El 9 de enero terminó el cese al fuego pactado entre el gobierno colombiano y la insurgencia del ELN. El Ejército estatal respondió rápidamente con operativos a gran escala, seguramente preparados y planeados mucho tiempo atrás y el ELN también puso su granito de arena con acciones armadas en varias partes del país. El atentado en Barranquilla, que cobró la vida de cinco agentes de policía, fue el más grave de sus acciones y la que animó a la derecha a exigir el fin del proceso de paz con este grupo. La “izquierda” no quedó muy atrás en sus declaraciones.
Gearóid Ó Loingsigh / en El Salmón 31/1/18
Desde el principio varios oenegeros, académicos y demás no dudaron en echar la culpa al ELN, entre ellos Víctor de Currea-Lugo.
Este personaje ha logrado perfilarse como el elenólogo principal del país.
Nunca faltan sus entrevistas ni fotos de él sonriente entre comandantes del ELN, como Gabino y Antonio García.
No sabemos cuáles son los dulces arrullos que susurra en los oídos de los elenos, pero sus declaraciones públicas son contundentes, duras y estridentes. No por primera vez, los ataca, y además sin razón.
En un artículo publicado el día después del fin del cese, alega, como hace con frecuencia, una falta de unidad en el ELN y que la cola de los más violentos o bravos como dice, menea el perro y además les acusa de estúpidos e ingenuos y pregunta:
“Pero ¿de verdad el ELN esperaba un cese al fuego perfecto? ¿De verdad el ELN pensó que el gobierno y sus Fuerzas Armadas lo cumplirían al 100% cuando ellos tampoco lo hicieron? Parece que el resquebrajamiento del consenso interno en torno a la paz, más el afán de garantizar la unidad de la organización a cualquier precio, se impuso.
El ELN sabe de los graves problemas de incumplimiento del gobierno en el caso de las FARC, pero no es eso lo que le amilana, eso hace parte del inventario. Lo que les pesa como un ancla es la unidad interna que quieren salvar a toda costa y, como dice el refrán, los ejércitos avanzan al paso del más lento.”(1)
Es decir, qué idiotas, piensan que el cese del fuego aplicaría al Estado y además quieren que se rindan tal como hicieron las FARC.
No hay duda, hay un amplio sector de la “izquierda” que quiere que ELN se entregue cuanto antes, tal como hicieron las FARC.
El año pasado las FARC viajaron a Quito para convencer a los elenos de las bondades de su proceso, mientras caían dirigentes sociales y militantes desmovilizados de las FARC.
Ahora, después del atentado de Barranquilla, se sumaron más voces al clamor contra el fin del cese del fuego y hay que decirlo contra el ELN como único o principal responsable del mismo. La ONG, Asociación Minga pidió un cese unilateral de parte del ELN, como hicieron varios personajes como Alejo Vargas.
Claro, podemos ignorar lo de Alejo Vargas, pues después de muchos años pavoneándose, cuando le convenía, entre sectores de la “izquierda” el año pasado recibió una condecoración del Ejército estatal, con desfile militar incluido en la ceremonia. Las críticas de Vargas son las críticas del Ejército que le condecoró y el Estado a que promete ser fiel.
Todos piden un cese unilateral del ELN. ¿Así cuándo el Ejército, a quien no piden ningún cese, ataca al ELN qué tienen qué hacer? ¿Rendirse? ¿Huir? ¿Morir?
Las declaraciones de las ONG y de estos personajes no son sorprendentes.
El ELN en todos sus acercamientos con el gobierno, como fue la Casa de Paz en Medellín, se ha rodeado de ONG y personajes públicos que sólo quieren que los elenos se entreguen a cualquier precio y cuanto antes.
Lo sorprendente no son las declaraciones favorables a la postura del Estado, sino que el ELN sigue creyendo en las bondades de una mano de organizaciones y personas que no les interesa confrontar al Estado colombiano ni la Unión Europea, principales benefactores de estas, sino que quieren que se haga lo que digan esos estados.
El cese al fuego, terminó, no sólo por incumplimiento del Estado, sino porque el Estado no mostró ninguna voluntad en hacerle ajustes.
En diciembre 2017, el ELN anunció que se retiraba del mecanismo de monitoreo del cese.
Era una clara señal que no habría una renovación automática del cese, pero los que hoy en día exigen un cese unilateral al ELN, no dijeron nada. El ELN no rompió el cese el 9 de enero, sino terminó, tal como estaba pactado.
En días recientes, los paramilitares mataron a un dirigente del paro cívico de Buenaventura, mataron a dos dirigentes del Sur de Bolívar y tres en Sucre, entre otros. Claro para de Currea-Lugo y otros, esos asesinatos no son actos violentos del Estado, pues ya han aceptado el discurso contra el cual las organizaciones de derechos humanos pelearon, que los paramilitares no son del Estado.
Cuando el Estado atacó al ELN capturando a varios guerrilleros y matando a otros, no exigían un cese unilateral al Estado, para ellos el actuar del Estado es legítimo.
En estos días las fuerzas militares del Estado bombardearon a un resguardo indígena y también será culpa del ELN.
Este episodio nos demuestra claramente que las ONG que más salen en los medios hablando de paz, les sobra la N, no son organizaciones NO gubernamentales y el ELN haría bien en tomar nota, pues tampoco representan ese pueblo con quien el ELN quiere dialogar.
Para colmo Currea-Lugo envía por Twitter la siguiente perla:
“Apostamos por años a la paz. Después de la suspensión de la Mesa de Quito y la continua violación a los derechos de los activistas por la paz, he tomado la decisión de ausentarme del país por un tiempo y retirarme de las actividades públicas. Necesito tomar nuevos aires.”
Tiene derecho a hacer con su vida lo que quiere, hay muchos colombianos que quisieran salir del país con la misma facilidad que él y tomar nuevos aires, pero no pueden, las políticas estatales tienen consecuencias reales en sus vidas, y no gozan del lujo de tomar nuevos aires, de un día para el otro.
Notas:
(1) Víctor de Currea-Lugo, Semana (10/01/2018), Sobre el error del ELN de finalizar el cese al fuego.