14.ABR.24 | PostaPorteña 2402

Más y peor tiranía…, Mayor generalización de la revuelta social (II)

Por ICG/GCI

 

Del otro lado de la barricada, del Gobierno Mundial, los grandes del Estado profundo se pelean para infundir el terrorismo climático culpando al común, al “ciudadano de a pie” del anunciado “fin del mundo”. Esgrimiendo las llamas del infierno (¡y no solo Greta Thunberg!), los mismos que se unifican para reprimir en la sangre el movimiento de protesta internacional, que se juntan para aumentar los servicios contra la insurrección de la población civil de sus propios países, anuncian y precisan las leyes con pretexto climático. En la “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2017 (COP23)” Merkel y Macron en sus respectivos discursos culpan al “hombre de la calle”, a los humanos de la terrorífica situación del cambio climático que lleva al “fin del mundo”. ¡Son la expresión misma de la Dictadura mundial contra la vida de todos los comunes, de todas las mujeres y hombres de la calle!

La ratificación del acuerdo de Paris, a pesar del teatral retiro de Trump de esas conferencias marcará un antes y un después, en el sentido de la guerra contra la humanidad: “todos somos culpables de la contaminación”, “hay demasiada gente que usa recursos no renovables”, “los viejos son inútiles porque solo consumen”, “es el excesivo consumo que aumenta la emisión de CO2 y produce el calentamiento global”, “es imprescindible reducir el consumo de los humanos”, “el desarrollo sostenible exige limitar la producción de los sectores agrícolas que usan combustibles fósiles”…

Ya no se trata solo de hacer prohibitivo el precio del transporte, ni de únicamente aumentar los impuestos sobre todo, sino de directamente impedir que la gente esté en la calle, de liquidar sus medios de vida, de impedirles “servir al prójimo” directamente y producir objetos que no pasen por el circuito financiero, de hacerles pagar tasas por cada litro de combustible usado, para sacarlo de la calle (y lugares de trabajo), de limitar en todo lo posible sus desplazamientos, los servicios a los que accede, de encerrarlo, de impedir que se mueva, se reúna, agite y protesta, en síntesis, de confinarlo. Por eso, en las decisiones del gobierno mundial, los más militaristas y preocupados por el insurreccionalismo del movimiento social tienden a predominar e imponer las decisiones. Por eso se impone la estrategia de militarización total el PLANDEMISMO. Cuanto más gente va saliendo a la calle contra todas las restricciones a la vida, más el Gobierno mundial en constitución afirma el PLAN de reducción de la vida, genocidio y encierro.

El movimiento de los chalecos amarillos, no tiene nada de particularmente francés, sino la voluntad del Estado mayor de la contrainsurrección del Gobierno Mundial…, de destruir dicho movimiento encerrándolo en un país: Francia.  Pero si, es verdad que ese gigantesco movimiento que abarca casi un centenar de países y que ha redactado materiales de asambleas en más de 16 idiomas, se centralizó mucho, en Francia, tanto porque de todos los países llega gente para las “gloriosas manifestaciones de Paris”, como porque en todas partes, Macron fue definido, en las asambleas, manifestaciones, volantes… como el verdadero Monarca,  al que la revolución de los chalecos amarillos tendrá que cortarle la cabeza como hacen las “revoluciones francesas”. Sin dudas, en todo el mundo se identifica cada vez más a Macron (y en cierta medida a Merkel…que en ese tiempo se va eclipsando), con los más consecuentes representantes de la aristocracia financiera que ha declarado la guerra al “hombre de la calle”. Macron representa todo lo que los chalecos amarillos de todo el mundo odian: el poder de la aristocracia de los banqueros judaicos que gobiernan el mundo desde hace siglos, la emisión monetaria trucha de los bancos centrales que desvaloriza y empobrece la vida de todo el mundo, la desgravación sistemática de las grandes fortunas y sobre todo el TERRORISMO DEL ESTADO MUNDIAL, centralizando a los milicos del mundo, de derecha y de izquierda, contra el movimiento de protesta y lucha en todo el mundo.

Proveniente de la izquierda el socialismo y el antifascismo dicho sujeto, promovido por Henry Kissinger, Jacques Atalli, la Dinastía Rothschild…el Club Bilderberg, la cima del judaísmo dinerario mundial, sube todos los peldaños promocionando las banderas históricas de la reducción de la población humana (por medio de las guerras y las pandemias) y la utilización masiva de la fuerza militar para aplastar toda protesta.  Qué en muchas partes de Europa, Medio Oriente… se haya considerado a Paris el centro de la revolución (y la contrarrevolución) mundial y que, por eso las manifestaciones de los chalecos amarillos hayan centralizado una parte tan importante de sus luchas en esa ciudad, es un hecho evidente, aunque muy cuestionable (y se ha discutido en permanencia en las asambleas y movilizaciones contra el Nuevo Orden Mundial). Sin ninguna duda es parte del nefasto eurocentrismo (¡y Paris centrismo!) histórico, pero evidentemente es, un elemento fuerte que, condiciona al movimiento social y a los chalecos amarillos, con sus “pro”, y sobre todo sus “contras”.

Además, dicho elemento se fortifica con la declaración de guerra contra la humanidad en 2020. Macron y las “declaraciones de Paris” son los que más descaradamente insisten en la guerra[4], en el encierro, las prohibición de todo desplazamiento, el tapado de boca…, en que la única forma de liquidar el movimiento social es la militarización y el cubre fuego, en la movilización generalizada y el disciplinamiento plandémico. Los servicios de inteligencia y contrainsurreccionales de todo el mundo adoptan el lenguaje de la guerra, a sabiendas o no, que el “virus” y la pandemia, son en realidad el movimiento social, los chalecos amarillos y su clarividente determinación.

Los macronistas del mundo, de derecha e izquierda de todos los países, se jactan abiertamente de haber destruido los chalecos amarillos, de lo admirable que fue la receta de la declaración de guerra de Macron, para confinar el movimiento e, impedir las jornadas de lucha qué, efectivamente disminuyen mucho, a partir de ese momento. El golpe militar plandémico del mundial, impide todo contacto, así como salir a la calle y, mucho más, manifestar. Si bien no los han destruido, fue terrible la destrucción humana que produjo el encierro plandémico, especialmente contra la resistencia humana a la dictadura. Al destruir la presencia cotidiana/semanal de los chalecos, al imponer el terror abierto del Estado contra toda protesta, contra toda opinión divergente, contra toda persona o estructura de autodefensa, contra toda reunión/manifestación…, el Gobierno mundial hace añicos la resistencia en muchísimos países y puede festejar la imposición de la “nueva normalidad” qué aumenta como nunca el número de muertos, suicidados, infertilizados, castrados, destruidos, imbécilizados...No debe olvidarse en este rubro, que el PLAN del nuevo orden mundial, considera también imprescindible el mantenimiento y desarrollo de las guerras nacionales e imperiales permanentes, “sin lo cual es muy  difícil mantener el orden”[5]

No, el virus no mata, la pandemia tampoco (porque es, solo un PLAN de opresión y domesticación), lo que mata es la represión, el encierro,  las guerras y las ocupaciones militares, la separación obligada con los seres queridos, la condena al encierro en el hospital y/o el hogar para viejos, el miedo al prójimo, el entubamiento, el protocolo de la OMS, los experimentos clínicos y las vacunas, los medicamentos administrados oficialmente, el tapado de bocas, la miseria provocada por el lockout, los suicidios, el cierre de los servicios y centros productivos, la criminalización de la producción agrícola y ganadera, las prohibiciones y gravámenes de todo, la criminalización y represión de las reuniones y protestas…  

A pesar de todo, la resistencia a la plandemia, durante los 2 o 3 años más infernales, las manifestaciones en la calle en más de 100 países y el NO acatamiento de las medidas más criminales del terrorismo del Estado mundial (distanciamiento, encierro, aislamiento, hambre, tapabocas, estado de excepción, confinamiento, terrorismo mediático y escolar, inoculaciones, pases, control social…) permitió respirar en muchas partes del planeta, lo que no estaba en los planes de los opresores. Ello dependió mucho de las regiones, siendo África, el continente menos afectado por la plandemia del Estado Mundial, a pesar del magnicidio en los países que más se ridiculizó la mentira de la pandemia. Estudios estadísticos muestran que el falso virus actuó en forma mucho más política de lo que previeron: los países de la OTAN (e Israel), los más obedientes a los protocolos de la OMS, fue adonde más muertos hubo “por el Covid” (según las estadísticas oficiales) y también por las inoculaciones (lo que se oculta en las estadísticas oficiales).

Pero hay que decirlo claramente: desde el punto de vista del cuestionamiento al orden establecido, la Tiranía PLANDÉMICA obtuvo una gran victoria en la domesticación y sometimiento del mundo. Incluso al quebrar la continuidad de la principal protesta internacional de los chalecos amarillos, le dio un fenomenal golpe bajo a toda la protesta mundial, que nos lleva a reconocer que, el nivel máximo alcanzado en todo el planeta por la lucha contra la tiranía planetaria fue en el último semestre de 2019.

Claro que desde entonces hubo protestas por todo en todo el planeta. Pero mucho más atomizadas, encerradas, localizadas, sectorializadas…y con menos perspectiva de quebrar al enemigo por esa misma razón. Incluso las manifestaciones directamente contra el plan de encerrar a todo el mundo e inocularlo, que fueron multitudinarias en todas partes, no llegan a mostrar la unidad y fuerza necesaria para, parar en algo, la ofensiva militar del Gobierno Mundial. Por supuesto que todo el abanico burgués del Estado mundial (servicios de inteligencia militar, redes sociales, organismos internacionales, medios de difusión, partidos, sindicatos, ONGs…) opera en el mismo sentido: ocultamiento sistemático de toda lucha internacional contra la plandemia, ninguna referencia a la dictadura del Gobierno Mundial, diversión militar planteando todo como si dependiera de lo local (contra la corrupción, contra tal o tal gobierno, contra tal o cual imperialismo…), lo que evidentemente es su función principal.

Desde la óptica proletaria se asume que se vive una época oscura y de derrota. Las protestas antiplandémicas carecen de la potencia revolucionaria que habían mostrado los chalecos amarillos y ni siquiera el rechazo del PLAN criminal, es límpido como otros movimientos de protesta históricos, por la infiltración de muchas estructuras o servicios estatales o paraestatales que siembran la confusión. Tal vez la brutalidad de la declaración de guerra/pandemia y todos esos elementos de confusión hayan convergido para que esas protestas antiplandémicas aparezcan como muy distintas a todas las otras protestas cotidianas, que con el correr de los meses, hayan reemergido lentamente. Lo cierto es que las protestas de los “estudiantes”, los “jubilados”, los “agricultores”, los “sin papeles”, los maestros, los enfermeros y personal hospitalario…, hayan aparecido como cosas particulares… ¡cómo si no fueran parte de la misma lucha contra el PLAN! Incluso las luchas contra los “aumentos de precio”, “los impuestos”, “contra la reforma de la seguridad social”, “contra la desocupación”…se mostraban incapaces de proclamar su contraposición con la guerra contra la humanidad impuesta por el PLAN. A su vez ello facilitó la manipulación del poder que armando falsas luchas (y/o verdaderas guerras imperialistas) como las “contra el cambio climático”, “por la libertad migratoria”, “a favor de la ley del aborto”, “por el feminismo”, “por tal nación en la guerra imperialista”…compiten, como nunca, con las verdaderas protestas internacionalistas del proletariado. Esto por supuesto, no es nuevo…, pero en ese período más sombrío…, de derrota y falta de perspectiva, fue y es todavía peor.

No hay duda entonces que, la declaración de guerra contra la humanidad, les dio resultado en romper la extraordinaria ola de luchas de la humanidad, contra el capitalismo mundial. Mientras antes del 2020, toda lucha, en cualquier parte del mundo, mostraba en la práctica que esa lucha era, la misma lucha, contra el mismo enemigo y contenía la lucha sobre la totalidad de la vida humana, el brutal ataque plandémico logra el mismo efecto que la explosión de una bomba de fragmentación, contra la línea de vanguardia en el terreno, identificada cada vez más con los “sin bandera”, es decir los “chalecos amarillos”

Solo cuando, alguna de esas luchas se radicaliza y rompe con el cuadro sectorializado y regional/nacional, se reconoce en la lucha de los “cualquiera” en cualquier parte del mundo, contra el mismo enemigo, la misma adquiere, la determinación, el reconocimiento y la fuerza internacional.  Es en ese proceso que la lucha se afirma realmente como una lucha por la vida, una lucha contra todo el orden social, asumiendo entonces que es, como en todas partes una lucha por la revolución social mundial. Para eso, hay que pasarle por arriba no solo al aislamiento de los medios dominantes que sabotean y encierran en lo local a todas las luchas humanas, sino también a los milicos, a los partidos políticos, a los sindicatos, a la izquierda, a la derecha al centro…

Aunque todas las luchas, realmente por la vida humana, contienen dichas rupturas en germen, muy pocas lo lograron durante el oscuro período 2020/23. Aunque siempre hubo vanguardias que impulsaban dichas rupturas, como en las manifestaciones contra el confinamiento, o contra diferentes aspectos de la represión, o la convergencia de luchas de estudiantes, o las luchas contra “las reformas de la seguridad social” o contra tal guerra imperialista…o las de los “agricultores”, el Estado mundial mantuvo el control relativo de todas esas tentativas de ruptura hasta el 23/24. Incluso cuando el movimiento de la humanidad contra el Estado mundial superó las fronteras de varios países…, el peso de la contrarrevolución covidista y la victoria del plandemismo hizo imposible ir más lejos, hasta fines de 2023/ principios de 2024.

HACIA MAYOR RESISTENCIA Y REVOLUCIÓN

Cuando escribimos esto (febrero/abril del 2024) va resurgiendo, de las cenizas del proletariado y el movimiento social que, creían haber enterrado para siempre, una nueva ola de protestas, que promete mucho. Aunque todavía no tenemos capacidad para vislumbrar la profundidad del actual movimiento internacional contra todo el orden mundial, no pueden caber dudas que hay un resurgir mundial de las protestas a principios del 2024.

Es verdad que, las luchas contra la represión plandemista y la agenda 2030, contra las dictaduras locales y las guerras imperialistas, desborda por todas partes, impulsando hacia el enfrentamiento al estado mundial, aunque las mismas, partan de motivos muy distintos y de sectores diferentes (represaliados, estudiantes, camioneros, tractores, obreros, desocupados…). Es que, además, los motivos de la lucha son intrínsecamente comunes y humanos y los gobiernos locales tienen necesariamente más dificultades a encerrar las luchas a nivel de un país.

Por eso entre fines del 2023 y 2024 se va constatando que, (para dar algunos ejemplos), que los bloqueos de ruta de los camioneros contra tal o cual medida se reúnen en asamblea con “chalecos amarillos”, que en otra parte la lucha contra la dictadura local fundamentalista islámica se fortifica por la lucha contra el hambre y la carestía, que en otra región y, en varios países, la lucha contra la dictadura “comunista” (sic) también se unifica pidiendo comida y/o protestando contra la censura internet…, en fin que, en los países más comprometidos en las guerras imperialistas…, la lucha contra el hambre y por la vida, es necesariamente una lucha derrotista revolucionaria…y que, hay manifestaciones conjuntas contra la guerra “local”/”regional”, al mismo tiempo que en las mismas hay cada vez más proclamas, contra el PLAN genocidario de las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y la OMS…

En esta fase de ataque combinado del Dinero contra la vida humana, del VALOR sobre los valores de uso de los seres humanos, lo que más unifica las luchas de la humanidad, es que, toda la humanidad es cada vez más hambreada, tanto por la miseria creada por el sistema de explotación mundial de la producción ilimitada de dinero falso, por los bancos centrales, como por la restricción dictatorial en la producción de nutrientes. La lucha contra el hambre, es el sostén de todas las otras luchas, que abarcan todos los aspectos de la vida humana. Por eso la lucha por el alimento se afirma por doquier como la lucha por la vida misma y cada vez más sectores del proletariado internacional adhieren decididamente a la protesta.

Luego del encierro plandémico, que aumentó la miseria y el hambre en todos los lugares a donde lograron implantarlo, lo que privilegia la tiranía global es la destrucción de la producción de alimentos. Culpando a los agricultores y productores agropecuarios (medianos y pequeños) de calentamiento global (con la mentira del CO2), la dictadura busca por todos los medios limitar/destruir la producción de alimentos y, la monopolización absoluta de lo que queda, en los mismos fondos de inversión que, dirigen las finanzas mundiales.  Por supuesto que, esto ataca a la población mundial y no a un sector en particular.

Nada más “natural” entonces que las revueltas del hambre (aunque no se llamen todavía de esa manera en los supuestos, “países desarrollados”), sean el futuro inevitable de toda la humanidad.

Hace ya muchos años que, al lado de las protestas por hambre, se desarrollan “otras protestas”, como las de los “sin papeles”, “los estudiantes”, las favelas y/o suburbios (“banlieu”), los “camioneros”, los “agricultores”, contra tal ley o decreto del poder… En cada generalización de la protesta, esas categorías que, el poder ideologiza para reproducir, se hacen añicos, y el proletariado se unifica en su lucha contra la miseria y el hambre. Los “chalecos amarillos” mostraron que esa generalización podía hacerse permanente, organizada y creciente. Cuando el ataque plandémico, a pesar del bajón en el nivel de luchas, las protestas contra el PLAN, el encierro, las cuarentenas, el confinamiento, los controles y pases, las inoculaciones y vacunas, así como, contra el cierre de centros de producción (de cosas y servicios), contra el lockout … Todas esas protestas, manifestaciones y revueltas fueron, simultáneamente protestas contra el hambre, contra la gran producción de hambre que fue la falsa pandemia, contra el brutal ataque de la banca mundial y sus “fondos de inversión” para destruir el sector productor de valores de uso (fundamentalmente alimentos).

Socialmente, eso va dejando en evidencia que las “otras protestas”, como las de “los camiones”, los “tractores”, los bloqueadores de rutas y rotondas, los chalecos amarillos…fueron más abiertamente comunes: como en Canadá, Alemania, Polonia, Holanda, Argentina, Estados Unidos, Hungría, Francia, España, Panamá, Perú, Paraguay…

En cambio, fue mucho más difícil la incorporación de las protestas de los “tractores” a la lucha general del proletariado, de la humanidad. En efecto, dichas protestas, siempre fueron un “caso aparte”. Los productores agrícolas fueron construidos por el capital mundial como si fueran precisamente, un mundo aparte, sobre la base del viejo campesino parcelario que existió secularmente aferrado a la propiedad privada de la pequeña parcela, gracias a la cual, le enseñaron que escapaba a la desgraciada proletarización. Con la industrialización del campo se lo separó todavía más del resto de la población en base a darles crédito junto a la ilusión de realmente hacerse ricos.  En realidad, fue solamente eso, pura creación de ilusiones. Aunque su patrón haya sido el banco (por lo tanto, el fondo de inversión/la plutocracia), aunque compraron a crédito más parcelas y más máquinas agrícolas, y aparecían socialmente como parte de la riqueza de la sociedad (porque también los llenaron de créditos al consumo), nunca dejaron de ser parte de la mano de obra esclava del capital dinero. Los sindicatos y partidos creados para los “campesinos” y “agricultores” para beneficio del capital se basan en esa contradicción, utilizando aquellas ilusiones para afirmar que no tienen nada en común con los de abajo. La mitología de clase diferente y ajena a la masa proletarizada se fue fortificando a través del tiempo, al mismo ritmo que el capital financiero condicionaba su crédito al agricultor, a la industrialización protegida basada en los agrotóxicos y fomentada por esos mismos fondos de inversión, despreciando conjuntamente con la aristocracia financiera lo que significó la intoxicación generalizada de los alimentos para la gran masa de la población. También con esa complicidad, en la intoxicación de la humanidad, la aristocracia financiera lograba consolidar en el productor agrícola, el mito de “clase media” con intereses diferentes al resto de los humanos.

Como en otras épocas históricas, esa ilusión se desvanece cada vez que, la sociedad vuelve a polarizarse en la contradicción fundamental entre el capital y la humanidad, lo que sucede cada vez más a menudo hacia el final del siglo XX y principios de este, en la misma medida que el modelo de agricultura tóxica y con mercados protegidos (contra la producción natural), va mostrando sus contradicciones y límites. En la misma medida, en que se va imponiendo el Nuevo Orden Mundial de despoblación del planeta, la política anticrisis del capital es directamente la disminución de toda la producción física y, particularmente, la del sector agrícola.  Todo lo agropecuario es desfinanciado hasta el extremo de exigir la reducción de la producción material y/o de dejar sin producir una parte de la parcela. Eso precisamente es lo que se consolida con la plandemia y principalmente con el encierro, la prohibición de vender, de circular…, que conduce a la quiebra masiva de los productores agropecuarios y al suicidio creciente quienes se habían considerado “nuevos ricos” y/o clase media. En muchos países (India, China, Francia, Argentina…) se llevan estadísticas sobre el número de creciente de “agricultores” suicidados por mes en los últimos años. Durante la plandemia y el confinamiento de la humanidad se anuncian máximos históricos…en las quiebras, protestas y suicidios de agricultores… En 2022/23…dichas cifras, en vez de disminuir, con el fin de la “pandemia”, aumentan con las nuevas restricciones impuestas por el PLAN mundial y pretextadas por la Torreta de mentiras del cambio climático.

El suicidio impuesto del sector agrícola y de los mismos agricultores, concomitante a la producción de menos cosas y más hambre para la humanidad, barre la histórica separación de los productores agropecuarios con respecto al resto de los seres humanos. Las protestas de los “tractores”, como la de los camioneros antes, participan cada vez más en las protestas globales contra la plandemia, contra el encierro… Incluso las protestas convocadas por reivindicaciones “exclusivas” de los “tractores”, superan sus límites, bloquean toda la circulación y confluyen con otras protestas contra el Estado mundial. En forma, cada vez más abierta, los “campesinos” y productores agropecuarios, coparticipan con otros sectores en los bloqueos de rotondas, caminos y autopistas… En forma cada vez más generalizada, le pasan por arriba a los sindicatos y partidos de los productores agropecuarios (dirigidos por la oligarquía dineraria y usuraria), cuyo poder estaba basado en la administración de los créditos y venta de tóxicos.

Ahora, en enero/abril 2024 en decenas de países en todos los continentes, las protestas de “los tractores” rompen abiertamente con los límites impuestos por esos sindicatos y partidos y los servicios antinsurreccionales del poder anuncian el peligro de que ya no haya forma de quebrar la unidad de las luchas. La aristocracia financiera “pacta” con los sindicatos de agricultores, el fin del movimiento, pero los tractores siguen adelante y enarbolan consignas contra el Estado en un número creciente de localidades. Varias decenas de países son bloqueados por los tractores, que encuentran cada vez más solidaridad en los perjudicados por las medidas del PLAN mundial, al mismo tiempo que en cada vez más regiones los mismos agricultores comienza a utilizar el Chaleco Amarillo, como símbolo de la lucha de TODOS por TODO.

Claro que la política del Gobierno mundial, en la medida que va consolidando el poder con el cuento del cambio climático y sus medidas restrictivas del alimento y reproducción de la vida humana, busca permanentemente parar la unificación práctica de las luchas anunciando “zanahorias” para dicho sector y, no solo palo, como para el resto de los proletarios en lucha. Ahora, en febrero/marzo, cuando el número de países bloqueados por los tractores se cuenta por varias decenas en diferentes continentes, se anunciaron en los medios oficiales “concesiones” al sector agrícola y acuerdos de representantes del gobierno mundial con los “agricultores”…, llamando a parar las luchas y, sobre todo, a desbloquear las rutas, ciudades, caminos y autopistas. ¡Nunca les había dado menos resultado esa política del capital mundial! Salvo algunas excepciones, el movimiento de los tractores, asumiendo cada vez más la lucha contra las limitaciones productivas de alimentos, le pasó por arriba a los acuerdos, a las concesiones, a las recomendaciones de la represión y a los sindicatos agrícolas.

La misma producción agrícola con agrotóxicos, al atacar la alimentación de todos, ha mostrado sus límites. Las protestas contra las grandes empresas fabricantes por intoxicar la vida de todos, han sido cada vez más apoyadas por los agricultores mismos, cuya contaminación a dichos tóxicos es cada vez más generalizada y los casos de seres totalmente destruidos (cáncer, Parkinson, alzhéimer…) se cuentan por miles. Hay cientos de procesos civiles y judiciales exigiendo que los fabricantes de tóxicos respondan por ser causante de esos miles de seres liquidados, pero por supuesto estos se refugian en los reglamentos (imposibles de cumplir por suponer trabajar todo el día “protegido” por máscaras, vestidos y protocolos…) y en el poder judicial corrompido por los mismos fondos de inversión que son dueños de las empresas productoras de tóxicos. Incluso aquí, los sindicatos tienen la mismísima posición que las empresas productoras de tóxicos, no solo no protegen operarios de la intoxicación generalizada, sino que culpan a los agricultores y a los errores de manipulación de los químicos por las gravísimas enfermedades y muertes de los intoxicados. Esta inhumanidad de los sindicatos los sitúa abiertamente contra los intereses de todos los trabajadores del campo, que desde hace décadas denuncia la destrucción de la vida que provoca los partidarios de los agrotóxicos. Cuando además, los sindicatos de agricultores llaman a suspender la lucha (dados sus acuerdos con el Gobierno mundial) son denunciados en las manifestaciones, no solo por acuerdos genocidas con el PLAN de destrucción del sector, sino por estar, desde siempre del lado de la industria de los agrotóxicos que busca destruir toda la producción agropecuaria natural y orgánica.

Con ello, la sectorialización y división de toda la protesta contra el Gobierno mundial recibió otro golpe brutal. La generalización de la protesta sigue su curso y, desde entonces, ya no quedan dudas que las protestas de los “tractores” son las protestas por el hambre, son las protestas de los camioneros…, del proletariado agrícola y urbano, de los humanos de todos los continentes.

La radicalización del movimiento de los tractores en febrero/abril tirando mierda y otros “símbolos” contra las intendencias y parlamentos, ocupando más pueblos, rotondas y rutas que nunca antes había hecho, permitió que muchos otros sectores hambreados y/o que habían sido encerrados plandémicamente se plegaran, en muchos casos con chalecos amarillos a las mismas que, a su vez, se vistieron cada vez más con “chalecos amarillos” mostrando la unidad de TODAS LAS PROTESTAS. Se retomaba así, el sueño abortado antes (con la plandemia) de LA CHALEQUIZACIÓN DEL MUNDO a la que habían llamado los Chalecos Amarillos (más o menos coordinados), en 2018/19. Otra vez….las consignas de los manifestantes se hacen más claras y revolucionarias, contra el Gobierno Mundial y sus planes genocidas.

Los “tractores” (o mejor dicho los hombres y mujeres qué) usan chalecos amarillos, afirmando la NO separación y la lucha por la paralización de la circulación de mercancías, como expresión de la unidad en el combate del proletariado, como amenaza contra los banqueros que están destruyendo la alimentación en el mundo, como reafirmación de la lucha contra los aumentos de los precios agrícolas y la imposición sistemática del combustible para paralizar la vida humana…, como afirmación de lo que se necesita para vivir…, contra la Nueva Normalidad impuesta por la dictadura mundial. Incluso en países en donde los chalecos amarillos habían sido sumamente minoritarios (y cuasi inexistente en las grandes ciudades), como en España las protestas de los tractores se “visten” de Chalecos Amarillos… En México o en India adonde durante las últimas décadas se han multiplicado las enfermedades, las invalideces y suicidios como resultado de la agricultura tóxica… las luchas, de quienes producen alimentos se unifican con las protestas contra todo tipo de confinamiento, contra el hambre y la miseria provocadas por el “nuevo orden mundial”.

Mucho más claramente que en el pasado, las protestas en todas partes asumen la declaración de guerra contra la humanidad del Foro Económico Mundial, la OMS, la ONU y ya no reclaman migajas para subsistir, sino que gritan contra el Gobierno mundial de los banqueros.

A partir de ahora, a las fuerzas represivas, les será mucho más difícil encerrar la protesta en las categorías sectoriales construidas por partidos y sindicatos al servicio del poder. Ya no tiene ningún sentido, para ninguna categoría humana (o clasificación general), el no participar en la lucha de otra categoría. Porque la generalización PLANDÉMICA encerró a todos para liquidar la vida, porque el Gobierno mundial, en el ejercicio de la dictadura del valor contra los valores de uso humano, sigue matando gente con los protocolos de salud (encierro, distanciamiento, inoculaciones…), del “desarrollo sustentable” (tasación del transporte y el combustible, lockout, límites a la producción agrícola y de servicios..), la domesticación y el disciplinamiento ciudadano (militarización, digitalización de los seres humanos, grafenación de la población, moneda digital obligatoria de los bancos centrales, inteligencia artificial….)… Todo el ataque contra el ser humano converge en la tenebrosa realidad: cada vez habrá más hambre y más genocidio.

 El plandemismo, junto con el resto del PLAN sigue atacando a TODA LA HUMANIDAD Y a LA TOTALIDAD DE LA VIDA DE CADA SER DEL PLANETA.

La guerra contra la humanidad, solo se puede parar con la revolución social mundial.

ICG/GCI

Enero/abril 2024

En realidad, esa política económica, contenía una declaración de guerra estratégica larga y prolongada

+ Del dinero (del capital dinero mundial), contra la humanidad

+ Del gobierno mundial contra lo regional y local

+ De lo “financiero contra lo real”

+ De lo religioso/dinerario frente a lo humano

+ Del dogma ideológico frente a la vida real

+ Del reglamento frente a lo que necesita la vida

+ De lo tóxico contra lo nutriente

+ De la tasa de ganancia oprimiendo, más despóticamente que nunca, a las necesidades humanas

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[4] La declaración de Macron “Nosotros estamos en guerra” de marzo 2020, no fue ninguna novedad para los proletarios en lucha y los chalecos amarillos. En efecto, la aristocracia financiera ya había declarado la guerra a toda la protesta social mucho antes en todo el mundo, aumentando todas las formas de terrorismo de estado, especialmente durante 2019, de acuerdo al PLAN antiinsurreccional de las fuerzas militares internacionales, que Macron representa. Lo nuevo es hacer extensiva la guerra contra toda la población: “reduciendo al máximo los desplazamientos y los contactos”, “prohibiendo toda reunión exterior o encuentro familiar o amigable…”, no se permitirá tampoco “pasearse, encontrarse con sus amigos en el parque en la calle…” La militarización social que el macronismo impone, comprende desde el pique cerrar escuelas, bares, restaurantes, lugares de reunión, parques y solo autorizar “idas al trabajo” cuando ese cuando ese trabajo no pueda ser realizado a distancia. El terror ideológico al falso virus y la falsa pandemia que paralizan a la población, son pretextos absurdos frente a la resistencia proletaria consciente, pero causan estragos en la mayoría de la gente que, se somete al confinamiento y liquidación de la vida social que esa guerra implica, lo que le permitirá a Macron y los milicos del mundo un gran triunfo en esa batalla.

[5] Ver al respecto la documentación sobre el Club Bilderberg, que se encarga de planificar tanto dichas guerras, como las plandemias, en los importantes libros publicados por la investigadora Cristina Martin Jiménez.


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