27.ABR.18 | postaporteñ@ 1902

Raspando a los " Amigos del Pueblo "

Por ASTARITA

 

 ARG | A raíz del debate sobre las tarifas del agua, electricidad y gas, por estos días han dicho:

Myriam Bregman: “Que el agua, el gas y la luz no sean medios de lucro para los capitalistas” http://www.laizquierdadiario.com/Myriam-Bregman-Que-el-agua-el-gas-y-la-luz-no-sean-medios-de-lucro-para-los-capitalistas). Bregman es dirigente y figura pública del PTS.

Cristina Kirchner: “no se puede aplicar la lógica del mercado a los servicios públicos, son un derecho humano, no un lujo” (http://www.agenciapacourondo.com.ar/politica/cristina-contra-el-tarifazo-no-se-pueden-aplicar-logicas-de-mercado-los-servicios-publicos). Cristina Kirchner es la principal dirigente de Unidad Ciudadana.

Chipi Castillo: “Nosotros no queremos… la ecuación rentabilidad–capitalista en un servicio público esencial” (http://www.laizquierdadiario.com/Hay-que-estatizar-los-servicios-con-gestion-de-los-trabajadores-y-control-de-los-usuarios). Castillo es dirigente y figura pública del PTS.

Manuela Castañeira: “Los servicios públicos son un derecho y por eso su precio debe ser accesible para toda la población. No debería existir el lucro privado con los servicios para obtener ganancia…” (https://www.mas.org.ar/?p=9666). Castañeira es figura pública del Nuevo MAS.

Rolando Astarita [Blog] 26/04/18

Podría seguir con los ejemplos, pero con esto es suficiente. Lo importante es que pocas veces tenemos la oportunidad de ver de manera tan clara la diferencia entre la concepción crítica del marxismo, y el enfoque subjetivista del socialismo vulgar (o socialismo burgués)

Para ponerlo en palabras de Lenin, mientras los “amigos del pueblo” se preocupan por “lo que debe ser”, el marxista lo considera “cosa superflua, que solo puede interesar a los subjetivistas”, para centrar su atención en “las verdaderas relaciones económico-sociales, en su verdadera evolución” (véase “¿Quiénes son los amigos del pueblo?, Obras Completas, Cartago, t. 1, p. 205)

¿Y cuál “la verdadera relación económico social” existente? Pues la producción para el mercado con vistas a acrecentar el valor del capital adelantado. Pero por eso mismo, no hay manera de que el agua potable, el gas, la electricidad, y similares, no sean “medios de lucro” en la sociedad capitalista si no se acaba con la forma social de la mercancía capitalista.

Los “amigos del pueblo” (versión siglo XXI), por el contrario, quieren hacernos creer que si negamos el carácter de mercancía capitalista al agua, la luz y el gas, se solucionará el problema que plantean las tarifas y su relación con los salarios. Pero esto es imposible.

Para verlo, planteemos algunas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo se niega el carácter de mercancía capitalista (esto es, mercancía que es producida según la lógica del capital) sin negar el carácter de mercancía capitalista de los insumos que confluyen a la producción del agua potable, la electricidad y el gas?

Por caso, en la extracción y transporte del gas se utilizan caños. ¿No hay que negar entonces el carácter de mercancía producida con el afán de lucro a los caños? Y en la producción de los caños se utiliza acero. ¿No hay que negar también el carácter de mercancía capitalista del acero? ¿Y no hay que hacerlo con las máquinas e insumos que intervienen en la producción de acero y caños, y con los insumos que intervienen en la producción de esos insumos? ¿Y no se aplica esto a todos los insumos que intervienen en la producción de agua potable o electricidad?

Pero además, en cada instancia de la producción se emplea mano de obra que consume una canasta de bienes.

En aras de establecer el valor “justo” de la fuerza de trabajo, ¿no hay que negar también el carácter capitalista de las mercancías pan, carne, tomates, vivienda, zapatillas, heladera, etcétera? ¿O es que el pan, la carne, los tomates, la vivienda, los zapatos, la heladera, no son bienes básicos que hacen a la reproducción de la fuerza de trabajo? ¿Y cómo es posible negar el carácter de “mercancía para el lucro” de todos estos productos sin negar las relaciones de producción capitalistas? A lo que hay que agregar sus respectivos insumos.

Por otra parte, cuando se abaratan –por ejemplo, por aumento de la productividad- tales o cuales bienes salariales, son las leyes de la acumulación capitalista las que se imponen para determinar el valor de la fuerza de trabajo, adecuado a la nueva productividad. ¿O no oyeron nuestros izquierdistas hablar de la plusvalía relativa?

¿O es que a la fuerza de trabajo no la consideran una mercancía? Claro que la crítica marxista apunta a acabar con la relación del trabajo asalariado. Y, en tanto esto no sea posible, acompañar la lucha en defensa del valor de la fuerza de trabajo. Pero esto no tiene nada que ver con difundir ilusiones al estilo de un Proudhon siglo XXI.

Hay que decirlo con todas las letras: es imposible establecer el valor de la fuerza de trabajo administrando la ley del valor desde el Estado capitalista o, peor aún, desde las instancias legislativas (en las cuales la izquierda es, para colmo, absoluta minoría). Y esto es lo que se oculta a la opinión pública. Todo sea para “vender humo” y contribuir a la farsa burguesa, funcional al dominio del capital sobre el trabajo.

“Pero exigimos la estatización de las empresas proveedoras de servicios públicos”, nos dice el “amigo del pueblo” (versión radicalizado). ¿Y quién le dijo a este radical que el capitalismo de Estado puede desconocer las leyes de la mercancía?

¿O es que los capitalismos de Estado de China o Rusia han eliminado la explotación del trabajo asalariado? “Sin embargo, proponemos también el control obrero”, insiste nuestro “amigo del pueblo”. ¿Control obrero del capitalismo de Estado establecido por el Parlamento burgués? ¿Y para colmo, con la burocracia sindical? ¿No hay límites para el cretinismo parlamentario?

La realidad es que las relaciones sociales, existentes a pesar de los discursos del progre-izquierdista, imponen restricciones objetivas a estas utopías.

Anotamos también la significativa confluencia nacional-popular-izquierdista entorno a una demanda burguesa hasta los tuétanos.

En definitiva, todo parece confirmar aquello que decía Lenin, “ráspese al ‘amigo del pueblo’ y se encontrará al burgués” (ibid., p. 163).

¿El Capital? Está muy bien para los días de fiesta. Para el resto del año, nos basta con los fabianos y el papa Francisco


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