27.ABR.18 | postaporteñ@ 1902

Nicaragua: aumentan a 38 las víctimas de la masacre

Por varios /posta

 

Cámaras empresariales exigen investigación y

que se castigue a los culpables

 

Cifras podrían aumentar por el alto número de desaparecidos. Fiscalía anuncia una investigación sin garantías de credibilidad

 Yader Luna | Maynor Salazar

CONFIDENCIAL  Managua 27 de abril 2018

 

La cifra de muertos por la represión del Gobierno del presidente Daniel Ortega a las protestas de la semana pasada sigue en aumento. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) contabiliza 38 personas asesinadas, informó Gonzalo Carrión, director jurídico de esa organización. 

El número incrementó a 38 luego de que los abogados del CENIDH contrastaron los nombres de los fallecidos, con los cuerpos y con las denuncias de los familiares, para corroborar la información, debido a que no existen datos oficiales sobre los manifestantes fallecidos durante las protestas, explicó Carrión durante el programa Esta Noche

A pesar del aumento en el número de muertos, aún hay una gran cantidad de desaparecidos, de acuerdo con las denuncias recopiladas por el CENIDH, por lo que no descartan más víctimas mortales. “Seguimos recibiendo denuncias y confirmando nuevos casos”, precisó Carrión. 

Aunque la violencia cesó este lunes, tras cinco días de violencia a causa de la represión, Carrión cree que muchos casos aún no se conocen porque “muchas familias priorizaron primero encontrar y enterrar a sus familiares y hasta ahora están pensando en buscar justicia”. 

Exigen condena 

El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) y la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (Amcham) manifestaron en sendos comunicados su “indignación y repudio” por los muertos y desaparecidos durante las protestas. 

“Compartimos el dolor y nos solidarizamos con los familiares de los caídos, así como compartimos la angustia de las familias que aún buscan a sus hijos”, indica en su comunicado el Funides. 

A su vez, exigen a las autoridades “que cumplan con su responsabilidad de entregar a los desaparecidos” y que las autoridades realicen “de inmediato” una investigación para “llevar a los responsables de esos asesinatos a la justicia”.

Piden que la Policía Nacional no reprima manifestaciones pacíficas y que “igualmente impida que fuerzas de choque afines del Gobierno repriman a la población”.

“Un país no puede funcionar sin una policía que resguarde la seguridad pública. Es imprescindible la depuración de la institución, de tal manera que oficiales que actuaron correctamente puedan garantizar con legitimidad el orden público”, señala el comunicado del Funides. 

En el mismo tono se pronunciaron, en sus respectivos comunicados, el COSEP y Amcham que exigen la búsqueda de los responsables por las muertes y piden que los responsables “no pueden quedar impunes”.

“Esperamos que hechos sangrientos que enlutan a las familias nicaragüenses, no se repitan más”, señala Amcham en su comunicado. 

En tanto, el COSEP exige “que se revisen las listas de detenidos que protestaban pacíficamente y se liberen de inmediato y dignamente”. Además, piden “que aparezcan los desaparecidos”, mientras demandan una atención debida para los heridos que se encuentran en los hospitales públicos. 

“Demandamos que el Gobierno y la Policía Nacional garanticen la seguridad a los estudiantes que continúan en su lucha cívica. Las autoridades deben comprometerse y otorgarles garantías plenas que ni ellos ni sus familias serán reprimidos ni perseguidos en el futuro”, solicitan las 27 cámaras que componen el COSEP.  

El CENIDH había informado que exigiría la creación de una “Comisión de la Verdad”  al Estado de Nicaragua para que investigue los crímenes ocurridos durante los días de protestas que iniciaron por la reformas al Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS) y desataron una rebelión cívica sin precedentes en contra del Gobierno de Daniel Ortega, según anunció el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) que se suma a la condena de la represión hecha por el Gobierno de Estados Unidos, el Parlamento venezolano y exmandatarios latinoamericanos.

No es perdón y olvido

El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, manifestó que el diálogo nacional previsto ante las recientes protestas violentas en el país no será un “manto de impunidad” y que representa un riesgo que tomarán por el bien del país. 

“Que los criminales que han asesinado y torturado a nuestros jóvenes no piensen que el diálogo nacional será un manto de impunidad. Ante todo verdad y justicia”, expresó en su cuenta de Twitter. 

“Puede ser una estrategia del Gobierno para volver a lo de siempre, a lo mejor no se logra nada. Pero los Obispos queremos la verdad, no nos dejaremos instrumentalizar y solo buscaremos lo mejor para Nicaragua. ¡Correremos el riesgo!”, escribió en otro tuit. 

Siguen recibiendo reportes 

Gonzalo Carrión dijo que siguen investigando todas las denuncias. “Hay fallecidos que no habían sido reportados en ninguna lista”, denunció. 

Además, el director jurídico del CENIDH dijo que parece haber una estrategia del Gobierno de invisibilizar las denuncias para “garantizarse impunidad” de la masacre contra los manifestantes.  

“A algunos familiares de los fallecidos le han pedido que firmen cartas en las que hagan constar que no piden autopsias o que los policías no estaban en el lugar donde los asesinaros”, explicó. 

Mencionó que tenían denuncias de familiares de dos fallecidos en Estelí a los que las autoridades no quisieron recibirle las denuncias. 

Sobre el asesinato del periodista Ángel Gahona en Bluefields, Carrión dijo que están en comunicación con la familia para exigir una investigación aunque las autoridades continúan “con las puertas cerradas” a los organismos de derechos humanos.  

“Es llamativo que en el video grabado al momento de su muerte queda en evidencia que no había fuego cruzado, ni motivo alguno para disparar; así que hubo intención deliberada de matarlo”, dijo. 

Sin embargo, admitió que solo la misma Policía que es señalada por ese asesinato tiene la posibilidad de investigar. “El problema aquí es que quien investiga está siendo acusado, es decir que se deberían investigar ellos mismos”, enfatizó. 

Carrión dijo que si las autoridades no hacen una investigación convincente, podrían ser organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Amnistía Internacional o las Naciones Unidas los que denuncien al Estado de Nicaragua. 

“Podría existir una condena de parte de organismos internacionales por la falta de justicia y por la brutal masacre cometida con total impunidad”, manifestó. 

Fiscalía anuncia investigación

El Ministerio Público convocó a una conferencia de prensa a medios de comunicación afines al Gobierno del Presidente Daniel Ortega y a los independientes. El propósito de dicha comparecencia fue para anunciar el inicio de una investigación sobre las pérdidas de vida de estudiantes, miembros de la Policía Nacional y civiles, así como las lesiones ocasionadas a los mismos.

“Los robos en que se vieron afectadas personas naturales y jurídicas. Daños a la propiedad pública y privada. El Ministerio Público se estará auxiliando para la investigación del Instituto de Medicina Legal, del Instituto de Criminalística y Ciencia Forenses, y de un equipo de oficiales investigadores que estarán bajo la coordinación de la Fiscal General de la República”, leyó Inés Miranda, Fiscal Auxiliar.

Miranda pidió a la ciudadanía que apoyaran el trabajo de la Fiscalía, con la presentación de denuncias escritas en las distintas sedes departamentales, distritales y municipales, de acuerdo al lugar donde sucedieron los hechos, así como elementos de pruebas que puedan ser aportados.

“Una vez que se concluya la investigación y se determine quiénes son las personas que cometieron esos delitos, el Ministerio Público, como representantes de las víctimas, garantizará el ejercicio de la acción penal, llevando ante la justicia a los responsables de estos actos repudiables”, explico Miranda

Desde las barricadas nicaragüenses

Creían que la juventud se chupaba el dedo”

 

Dolly Mora Ubago se presenta como “activista feminista y participante del movimiento Pueblo Autoconvocado”. Esta militante de 26 años es una de las líderes de los miles de jóvenes que han tomado las calles en Nicaragua. Con el fin de relatarnos con precisión el proceso nacido en este abril nicaragüense, interrumpe por momentos la conversación con Brecha para consultar a sus compañeros acerca de algún dato. De paso les comenta, con risas, que un medio de izquierda, al fin, va a contar sus luchas. “Por fin la izquierda nos está viendo”, dice.

Alejandro Ferrari Brecha 27 abril 2018

—¿Cómo surgió este movimiento de jóvenes?

—El contexto próximo fue la quema de más de 2 mil hectáreas de la reserva mundial de biósfera Indio Maíz, a comienzos de abril. Varios chavalos y chavalas se fueron autoconvocando porque el gobierno no daba respuesta a la situación que estaba ocurriendo en Indio Maíz. Se estaba quemando e iban cinco días y el gobierno no hacía nada. Al gobierno no le gustó esa protesta y comenzó a haber represión, por entonces de la misma Juventud Sandinista, que es un movimiento juvenil organizado del gobierno. Chavalos fueron mandados a reprimir a otros que protestaban. Y por esos días el gobierno aprobó una reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (Inss). Esto potenció la protesta, porque con esta reforma la población se iba a ver afectada, la clase trabajadora y pensionada iba a ser la más perjudicada.

—¿Qué ocurrió desde entonces?

—El jueves pasado, 19 de abril, la gente se reunió, la mayoría jóvenes, en la calle Camino de Oriente (en Managua) y comenzó una represión fuerte del gobierno.

Al día siguiente comenzaron los brotes en las universidades. Los chavalos universitarios de la Universidad Centroamericana (Uca), de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan), de la Universidad Nacional Agraria (Una), de la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) empezaron a sostener sus planteamientos sobre esa reforma, sobre que el gobierno no da respuesta a las demandas de la gente, y un montón de otras demandas que se comenzaron a articular.

Empezaron las protestas en todas partes del país, y los estudiantes a resguardar sus universidades. Cayeron la Unan, la UCA, pero el bastión se ha sostenido en la UPOLI –además de la protesta social en la calle–, porque la Upoli ha tenido el respaldo de los barrios aledaños, que han hecho trincheras para que cuando los antimotines atacaban a los estudiantes y a los jóvenes de los barrios no pudieran llegar a la universidad. Por eso la universidad no ha caído.

Mientras, Daniel Ortega convocó a un diálogo para evaluar la reforma, pero sólo con los empresarios, dejando por fuera a los trabajadores. La población dijo que no se sentía representada.

Luego el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) convocó a una marcha para este lunes, pero la gente, el pueblo, los movimientos sociales se opusieron, y en lugar de marchar hacia donde era la convocatoria original marcharon hacia la Upoli, ya un símbolo de resistencia de los estudiantes de todas las universidades pero, además, de la lucha del pueblo.

—¿Cuál es la situación actualmente?

—La Upoli sigue en pie de lucha. Los barrios siguen resistiendo. No ha habido represión policial en los últimos días porque ahora el gobierno tiene un discurso de paz y de diálogo, lo que no quiere decir que en cualquier momento pueda aplicarla. Pero los chavalos dicen que no quieren hablar con el gobierno mientras no haya garantías de restitución de derechos, y hay un llamado muy fuerte, de toda la sociedad, a que el régimen renuncie.

La renuncia de este gobierno no es negociable. Y es lo que la gente está sosteniendo.

Había treinta estudiantes fallecidos, y Daniel Ortega ni los nombró en su discurso.

La gente está mucho más indignada y hay protestas en todos los departamentos del país. En este nodo colectivo los estudiantes y los jóvenes derriban y queman los “árboles de la vida”,(1) como forma de abatir simbólicamente el poder y la represión de este gobierno.

La propuesta de los estudiantes y de la sociedad es un diálogo integrador y multisectorial. No pueden estar incluidos sólo el Estado y el COSEP, y mucho menos el Estado, la Iglesia y la empresa privada. Ese es un diálogo tripartito que la gente no está aceptando.

—¿Qué estrategias de comunicación sostienen al movimiento?

—La convocatoria y la articulación se han dado fundamentalmente gracias a las redes sociales. La gente se autoconvoca y sale. Gente que nunca había salido a las calles, porque había una apatía política frente a lo que estaba sucediendo en el país. El contexto de Nicaragua es más heavy, porque el gobierno es el dueño de casi todos los medios de comunicación, de todos los canales, de todas las radios. Acá las redes sociales son nuestro mayor recurso de comunicación, desde trasmitir por Facebook Live las agresiones, hasta grupos de WhatsApp en los que se convoca y comparten noticias. Y la gente llega.

—¿Qué impronta política tienen estos movimientos?

—Hay un montón de movimientos: Movimiento de Autoconvocados, Pueblo Autoconvocado, Jóvenes 19 de Abril… No hay ningún partido político que nos represente, la gente no se siente representada. Una de las consignas de los chavalos y las chavalas cuando van a las calles es esa. La gente no se siente representada por la clase política actual de este país. Ningún partido de oposición es respuesta para nada. Es un colapso. La clase política ya no representa los intereses del pueblo. Ni de la clase obrera, ni de las mujeres, ni de nadie. Ni a los universitarios.

—¿Quiénes integran este movimiento articulado?

—La mayoría son una generación posrevolucionaria. Una generación que es catalogada como de jóvenes apáticos a la política. Y estamos dando una lección. No era una cuestión de apatía. Tuvo que acontecer algo que despertara, como el caso de Indio Maíz, que tiene que ver con la política, porque por ahí pasa el canal interoceánico que este gobierno vende y que está diciendo que va a construir. Tiene que ver con un proyecto político que vende al país. Una ley de soberanía que vendió el país a los capitales chinos. Se les da concesión sobre tierras indígenas, sobre reservas. La gente ya despertó. Y son demandas que tienen mucho tiempo. Es el despertar de la generación posrevolución y Millennials, porque hay un montón de chavalos que nacieron desde el año 2000 hasta ahora. Y este gobierno tuvo un discurso muy de la juventud. Creía que la juventud se chupaba el dedo.

Es un gobierno que se dice de izquierda y que ha traicionado a la revolución, a la clase obrera. Son dueños de empresas y se han aliado con el capital, y lo más grave es que han traicionado la memoria histórica, se la han metido –con perdón de la expresión– en el culo.

—¿Cuál es el futuro de este movimiento? ¿Se plantean constituirse como un grupo político?

—De eso, casualmente, estábamos hablando recién. El reto es articular todas las demandas. Por ejemplo, una de las más claras para todo el mundo es que en este país tiene que haber un referéndum. Y después del referéndum, una constituyente.

Un cambio real tiene que ser estructural, si no, no hay nada. El pueblo está sosteniendo y no queremos aflojar.

Nota

1) Enormes estructuras metálicas en forma de árbol que comenzaron a ser colocadas por el gobierno en 2013, en homenaje a la revolución sandinista y a un costo de 25 mil dólares cada una. Sólo en Managua existían, hasta ahora, 180.

Dies Irae para Daniel Ortega y Rosario Murillo

 

El Dies Irae es el día del juicio. Daniel Ortega y Rosario Murillo han sido juzgados como gobernantes: deben renunciar

Gioconda Belli- CONFIDENCIAL - Managua, Nicaragua 25 abril 2018

 

No lo esperábamos tan contundente pero el Día de la Ira llegó para nuestros gobernantes el 19 de abril.

De un golpe cayeron con sonido de vidrios rotos las encuestas, las afirmaciones, las creencias de que gobernaban con el apoyo y aprobación de la mayoría. De una vez se vinieron al suelo las pretensiones de que podían salirse con la suya violando las leyes, destruyendo la Constitución, inventando un sistema de país a su imagen y semejanza.

La arrogancia con que han venido ignorando las críticas de tantos, la impunidad con que actuaron para aterrorizar a pacíficos manifestantes y evitar que el pueblo se manifestara en las calles, la violencia que creían poder desatar sin pagar ningún precio, les pasó la cuenta.

Podrán seguir repitiendo el discurso del amor, alegando que quieren el diálogo, atribuyéndose la defensa de la familia, atreviéndose a llamarse revolucionarios, acusando a quienes los adversan de “derechistas” o de ser instrumentos de la CIA, pero después del 19 de abril, su discurso ha quedado vacío. Las mentiras de ese discurso que por once años han intentado hacernos creer, han quedado en evidencia ante todo el pueblo. No se puede tapar el sol, ni el 23 de abril, con un dedo.

Esa ficción de “pueblo presidente” que nos decían éramos mientras nos ignoraban, ha salido de su estado de callada condena para convertirse en una realidad y demandarlos a voces por su mal gobierno, sus arbitrariedades, su falta de ética, los fraudes electorales, el apañamiento de delincuentes, la malversación de las leyes, la entrega de nuestras tierras, la venta de nuestra soberanía, el descuido de nuestros recursos, la arrogancia de su opacidad informativa, de su negativa a ser transparentes en los asuntos del estado, la desconfianza hacia sus propios ministros que han tratado como peleles, el abuso de los empleados estatales para obligarlos a rotondear bajo amenaza de despedir a quienes no sean sumisos y aduladores, el crimen de haber hecho retroceder un avance tan esencial como la apoliticidad del Ejército y la Policía, insistiendo en doblegar a sus jefes, en malearlos, en obligarlos a deponer sus propios códigos militares y en someterse, no al pueblo presidente, sino a una pareja autoritaria y ciega a la realidad.

La sangre de los que lucharon por un país libre: los que cayeron en la lucha contra Somoza y los que han caído en estos once años y sobre todo en esta semana valiente, ha vuelto a revivir en esta nueva generación de nicaragüenses dispuestos a recuperar el sueño de una Patria Libre

No en vano existieron hombres y mujeres generosos y ejemplares que quisieron iluminar la oscuridad. Sus fantasmas están con nosotros, su legado está con nosotros. Sandino vive

El Dies Irae es el día del juicio, es la hora del juicio. Daniel Ortega y Rosario Murillo han sido juzgados como gobernantes: no son lo que queremos para nuestro país. Se les dio la oportunidad, pero no fueron dignos: los acabó la ambición, los cegó el mesianismo, la arrogancia de sus propias interpretaciones

Los nicaragüenses ahora estamos ante un problema: se habla de diálogo. Se dice que es lo más civilizado; pero ¿cómo dialogar a estas alturas? 

La desconfianza hacia Daniel y Rosario es insuperable. Ya mostraron ampliamente su vocación totalitaria. ¿Cómo creer que tendrán la tolerancia y el espíritu democrático, la ética y la transparencia que debe tener un buen gobierno?

¿Qué diálogo puede haber con ellos cuando no creemos en su disposición de acatar verdaderamente la voluntad del pueblo? ¿Quién será el garante de que se cumplirá lo que se acuerde cuando hemos visto a Daniel Ortega ignorar los acuerdos y compromisos que firmó para llegar al poder?

La solución de este problema es una: el Presidente y su esposa deben de tener la valentía para darse cuenta de que se les terminó su tiempo

El pueblo presidente les pide que renuncien. Deben renunciar. Sin que muera nadie más, sin obligar a los nicaragüenses a volver a las calles, deben renunciar. Fracasaron, se sobrepasaron. Humildemente, acéptenlo y renuncien.

Es la única salida decente y digna que les queda.

 

“Ortega perdió al pueblo y el pueblo perdió el miedo”

 

Todo indica que el recorte de las jubilaciones y el aumento de los aportes de la seguridad social fue tan sólo la chispa que encendió la espontánea revuelta popular que lleva semana y media sacudiendo a Nicaragua

Alejandro Ferrari Brecha 27 abril 2018

Alejandro Bendaña es doctor en historia por la Universidad de Harvard y autor, entre varias obras, del voluminoso Sandino, patria y libertad, título clave para entender la herencia simbólica e intelectual de Augusto César Sandino. Ex militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fue secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores y embajador de Nicaragua ante la ONU durante los años ochenta. 

—¿Cómo interpreta el fenómeno de movilización popular que hemos visto en Nicaragua en los últimos días? ¿Era algo previsible?

—En el fondo es la culminación lógica del modelo orteguista, que ha estado caracterizado por el autoritarismo y la concentración de poder y de control: en los poderes del Estado, las municipalidades, las universidades, en buena parte de los medios, incidiendo también en organizaciones sociales.

El FSLN dejó de existir. Si buscas una estructura –asamblea, consejo constitutivo– no la encontrarás, no existe en la forma en que las conocemos. Y ese modelo se mantiene. Se inauguró en 2007 y está cumpliendo otro período de diez años en el poder, proyectándose a otros cinco o seis más.

Muchos de los que están hoy en las calles en Nicaragua no conocieron los años ochenta. Nacieron después de 1990. Y casi el único gobierno que han conocido ha sido el de Daniel Ortega. Para contextualizar la situación actual es necesario señalar que la mayor parte de los nicaragüenses hoy en día son jóvenes.

En América Latina estamos viendo la culminación de un modelo que pudo sostenerse, en gran medida –como los ciclos de los gobiernos progresistas–, por los buenos precios de los commodities

 Pero en el caso de Nicaragua –un país pequeño y dependiente– se sostuvo por los subsidios pasivos que llegaron de Venezuela y que, providencialmente, coincidieron con la llegada de Ortega al poder. Esto le permitió mantener el esquema neoliberal de la economía, complaciendo tanto al capital como a Estados Unidos, y también le permitió tener la suficiente capacidad financiera para acumular capital alrededor de nuevos empresarios sandinistas, para sustentar los programas sociales y para subsidiar al sector privado, que se benefició mediante exoneraciones y subsidios que, si se suman, equivalen prácticamente a lo que le ingresaba al régimen por la renta petrolera.

—¿Qué provocó la debacle del modelo?

—Se desvaneció por la crisis de los precios del petróleo. Comprar barato o a crédito era el esquema de (la alianza petrolera con Venezuela) Petrocaribe, y quedarse con la mitad.

Se terminó eso y comenzó el tiempo de las vacas flacas, provocando, entre otras cosas, la crisis del seguro social, que fue el detonante inmediato, pero que es, como dice el proverbio, “la paja que quebró el lomo del camello”. Esto se sumó a otras situaciones que venían siendo una burla y un insulto a la inteligencia de la población, y que tenían que ver con la arrogancia del poder, el despilfarro, las arbitrariedades del Estado, la falta de transparencia y de rendición de cuentas.

Esto sólo necesitaba una chispa para estallar. Y la chispa fue el tema del seguro social, que, hoy en día, parece historia antigua porque esa ya no es la cuestión que se debate.

Ortega intenta decir “bueno, vamos a resolver este problema que surgió”, y quiere hacer creer eso, pero no: se dividieron las aguas porque se dieron las protestas y el régimen las reprimió brutalmente. Y tras la represión y el encarcelamiento de cantidad de jóvenes, cada vez más otros sectores entran en el juego y la confrontación se prolonga.

—¿Qué ocurrirá con el orteguismo?

—Es difícil vaticinarlo. Lo que sí podemos decir es que Ortega perdió al pueblo y el pueblo perdió el miedo. En esta disyuntiva podrán pasar días, semanas, o incluso meses, pero no hay vuelta a la situación anterior. La correlación de fuerzas sociales y políticas, incluso en términos organizativos, ha cambiado drásticamente; hace apenas diez días no pensábamos que pudiera ocurrir lo que vemos ahora

Ortega tiene que buscar una salida. O sale como salió Somoza en 1979, con violencia, o sale como lo hizo el mismo Ortega en 1990, con una transición electoral. Siempre y cuando se den unos comicios medianamente limpios; ya sabemos que es imposible concebir que pueda ganar la próxima elección.

A corto plazo se puede vislumbrar algún tipo de negociación, no ya a nivel de sociedad política, y ciertamente no a nivel de partidos, que han quedado desprestigiados, sino con la masa autoconvocada, liderada por diversos órdenes estudiantiles. Ésta opera con gran horizontalidad, es descentralizada, pero sin embargo capaz de trazar estrategias, de defenderse y de convocar.

La marcha del día lunes 23 fue extraordinaria. El orteguismo tendrá que hacer un enorme esfuerzo para incitar a la gente a igualar eso. Tendrá que usar todos los buses del transporte público, todos los empleados públicos, montarlos a la fuerza so pena de ser destituidos. Ortega perdió el poder de convocatoria.

—¿Qué de sandinistas tienen este momento y esta lucha en la calle?

—Aunque no se articula de esta manera, el verdadero sandinismo está en las calles, porque el sandinismo de Ortega no existe.

La figura de Sandino resulta subversiva para el orteguismo. El orteguismo no tiene nada que ver con Sandino ni con los fundadores del Frente Sandinista.

Este es un régimen personalista, familiar, autocrático, antidemocrático y contrapuesto a lo que simbolizaba Sandino, que era la defensa de la soberanía. Es un gobierno que entrega centenares de quilómetros cuadrados a una empresa china, que está al lado de las compañías mineras y que ha concesionado buena parte del país, en contradicción con el Sandino que luchó contra la minería extranjera.

La esencia de Sandino es la libertad. La esencia de la lucha hoy en Nicaragua es la libertad, así como la pueden interpretar hoy, en distintos sentidos. Comienza con el cese de la represión, la libertad de movilización, de poder ejercer libremente su voto, porque hubo un enorme fraude en las últimas dos elecciones municipales y nacionales, algo fácilmente comprobable. Y eso es lo más triste, porque de comprobable termina insultando la dignidad y el respeto propio de los nicaragüenses.

Es un fenómeno nuevo también. Se habla del sector privado, del gran capital, etcétera, que están ahí como enviados por la embajada estadounidense a negociar con el régimen. Pero, recordando las lecciones del 78 y del 79, del sandinismo insurreccional, los hijos de esos grandes capitalistas están en las calles, los hijos de los ministros están en las calles, los hijos de los generales, del comisionado de la policía

Y que no se descarte que una buena parte de los partidarios y de los que trabajan en empresas estatales también están haciendo su aparición en las calles.

De manera que regresamos al punto de que se perdió el control y se perdió el miedo.

—¿Qué interpretaciones del orteguismo hace la izquierda?

—La izquierda ortodoxa, estatista, burocrática, y sus aparatos, están queriendo distorsionar lo que pasa en Nicaragua porque para eso son pagados y subsidiados sus representantes.

La argumentación que éstos repiten es que se trata de una de las llamadas “revoluciones de colores” que tienen una agenda derechista en esencia, como las primaveras árabes que luego desembocan en un otoño dictatorial. Que esto es como lo que han querido hacer en Venezuela y que estas son las derechas y ultraderechas estadounidenses que no pueden tolerar a un Castro, ni a un Maduro, ni a un Ortega.

La mayor estupidez es poner a Ortega en esta lista. El de Ortega es un régimen neoliberal, netamente capitalista entregado a la empresa privada y a una religiosidad que en Uruguay les parecería medieval

Esa es la contradicción, que Ortega y su régimen puedan ser catalogados de izquierda y que ameriten ser defendidos en un imaginario tablero geopolítico e ideológico. Eso es lo que da tristeza.

Hay un discurso de la izquierda, de exportación, que es minoritario, que ya no atrae a la gente, que anda en la línea de un supuesto complot derechista d­esestabilizador que se aplicó en Brasil, en Argentina, etcétera, y que quieren aplicar en Cuba.

Y paralelo a eso está el discurso de Ortega, que dice que toda esa gente en la calle son maras, como las salvadoreñas, son bandas criminales.

En Nicaragua el fenómeno de la banda criminal juvenil nunca tuvo arraigo. Ahora Ortega lo inventa, probablemente como mensaje interno, pero también para Estados Unidos

—¿Cómo reaccionará Ortega a este probable fin de su proceso?

—No hay que descartar que, al igual que Somoza, este señor destruya el país antes de entregar el poder. Y el indicio de esto es que cuando los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) se negaron a dialogar, por la presión popular, Ortega dio la orden de que saquearan los comercios.

Está jugando con el capital, diciéndoles: ¿qué es lo que quieren ustedes?, ¿una desestabilización y que se hundan sus negocios? ¿Estabilidad o caos? Y él está dispuesto a provocar el caos y la represión en nombre de la estabilidad.

El movimiento ya asumió una forma irreversible. Esto ya no es un estallido. Y cuando se le impuso la represión, la sobrevivió. Este cuento va para largo. Si no es con la salida de Ortega a corto plazo va a ser, por lo menos, obligándolo a devolver toda una serie de libertades civiles y políticas que han sido conculcadas.

Termina la época del Frente Sandinista, pero no de Sandino.

 

 

Nunca más represión, ni otra “misa negra”

 

Carlos F Chamorro *

Las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) impuestas por el presidente Daniel Ortega –aumentando sustancialmente las contribuciones patronales y laborales, e imponiendo un ilegal impuesto a las pensiones de los actuales jubilados y una disminución a las pensiones futuras– han generado una ola inesperada de protesta social.

Durante una década, Ortega ha impuesto una dictadura institucional, un régimen Estado-partido-familia que concentra todos los poderes del Estado, incluyendo el ejército y la policía, y promete orden social, combinando estabilidad económica con represión selectiva y cooptación social. El control absoluto del poder, que sólo comparte con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, le ha permitido sofocar los reclamos políticos por fraudes electorales y las protestas campesinas ante el fracasado megaproyecto del canal interoceánico.

Uno de los pilares de sustentación del régimen es la alianza con los grandes empresarios, a los que otorga oportunidades de inversión en un esquema de cogobierno en los aspectos económicos, sin transparencia ni democracia. El otro ha sido el uso discrecional de la millonaria cooperación venezolana de más de 4 mil millones de dólares otorgados por el chavismo –el mayor y más descarado acto de corrupción de la historia nacional, que empezó a mermar hace dos años.

Al terminarse los años de “vacas gordas” llegó la anunciada crisis fiscal. El miércoles pasado Ortega aprobó un paquete de medidas para extraer más de 250 millones de dólares –1,5 por ciento del producto interno bruto–, para evitar la quiebra de la seguridad social, que ha sido agravada por la corrupción de su gobierno, sin calcular las consecuencias.

Las cámaras empresariales rechazaron las medidas advirtiendo que, al imponer el paquete económico de forma unilateral, el gobierno rompió el mecanismo de “diálogo y consenso”, con políticas contractivas que generarán desempleo, pérdida de competitividad e inestabilidad económica. El reclamo plantea nuevas interrogantes sobre el futuro de esta relación, que ha sido crucial para otorgarle legitimidad a un régimen autoritario, que eliminó todo contrapeso de la oposición política

La envergadura de la reacción popular llegó sin aviso, cuando un grupo de jóvenes universitarios y decenas de adultos mayores se autoconvocaron en una protesta pacífica contra el golpe a la economía popular. La brutalidad de la represión desatada por las fuerzas de choque del gobierno, protegidas por la policía, generó un estado de indignación, alimentado por las imágenes de jóvenes y adultos heridos, y periodistas vapuleados y asaltados. A pesar de que controla la mayoría de los canales de televisión, el régimen impuso la censura y suspendió la señal en el servicio de cable del canal Cien por ciento Noticias. Un día después estallaron nuevas protestas en las universidades –que reciben fondos del Consejo Nacional de Universidades (CNU), correspondientes al 6 por ciento del presupuesto general de la república, y que eran bastiones políticos del régimen–, que se extendieron de Managua a Masaya, Estelí, Matagalpa, León, Chinandega y otras ciudades del país.

La protesta sin líderes visibles ni organizaciones que la convoquen ha dejado una treintena de muertos, entre ellos un policía y decenas de heridos. Su reclamo inicial por asalto a la seguridad social se ha desbordado contra los agravios políticos acumulados por el régimen: el autoritarismo, la represión y la corrupción que simboliza la pareja presidencial. La consigna generalizada “no tenemos miedo” y el derribamiento de los omnipresentes símbolos del régimen –los “chayopalos” y megarrótulos que rinden culto a la personalidad de Ortega y Murillo– define con claridad las banderas de esta protesta en demanda de libertad, democracia y participación política para terminar con una dictadura.

Tras seis días de espontánea rebelión popular, el orteguismo perdió el monopolio del control de las calles, y demostró que sólo puede sostenerse en el poder a través de la represión criminal. Su sistema político de control autoritario, incluida la alianza con el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) para negociar a puertas cerradas todos los temas económicos y sociales de la vida nacional, ha sido cuestionado desde la raíz por una nueva legitimidad popular y nacional, teñida con la sangre de víctimas inocentes.

La convocatoria de las cámaras del sector privado –COSEP, la Cámara de Comercio de Estados Unidos (Amcham) y el Consejo Nicaragüense de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Conimipyme)– a una marcha pacífica el lunes pasado en rechazo a la violencia es un paso necesario pero insuficiente para promover una salida a la crisis nacional. Para dialogar, no a puertas cerradas, sino en un debate nacional incluyente con testigos y garantes internacionales, son necesarios al menos tres requisitos:

1. El cese inmediato de la represión paramilitar y policial, y el castigo a los culpables de la represión.

2. La separación de sus cargos de la primera comisionada, Aminta Granera, y el director de facto de la policía, comisionado general Francisco Díaz.

3. La separación del doctor Roberto López de su cargo como presidente ejecutivo del INSS.

Solamente después de cumplir estos requisitos mínimos habrá condiciones para la instalación de un diálogo nacional, nunca más una “misa negra” o negociación a puertas cerradas con el COSEP, para devolverle el derecho a todos los actores de la sociedad a participar en un debate nacional, que empieza con la reforma integral del INSS y la restitución de su autonomía, y termina con la reforma política y la reforma electoral.

* Director del portal nicaragüense Confidencial e hijo de la expresidenta de Nicaragua Violeta Barrios de Chamorro.


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