23.FEB.24 | PostaPorteña 2394

Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein (VII) parte 2

Por Rodolfo Crespo

 

El sistema capitalista se encuentra en una crisis estructural, irresoluble y terminal

Por tanto, esta manera conducir la lucha de clases por los capitalistas dueños del planeta, huyendo con su capital hacia espacios vírgenes del mismo, donde escapar de la presión sobre sus costos de producción depende de que siempre existan nuevas áreas en el sistema-mundo en las cuales reubicarse, y esto precisa de la existencia de un importante sector rural que aún no se haya incorporado al mercado de trabajo asalariado. Pero, esto último, es lo que está disminuyendo como una tendencia secular. La desruralización del mundo pone fin a la capacidad del capitalismo para compensar el incremento de los gastos en la fuerza de trabajo como un porcentaje del valor total creado en el mundo.

Una vez que se haya desruralizado el sistema-mundo (y es muy posible anticipar, que ello suceda en los próximos años) la única opción para los capitalistas, será continuar la lucha de clases allí donde están hoy. Y aquí las probabilidades están en su contra porque, pese a que seguirá aumentando (y se arreciará) la sofisticación de la política y del mercado en los estratos más bajos y, a pesar de que aumentarán las regiones, pueblos, localidades y ciudades con grandes cantidades de personas técnicamente desempleadas, llegándose al extremo que la mayoría de la población del planeta obtendrá sus ingresos de la economía informal, “las verdaderas alternativas al alcance de los trabajadores que se encuentran en los barrios y en las favelas del sistema-mundo indican que están en posición de exigir niveles salariales razonables con el fin de ingresar a la economía de salarios formales. El resultado neto de todo lo anterior es una seria presión sobre los niveles de ganancias que crecerá con el tiempo”/19 haciendo inviable el motor de la acumulación capitalista.

Resumiendo, pese a la embestida neoliberal de los últimos 30-40 años (comenzada por Thatcher y Reagan) y en virtud del aparente éxito de la misma, no debemos olvidar “que la realidad es que las reducciones recientes en salarios e impuestos han sido a corto plazo y menores, en medio de su aumento histórico global a largo plazo por razones estructurales” /20 y que por tanto, estamos ante el mismo problema de una asíntota que limita una tendencia. En 2015 en un artículo con el sugestivo título La crisis estructural, o por qué los capitalistas ya no encuentran gratificante el capitalismo, escrito para un libro colectivo titulado ¿Tiene futuro el capitalismo?, ratifica ésta misma idea “las reducciones nunca eliminan totalmente los incrementos” /21

Si el espacio no explotado por el capital se agota, llegando a su fin, acercándose, por tanto, a su asíntota y éste ha sido históricamente utilizado como válvula de escape ante las presiones salariales encontradas en las áreas explotadas (tendencia secular del sistema), podemos decir que, en este campo, el más medular de la economía-mundo capitalista, el sistema ingresa en una crisis sistémica, estructural, que no se resuelve (no puede hacerlo) dentro de los marcos del propio sistema, sino fuera de él, superándolo. Por lo dicho, es fácil comprender, que estamos en los comienzos e inicio de ese tiempo histórico, y está de más decirlo, pero el tiempo histórico de una crisis estructural en un sistema (sea cual sea) es un tiempo definitorio, por cuanto el sistema, que se ha alejado de su equilibrio, y ya no cuenta con los mecanismos que ha usado hasta ese entonces para regresar al mismo, moviéndose muy cerca de su asíntota, ingresa en una etapa de caos, en la que sus vectores se bifurcarán y crearán, eventualmente, uno o nuevos sistemas.

La desruralización del mundo provocada por el desplazamiento de las empresas capitalistas hacia zonas rurales de abundante mano de obra barata, como mecanismo de escape al decrecimiento de la tasa media de ganancia, hecho que se produce en toda fase B del ciclo Kondratiev demuestra, en primer lugar, la estrecha relación entre los ritmos cíclicos y las tendencias seculares; segundo, como la solución empleada para superar la fase depresiva del ciclo Kondratiev (deslocalizando las fábricas a zonas de abundante mano de obra campesina mal pagada) conduce a que disminuya globalmente la mano de obra rural, que ha constituido el recurso histórico principal para contener el ascenso del nivel de salario, manteniéndolo compatible con el indispensable proceso de acumulación incesante de capital; todo ello lleva a que la tendencia secular que mide el agotamiento de la población rural se acerque a su asíntota; y tercero, algo que constituye un cardinal aporte teórico de Immanuel Wallerstein a la teoría marxista, el descubrimiento del más importante “ejército de reserva de mano de obra” con que cuenta el capitalismo “los habitantes de áreas rurales que llegan a áreas urbanas por primera vez en busca de empleo remunerado” /22

“Aun cuando todavía hay un enorme ejército de reserva de mano de obra en todo el sistema mundial, el hecho de que el sistema se está desruralizando rápidamente quiere decir que en todo el mundo el precio promedio de la mano de obra irá aumentando constantemente. Esto a su vez significa que la tasa de beneficio promedio necesariamente tendrá que ir disminuyendo con el tiempo” /23, perdiéndose, por tanto, el principal estímulo que lleva a los capitalistas a invertir y a proseguir lo que constituye la esencia de este singular sistema de producción, la incesante acumulación de capital, en otras palabras el capitalismo va perdiendo “atractivo” hasta para los propios capitalistas

La segunda tendencia secular tiene que ver con el “agotamiento de las condiciones de supervivencia” provocada por la actividad capitalista, lo que ha traído consigo que en las últimas décadas se haya desatado una mayor demanda social en reclamo de mayor atención al daño ecológico infligido a la biosfera, cuya consecuencia inmediata ha sido un aumento del costo de producción para los capitalistas.

“Esto no se debe a que el moderno sistema mundial se haya vuelto inherentemente más destructivo para el ecosistema, sino a que hay mucho más ‘desarrollo’ y por lo tanto mucha más destrucción (…) La razón principal por la que el capitalismo como sistema haya sido tan increíblemente destructivo con la biosfera es que, en gran medida, los productores que se benefician de la destrucción no la registran como un costo de producción sino, todo lo contrario, como una reducción de los costos. Por ejemplo, si un productor arroja desperdicios en un arroyo y lo contamina, está ahorrándose el costo que representan otras formas más caras pero más seguras para desechar los residuos. Los productores han venido haciéndolo por quinientos años, y cada vez en mayor número conforme ha ido desarrollándose la economía-mundo ” /24y esto es, precisamente, lo que se está acabando.

¿Qué es lo que ha ocurrido, para que el costo de inversión de los capitalistas aumente?

Hasta hace muy poco el mecanismo utilizado para mantener bajo estos costos es lo que los economistas llaman “exteriorizar los costos”; mientras el costo de compra de las mercancías, por lo general, lo asume por completo, la compañía que eventualmente obtendría las utilidades, el costo del tratamiento de los materiales, por lo general se les cargaba a otros. Hay varios ejemplos: no tratar los desperdicios tóxicos o fastidiosos que se producen colateralmente al emplear las materias primas; cuando se talan  indiscriminadamente los bosques sin reforestarlos; cuando se acaba con la fauna marina por la pesca y sobreexplotación intensiva de los mares, utilizar las materias primas, pero sin asumir su renovación, etc.

Ésta externalización, reduce los costos e incrementa los márgenes de la ganancia, pero el problema aquí es semejante al de la reubicación, como un remedio al coste del salario. Funciona mientras existan áreas sin emplear previamente, en las cuales arrojar los desperdicios, cortar árboles o pescar peces, por seguir con los ejemplos citados. Pero más adelante ya no habrán más ríos que contaminar, ni árboles que talar, ni mares con peces donde pescar, o cuando menos, no sin inmediatas consecuencias serias para la salud de la biosfera. Esta es la situación  en la que nos encontramos en la actualidad después de 500 años de tales prácticas depredadoras.

Entonces, en tales circunstancias qué hacer. Una opción es, que los gobiernos del mundo emprendan una gran operación de limpieza y de renovación orgánica. El problema es, que una operación de esas dimensiones, es de un enorme costo, por lo que tendría que ser sufragado por alguna forma de tributación. Para ello sólo hay dos fuentes: o se carga a las compañías, que provocaron toda esa destrucción medioambiental, o al resto de todos nosotros. Sí son las primeras, las presiones en el margen de ganancias serán muy fuertes. Sí somos los segundos, las cargas fiscales crecerán de manera significativa, problema al que ya vamos llegando. Además, no tiene mucho sentido, limpiar y renovar recursos naturales, si las prácticas siguen siendo las  mismas de hoy. De ahí que, la lógica sería, la de requerir la total interiorización de todos los costos, la cual, frente a los límites de la elasticidad de la demanda, significa una reducción de las utilidades a largo plazo. Sin embargo, esto añadiría más presión sobre las ganancias de las compañías. Por eso, porque no se ve ninguna solución viable a este dilema social, dentro del marco de la economía-mundo capitalista, se infiere que el costo creciente de los insumos materiales se erige en otra de las grandes presiones estructurales en la acumulación de capital.

La tercera tendencia secular se encuentra en el ámbito de la tributación. El tributo es un pago por los servicios sociales y siempre que no sea muy alto se acepta como un costo razonable de producción.

El nivel de impuestos está determinado por dos factores: la constante exigencia de seguridad, que se ha ido incrementado constantemente a través de los siglos; y el segundo, por incremento constante en las dimensiones de las burocracias civiles del mundo, cuya función estriba en recaudar los impuestos y en realizar las funciones de expansión de los Estados modernos.

La principal función de expansión de los Estados ha consistido en la satisfacción de ciertos reclamos populares. Éste no ha sido un gasto opcional, ha sido el medio principal para asegurar la relativa estabilidad política ante el descontento en aumento de los estratos bajos relacionado con la creciente polarización del ingreso real, que ha sido un rasgo constante del sistema-mundo.

Los gastos empleados en domesticar a las “clases peligrosas” con el objetivo de mantener la lucha de clases dentro de las fronteras acotadas a través de instituciones educativas, servicios de salud, jubilación al final de la vida y seguro de desempleo, han ido creciendo constantemente, apareciendo en cada vez más zonas del sistema-mundo, haciéndose cada vez más universales, aumentando permanentemente en cada país, sin límites claros a la vista.

“Lo anterior ha significado, el incremento permanente de las tasas de tributación en casi todos los países, con algunas ligeras reducciones harto ocasionales. Pero desde luego, en determinado momento, tal redistribución fiscal alcanza niveles en los que interfiere seriamente con la posibilidad de acumular capital. De ahí que la reacción actual a lo que se percibe como la ‘crisis fiscal de los Estados’ sea, por parte de los capitalistas, la de exigir una reducción y la de buscar el respaldo popular sobre la base de que la tributación de las personas aumente también de manera aguda. La ironía radica en que si bien con frecuencia hay algún respaldo popular al acotamiento a los impuestos, hay cero respaldo popular para recortar las partidas del Estado benefactor en educación, en salud o en la garantía del ingreso tras la jubilación. Ciertamente, al mismo tiempo que hay quejas sobre altos impuestos, crecen los niveles de las exigencias populares sobre los servicios del Gobierno. De modo que también en esto tenemos presión estructural sobre la acumulación de capital” /25

Finalmente, podemos decir, que el mundo que “conocemos” que es el de la economía-mundo capitalista, está tocado por fallas estructurales que ya no tiene manera de controlar y cuya combinación, “está creando una presión estructural masiva de largo alcance sobre las utilidades provenientes de la producción que está en proceso de convertir al sistema capitalista en algo que ya no es rentable ni para los capitalistas” /26

Las tres tendencias seculares analizadas, como se ha visto, se aproximan a sus asíntotas, “cada una de ellas, por tanto, está creando límites a la acumulación del capital, y como la acumulación sin fin de capital es el rasgo definitorio del capitalismo como un sistema histórico, la triple presión tiende a volver inviable el motor primario del sistema y, en consecuencia está creando una crisis estructural” /27

No obstante, es necesario aclarar que, aunque Wallerstein enfatiza en estas tres tendencias seculares y, de hecho, las aborda en varios de sus trabajos, las mismas no se circunscriben a estas tres, sino que abarca todo el entramado del capitalismo en su conjunto: la ampliación de la diferencia y la polarización centro-periferia, la expansión geográfica y la comercialización de las transacciones que “han alcanzado el nivel en el cual han comenzado a actuar como restricciones estructurales a la supervivencia del capitalismo como sistema histórico” /28, y la “la creciente democratización del mundo, evidenciada por las crecientes exigencias populares de salud, educación y garantías de ingreso vitalicio, que han creado una presión tributaria siempre al alza”/ 29,  etc., son sin agotarlas otra muestra de las mismas.

Hay, sin embargo, otro aspecto, éste subjetivo, que influye en la crisis estructural del capitalismo, al tiempo que es resultado de la misma, ya que “la crisis actúa a través de la concientización de la gente que vive sujeta a restricciones, esto nos lleva al terreno político y cultural” /30 y ello tiene que ver con el hecho de que las masas se tornan incrédulas ante las “buenas nuevas" con las que constantemente les bombardean los medios de comunicación y gobiernos de turno, “la pérdida de esperanza y el miedo que la acompaña son parte de la causa y el síntoma principal de esta crisis” /31. Hoy nadie cree que el futuro será mejor ni para él ni para sus hijos; esto es lo que se conoce como la “pérdida de legitimidad [que] es, a mi juicio, un factor primordial de la crisis sistémica en que nos encontramos. La recreación de cierta clase de orden social es cuestión, no sólo de construir un sistema alterno, sino también, en gran medida, de legitimarlo” /32. Wallerstein lo explica así: “En el ámbito político, en el sentido más amplio de la frase, nadie afirma tan sólo las elecciones políticas. En el mundo moderno, por lo menos, todos tenemos que recurrir a un grupo de personas más numeroso que aquel con el que compartimos nuestros intereses y preferencias  comunes en busca de apoyo para nuestros razonamientos. Eso es lo que cuenta para legitimarlos. La legitimación es el resultado de un proceso a largo plazo cuyo  componente central es la persuasión de  un tipo específico: implica persuadir a  quienes al parecer están  teniendo un rendimiento deficiente en el corto plazo de que van a mejorar mucho más a la larga precisamente por la estructura del sistema, y que, por lo tanto, deberían apoyar el funcionamiento de éste y su proceso de toma de decisiones” /33, y esto es lo que se ha perdido casi por completo en el sistema-mundo capitalista y un sistema sin legitimación no tiene mucho recorrido por más que se esfuerce en emplear el recurso de la violencia y la fuerza porque el palo sin zanahoria no funciona y ese es el problema, que producto de la crisis estructural, ya no hay zanahorias que redistribuir.

Las crisis estructurales, es decir, las dificultades que se crean en un sistema cuando las tendencias seculares se aproximan a la asíntota del 100% son irresolubles al interior del sistema puesto que, a diferencia de los ritmos cíclicos, éstas no poseen mecanismos que puedan hacer retornar a la posición de equilibrio anterior los valores previamente alterados; en otras palabras “el sistema-mundo capitalista se desploma debido a que se han agotado sus posibilidades de ajuste estructurales” /34 y, son terminales porque su resolución se produce cuando el sistema en cuestión es sustituido por otro, restableciéndose completamente el equilibrio, pero ya en un nuevo sistema.

Wallerstein se reserva el concepto de crisis para referirse a la etapa terminal de un sistema histórico y no a los varios momentos de contracción o lento crecimiento que se dan en el transcurso de la vida de los mismos.

En entrevista concedida al también teórico mexicano de los sistemas-mundos Carlos Antonio Aguirre Rojas, explicaba ampliamente sus punto de vista al respecto “en realidad, todo el mundo llama crisis a muy diferentes tipos de cosas o de procesos. Es decir que cada vez que por algún motivo las cosas no funcionan demasiado bien, entonces la gente inmediatamente dice que hay una crisis. Por mi parte, propongo tratar de limitar el uso del término de crisis, para connotar solamente una crisis del sistema. Y entonces digo que las crisis entendidas de esta manera, acontecen una sola vez cada quinientos años, aproximadamente (…) Porque desde mi punto de vista, la verdadera crisis es algo que es imposible de resolver en el seno del mismo sistema.  Ahora bien, es claro que no puedo imponerme por encima del mundo entero”/35

“Al decir crisis en un sistema histórico no me refiero a las dificultades   coyunturales dentro de un sistema, sino a una tensión estructural tan grande que el único resultado posible es la desaparición del sistema como tal, ya sea mediante un proceso de desintegración gradual (que lleve a rumbos impredecibles) o mediante un proceso de transformación relativamente controlada (enfocada hacia una dirección prevista y por lo tanto con una sustitución por parte de uno o varios sistemas) /36

“La característica primordial de una crisis estructural es el caos. Caos no equivale a una situación hecha de acontecimientos totalmente fortuitos. Es una situación de fluctuaciones rápidas y constantes que afectan a todos los parámetros del sistema histórico, lo que incluye no solo a la economía mundial, el sistema interestatal y las corrientes cultural-ideológicas, sino también la disponibilidad de recursos vitales, la naturaleza adversa de las condiciones climáticas y la presencia de pandemias” /37

“El moderno sistema mundial, como todos los sistemas, es finito en duración y llegará a su fin cuando sus tendencias seculares lleguen al punto en que las fluctuaciones del sistema sean suficientemente amplias e impredecibles para que les resulte imposible asegurar la renovada viabilidad de las instituciones del sistema. Cuando se llegue a ese punto ocurrirá una bifurcación, y a través de un periodo (caótico) de transición el sistema será remplazado por uno o varios otros sistemas” /38

Por último, la cuestión que más interesa a todos es la duración de la crisis estructural. A medida que ésta avanza resulta “fácil” fijar su comienzo /39, sin embargo, es más complicado y difícil determinar el final de la misma, mucho más si nos atenemos al hecho que las evoluciones históricas no comienzan ni terminan en un día determinado del calendario.

En 1982, hace ya más de 40 años, hacía una advertencia a los impacientes en relación con la conclusión de la misma “el aspecto más angustiante de la crisis [estructural] de un sistema histórico es que, aunque llena de alboroto, es una crisis de movimientos lentos” /40

En su libro Impensar la ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, escrito en 1991, pero que recopila 20 ensayos publicados entre 1982 y 1991 por el autor de la teoría de “sistemas-mundo” dijo, casi en los mismos comienzos de la crisis en un ensayo correspondiente al año 1983, una afirmación un poco genérica y la verdad desconcertante sobre el lapso de tiempo que llevaría la misma “una crisis es por definición una ‘transición’, y las ‘transiciones’ en los sistemas de gran escala tienden a ser (quizás en forma necesaria) de mediana-larga duración y con frecuencia toman entre 100 y 150 años” /41

En 1994  afirmó “…la presente era, a la que considero como un Período Negro que se abre ante nosotros y cuyo comienzo podría fijarse simbólicamente en 1989 (la continuación de 1968) podría durar entre 25 y 50 años” porque entre el “desorden creciente y autoreforzante [que se produce como resultado de la crisis estructural del sistema]no puede durar siempre, pero sí puede durar entre 25 y 50 años” 42

En 1995, en una conferencia magistral en el XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, México, 2 al 6 de octubre de 1995, después de explicar las consideraciones que demostraban que el sistema-mundo capitalista estaba inmerso en una crisis estructural afirmaba que, “por todas estas razones, el período frente a nosotros, los próximos 30-40 años, será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista” /43

En 1997, en su extraordinaria obra, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI fruto, como muchos de sus libros, de ciclos y conferencias ofrecidas expresó “Estamos viviendo  el tránsito de nuestro sistema mundial vigente, la economía mundo capitalista, a otro u otros sistemas mundiales. No sabemos si esto será para bien o para mal. No lo sabremos hasta el final de esta etapa, que quizás esté a cincuenta años de distancia”/ 44

 En 2001, en una Conferencia en la Socialist Scholars de New York, el 13 de abril, que la Revista Iniciativa Socialista con el título Una política de izquierdas para una época de transición, publicó en el número 64 de la primavera de 2002, dijo “Durante 20, 30 o 50 años habrá una lucha inmensa en torno a cuál será el sistema sucesor, y su resultado es intrínsecamente indeterminado”

En mayo del 2002, en una entrevista concedida a Barbara Coolen de la Revista Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda le contaba, “no veo cómo dentro de 50 años llegaremos al final del sistema mundial capitalista. No tienes que tomar el lapso de tiempo demasiado literalmente, lo que es importante es que el sistema tiene límites, termina o es limitado. Estamos en una fase transitoria, un periodo de gran caos y disgustos”

En 2004 planteó “el sistema mundial existente atraviesa por una crisis estructural, nos encontramos en una transición de entre 25 y 50 años hacia algún otro sistema mundial” /45

A inicios del año 2009 invitado por Universidad Nómada de España expresó categóricamente “Podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema-mundo capitalista” /46

Durante esa misma estancia, en entrevista concedida a la revista española Diagonal, expresó “Para leer correctamente la etapa histórica en la que nos encontramos, tenemos que distinguir entre las dinámicas de continuidad y las de ruptura, entre lo normal y lo excepcional. Lo normal es el colapso del modelo especulativo que hemos vivido, que se corresponde con una Fase B en los ciclos de Kondratieff que describen las dinámicas de largo plazo en la acumulación capitalista. Lo excepcional es la transición que desde hace 30 años venimos viviendo, desde el sistema-mundo capitalista hacia otra formación sociohistórica.

A mi juicio podemos estar seguros de que en 30 años no viviremos en el sistema-mundo capitalista. En ese sentido, con la crisis coyuntural del capitalismo, converge una crisis estructural, un declive histórico del sistema- mundo. En eso se distingue esta fase de recesión económica mundial de otras anteriores (…)” /47

En artículo para la revista Monthly Reviev número 12, Noviembre de 2011, escribió la “crisis estructural, que es lo que afecta en la actualidad al sistema mundial, ha estado presente al menos desde los años de la década de 1970 y continuará presente hasta probablemente alrededor de 2050”.

En el año 2015 en un pequeño libro titulado ¿Tiene futuro el CAPITALISMO?, que en realidad recopila cinco artículos de igual número de autores, el profesor Immanuel Wallerstein plantea que la lucha por el sistema sucesor del sistema-mundo capitalista se “inició alrededor de 1970 y continuará con toda probabilidad hasta 2040 o 2050” /48

Éste último artículo, publicado cuatro años antes de su muerte, en el que  pronostica el horizonte final del sistema-mundo capitalista hacia el año 2050 como linde superior, es el único lugar donde se aventura a dar fechas aproximadas sobre la defunción del mismo, puesto que siempre lo hizo en cantidad de años.

¿Qué ocurre cuando los sistemas (sociales incluidos) llegan a su etapa final, a su crisis estructural?

¿Qué procesos transcurren durante esa fase de desarrollo?

¿Qué certeza podemos tener de los mismos y cuál es el resultado final de todo ello?

De eso tratará la próxima entrega.

Notas

                                                                                                                                                                                                                                                                                    19. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. Primera edición 2005. p. 80.

20. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI. Versión revisada de las conferencias Sir Douglas Robb impartidas en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, los días 16, 22 y 23 de octubre de 1997. En otra parte de su prolífica obra sobre el tema ratificó lo mismo: “Ciertamente, el capital busca todo el tiempo la manera de reducir estas presiones estructurales. De esto se trata precisamente la ofensiva neoliberal. Pero la curva del largo plazo parece una progresión ascendente. Los neoliberales han logrado reducir estas presiones pero cada vez menos de lo que las aumenta la siguiente subida”Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 265.

21. Wallerstein Immanuel y otros autores. ¿Tiene futuro el capitalismo?. Siglo XXI editores. México DF. 2015. p. 30 (primera edición en inglés 2015)

22“La desruralización es fundamental para el precio de la mano de obra. Los ejércitos de reserva de mano de obra son de diferentes tipos en términos de su poder de regateo. El grupo más débil siempre ha sido el de los habitantes de áreas rurales que llegan a áreas urbanas por primera vez en busca de empleo remunerado. En general para esas personas el salario urbano, aun cuando sea extremadamente bajo comparado con el nivel mundial, o incluso local, representa un progreso económico en comparación con la permanencia en el área rural. Para que el marco de referencia económico de esas personas cambie y lleguen a tener plena conciencia de su fuerza potencial en el lugar de trabajo urbano, al punto de empezar a participar en algún tipo de actividades sindicales en busca de un mejor salario, se necesitan probablemente entre veinte y treinta años. Las personas que han residido por mucho tiempo en áreas urbanas, aunque estén desempleadas en la economía normal y vivan en condiciones de miseria, en general exigen niveles de salario superiores antes de aceptar un empleo asalariado. Esto es así porque han aprendido cómo obtener de otras fuentes en el centro urbano un nivel de ingreso mínimo que es superior al salario que se ofrece a los migrantes rurales recién llegados” Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 92.

23. Ibidem p. 92.

24. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.

25. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 83.

26. Ibidem p. 188. 27. Ibidem p. 78.

28. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 29.

29. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 265.

30. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 29.

31. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.

32. Ibidem. 33. Ibidem.

34. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. p. 114.

35. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista. Editorial Era. 2003.  Agradezco el envío del libro por correo electrónico a su autor. La cita está en la Parte II de la parte dedicada a la entrevista con Wallerstein y que esta subdividida en cuatro partes.

36. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 27.

37. Immanuel Wallerstein, «Structural crises» [Crisis estructurales], New Left Review, nº 62, marzo-abril de 2010, pp. 133-142. Una discusión previa y más extensa de la temática se puede consultar en Utopistics, or Historical Choices of the XXIth Century, The New Press, Nueva York, 1998, especialmente el capítulo 2; versión castellana: Utopística. O las opciones históricas del siglo XXI, UNAM: Siglo XXI Editores, 1998.

38. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Editorial Siglo XXI. 2007. p. 42-43)

En la mencionada entrevista al profesor mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas en el Centro Fernando Braudel, a una pregunta de éste consideró la crisis sistémica (estructural) y la situación de bifurcación como conceptos del mismo orden:

“Pregunta: ¿consideraría entonces usted como equivalentes su idea de crisis sistémica, con lo que actualmente llama situación de bifurcación histórica?.

Respuesta: Si, serían para mí dos maneras de designar la misma cosa”

Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: crítica del sistema-mundo capitalista. Editorial Era. 2003.  Parte II.

39“no podemos predecir concretamente en futuro, pero sí podemos predecir el pasado” Wallerstein Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S.A., primera reimpresión 2012. Esta edición es única para lengua castellana.

40. Wallerstein, Immanuel y otros autores. Dinámica de la crisis global. Siglo XXI editores. Primera edición. México D.F. 1983. p. 59.

41. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 1999. p. 27.

42. Wallerstein, Immanuel. Agonías del capitalismo. Publicado originalmente por New Left Review, nº 204. Traducido al castellano, se publicó en la Revista Iniciativa Socialista, nº31, en octubre de 1994. El título original en inglés es The Agonies of Liberalism: What hope progress? Se basa en la conferencia pronunciada el 7 de diciembre de 1993 en la Kyoto Seika University, con motivo del XXV aniversario de su fundación.

43. Wallerstein, Immanuel. La reestructuración capitalista y el sistema-mundo. Texto disponible gratis en internet.

44. Wallerstein, Immanuel. Utopística o las opciones históricas del siglo XXI.

45. Wallerstein, Immanuel. Después del desarrollismo y la globalización qué. Ponencia presentada en la conferencia “Development Challenges for the 21st Century”, Universidad de Cornell, EE. UU., 1 Octubre 2004.

46. El capitalismo no existirá en 30 años. Entrevista a Carlos Prieto. 1 de febrero de 2009 https://www.extremaduraprogresista.com/la-vara/42-la-vara-de-medir/470-qel-capitalismo-no-existira-en-30-anosq

47. Immanuel Wallerstein: “El sistema que salga de la crisis será muy diferente”https://www.elsaltodiario.com/hemeroteca-diagonal/immanuel-wallerstein-sistema-salga-crisis-sera-muy-diferente-entrevista-pablo-iglesias

48. Wallerstein, Immanuel. ¿Tiene futuro el capitalismo?. Editorial Siglo XXI. México DF primera edición. Pág. 43. (primera edición en inglés 2015)  Todas las entregas de la serie Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein, una vez concluidos, el autor los condensará en único material, para dotarlos de integralidad en un solo texto, con la intención de que el pensamiento del profesor anticapitalista norteamericano y su creación de una nueva teoría para comprender de modo general el mundo y, el capitalismo más específicamente, quede compendiada exclusivamente en un solo material que será, como no puede ser de otra manera en un anticapitalista, de acceso libre para quien desee dotarse de una herramienta teórica de conocimiento y transformación revolucionaria de la realidad, en una época precisamente de cambios.


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