Por Miguel Arregui Febrero 3, 2018 El Observador
La revuelta de los productores rurales es, al mismo tiempo, una advertencia sobre ciertas disonancias de la economía y un ataque político frontal al gobierno
Los rebeldes –que parecen haber surgido de la nada tras una convocatoria horizontal, como en la primavera árabe– denuncian una situación muy real de asfixia por precios estancados o en declive y costos crecientes, aunque tamberos y agricultores lo sufran más que los ganaderos. También expresan una reacción, a veces primaria, a veces más elaborada, contra los "vagos" y los "chorros", los políticos, los funcionarios públicos, los prejuicios citadinos y el centralismo montevideano. Denuncian corrupción, real o imaginada, tráfico de influencias y acomodos en las intendencias y en el Estado central, que en los pueblos y las ciudades del interior tienen nombre y apellido.
Han hecho que ya no se discuta tanto sobre el sexo de los ángeles, como tiende a hacer una clase política cuya eficacia y representatividad está siendo enjuiciada, como en otras partes del mundo, sino sobre producción, rentabilidad, costos internos, tipo de cambio, déficit fiscal y deuda pública.
Los grupos de WhatsApp no representan fielmente al conjunto de productores sino solo a los más radicales o expresivos. Pero escudados en ellos, los más extremistas por izquierda y derecha libran una guerrilla de caricaturas. Hay mucho loquito on line.
Uruguay no es el país de las maravillas, como cuentan algunos voceros oficialistas: alcanza con salir a dar una mirada; pero no está nada mal en el contexto latinoamericano. En todo caso sufre la parálisis del conformismo, y tiene un gobierno dividido, que gasta más de lo que puede y que retrasa un ajuste mayor hasta después de las elecciones
Y los productores rurales que protestan no son la oligarquía, ni siquiera los grandes propietarios. Los mayores tenedores de tierras en Uruguay son compañías forestales, grupos multinacionales y sociedades anónimas
A la vez, varias de esas empresas pertenecen a una multitud de accionistas, grandes y pequeños, distribuidos por el mundo, desde Argentina a Singapur, pasando por Suecia, Finlandia, Estados Unidos o el propio Uruguay. Los grandes propietarios de tierras no hacen vigilias al costado de las rutas: se sientan a la mesa del gobierno y obtienen trato personal, como ocurrió con UPM hace muy poco. Los ricos en serio de Uruguay deben buscarse en el comercio y en la intermediación, aunque también compren tierras para diversificar sus carteras.
Después de algunos errores iníciales, mezcla de soberbia e ignorancia, el gobierno y los dirigentes partidarios han cambiado de actitud y eligieron la paciencia o el anticipo. No buscan por ahora polarizar la sociedad, como ha hecho tanto caudillejo en América Latina, porque entonces la vida se torna muy difícil y porque, a la larga, es un camino de destrucción y derrota.
Los productores rurales son pocos, apenas unas decenas de miles, pero están en la base de la economía nacional y expresan el difuso fastidio de una porción mucho más amplia de la sociedad. Tienen notas en común con la ola de descontento que barre el mundo, desde los "indignados" españoles por izquierda hasta la nueva derecha furibunda europea y norteamericana. La rapidez que han cobrado los fenómenos socioeconómicos provoca enormes ansiedades. Pero, sobre todo, sienten los problemas en sus bolsillos.
Expresan distintas corrientes ideológicas: desde el liberalismo moderno al nacionalismo conservador, pasando por un tradicionalismo folclórico y propuestas autoritarias de derecha ultramontana. Benito Nardone se movería feliz entre algunos de ellos.
En un sentido cultural, no tanto político-partidario, son mayoritariamente blancos, más que del Partido Nacional: un poco anárquicos e igualitarios, desconfiados del Estado y del poder. Son cada vez menos y temen perder su heredad. El Frente Amplio, en buena medida un sustituto histórico del batllismo, dueño de la burocracia y de la caja pública, es una de sus bestias negras
El gobierno pretende domesticarlos, sentándolos a una mesa. Ellos creen que así los enredan y los duermen. Tal vez insistan en sus demandas con actos más tajantes, como cortes de rutas y desabastecimiento. Tendrán discusiones y divisiones abiertas, sin tapujos, y luego cansancio y remisión. Pero sienten orgullo por lo que representan y por lo que han hecho, y son vagamente conscientes de sus posibilidades. Es muy probable que, si su situación económica no mejora, reaparezcan empecinados, con altibajos, aquí y allá, y más aún en tiempo electoral.
03/02/2018 / HVA en La Juventud
Los que venimos participando desde la primera reunión en Paysandú vemos como esto viene creciendo en organización y el entusiasmo no ha decaído, dijo uno de los delegados por el Departamento de San José , Daniel Campanella.
Campanella informó que en la jornada desarrollada este sábado en las instalaciones de la Sociedad Rural de Durazno, en Santa Bernardina, participaron 147 delegados . En la tarde se trabajo en talleres, en los que se plantearon varias medidas e iniciativas de futuras movilizaciones de alcance nacional y regional.
El productor de la zona de Libertad señaló que se amplió la base social de quienes integran “Un solo Uruguay” y al respecto dijo que en la jornada de hoy participaron cañeros de Bella Unión, trabajadores del Mercado Modelo , representantes de varios centros comerciales y de gremiales de transportistas.
Una amplísima mayoría de los participantes respaldó lo actuado por los integrantes de la Mesa, luego de que se hiciera una evaluación de lo acontecido hasta el momento.
Se aprobó la ampliación de la es Mesa, que pasaría a estar integrada por un delegado y suplente de cada Departamento. Entre las resoluciones de la reunión de esta tarde se aprobó, si es que surge la invitación, en mesas de trabajo señalando que esto debería comenzar antes del feriado de carnaval.
Consultado sobre los reclamos planteados al gobierno, Campanella señaló que los diez puntos de la plataforma leída el 23 de enero sigue siendo el centro de la propuesta.
Los delegados ya manejan numerosas medidas de movilización que se irán afinado para ser tratadas en la instancia ampliada de “Un solo Uruguay”
1 Feb. 2018| Por: Hemisferio Izquierdo
Hemisferio Izquierdo (HI): La historia del Uruguay desde comienzos del siglo XX muestra varios ejemplos de reacción conservadora por parte del "ruralismo". No obstante, hacia la década de 1940 hubo un cambio de estrategia por parte de estos sectores y el surgimiento de lo que podríamos llamar "el ruralismo de Domingo Bordaberry y Benito Nardone"
¿Cómo definiría a este movimiento? ¿Qué tuvo de "novedad" respecto al ruralismo de las décadas anteriores?
Raúl Jacob (RJ): Este movimiento comenzó a gestarse a fines de los años treinta, cuando el Dr. Domingo Bordaberry, uno de los fundadores de la Federación Rural, reclutó a Benito Nardone, un enigmático ex periodista policial.
Se aproximaba el fin del ciclo iniciado con la dictadura de Gabriel Terra, que los hombres de la Federación habían apoyado pero de la que estaban desencantados
La situación social del medio rural era problemática, los grandes estancieros estaban desprestigiados y se temía que esa realidad fuese explotada por la izquierda y aprovechada para sindicalizar a los asalariados. Atemorizaba la posibilidad de que regresasen los políticos opositores, en particular los batllistas, a los que los terratenientes estaban históricamente enfrentados por sus ideas agrarias, estatistas, intervencionistas e industrialistas. Ante este panorama la intención era revigorizar el gremio, forjar una herramienta que incidiese en el diseño de las políticas públicas, políticas que sentían hostiles a la ganadería y a los ganaderos
Querían que, al igual que los sindicatos obreros, la Federación Rural ejerciese presión y obtuviese mayores resultados. Pensaban que su gravitación no era todo lo efectiva que debía y podía ser.
Para movilizar al agro necesitaban unirlo, para unir debían convencer. Pero la concientización requería contar con medios de comunicación. Es así que en 1940, con el apoyo de Bordaberry, nace Diario Rural y tiempo después Radio Rural. Fue la radio la que permitió llegar a la dispersa población rural. Nardone, con el seudónimo de “Chicotazo”, empleando un lenguaje campero, comenzó a ganar ascendiente con sus dos audiciones diarias, en las que abordó los problemas del agro, particularmente los económicos, y en los que difundió las cotizaciones de sus productos.
La Federación Rural, que había impulsado una política agresiva de creación de agrupaciones afines, no escapó a sus cuestionamientos, y es así que comenzó la lucha por democratizarla, en vista de que la clase media rural no tenía poder de decisión en ella. Este enfrentamiento terminó en 1951 con el alejamiento de Bordaberry, Nardone y otros dirigentes y la fundación de un nuevo movimiento gremial de alcance nacional.
Este ruralismo, que se definió como centrista, fue de derecha, combatiendo al comunismo, denominación en la que englobó a cualquier idea de izquierda y también al sector de Luis Batlle Berres, practicando un macartismo sin concesiones.
Asimismo denunció el conservadurismo, la ceguera y los privilegios de una minoría de terratenientes, banqueros y barraqueros especuladores. Su concepción fue la de agrupar a todas las clases, predicando la conciliación social.
Realizó una dura crítica a los políticos, a la demagogia, a la politiquería, y también al sistema parlamentario clásico. Propuso una reforma constitucional presidencialista, con un ejecutivo que manejase los resortes de la política económica. Para impulsarla se alió con los sectores colorados y blancos más conservadores que habían apoyado el golpe de Estado de Terra. Fue crítico de algunos aspectos de la dependencia económica y apoyó la integración latinoamericana. Para fundamentar sus postulados se basó en el revisionismo histórico, el artiguismo, el cristianismo antiutilitario, el corporativismo. Contó con un centro de estudios que lo asesoró, y al que adhirieron destacados intelectuales (Carlos Real de Azúa, Alberto Methol Ferré, Washington Reyes Abadie, José Claudio Williman (h), entre otros)
Ellos, sensibilizados ante el estancamiento productivo y la crisis que ya había asomado, vieron en el Movimiento Popular Ruralista y en su Liga Federal, la posibilidad de torcer el rumbo de Uruguay.
Nardone logró crear un movimiento gremial, social y político que nucleó a pequeños y medianos empresarios, a propietarios y arrendatarios, a los que concientizó y movilizó para acceder al poder e impulsar un programa que buscaba profundos cambios económicos. Fue endiosado por sus seguidores que, venciendo el individualismo, se agruparon en organizaciones locales y respondieron fielmente a sus convocatorias. Utilizó la mística del artiguismo para superar el bipartidismo. Su bandera, que es hoy la de la Federación Rural, era un campo verde cruzado por una franja blanca y colorada rematada con un sol. Los colores representaban al campo y a los dos partidos tradicionales. Convocó a la mujer a incorporarse a lo que denominó “despertar de la campaña” y resucitó la experiencia de los cabildos abiertos coloniales para discutir sus propuestas, invitando a participar a todos los habitantes del medio rural, sin distinciones.
En 1958, año electoral, Benito Nardone habría sido alistado por la CIA. Falleció en 1964. En la década del setenta fue reverenciado por algunos semanarios ultraderechistas (Azul y Blanco, Nuevo Amanecer).
HI: El contexto en el que este movimiento se gestó es el del Uruguay de la posguerra y del avance del estatismo batllista reflejado sobre todo en su política de promoción de la industrialización mediante el control de cambios. ¿Cuál era la situación del sector agropecuario en esas décadas? ¿Cuál fue la plataforma de reclamos del movimiento ruralista?
RJ: La ganadería uruguaya se encontraba estancada y existían dificultades para cumplir con las exportaciones de carne vacuna sin afectar el abasto a la población. El principal rubro de exportación había pasado a ser la lana. El Estado había estimulado el desarrollo de la agricultura subsidiándola mediante la fijación de un precio de referencia y la rebaja del combustible. Los cultivos se extendieron en las mejores tierras del país, las de los departamentos de Soriano, Río Negro y parte de Paysandú, restando espacio a la ganadería.
Los ruralistas arremetieron contra el estatismo, el intervencionismo, los subsidios y el sistema de cambios múltiples, entablando lo que llamaron “la batalla de la moneda”. Se encontraba vigente un sistema de diferencias cambiarias, que compraba los dólares de las exportaciones de lana a un precio más bajo, para así poder conceder divisas baratas a la industria. Sintieron que se les disminuía sus ingresos para subsidiar las importaciones que requería la actividad manufacturera. La consecuencia fue que el ruralismo enfrentó al modelo industrial sustitutivo de importaciones.
Su propuesta fue radical: desmantelar el Estado batllista y encarar un nuevo proyecto de país. Fue partidario de liberalizar la economía, aboliendo los cambios múltiples e implantando un modelo de economía social de mercado que reconociese a la iniciativa privada. Su esquema productivo se centraba en la ganadería, que era la que aportaba los principales productos exportables. Abogaba por la eliminación de los impuestos al agro y por la concesión de créditos de fomento a la producción. Enjuició al latifundio, a aquellos que adquirían tierras como inversión, y ante los diversos modelos de reformas agrarias se pronunció por las propietaristas
Apoyaba la industrialización que no requería auxilio del Estado, a la industria que consumía materias primas producidas en el país. Respaldaba la nacionalización de la industria frigorífica. Entendía que los asalariados debían participar de las ganancias de las empresas. Sostenía la necesidad de difundir el cooperativismo, en particular el que involucraba a la intermediación de la producción agraria, cuyo precio sería fijado por Juntas sectoriales, (de Carne, de Lana, etc.). Las empresas estatales debían semiprivatizarse, transformarse en mixtas, permitiendo el acceso del capital particular. En ocasiones, algunas de las medidas patrocinadas fueron contradictorias o confusas
HI: La prédica de Nardone deja entrever una evidente apelación policlasista, que negaba las diferencias de clase en la campaña y aspiraba a una unidad de intereses del campo frente a la ciudad (a la que definían como una auténtica "bomba de succión")
No obstante, si repasamos sus plataformas en el plano social y laboral, les atemorizaban los proyectos de reforma agraria, la extensión de los consejos de salarios a los trabajadores rurales y particularmente su sindicalización. En este sentido, ¿a quiénes representaba realmente este ruralismo? ¿Quiénes eran esas "masas rurales" que día a día vibraban con los discursos de Nardone desde Radio Rural?
RJ: Nardone era un furibundo anticomunista y el ruralismo fue ganando por el clima de la guerra fría. Sentía pánico de que conflictos sociales en el medio rural, como los que habían acontecido en Argentina unas décadas antes, se replicasen en Uruguay. Sus presuntas simpatías juveniles por el anarquismo y su pasaje por el órgano de prensa batllista El Día le habían mostrado el valor de la sindicalización urbana. De esa experiencia sacó sus conclusiones y también ideas que intentó llevar a la práctica. Fue consciente de las contradicciones en la relación entre propietarios y arrendatarios, en la que los últimos eran frecuentemente desalojados, creando una situación que podía ser aprovechada por la izquierda. Y el día, expresó, que cada sector del campo se organizase por separado, se generaría una lucha inconveniente, en la que no quedaría en pie ni el derecho al trabajo ni el derecho a la propiedad. Esa fue en grandes trazos la fundamentación de su discurso dirigido a la gran “familia rural”, a todos los sectores, a propietarios y arrendatarios, a grandes, medianos y chicos. Su ambición era agremiarlos y conducirlos. Para concientizar sobre la expoliación a que eran sometidos por los intermediarios no eludió utilizar un esquema clasista: en el campo existían “botudos” que trabajaban y existían “galerudos” que se aprovechaban de ellos. Pero evitó atizar el fuego en la relación entre patrones y peones, incluso se opuso a la extensión del régimen de consejo de salarios a los trabajadores rurales
Esa prédica caló hondo en los sectores medios del agro, tradicionalmente orientados a la agricultura y a la explotación ovina. También en los agricultores familiares. Su exhortación a redistribuir el ingreso en favor de todos los productores incluyó a los grandes empresarios rurales, y fue apoyada por importantes ganaderos, como Domingo Bordaberry y Juan José Gari, dirigentes históricos de este movimiento. Poco es lo que se sabe de su impacto entre los asalariados rurales
HI: En las elecciones nacionales de 1958, una alianza herrero-ruralista logró la victoria estableciendo "el primer colegiado blanco" que gobernó entre 1959 y 1963, con Nardone como uno de los integrantes del Consejo Nacional de Gobierno. De esta manera, el movimiento ruralista traspasó el carácter gremial y se insertó de lleno en la vida política del país. ¿Cómo se operó esta transición? ¿Cuáles fueron las circunstancias políticas del país que lo "permitieron"?
RJ: Para que se diera esta transición se transitó un largo camino en el que se abandonó la idea de crear un Partido Ruralista. El mismo estuvo marcado por mojones que señalaban o que correspondían a las diferentes etapas de la evolución del movimiento. No hay que olvidar que la premisa era “primero el gremio, después el partido”
En 1946, una asamblea de la Federación Rural decidió convocar a que en las elecciones de ese año el agro no prestigiase o votase a los candidatos que legislaban contra el campo o agraviaban a los empresarios rurales. Fue una actitud extrema, de resultados inciertos, de boicot a ciertos políticos y algunos partidos o sectores.
En 1950 Nardone, todavía en la Federación Rural pero ya distanciado de su dirigencia, dejó en libertad de acción a sus seguidores. Lo que puede percibirse como indiferencia fue un claro alejamiento de la línea dura anterior, apostando a ganar tiempo, el necesario para fortalecerse.
En 1954, constituida ya la Liga Federal de Acción Ruralista, instó a sus adeptos de filiación colorada a que votasen a Luis Batlle Berres, y a los nacionalistas que lo hiciesen por el Dr. Luis Alberto de Herrera. Hubo en esta decisión un mayor grado de involucramiento con el sistema de partidos y sobre todo hubo cálculo, ya que en política los favores se cobran y se pagan
La elección de 1958 fue una elección distinta para el ruralismo. Debió admitir que aislado nunca llegaría al gobierno, a lo sumo, si creaba un partido, este sería minoritario, sin grandes chances de incidir en la vida del país. Buscó una alianza con otros agrupamientos políticos, finalmente la concretó con la fracción herrerista del Partido Nacional, con la que existían múltiples coincidencias y con la que sumó fuerzas para impulsar una reforma constitucional que, entre otras cosas, proponía sustituir al poder ejecutivo colegiado vigente desde la reforma constitucional de 1952, por un ejecutivo unipersonal, desempeñado por un Presidente de la República. Tuvo la habilidad de no marcar los votos, con lo que logró jugar un papel decisivo en la victoria del Partido Nacional pero sin revelar su fuerza electoral. Esta jugada a la postre le fue desventajosa, ya que el ruralismo no consiguió para sus cuadros todos los cargos que solicitó, debiendo contemporizar con los apetitos de los distintos sectores blancos que, como consecuencia de la ley de lemas vigente, también habían contribuido a la derrota colorada
Al asumir la nueva administración el ruralismo integró el Consejo Nacional de Gobierno – que Nardone llegó a presidir en 1960- y contó con parlamentarios y numerosos Jefes de Policía en el interior del país. También obtuvo algunos cargos en el Estado, aunque no pudo colocar a ninguno de sus hombres en el Ministerio de Ganadería y Agricultura ni en el sillón de la presidencia del Instituto Nacional de Colonización. Debió recordar que la política es el arte de acordar y que para negociar había que conceder. Debió admitir que llegar al gobierno no era acceder al poder y por lo tanto tuvo que explicarle a sus seguidores el alcance de algunas medidas, distantes de las del sector. Y así fue quedando atrapado entre las marañas del Estado y el aparato político del Herrerismo. Como suele suceder con los movimientos cuya vida gira en torno al carisma de un caudillo, la muerte de Nardone sucedida en 1964, afectó profundamente al ruralismo que comenzó a desmovilizarse, mientras veía como algunos de sus dirigentes eran fagocitados por la partidocracia o se alejaban de la política
HI: El surgimiento en las últimas semanas de un movimiento de productores rurales autoconvocados, sus consignas ("un solo Uruguay”) y su plataforma de reclamos (baja de impuestos, tarifas y salarios, suba del dólar, bajar el costo del Estado) han llevado a un sector importante de la opinión pública a buscar reminiscencias históricas que permitan explicarlo y hasta pronosticar sus posibles efectos en la vida política del país. ¿Es posible trazar líneas de contacto entre este nuevo ruralismo y el de mediados de siglo? ¿Qué cosas comparten y en cuáles se diferencian?
RJ: Las consideraciones que puedo efectuar tienen un límite: el 23 de enero, día del acto y proclama de Durazno. Nadie puede aventurar que sucederá después de ese evento.
Obviamente el momento histórico es distinto, con un gobierno de izquierda que ha incrementado las compras de tierras para el Instituto Nacional de Colonización pero no ha amenazado con una reforma agraria; en que los principales latifundistas son empresas forestadoras extranjeras; en que se ha producido una revolución tecnológica en la agricultura y en que hay capitales ganaderos que han emigrado al Paraguay
Sin duda hay algunas similitudes, aunque es bueno recordar que “semejante” no es sinónimo de “igual”. Ambos movimientos han sabido utilizar la moderna tecnología (radio, redes sociales) para movilizar a individuos y familias dispersas en el amplio mundo rural. Las reivindicaciones de carácter económico son muy similares e intentan presionar al poder político (rebaja de impuestos, devaluación de la moneda, achicamiento del Estado, costo de la legislación social, mejor inserción internacional, etc.). Coinciden en una fuerte crítica a los políticos. Hay un sentimiento común de no sentirse comprendidos ni valorados como productores de los principales rubros exportables, de ser juzgados en base a prejuicios por quienes ignoran todo lo referido al agro. Se sienten agobiados por el centralismo montevideano. Comparten el rechazo a considerar en su discurso las diferencias existentes en el campo (la “familia rural” es una, sin fisuras).
También hay grandes diferencias. Los “autoconvocados” surgieron espontáneamente, como respuesta a una decisión del Presidente de la República que no los satisfizo. En cambio el ruralismo de Nardone tuvo siempre una organización que lo amparó y le permitió cumplir sus cometidos con el objetivo último de alcanzar el poder. Además de ser conducido por un líder carismático contó con sus propios medios de comunicación. Mientras el actual movimiento tiene un amplio respaldo de las principales gremiales empresariales (cámaras de Comercio e Industrias, ANDEBU, etc.), Nardone enfrentó a la Federación Rural y a la Cámara Mercantil de Productos del País. Comenzó su accionar en la Federación Rural, mientras que los “autoconvocados” surgieron por fuera de las gremiales del agro, logrando de inmediato conseguir el apoyo de algunos núcleos en centros urbanos del interior del país, algo que en sus inicios no consiguió el ruralismo de Nardone. Mientras éste cuestionó el régimen parlamentario existente, los “autoconvocados” no objetan la democracia vigente (aunque sus reproches al sistema político y a sus integrantes, deslizados al barrer, siempre pueden erosionarla). Hay otro aspecto en el que difieren: Nardone no eludió referirse a la situación de los arrendatarios.
Estas son algunas similitudes y diferencias, por ahora las más notorias.
* Raúl Jacob es egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo. Entre 1979 y 1993 fue investigador y socio del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay (CIEDUR). Participó en 1991 de la creación del Programa de Investigación en Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (UDELAR), ejerciendo desde esa fecha y durante dos décadas el cargo de Profesor Titular. Actualmente integra el Sistema Nacional de Investigadores. Muchos de sus trabajos se encuentran disponibles en: http://www.rauljacob.com/
Rodrigo Alonso *Economista. Integrante del comité editorial de hemisferioizquierdo.uy
Brecha 26 de enero de 2018
La movilización del entramado de capitales agrarios detrás de liberar las trabas que están afectando su rentabilidad, junto al apoyo que esto ha suscitado en el arco de derechas (social y política) a nivel nacional, ha instalado un nuevo escenario en la política nacional. El capital acaricia su propio movimiento de indignados y vuelve a cobrar fuerza el viejo mito liberal que opone al individuo-productor libre versus el Estado-gobierno.
Lo que parecía una protesta localizada de pequeños propietarios, acaba en un movimiento que empieza a vehiculizar la agenda del capital en general. Pequeños y medianos capitales agrupados junto a los grandes en la agenda de la Confederación Empresarial debería disparar preguntas sobre el problema de la hegemonía, la disputa de poder y las alianzas, pero por lo pronto, en lo inmediato brinda una oportunidad única para la derecha: la confluencia de poder económico, político y mediático, con gente. ¿Está en marcha un “15 M” de derechas?
Que acá hay un movimiento hacia 2019, orientado a restituir la unidad sin fisuras entre el Uruguay oligárquico y el Estado es una constatación evidente, pero a la vez superficial. Como ya fue señalado, lo que está en juego es por dónde se sale al cruce de caminos que se instala a medida que se procesa el agotamiento del modelo de gestión progresista del capitalismo uruguayo.
El entramado de capitales agrarios no puede resolver sus problemas de rentabilidad sin avanzar sobre el gasto del Estado y el precio de la fuerza de trabajo. Una devaluación, como proponen, que devuelva los márgenes de rentabilidad, haga viable a los capitales exportadores más ineficientes y vuelva a levantar el precio de la tierra y los arrendamientos, para que sea efectiva y no provoque un espiral inflación-devaluación-inflación que vuelva a subir el tipo de cambio real, precisa necesariamente de la caída en términos reales del salario y el gasto estatal, desde allí sale el fondo que recompone su rentabilidad. Ellos lo saben, y con su movimiento quizá nos lo estén empezando a aclarar a nosotros también.
Todo indica que la estrategia del gobierno pasa por quebrar la unidad de los capitales agrarios negociando por sectores, de modo que las compensaciones necesarias a ofrecer para desarticular el foco de tensión sean menos costosas y no le impliquen desarmar el conjunto de finos equilibrios en los que se mueve a nivel de la sociedad en general, en particular en un año de negociación salarial. La suerte de esta estrategia es incierta y está atada a la profundidad de la contradicción acumulada y las posibilidades de seguir comprando tiempo con deuda.
El problema es que no es posible únicamente evitar que este movimiento cobre fuerza y prospere su programa, es necesario construir las condiciones para desplegar una línea de fuga al embotamiento que se plantea cada vez con mayor fuerza.
Ante este pico de la puja distributiva planteado se nos presenta la necesidad de mirar hacia una masa de riqueza que la sociedad transfiere a un grupo minoritario sin contrapartida laboral, es decir, la renta de la tierra. Uno de los éxitos más duraderos de la matriz ideológica del capital es haber instalado que la redistribución del ingreso refiere a un flujo de riqueza que se traspasa desde los que tienen más a favor de los que tienen menos
Pues en realidad el capitalismo funciona, masivamente, al revés. Uno de esos mecanismos es el pago a los rentistas propietarios de tierra. El trabajo de Oyhantçabal-Sanguinetti nos muestra que esa política implícita de redistribución regresiva del ingreso anclada en la estructura de propiedad agropecuaria uruguaya, que en el año 2000 trasladaba 349 millones de dólares, en 2015 ya alcanzó los 1.658 millones de dólares, llegando a un pico de 1.939 millones de dólares en 2014. De ese valor, el conjunto de la sociedad uruguaya recibe apenas cerca de un 8 por ciento a través de impuestos.
Hoy la renta de la tierra pagada a los terratenientes está en el orden de los 1.500 millones de dólares anuales. Los destinos de esta riqueza no los podemos conocer a ciencia cierta, pero es evidente que gran parte acaba en consumo suntuario. La renta agraria no sólo es central para entender la dinámica de la economía uruguaya, también es clave en la reproducción social y política de la elite de nuestro país.
La revuelta de los capitales agrarios tuvo un efecto inesperado: comenzó a evidenciar que la apropiación y el uso privado de la renta agraria es la barrera que, si no se rebasa, puede hacer estallar el delicado conjunto de equilibrios que amalgaman un bloque social capaz de sostener un proyecto de desarrollo inclusivo.
El escenario planteado no tiene fácil solución, y si vemos más allá de la superficie, el conflicto, tarde o temprano, es inevitable. Un pacto se resquebraja cuando los intereses en convivencia ya no pueden sostenerse más que a costa del otro. Ahí estamos.
El león no es vegano, es rentívoro.
Análisis de Eduardo Blasina en El Observador Febrero 3, 2018
No hubiera imaginado sus gustos musicales. Me lo imaginaba más de Santiago Chalar. Pero resulta que la semana pasada me entero que es fan de Lennon.
Me manda la imagen de su chacra agonizante bajo el solazo del primer día de febrero. "Esta es una foto del sorgo. Una sed horrible. Está muriendo". Estoy seguro, no irá a la ruta. Nunca pregunto qué votan mis amistades salvo que sean muy íntimas.
Básicamente no me cambia en mi valoración de una persona lo que vote. Puesto a apostar supondría que ha venido votando al Frente Amplio. El sorgo se le muere, vote lo que vote. El alimento que planificó y en el que invirtió se convierte en hojas secas la próxima semana. Y presumiblemente venía en pleno ajuste de cinturón. ¿Cuánto le afectará perder sus cultivos?, me pregunto. No es lechero, no es arrocero, no es granjero. De las medidas anunciadas, nada le llegará.
Pero se le complicó para alimentar a sus ganados, debe ir pensando que la facturación que había planificado llegará después y el margen de 2018 será muy menor, y que bueno, eso le pasa por ser un terrateniente que trabaja al aire libre. Deberá pagar al día BPS y DGI, tal vez pida un crédito y pase a engrosar el componente deudas en el costo de los próximos años.
Rosendo también enfrenta a la sequía, pero en su caso seguramente su empresa no peligre. El campo natural baja los riesgos respecto a la agricultura. Eso sí, dejó su estrategia de ser un innovador nato, invertir permanentemente en perfeccionar su sistema de cría, recría y engorde. Avisará que ya no puede tener una estación experimental en su propio campo. Pasa a una etapa de estrategia de reducción de costos.
"Yo también acompaño", me dijo un productor de Aiguá. Que con sus 300 hectáreas el dinero cada vez rinde menos. Tiene sus ganaditos y sus ovejas, pero está cada vez más difícil. No recuerdo su nombre, no tengo idea qué ideología tiene, pero sé que no es bueno que se vaya por una mera coyuntura financiera. Cuando el dólar baja, cae lo que él puede cobrar por sus terneros y su lana. De nada le sirve que le digan que el Banco Central compra millones y millones. Si no se encuentra una vuelta, este hombre de cara curtida y años de experiencia cuidando sus animales se irá a aburrir a un barrio de San Carlos. ¿Quién vendrá atrás? ¿Un extranjero que irá una semana al año a andar a caballo? ¿Una forestal? ¿Un productor más grande de la zona que administrará unos potreros con una tapera? Me pregunto. Mientras él se aferra a su bandera uruguaya como a la esperanza para evitar el desarraigo en Durazno.
"Me voy", me dice Marcel, uno de los más destacados expertos en pasturas de Uruguay y yo quiero creer que es algún tipo de broma. Por un instante quiero aferrarme a que es una manera de decir, pero que no, no es literal. Pero parece que sí. "Luego de 11 años en el país me vuelvo a Australia. Más pensando en mis hijos que en mí. Me han generado una posición a medida de lo que vine a hacer en Uruguay. Soy uno más que se va y me llevo a los jóvenes conmigo". Y me viene a la memoria aquel lejano recuerdo de mi niñez cuando en la campaña de 1971 decían, hermano, no te vayas, ha nacido una esperanza
"Mi sobrino, luego de 70 días de internación y habiendo sido trasplantado, falleció el viernes. Era productor lechero y las deudas lo rebasaron. Se volcó al alcohol, hizo una hepatitis alcohólica", me cuenta alguien cuyo nombre mantendré en reserva. Para él, las medidas llegarán tarde.
El ánimo se ha perdido y las respuestas del gobierno parecen ser confirmatorias de que es poco lo que puede esperarse. Qué vamos a hacerle, el dólar baja en todo el mundo, el Banco Central viene comprando millones y millones, apenas para dejarlo igual.
La otra línea de respuestas logra indignar los ánimos de los más calmos. "El problema es que pagan demasiado por la renta", como si debiéramos incumplir los contratos entre privados, llamar al dueño de la tierra y decirle que no le pagaremos lo acordado. Las rentas bajan como siempre que la situación va mal, pero es un precio poco flexible, solo ajusta al vencer un contrato.
Hasta ahora las respuestas del gobierno, más allá de un conjunto de medidas, están lejos de generar esperanza. Porque mientras unos sudan en la tierra y con suerte empatan, otros de traje y corbata van a la Ciudad Vieja, compran letras de Tesorería, multiplican su riqueza a cero riesgos. Y con esas ganancias comprarán luego los campos de productores fundidos, una vez que como se propone, la renta baje bien baja.
La movilización ciudadana de este enero no puede ser tomada como un enfrentamiento. Esto no es una guerra, ni siquiera un ajedrez. No es una escaramuza preelectoral ni un entrenamiento para un futuro balotaje. Es un rompecabezas para armar rápidamente. Es un alerta para corregir rumbos. La inversión se cae, el empleo privado se cae. La recaudación sube, pero los 2.000 millones (y pico) de déficit siguen. Es una oportunidad única de que las contradicciones campo/ciudad hagan una pausa.
Hay que generar un paquete que devuelva competitividad o al menos alivie esta presión tan fuerte del dólar a la baja. No estoy muy esperanzado en que el diálogo se encause, en que movilizarse sin molestar a nadie, sin dejar una bolsa tirada, sin insultos ni consignas al grito vaya a dar resultado
Tal vez la sociedad uruguaya no está preparada para analizar veloz y profundamente los temas de competitividad. Tal vez no está preparada para pensar por fuera de las dicotomías gobierno/oposición, izquierda/derecha. Pero tal vez también surge una cultura del control ciudadano de los gastos estatales, de la evaluación periódica de las políticas sociales, de apostar a exportar cada vez más y celebrar siempre que a alguien le va bien.
Si en lugar del diálogo la lógica del enfrentamiento prevalece, seremos menos competitivos e indudablemente más pobres. Es urgente pensar la competitividad sector por sector y tomar medidas como para cruzar este trance difícil y evitar caer en los ciclos perversos del pasado. Productores y gobierno a la mesa de trabajo lo antes posible, por favor.
03/02/2018 - El País Rurales
Se equivocó el gobierno. Pretendió dividir los reclamos por sectores productivos, con medidas que además representan unas pocas monedas en el presupuesto estatal. Dio así más vigor y legitimidad a todo el movimiento del campo.
Hubo un error conceptual. El Frente Amplio ha leído esta movilización como un reclamo de tantos, parcial, coyuntural, de conveniencia para grandes terratenientes y hasta oportunista. Como casi siempre ocurre en ese páramo de ideas articuladas que es hoy la casa Líber Seregni, fue Constanza Moreira quien dio letra para interpretar esta crisis
Y también como casi siempre ocurre, su lectura inspirada en el pequeño Lenin ilustrado para adolescentes latinoamericanos fijó quiénes son los amigos y quiénes los enemigos de la izquierda. Reafirmó tras sus consignas simplistas el convencimiento del frenteamplista común, ese que, como el flaco Castro o el Pepe Guerra, cree que todo va bien y que lo de Durazno no fue más que una horda criolla de latifundistas opositores
Hubo un error sociológico. Más allá del peronista y pobre debate sobre la cantidad de gente movilizada el 23 de enero, lo cierto es que pasó algo nuevo: sin representación institucional previa y movidos por reclamos de fondo que hacen a la supervivencia de un sector fundamental de la economía, decenas de miles decidieron protestar civilizada y espontáneamente. Luego, desperdigados en unos 300 lugares del país, también fueron miles los que insistieron en su reclamo.
Creer que todo eso es la élite latifundista que secretamente se sirve de los productores pequeños para beneficio propio, o que son solo unos pocos ricachones egoístas y opositores al Frente Amplio, significa que se está realmente muy perdido entre los espesos rulos del dogma ideológico del constanzamoreirismo más primitivo. Porque la verdad es que se ha movilizado todo el mundo del campo y que además ha encontrado fuerte eco en el entramado económico de los sectores vinculados a la producción en las ciudades del Interior: pequeñas industrias, comercio, transporte, pequeños servicios profesionales, etc.
Hay un error de perspectiva. Esta movilización solo puede causar sorpresa si no se toman en cuenta las múltiples advertencias que desde al menos 2013 vienen realizando distintos dirigentes gremiales acerca de la situación cada vez más complicada del campo. A la luz de este enero, se podrá reprocharles con razón que no fueron más contundentes en sus reclamos y movilizaciones. Pero no se puede decir que no señalaron claramente que la inversión y la rentabilidad iban camino al despeñadero del atraso cambiario, el encierro comercial y el aumento de costos y de impuestos.
Finalmente, otro error oficialista es creer que el campo quiere ahora cambiar la política económica en beneficio propio. La madre del borrego no está ahí. La verdad es que el Frente Amplio ganó las elecciones de 2014 con promesas que luego no cumplió: dijo que abriría el comercio, y ni siquiera con Chile lo obtiene; aseguró que las cuentas estaban bien, pero hubo ajuste fiscal con aumento de impuestos y suba de tarifas; planteó una rápida baja de la inflación, pero en realidad fue lenta y se logró sobre todo con fuerte atraso cambiario.
Son muchos errores. Hay que cambiar el rumbo.
VALERIA GIL Domingo, 04 Febrero 2018 el País
Es ingeniero agrónomo y empresario del rubro de insumos y servicios agropecuarios. Es también presidente de la Sociedad Rural de Durazno, pero habla como vocero del movimiento “Un solo Uruguay” que nuclea a los productores autoconvocados que se dieron cita en Durazno el pasado 23 de enero. Sostiene que “sistemáticamente” se ha gobernado “a espaldas del campo” y que todo el sistema político perdió “prestigio y credibilidad”.
— ¿Por qué se sumó al movimiento de autoconvocados?
—Primero porque estoy desarrollando una actividad gremial. Soy el presidente de la Sociedad Rural de Durazno, mi actividad gremial viene desde hace tres o cuatro años y entendía que había una necesidad de empezar a analizar la situación de toda la cadena productiva y veía que no estábamos pudiendo generar espacios para esta instancia. Cuando surgió, desde Paysandú, la idea de tratar estos temas inmediatamente me interesé y apoyé la instancia de movilización en Durazno; pero sin la expectativa de todo lo que se pudo lograr hasta ahora.
— ¿No se sintió representado por las gremiales del agro?
—En mi caso me siento representado y por algo pertenezco a la Federación Rural, pero creo que las gremiales debemos hacer la autocrítica de no haber tenido un espacio para reflejar lo que era la voz o las necesidades del sector.
— ¿Integra algún partido político?
—En absoluto.
— ¿Alguna vez votó al Frente Amplio?
—Yo no tengo partido. He votado a varias opciones del espectro político, con eso creo que soy claro.
— ¿Lo desilusionaron los políticos?
—Creo en la actividad política, en el sentido de que es una actividad de las más productivas que pudiera haber porque es netamente de servicio, pero lamentablemente hay un deterioro en el prestigio de la actividad política. Está devaluada en todos los partidos políticos y creo que es responsabilidad de todos. Soy muy crítico de cómo es hoy el sistema político y cómo se llega a una carrera política. No debiera ser una búsqueda de un ascenso social y económico.
—Hay quienes dicen que detrás de la movilización hay un mensaje apolítico peligroso para la democracia
—De ninguna manera, acá no se atacan las instituciones. Quiero ser categórico, de ninguna manera se ataca a la institucionalidad política o se quiere un panorama anárquico ni mucho menos. Lo que se pide es mayor conciencia de la función que cumple todo el sistema político. Tenemos que devolverle prestigio y credibilidad.
— ¿Hay oportunismo político detrás de las movilizaciones del campo como sostuvo el Frente Amplio?
—El movimiento se gesta lamentablemente por el deterioro del Uruguay productivo y se gesta por una realidad que es muy elocuente, hay una pérdida continua de productores agropecuarios. Llevamos de promedio una pérdida de tres productores por día que abandonan la actividad. No es solo un cierre de empresas, implica que sea una familia que tiene que abandonar el medio rural y dedicarse a otra cosa.
—En la movilización de Durazno se vio a varios políticos. ¿Hay algún oportunista que busca sacar ventaja?
—Se vio la presencia de varios actores políticos, de varios partidos, y no tuvieron ningún tipo de protagonismo. Quienes conocemos a algunos les pedimos que tuvieran en cuenta que el protagonismo era de la gente.
— ¿Es casualidad que el movimiento se conforme un año antes de las elecciones nacionales?
—Lo que puedo decir es que estamos perdiendo en los últimos cuatro años más de 36.000 puestos de trabajo en el sector agropecuario, agroindustrial y actividades relacionadas. Hemos perdido a 12.000 productores agropecuarios y se está dando un proceso de extranjerización de la tierra como nunca. Nosotros en el interior estamos visualizando cómo ha bajado el nivel de actividad y el empleo. Todo esto hizo que surgiera este movimiento en forma espontánea. Las causas están ahí. Por suerte es en el año previo de las campañas políticas, porque va a ser de alguna manera una propuesta para exigirle a todo el sistema político austeridad. Pero de ninguna manera es una cosa planificada, yo creo que ningún actor político por más medios que tenga podría ser capaz de en 20 días generar un movimiento de este tipo. Es imposible, por más profesionales o agencias publicitarias que tenga. Esto, sin la necesidad de la gente y sin la sensación de angustia que está viviendo la gente, hubiera sido imposible.
— ¿Se castiga al campo por una razón ideológica?
—No lo puedo decir eso, en todo caso hay que preguntarle a quienes desarrollan las políticas. Lo que vemos es que hace muchos años no hay una política de desarrollo agropecuario y agroindustrial. Y acá se ha gobernado sistemáticamente, pero esto no es nuevo y no es de este gobierno, de espaldas al campo. Y no entendemos que somos un país esencialmente agropecuario y esto no es en detrimento del turismo o del software.
— ¿Hay productores que tuvieron que vender campos y hoy están trabajando de otra cosa?
—Sí hay muchos productores más que nada pequeños, sobre todo en lechería; pero también en el sector ganadero y en la granja que han tenido que abandonar. Han tenido que vender en muchos casos (...) En el sector ganadero el 84% no llega a la canasta básica familiar, que son unos $ 73.000 (...) Hay un montón de productores chicos que están trabajando a pérdida y eso implica que primero se vayan descapitalizando, van vendiendo muchas veces animales y desarmando su sistema productivo, van tomando deuda y esta situación se hace casi insostenible. En el caso de la lechería, hoy el endeudamiento le lleva el 100% de los animales que ordeña.
—El expresidente José Mujica dijo que no se ahorró en épocas de "vacas gordas" y ahora le reprochan al Estado lo que no hicieron. ¿Tiene razón?
—El movimiento no sale a contestar y mucho menos cuando hay afirmaciones tan parciales y tan faltas de fundamentos. Lo que le puedo decir es que efectivamente tuvimos una década muy favorable, al influjo de los precios internacionales, y eso permitió que muchos productores pudieran solucionar su endeudamiento. Otros, lo que hicieron fue invertir porque los mensajes que se recibían del gobierno era que esa tendencia favorable había llegado para quedarse. Hoy en día con una tendencia que dejó de ser favorable se tuvo que producir con mayor estructura de costos, pero con peores condiciones de competitividad y con el agravante del atraso cambiario.
—Dentro de la proclama pidieron subir el dólar. Desde el gobierno se dice que no es viable y afecta a otros sectores de la cadena productiva.
—Para contestar eso primero invitamos a leer la proclama y el documento que entregamos al gobierno. Se dice que estamos pidiendo un aumento del dólar y lo que estamos pidiendo es atacar el problema del atraso cambiario. Somos conscientes de que un aumento brusco en el tipo de cambio generaría muchos perjuicios a muchos sectores. Lo que se está pidiendo es que se diseñen políticas que permitan que la gente que tiene deudas en dólares pueda ir paulatinamente hacia una ecuación que le permita hacer frente a esto.
— ¿Una rebaja de tarifas destrabaría este enfrentamiento con el gobierno?
—Nos parece que el mensaje ha sido muy claro y las señales que esperamos tienen que ir en ese sentido. Así como se tuvo mucha rapidez y mucha practicidad a la hora de subir las tarifas el 1° de enero, y esa medida fue general, estamos pidiendo medidas generales para toda la cadena. Hablamos de bajar los precios de la energía eléctrica y el gasoil.
— ¿Cuántos grupos de WhatsApp tiene el movimiento de autoconvocados?
—Se fueron generando grupos en distintas zonas del país apoyando la convocatoria a productores. Otros actores se fueron integrando y adhiriendo y en cuestión de pocos días nos dimos cuenta de que había adquirido una dimensión muy importante. Yo a ciencia cierta no tengo la cifra exacta, pero se habla que habría en el entorno de 1.000 grupos de WhatsApp y por grupo son más de 200 personas. Estamos hablando de una cantidad enorme de gente.
— En grupos de WhatsApp tan amplios puede resultar fácil infiltrarse. ¿Cómo lo manejan?
—Son herramientas muy válidas y también están de alguna manera pasibles de este tipo de cosas, de gente que está presente por otros motivos como el filtrado de información. Yo creo que también habla bien de este movimiento porque seguimos utilizando esta herramienta como una forma válida de comunicación porque no hay nada que ocultar. No hay ningún manejo que tenga que ser ocultado, hay una auténtica comunicación con total honestidad en los conceptos. Es absolutamente democrático y no persigue ningún tipo de fin que no sea mejorar las condiciones de la cadena productiva.
— Búsqueda informó que uno de los "infiltrados" en los grupos de WhatsApp fue el asesor del Ministerio del Interior Gustavo Leal. ¿Hay otros políticos infiltrados?
—En realidad aparecen situaciones de rumores, pero creo que en términos generales se le ha dado muy poquita importancia, porque además es bueno que el gobierno escuche de primera mano cómo se va gestando esto. Es muy saludable que pueda haber gente vinculada al gobierno, a todos los partidos y hay periodistas en los grupos.
— En las redes sociales se ha cuestionado mucho el hecho de que en las movilizaciones del campo siempre aparezcan las camionetas cuatro por cuatro. ¿Cómo lo toman?
—Ya está perimida esa polémica y no resiste el menor análisis. Es uno de los prejuicios habituales que se tiene con una herramienta que se utiliza por los problemas de infraestructura y porque es la única manera de poder trabajar en el campo. Es uno de los tantos prejuicios que hay que romper y tienen que ver con una educación adecuada de lo que es el país y que la gente conozca cómo funciona la economía. Es un trabajo de largo aliento y tiene que darse esa educación a nivel de los niños en las escuelas.
— ¿Hay que priorizar el agro antes que otorgar beneficios tributarios para la instalación de UPM?
—No es UPM sí o UPM no. Lo que se está pidiendo es igualdad de condiciones no solo para el agro, sino para toda la cadena productiva.
—Pero los recursos son finitos
—Es verdad no existen los recursos, pero acá por ejemplo estamos insistentemente hace mucho tiempo pidiendo por una mejora en la infraestructura que tiene un rezago muy importante y no hubo recursos. Pero ahora para un emprendimiento de una multinacional, que viene de afuera, ese esfuerzo y esa inversión va a estar. Estamos corriendo en desventaja absoluta con los emprendimientos de afuera