. Lo que se necesita hoy es algo más que una larga lista de políticas climáticas. Lo que se necesita es un programa global que incluya los problemas de las guerras y el imperialismo, de los flujos financieros del Sur global al Norte, y de la gran mayoría de la población a los súper-ricos. Ya no basta con demostrar un montón de pequeños pasos: se necesita un programa político que afirme el valor de un cambio fundamental del sistema.


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