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Elecciones en Paraguay: La Victoria De La Desconfianza Electoral

Por ColmanGutierrez-Brecha

 

¡Nos robaron los votos! ¡Queremos justicia!”, rezaba la pancarta de cartulina sostenida por Miguela Rodríguez, estudiante de enfermería, en la noche del martes 24, frente a la sede de la justicia electoral, en el barrio Tembetary, de Asunción. Allí más de mil personas habían cerrado la calle para reclamar ante una muralla de policías antimotines, luego de que el candidato de la opositora alianza Ganar, Efraín Alegre, denunció un “gran fraude electoral” a favor del oficialista Partido Colorado. Miguela había votado por la plataforma feminista Kuña Pyrenda, pero al controlar el acta de su mesa, descubrió que allí este partido tenía cero votos.

Andrés Colmán Gutiérrez - Brecha 27 abril, 2018

Las elecciones generales del domingo se habían desarrollado en forma tranquila, sin más sobresaltos que los habituales. Los observadores internacionales de la Unión Europea (UE) y de la OEA reportaron que en algunas mesas receptoras de votos no se habían presentado veedores de la oposición y las autoridades eran todas del Partido Colorado, pero cosas así son consideradas “normales” en el ámbito político paraguayo.

Desde la media mañana, las primeras encuestas de boca de urna daban un resultado de 55,4 por ciento a favor de uno de los candidatos, contra 37,8 por ciento de su principal oponente, y en las redes sociales se sostenía que el claro ganador era el colorado Mario Abdo Benítez. La tendencia se mantuvo en los demás informes, confirmando lo que habían anunciado la mayoría de las encuestas, que daban ganador al mismo candidato por 54,9 por ciento contra 28,6 del opositor Alegre, un margen que nunca antes se había dado en anteriores elecciones.

Los resultados que dieron en la noche del domingo los ministros del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), con base en el sistema de Trasmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), fueron sin embargo muy diferentes. Sobre el 99,67 por ciento de votos escrutados anunciaron que el colorado Mario Abdo Benítez ganaba las elecciones con un 46,44 por ciento de los votos, mientras su contrincante Efraín Alegre había obtenido 42,74 por ciento. La diferencia era de sólo 3,7 puntos, la más baja en toda la reciente historia política paraguaya.

Esa noche el candidato de Ganar se negó a reconocer la victoria de Abdo Benítez. “Son resultados preliminares, vamos a aguardar el juzgamiento de las actas, que puede llevar una semana”, dijo en una conferencia de prensa. Era la primera vez en elecciones tras la caída de la dictadura stronista (1954-1989) que un candidato opositor se negaba a reconocer la victoria de su contrincante. Ello no impidió que los colorados salieran a tomar las calles y que Abdo Benítez celebrara en un multitudinario acto, con un discurso conciliador, en el que propuso superar las diferencias y las confrontaciones para “unir a todos los paraguayos”.

Indignación sin resultados

En los días siguientes, mientras el presidente electo empezaba a barajar nombres para su próximo gabinete, las redes sociales y los medios de comunicación empezaron a llenarse de denuncias de supuestos casos de fraude electoral, principalmente con fotos de los certificados con que la justicia electoral realizó el conteo rápido, que no coincidían con los de los resultados finales, en los que se constata la desaparición de votos a favor de la alianza Ganar y varios partidos y movimientos más pequeños.

En la mañana del martes el presidente del Congreso y principal candidato a senador por Ganar, el ex presidente Fernando Lugo, acudió a la sede de la justicia electoral, junto con Efraín Alegre, a denunciar “la posibilidad de un gran fraude electoral”

Solicitaron que las autoridades detengan el conteo de votos y reinicien el proceso ante las cámaras de televisión. Los ministros del TSJE denegaron el pedido, rechazaron las denuncias de fraude y aseguraron que todas las irregularidades podrán ser verificadas y corregidas durante el estudio de las actas, tarea que demandará varios días.

La negativa sólo exacerbó la desconfianza. Esa tarde, y en la noche, una multitud estimada en más de mil personas se movilizó frente a la sede de la justicia electoral y permaneció en vigilia hasta el amanecer. También hubo manifestaciones más pequeñas en otras ciudades del país y de grupos de paraguayos residentes en Argentina, España y Estados Unidos, frente a las sedes de sus embajadas.

Las denuncias de fraude, sin embargo, fueron principalmente orales y mediáticas, no hubo una presentación de pruebas ante la justicia electoral ni la justicia ordinaria. Ante esa situación, varios analistas acusaron a los principales referentes de la oposición de ser irresponsables y de no saber aceptar la derrota, alegando que las irregularidades deben resolverse en el proceso de escrutinio de los votos.

Sistema electoral obsoleto

En críticos informes, las misiones de observadores electorales de la UE y de la OEA coincidieron en que las elecciones estuvieron bien administradas por la justicia electoral, pero señalaron que se notaron muchas irregularidades y falencias, que deben ser subsanadas con urgencia.

“Las elecciones se desarrollaron en un contexto de debilidad institucional, falta de confianza en las estructuras políticas e inercia judicial. La falta de confianza en las instituciones se agravó por la inclusión de candidatos acusados de corrupción y de tráfico de influencias en las listas de los partidos, así como también por la iniciativa legislativa de la ley conocida como de ‘autoblindaje’ por el Congreso, percibida por el público como una armadura para proteger a los legisladores de la pérdida de investidura”, sostiene el informe de la misión de la UE, dirigida por la eurodiputada Renate Weber.

El documento contiene duras críticas al Poder Judicial paraguayo, “ampliamente percibido como politizado y sujeto a la presión y al control político”. Y coincide con la misión de la OEA, dirigida por la ex presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, en que es urgente reformar y actualizar la desfasada legislación electoral.

El politólogo Marcelo Lachi coincidió con este punto. “El sistema electoral paraguayo se quedó en el tiempo, hoy es obsoleto y está fallado. La justicia electoral no pudo avanzar, porque hace 25 años era una referencia de institucionalidad y hoy es un furgón de cola”, aseguró (Última Hora, 26-IV-18). El sistema montado favorece sólo a los dos principales partidos (Colorado y Liberal), y permite robar votos a los partidos que no tienen capacidad para controlar las mesas.

Avances y expectativas

Hasta el cierre de la redacción de este artículo, los referentes de la alianza Ganar se mantenían en sus acusaciones de fraude electoral y enviaron denuncias por escrito a los observadores de la OEA y de la UE, pero aseguran que van a esperar el juzgamiento total de los votos, tarea que puede llevar más de una semana, para reconocer los resultados.

Mientras tanto, el ya reconocido como ganador por la justicia electoral, Mario Abdo Benítez, instaló una especie de despacho presidencial paralelo en su residencia, donde concedió audiencias a importantes embajadores, como los de Estados Unidos y Rusia, quienes lo felicitaron por su victoria y le ofrecieron cooperación.

En la mañana del jueves también se anunció que la ministra de la Corte Suprema de Justicia Alicia Pucheta presentará su renuncia para aceptar su posible designación como presidenta de la República, una vez que el actual presidente, Horacio Cartes, y el vicepresidente, Juan Afara, logren renunciar a sus cargos para jurar como senadores electos por el Partido Colorado, el próximo 1 de julio, cuando se inicie un nuevo período del Poder Legislativo

La maniobra política no será muy fácil, ya que la Constitución paraguaya sostiene que los ex presidentes no pueden ser legisladores activos, sólo vitalicios, pero Cartes obtuvo una resolución especial de la Corte Suprema que lo habilita, como también al ex presidente Nicanor Duarte Frutos, electo senador.

Referentes de la oposición aseguran que no permitirán el juramento de Cartes, Afara y Nicanor, pero, de confirmarse los resultados preliminares, el Partido Colorado contará con mayoría propia en Diputados y fuerzas aliadas en el Senado que le permitirían sortear el obstáculo. En ese caso, Pucheta, cercana al sector colorado cartista, deconseguir el respaldo del Congreso, se convertiría en la primera mujer presidenta de la historia del país, y gobernará hasta el próximo 15 de agosto, cuando deberá entregar el mando al presidente electo.


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