23.FEB.24 | PostaPorteña 2394

Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein (VII) parte 1

Por Rodolfo Crespo

 

El sistema capitalista se encuentra en una crisis estructural, irresoluble y terminal

 

A Orlando Díaz L, ese compañero que nos hace recordar que, ni en los peores momentos, hay razones para perder ni la ternura ni la esperanza.  

“el aspecto más angustiante de la crisis [estructural ]de un sistema histórico  es que, aunque llena de alboroto, es una crisis de movimientos lentos”* 

“La crisis de la que estamos hablando es la del fallecimiento de la economía-mundo capitalista”**

“La crisis de nuestro sistema histórico se deriva no de sus fracasos, sino de sus éxitos; éxito en sus propios términos, por supuesto”***

                                                                   Immanuel Wallerstein

Por Rodolfo Crespo (rodohc21@gmail.com)

 

Es un hecho aceptado que todo está en movimiento, cambio y transformación y que, en cada momento nada es igual a lo que previamente era (“un hombre no se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito de Efeso), pero si consideramos que “en cada microsegundo hay bifurcaciones en el sentido de que hay un proceso histórico irreversible /1 llegaríamos a la conclusión de que “todo es crisis /2; sin embargo, el uso de “los términos ‘cambio’, ‘crisis’ y ‘bifurcación’ si se los define de manera muy amplia, su utilidad se reduce a cero” /3

“Así, es necesario distinguir desde el principio los cambios pequeños de los grandes, las bifurcaciones cíclicas de las crisis sistémicas, las opciones de las bifurcaciones. Estas distinciones están contempladas en la diferencia que hace Prigogine entre procesos determinísticos, que son los que tienen lugar entre las bifurcaciones, y procesos probabilísticos, los que se dan cuando el sistema elige entre las ramas de una bifurcación” /4

Wallerstein presenta “una guía metodológica” /5 que nos permite orientarnos dentro de toda esa maleza de cambios que ocurren al interior de los sistemas sociales (el más complejos de todos), precisamente por su naturaleza social, al estar constituidos por individuos que sienten, padecen, tienen sentimientos, motivaciones políticas, ideas estéticas, religiosas, etc.,. “A esa metodología le he dado el nombre de ‘búsqueda de ritmos cíclicos y tendencias seculares’. El primer concepto, ritmos cíclicos, implica que existe algún tipo de equilibrio, aunque normalmente se trata de un equilibrio en movimiento. También implica que hay ‘ruido’ en el proceso, ruido que revela la existencia de fluctuaciones que, si se grafican, adoptan la forma de ciclos de distinta longitud de onda” /6

En los ritmos cíclicos si bien “no se presupone que el movimiento cíclico se produzca a intervalos definidos y constantes, sino todo lo contrario: en todos los sistemas complejos, lo que a lo sumo existe y, por lo tanto, puede describirse, son parámetros aproximados que tienen una gran probabilidad de ser recurrente (…) hay algo en el proceso que vuelve a esas fluctuaciones inevitables y recurrentes” /7, de ahí el término que los nombra: ritmos cíclicos.

En el sistema capitalista existen muchos ritmos con periodicidad cíclica: de Kitchin, Juglar, Kuznets, Kondratiev, etc., siendo el de las crisis económicas de duración más o menos decenal el más periódico, repetido y conocido de ellos.

La característica de todos estos ritmos cíclicos es que alejan al sistema de la posición de equilibrio, pero en todos los casos el sistema tiene la capacidad de, a través de una serie de mecanismos, volver a restaurar la armonía y proporcionalidad temporalmente perdida, aunque nunca se restablece en el punto que previamente estaba. El sistema queda siempre ‘tocado’ y, lento pero sostenidamente, se va poco a poco erosionando, eso ocurre en todos los sistemas y los sistemas sociales en general y el capitalismo en particular, no son la excepción de ello. Wallerstein lo dice así, “sin embargo, nada se repite nunca exactamente. Y lo que es aún más importante, los mecanismos de ‘regreso al equilibrio’ implican cambios constantes en parámetros sistémicos que pueden ser registrados y utilizados para describir tendencias seculares del sistema en el tiempo” /8

“Como, en realidad, los ritmos son imperfectamente simétricos a causa de los pequeños acontecimientos cambiantes del sistema, el equilibrio está siempre en movimiento y es posible observar en qué dirección se mueve. Esto es lo que en la bibliografía científica determinista se denomina linealidad del sistema y lo que yo denomino tendencias seculares. Suele quedar fuera del análisis pero, al menos en los sistemas sociales históricos, la mayoría de las tendencias no pueden extenderse al infinito porque alcanzan límites intrínsecos” /9

“Una tendencia secular debe ser concebida como una curva cuya coordenada (o eje x) marca el tiempo y cuya ordenada (o eje y) mide un fenómeno marcando la proporción de un grupo con una característica particular. Si a lo largo del tiempo el porcentaje tiende a incrementarse de una manera lineal ascendente, significa que por definición (puesto que la ordenada está expresada en porcentajes) que en algún momento ya no podrá hacerlo. A esto denominamos llegar a la asíntota, o al cien por ciento. Ninguna característica puede alcanzar en ningún grupo más del ciento por ciento. Esto significa que en lo que resolvemos los problemas de mediano plazo con un movimiento ascendente de la curva, alcanzaremos eventualmente en el largo plazo el problema de acercarnos a la asíntota” /10

“Pongamos un ejemplo obvio: supongamos que pudiera producirse un aumento ilimitado de la población de nuestro planeta por medio de la reproducción biológica. En algún momento, nos quedaríamos literalmente sin espacio. Y en algún momento anterior nos quedaríamos sin alimento. Entonces sucedería algo que reduciría la cantidad de habitantes del planeta. Por lo tanto, no es cierto que el vector lineal que describe el aumento de la población pueda extenderse indefinidamente. Sería muy fácil hacer una lista de vectores indefinidos que son imposibles” /11

“…deberíamos repensar qué medimos cuando medimos tendencias seculares. Mi respuesta es que deberíamos medir los porcentajes que se encuentran en los procesos que consideramos fundamentales para el funcionamiento de un sistema social histórico. Por ejemplo, en el análisis del sistema-mundo moderno, me interesaría saber qué porcentaje de habitantes del sistema realiza un trabajo salariado de más de medio turno y no cuántas personas trabajan tiempo completo y perciben un salario por ello. No es este el lugar para explicar por qué eso es importante; baste con decir que, una vez que los datos se han convertido en porcentajes, siempre existe la asíntota del 100% de la población que se estudia. De esto se sigue que todas las tendencias seculares alcanzan un punto en el que no pueden seguir extendiéndose de manera lineal. Y este es el punto preciso en que los sistemas históricos llegan a una crisis que conduce a la bifurcación”/12

Son estas tendencias seculares cuando sus porcentajes, una vez medidos, se acercan a la asíntota del 100% (pues nada puede ser verdadero para más del 100%, como se ha dicho) lo que Immanuel Wallerstein considera como el momento en que el sistema ha ingresado en una crisis estructural.

En su libro Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, relaciona tendencia secular y crisis estructural de esta manera: “Cuando la optimación de corto plazo provoca problemas de mediano plazo que se resuelven a través de ajustes de mediano plazo, el sistema histórico funciona de manera normal. Sin embargo, los ajustes a mediano plazo añaden más tiempo a las tendencias seculares que crean problemas a largo plazo. El problema clave del largo plazo causado por las contradicciones de un sistema ocurre cuando la tendencia secular llega a un punto tal que los ajustes a mediano plazo para resolver los problemas a corto plazo ya no son eficaces ni siquiera a mediano plazo. En este punto nos encontramos en lo que podríamos llamar una crisis sistémica [estructural] donde, en la jerga de las ciencias físicas modernas, ocurren oscilaciones severas y una bifurcación que es transformativa. Esto es, debe haber una transición estructural del sistema histórico existente a otra cosa. Por supuesto, éste es un proceso razonablemente largo pero irreversible; cuyo resultado es incierto (o estocástico)” /13

Y en La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico, Wallerstein lo sintetiza bellamente desde el punto de vista filosófico así:

“La economía mundo capitalista, como cualquier otro sistema, se ha conservado por sí sola durante mucho tiempo por medio de mecanismos que se encargan de restablecer el equilibrio cada vez que se distancian de él sus procesos. El equilibrio nunca se restaura de manera inmediata, sino solo después de que ha habido una desviación considerable de la norma y, desde luego, el equilibrio nunca se restaura a la perfección. Como requiere que las desviaciones avancen una cierta distancia antes de disparar los movimientos en sentido inverso, el resultado es que la economía-mundo capitalista, como cualquier otro sistema, cuenta con ritmos cíclicos de muy diversos tipos (…)

El equilibrio nunca se restaura hasta el mismo punto debido a que los movimientos en sentido inverso requieren de algún cambio en los parámetros subyacentes del sistema. De ahí que el equilibrio sea siempre un equilibrio en movimiento y, por lo tanto, el sistema tenga tendencias seculares. Es esta combinación de ritmos cíclicos y de tendencias seculares lo que define a un sistema que está funcionando de manera ‘normal’. Sin embargo, las tendencias seculares no pueden continuar por siempre, pues se topan con asíntotas. Cuando esto sucede, ya no es posible que los ritmos cíclicos vuelvan a hacer que el sistema recupere el equilibrio, y es aquí donde el sistema entra en problemas. Ingresa entonces en su crisis definitiva y se bifurca, esto es, se ve a sí mismo ante dos o más rutas alternas hacia una nueva estructura, con un equilibrio nuevo, nuevos ritmos cíclicos y nuevas tendencias seculares. Pero cuál de las dos rutas alternas seguirá el sistema, es decir, qué tipo de nuevo sistema se establecerá, esto es imposible determinarlo por adelantado, por cuanto es una función de una infinidad de elecciones particulares que no están limitadas sistemáticamente. Esto es lo que hoy sucede en la economía-mundo capitalista.

Para apreciar lo anterior, debemos observar las tres grandes tendencias seculares que se aproximan a sus asíntotas. Cada una de ellas, por tanto, está creando límites a la acumulación del capital. Como la acumulación sin fin de capital es el rasgo definitorio del capitalismo como un sistema histórico, la triple presión tiende a volver invariable el motor primario del sistema y, en consecuencia está creando una crisis estructural” /14

¿Cuáles son estas tendencias seculares, cuyos valores se acercan a la asíntota del 100%, que permite afirmar a Wallerstein que el sistema-mundo capitalista se encuentra inmerso en una crisis estructural?

“La primera tendencia secular es el ascenso del nivel real de los salarios como porcentaje de los costos de producción, calculado como un promedio a lo largo de la totalidad de la economía-mundo capitalista” /15

Como es de suponer, este hecho tiene una gran importancia para el funcionamiento y el futuro devenir de la economía capitalista, mientras mayores sean los niveles de salario de los obreros menor será el grado de utilidad de los capitalistas y viceversa.

Pero, ¿por qué se ha producido un aumento tendencial de los ingresos de los trabajadores en el transcurso de la historia del capitalismo?

La causa radica en el hecho de que “con el tiempo, en cualquier localidad geográfica o sector determinados, la fuerza de trabajo buscará y finalmente logrará crear alguna forma de organización sindical y de acción que permita a sus miembros negociar más eficazmente, ya sea de manera directa con el patrón, o de manera indirecta por la vía de sus influencias sobre la maquinaria política pertinente. Si bien no existe la menor duda de que en ciertas localidades se puede contener a esa fuerza política por medio de las contraofensivas políticas de los grupos capitalistas, también es verdad que la ‘democratización’ a largo plazo de las maquinarias políticas en la historia del sistema-mundo moderno ha servido para que la curva de la fuerza política de las clases trabajadoras sea ascendente en la longue durée virtualmente en todos los Estados del sistema-mundo”/ 16

Ante esta realidad, ¿Cuál es el mecanismo principal por medio del cual los capitalistas de todo el mundo han logrado limitar esta presión política de la fuerza de trabajo que ha traído consigo un aumento de su costo?

Cuando esto ocurría, la solución era que la fábrica se deslocalizara. Esto significa que el sitio de la producción se transfería a otra parte del sistema-mundo que tuviera niveles de salario históricamente más bajos. En efecto, los capitalistas que controlaban las industrias líderes intercambiaban costos de transacción mayores por los menores costos de la mano de obra. Esto mantenía un ingreso significativo para ellos, pese a ser menor que en el periodo previo”

Los costos de la mano de obra eran menores en la nueva locación, porque la fábrica deslocalizada reclutaba mano de obra de las áreas rurales que antes estuvieron menos involucradas en la economía de mercado. Para estos trabajadores rurales la oportunidad de trabajar en estas fábricas deslocalizadas representaba un aumento en su ingreso real, mientras los dueños de la fábrica deslocalizada les pagaban a estos trabajadores menos que a aquellos que habían trabajado en la locación previa. Esto es lo que se conoce como una solución donde ambas partes ganan”

El problema con esta solución, aparentemente maravillosa, ha sido siempre que no es duradera. (…) los obreros en la nueva locación comenzaban a emprender acciones sindicales y el costo de su mano de obra comenzaba a subir. Cuando subía lo suficiente, los dueños de la fábrica deslocalizada tenían una opción real única –volver a dislocarse. (…)Así, siempre ha habido un constante movimiento de la locación de las industrias de todas clases: ¡cuasi monopolios tras cuasi monopolios!, ¡fábricas deslocalizadas tras fábricas deslocalizadas!”

Esto ha sido una maravilla del ajuste capitalista a un largo proceso de cambio constante de circunstancias. Sin embargo, este maravilloso sistema ha dependido de un elemento estructural: la posibilidad de hallar nuevas áreas vírgenes para relocalizar las fábricas deslocalizadas. Por áreas vírgenes quiero decir zonas rurales que han estado relativamente poco involucradas en la economía-mundo.”

Sin embargo, durante los últimos 500 años han venido acabándose tales áreas. Esto puede medirse de manera muy simple en la desruralización de las poblaciones mundiales. Hoy, dichas áreas rurales se han reducido a una minoría de la superficie del mundo y parece probable que para 2050 sean una muy pequeña minoría” /17

¿Dónde se encuentra hoy ese proceso? Todo indica que está llegando a sus límites, ya van quedando cada vez menos lugares hacia donde el capital pueda escapar, huyendo de aquellas zonas donde el aumento de los costos salariales y de otros tipos, vuelve irrentable su funcionamiento.

El 9 de abril de 2013 el periódico norteamericano The New York Times publicaba un artículo intitulado Hello Cambodia, comentado por Wallerstein en el artículo arriba citado, donde describe el vuelo a Camboya de fábricas que abandonan China debido al aumento de los niveles salariales en ese país, un previo receptor de tales fábricas, deslocalizadas anteriormente de otras zonas del planeta. El problema, comenta el artículo, es que las multinacionales han comenzado a sentir en ese país las presiones en pos de salarios más altos, en un periodo de tiempo inferior al experimentado en otros lugares. “En cualquier caso, ¿hay algún lugar a donde mudar una fábrica deslocalizada? ¿O es Camboya el final de la línea? En cualquier caso, Camboya no es el futuro del sistema-mundo moderno. Más bien representa los últimos vestigios de un mecanismo que ya no ejecuta su tarea de salvar el capitalismo” /18

Notas

* Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p.  59.

** Ibidem p.  14. *** Ibidem p. 15.

1. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. Segunda edición. 2013. p. 43. Primera edición en inglés 2004 y en castellano 2005. 2. Ibidem p. 43. Negritas de Wallerstein.

3. Ibidem p. 43.

4. Ibidem p. 43-44. Ilya Prigogine fue un físico, químico ruso, Premio Nobel de Química en 1977.

5. Ibidem p. 44.

6. Ibidem p. 44.

7. Ibidem p. 44-45.

8. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 148-149 (primera edición en inglés 1999 y en castellano 2001) Este mismo hecho, pero desde el punto de vista de la teoría del valor de Marx, Robert Kurz, fundador de la Nueva Crítica del Valor lo dice así: “Cuando, durante la crisis, el capital es devaluado o destruido, el estándar de productividad alcanzado sigue siendo el mismo en tanto en cuanto se encuentra inscrito dentro del agregado constituido por el conocimiento y el saber-hacer. Por decirlo de forma sencilla: el capitalismo no puede dar marcha atrás e ir del estándar de la microelectrónica al de la máquina de vapor. Un nuevo incremento del valor se vuelve cada vez más difícil desde el momento en que debe efectuarse a un nivel cada vez más elevado de productividad y, en ese sentido, a un nivel donde la sustancia de trabajo abstracto ha quedado disminuida”. Entrevista, realizada en mayo de 2010 por Olivier Galtier, Wolfgang Kukulies y Luc Mercier a Robert Kurz. Monográfico El Capital de Marx: 151 años del libro I. Revista Sociología Histórica 9/2018: 120-136.

9. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. Segunda edición. 2013. p. 45.

10. Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 2006. p. 50.

En su libro Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI, dice esto de las tendencias seculares:

“Lo que llamamos tendencias seculares son esencialmente vectores que mueven el sistema apartándolo de su equilibrio básico. Todas las tendencias, si se cuantifican como porcentajes, se mueven hacia una asíntota. Cuando se acercan a ella ya no es posible aumentar significantemente el porcentaje y, por lo tanto, el proceso ya no es capaz de cumplir la función de restaurar los equilibrios de ese modo. A medida que el sistema se aleja cada vez más del equilibrio, las fluctuaciones se hacen más violentas y eventualmente se produce una bifurcación”p. 149.

11. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. Barcelona. p. 45.

12. Ibidem p. 45-46.

13. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 284. (primera edición en inglés 1991 y primera edición en castellano 1998.

14. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. Primera edición 2005. p. 77-78. Primera edición en inglés 2003.

15. Ibidem p. 78. 16. Ibidem p. 78-79.

17. Wallerstein, Immanuel. ¿El final del camino para las fábricas deslocalizadas?. Comentario Nº 351, 15 abril 2013. Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton de New York. Disponible periódico mexicano La Jornada en su edición del 21 de abril 2013. https://www.jornada.com.mx/2013/04/21/opinion/022a1mun

En Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, en el capítulo 2 titulado ¿La difícil transición o el infierno en la tierra?, hace una exposición metodológicamente fundamentada de este proceso: 

“El costo de la mano de obra en el área donde se está reubicando la producción debe ser significativamente menor, ya que el productor está pagando no sólo los costos de transferencia de la planta (costo único), sino también, y con toda seguridad, costos de operación más elevados (costo continuo). Es por ello que, las reubicaciones, que ocurren especialmente en tiempos de contracción económica cíclica, tienden a producirse en las áreas más próximas donde los trabajadores son políticamente débiles, y a la larga alcanzan aquéllas donde los trabajadores son los más débiles de todos. En términos históricos, los grupos de trabajadores más débiles son aquellos que llegan por primera vez a las zonas de producción urbana (o al menos a zonas más monetizadas), procedentes de áreas rurales y menos monetizadas. Las causas de la debilidad política inicial son culturales y económicas. Del lado cultural, existe cierta desorientación y desorganización debido a la migración física de la fuerza de trabajo, más un cierto grado de inexperiencia ante las políticas locales existentes, o al menos falta de influencia política local. Del lado económico, los sueldos en la zona de producción urbana, que son extremadamente bajos con respecto a los estándares mundiales, con frecuencia representan en el ámbito local un ingreso mayor que el que existía en el área rural, o al menos que el que podía esperarse desde el punto de vista político.      

Ninguna de estas condiciones de debilidad política (de índole cultural y económica) es inherentemente perdurable. Se podría plantear que cualquier grupo de trabajadores en tal situación ha sido capaz de superar estos puntos débiles en un periodo de treinta a cincuenta años, y en la actualidad es posible hacerlo en mucho menos tiempo. Esto significa que, desde el punto de vista de los productores reubicados, la ventaja del traslado es más bien temporal, y que si han de conservarla deben contemplar la posibilidad de reubicarse a mediano plazo en repetidas ocasiones. Ésta ha sido una de las principales historias del sistema-mundo capitalista en quinientos años. Pero la curva que señala el porcentaje del globo donde existen posibles zonas de reubicación está alcanzando una asíntota, como ocurre con muchas de las curvas que se trazan para representar las tendencias en un sistema. A esto se llama la desruralización del mundo, que avanza a un paso vertiginoso. Y a medida que disminuye el número de esas zonas, el poder de negociación mundial de los trabajadores aumenta. Esto se ha traducido en una tendencia global de incremento en los costos salariales. Si los precios de los productos se pudieran expandir al infinito, esto sería motivo de poca preocupación. Pero no pueden expandirse por los límites impuestos por la competencia y la capacidad de los estados para asegurar la monopolización”

18. Wallerstein, Immanuel. ¿El final del camino para las fábricas deslocalizadas?. Comentario Nº 351, 15 abril 2013. Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton de New York. Disponible periódico mexicano La Jornada en su edición del 21 de abril 2013. https://www.jornada.com.mx/2013/04/21/opinion/022a1mun


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