13.MAY.18 | postaporteñ@ 1906

EL FRENTE AMPLIO URUGUAYO EN LA ENCRUCIJADA

Por Agustín Canzani /NUSO

 

Debates, tensiones y matices en la izquierda uruguaya

El principal partido de la izquierda progresista uruguaya se encuentra en un proceso de tensiones y debates internos. El espíritu del Frente Amplio, la fuerza gobernante en el país, ha sido siempre el de la resolución de las divergencias a través de los consensos.

Concebido como una gran familia en la que conviven diferentes grupos que representan tradiciones e ideologías políticas distintas, el Frente Amplio tiene ahora el desafío de promover una nueva mirada progresista para Uruguay. En ese proceso debería evitar convertirse en aquello que nunca ha querido ser: una izquierda radical de mera vocación testimonial y pasaje anecdótico por el poder, o una socialdemocracia descafeinada que pierde su base social.

Agustín Canzani * / Mayo 2018 Nueva Sociedad

Considerado un referente político para buena parte de la izquierda y el progresismo latinoamericano, el Frente Amplio (FA) es una creación uruguaya que ha demostrado una gran capacidad de sobrevivencia y una razonable habilidad de gobierno. La sola reproducción de su nombre a manera de «marca» prestigiosa en muchos países de la región es un indicador de su notoriedad y popularidad. Incluso desde fuera del país se lo ve como uno de los bastiones que resiste el supuesto «cambio de ciclo» que parece llevarse puesto a buena parte de los gobiernos progresistas de América Latina, sustituyéndolos por otros de tintes neoliberales, de clara tendencia conservadora, o simplemente derechistas

Un análisis desde Uruguay no debe ignorar esa valoración, pero también necesita señalar que hay nubarrones en el horizonte y ellos comprometen no solo sus chances electorales sino también su proyecto político.

El FA es una gran familia en la que conviven en tensión creativa diferentes grupos que representan tradiciones e ideologías políticas distintas. Éstas se organizan en torno a un compromiso político que combina complejos mecanismos de contrapeso interno (los famosos checks and balances en la jerga técnica) que regulan su funcionamiento, con una cultura política de búsqueda de acuerdos y adopción de decisiones por consenso. Aunque los locales ya estamos acostumbrados, para quienes lo miran desde fuera del país es relativamente difícil entender dónde está la clave que explica que grupos que van desde el Partido Comunista al Partido Demócrata Cristiano, pasando por el socialismo, la socialdemocracia y distintas vertientes de izquierda latinoamericanista y grupos de inspiración nacional-popular, puedan acordar en temas tan diversos y mantenerse unidos por más de cuatro décadas, incluyendo casi tres lustros de gobierno nacional.

Esa trayectoria ha sido posible porque el FA se ha concebido siempre como una alianza programática y no como un acuerdo ideológico. Eso permite a los diferentes grupos mantener su identidad, a la vez que establecer acuerdos que tienen como base una dimensión macro (grandes principios, más bien cercanos a valores) y una dimensión meso (relacionadas con la orientación y los grandes contenidos de las principales políticas públicas en un período de gobierno). Los ejecutivos electos a escala nacional y subnacional gozan así de cierta dosis de autonomía, encuadrada por esas directivas y en ciertos casos controlada por los organismos partidarios.

La estructura se combina con un estilo de relacionamiento interno que implica diálogo y negociación política permanente, en una dinámica en la que el esfuerzo principal se concentra en buscar un consenso aceptable para todas las partes. Es por eso que cuando se logra una síntesis política que contempla en alguna medida los intereses diversos respecto a un tema polémico se suele decir: «salimos en clave de Frente Amplio». La expresión alude a la superación de una situación de conflicto interno con una postura que contempla al menos algo de los diferentes puntos de vista que están sobre la mesa.

La lógica del consenso y el «bloque social de los cambios»

 

En la historia del FA el consenso ha sido posible sobre dos bases: la grandeza de las mayorías y la lealtad de las minorías. Las primeras, aún sabiéndose más numerosas, hacen un esfuerzo por escuchar y tratar de contemplar la visión de las minorías. Estas, habiendo sido integradas al diálogo y la negociación y atendidas en algún aspecto de sus posturas aún siendo menos importantes cuantitativamente, responden apoyando la posición tomada. Estos mecanismos han dado lugar a un estilo histórico de relacionamiento en el que, en muchas oportunidades, llega a ser más importante el proceso que el contenido mismo de esa decisión. La contrapartida de este estilo es que implica costos de transacción relativamente altos, algo que no necesariamente se combina de manera armónica con los tiempos requeridos por la dinámica de gobierno.

La articulación política no termina allí, sino que se traslada «extramuros». El FA siempre ha considerado que su proyecto político está basado en el «bloque social de los cambios», una construcción conceptual que atribuye a los sectores populares un rol relevante en el proceso. Aunque teóricamente variado y diverso, lo cierto es que el movimiento sindical ejerce en ese espacio un rol determinante.

En un país donde persisten dos partidos históricos que están entre los más antiguos del mundo, esa ingeniería política le ha permitido al FA nacer y hacerse un lugar cada vez más importante en la política uruguaya, hasta transformarse hace veinte años en el partido más grande del país y encaramarse en las últimas tres elecciones al gobierno nacional con mayoría parlamentaria propia y rasgos de partido dominante

Adicionalmente, puede exhibir un conjunto de logros nada despreciable: más de una década de crecimiento económico sostenido, baja sustancial de la pobreza y la indigencia, mejora de la distribución del ingreso, reformas importantes con vocación redistributivas en temas laborales, tributarios y de salud y una amplia agenda de derechos que incluyen el matrimonio igualitario, despenalización del aborto y de la venta regulada de marihuana.

¿Giro a la izquierda o defensa del progresismo?

Pero el actual período de gobierno muestra cambios relevantes, que sitúan al FA en otro contexto y en una situación diferente. La moderación del crecimiento económico con problemas agravados en la región han reducido de manera importante las posibilidades de avance en algunas políticas públicas y muestran límites de las herramientas actuales para la continuidad de un modelo redistributivo

El incremento del déficit fiscal también limita el aumento del gasto y cuestiona algunas modalidades de gestión pública. Los cambios en los procesos de integración regional y la nueva realidad proteccionista desafían el modelo de política exterior. El cambio de humor de algunos sectores sociales restringe el margen de maniobra de la política tributaria. Algunos efectos no deseados de ciertas reformas requieren pensar en una «segunda generación», con el consiguiente desgaste político que ello implica.

Adicionalmente, estas cuestiones se plantean en un período en el que parece haberse reducido la eficacia de la articulación política, y en que aumentan y se diversifican demandas y presiones desde el bloque social. Han sido más frecuentes los desajustes entre el gobierno, la bancada parlamentaria y los organismos de la fuerza política, y también más habituales las diferencias de parecer entre estos y grupos y movimientos sociales.

¿Dónde residen las diferencias? Aunque los temas son variados, podrían agruparse en torno a dos grandes grupos: uno que implica desacuerdos de tipo general y otro que supone debates en torno a cuestiones más específicas. En el primer caso han crecido corrientes que sugieren que el «progresismo» está agotado y que el gobierno deberá experimentar un viraje hacia la izquierda, con los consecuentes cambios en algunas líneas de política –por ejemplo, tributación más exigente a ciertos sectores sociales y actores económicos, o cambio en los mecanismos de exenciones fiscales

Estas posturas se enfrentan a quienes consideran que, en el actual contexto económico y político regional y mundial, el gobierno debe priorizar la protección de los avances a través de un manejo macroeconómico prudente en el que existen pocas posibilidades de modificar la frontera tributaria

En el segundo caso, se presentan diferencias en torno a temas concretos como la inserción internacional, para lo que sirve de ejemplo el debate que acaba de escenificarse en el Plenario Nacional del FA respecto al Tratado de Libre Comercio con Chile

Por estrecho margen, una mayoría de los delegados aprobó un conjunto de cambios a un documento de base que restringen de manera importante la posibilidad de firmar acuerdos de libre comercio, lo que cuestiona la aprobación parlamentaria del acuerdo suscrito hace un año por el gobierno y con el que se habían manifestado de acuerdo la gran mayoría de los legisladores.

A este panorama no es ajena la interna del movimiento sindical. Para su próximo congreso de fines de mayo, también se delinean posturas críticas con el gobierno y algunas políticas del FA, en muchos casos con fuerte apoyo de sindicatos, especialmente algunos del sector público que se ubican en sectores no transables de la economía.

¿Cómo seguir?

Todo este «combo» dibuja un escenario que se caracteriza por bajos niveles de aprobación del presidente Tabaré Vázquez en un clima de opinión en el que predomina el pesimismo económico y desciende el apoyo electoral al FA. Este proceso se combina, al mismo tiempo, con una fuerza política que parece enfrentar cada vez mayores dificultades para lograr consensos. La «clave del Frente Amplio» está siendo más difícil de lograr.

El elemento más importante es que esta situación no cuestiona la persistencia del FA como herramienta política, algo sobre lo que existe un acuerdo extendido, pero sí plantea una gran disyuntiva: ¿cómo seguir?.

Parece bastante claro que la síntesis política que llevó al FA al gobierno en 2004 muestra síntomas evidentes de «fatiga de material», tanto hacia dentro del FA como en la población. Pero menos evidente es cuánto debería tener de mantenimiento y cuánto de cambio una nueva formulación. «Vale tanto lo logrado como lo que queda por hacer» decía un slogan manejado recientemente que, sin duda, intentaba conciliar ambas perspectivas. Pero la nueva síntesis política se antoja más compleja.

«Cómo seguir» no es solamente un interrogante político. En un sistema democrático con regla electoral como es Uruguay, la próxima elección en 2019 es también una prueba crucial. Para entonces, esa nueva síntesis política tiene que ser capaz de construir un relato consistente que a la vez que reivindique logros, reconozca errores, y proponga también una promesa de futuro capaz de entusiasmar.

La tarea por delante está lejos de ser menor, pero para ponerla en perspectiva quizás sería bueno compararla con la que tuvieron planteada hace casi medio siglo los «padres fundadores» que enfrentaron cuestionamientos diversos de sus propias tiendas partidarias y sus matrices ideológicas para apostar por un proyecto como el FA.

En ciertas oportunidades, el FA ha experimentado cierto complejo de inferioridad por las críticas de los «puristas» de uno y otro lado

Los procesos más radicales en América Latina le cuestionaron muchas veces su moderación, mientras que las centroizquierdas europeas más típicas le reprocharon una mirada retrospectiva que consideraban nostálgica y atrasada. Viendo donde están hoy esas experiencias y donde se ubica Uruguay, buena parte de esas recriminaciones pueden relativizarse. Quizás ha llegado el tiempo en el que el FA pueda valorar su historia como una base para construir su futuro. Un futuro que debería evitar que se transforme en algunas de las cosas que nunca ha sido: una izquierda radical de mera vocación testimonial y pasaje anecdótico por el poder o una socialdemocracia descafeinada que pierde su base social.

En América Latina hay demasiada gente mirando al sur como para ignorar ese desafío.

* Agustín Canzani, Sociólogo, analista político y Director Ejecutivo de la Fundación Líber Seregni de Uruguay

 

(TAN ERRADO NO ANDABA F. Moyano):



El TLC embreta al FA:

otorgar libertad de acción o "abrir las puertas del infierno"

 

EL Acuerdo con Chile Desafía la Unidad

Mayo 11 El Observador

 

El diputado Jorge Pozzi, dijo que "lo más inteligente" sería que el Plenario deje a los legisladores votar como les parezca en el TLC con Chile

Aunque los principales líderes del Frente Amplio (FA) están convencidos de que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile finalmente va a ver la luz, el tema sigue generando rispideces y diferencias en la interna de la fuerza política, cinco días después de que el Plenario Nacional decidiera dejar en suspenso la definición del asunto.

Ante las diferencias insalvables en el FA respecto al apoyo o no al TLC con Chile, el dilema que se abre ahora entre sus dirigentes es la elección del camino menos dañino para la unidad de la coalición. ¿Qué es preferible a efectos de mantener la unidad?

¿Otorgar libertad de acción a los legisladores, o cerrar filas con una sola postura y esperar que nadie rompa el acuerdo y se lance por la suya?

El diputado del Nuevo Espacio, Jorge Pozzi, encendió ese debate al declarar al semanario Búsqueda que su sector "está dispuesto a votar el TLC con Chile", incluso en el caso de un pronunciamiento desfavorable del Plenario. Pozzi afirmó que, en ese sentido, "sería una medida muy sabia" que el FA deje "en libertad de acción" a los legisladores para que "voten a su entender".

Consultado , el diputado dijo estar convencido de que "el TLC se va a votar", porque "la mayoría en el Frente Amplio" así lo desea. "El Plenario podrá decir lo que quiera, pero el TLC ya está a su vez en la bancada parlamentaria, que también forma parte de la orgánica", añadió. Teniendo en cuenta que hay sectores del oficialismo que mantienen una postura contraria al tratado, dijo que "lo más inteligente" sería que el Plenario habilite la libertad de acción.

 Distintas opiniones 

Si bien la posibilidad de dejar a los legisladores votar libremente era algo que ya estaban negociando varios sectores, las declaraciones de Pozzi provocaron la respuesta de otros dirigentes frenteamplistas, sobre todo entre los sectores que se oponen a la ratificación del acuerdo.

 

El senador y secretario general del Partido Comunista (PCU), Juan Castillo, se mostró preocupado por la propuesta del Nuevo Espacio y opinó que pedir la libertad de acción "no es sabio"

"Si ante cada dificultad pedimos libertad de acción comienza a desmoronarse el concepto que más nos importa defender, que es la unidad", agregó. Los comunistas siguen firmen en su decisión de que sea el Plenario y no la bancada (donde hay mayorías para aprobar el TLC) la que dilucide el tema

Según Castillo, el PCU está dispuesto a dejarse convencer en el Plenario. "Si nos demuestran que el TLC beneficia a los uruguayos vamos a estar votando. No somos ningunos negados. Esa información la hemos pedido y todavía no está", aseguró, en referencia a los análisis de impacto solicitados por el Plenario el pasado sábado al Poder Ejecutivo.

Desde la Lista 711 también expresaron matices con los dichos de Pozzi. El diputado de ese sector, Felipe Carballo, dijo que respetaría un pedido de libertad de acción, pero se mostró preocupado con las consecuencias que eso podría tener

"Si el Plenario niega la libertad de acción y algún sector igual vota por la suya, estaría abriendo las puertas del infierno", dijo Carballo, ilustrando que sería "el fin de la unidad del Frente Amplio"

Consultado sobre si esa posibilidad está arriba de la mesa, Pozzi dijo confiar "en que la sangre no llegará al río", y que la fuerza política lo resolverá de la manera "más inteligente". Según añadió, la libertad de acción justamente "evitaría" llegar a un escenario como el que advierte Carballo, y protegería la unidad de la fuerza política.

No es la primera vez que desde el Frente Líber Seregni (FLS) se plantea ir contra el resto de la coalición. En noviembre de 2017, Asamblea Uruguay como el Nuevo Espacio expresaron que no votarían el proyecto de ley sobre los cincuentones, tal cual venía desde el Poder Ejecutivo. Eso obligó al oficialismo a reformular el proyecto, que finalmente fue aprobado por todo el Frente Amplio.

Sectores mayoritarios

Tanto el FLS, el Partido Socialista y el MPP pretenden que el Plenario traslade el tema a la bancada, y confían en que ese será el desenlace de un tema que sigue dividiendo al oficialismo.

"Sería lo más lógico", dijo un dirigente del MPP consultado . En el sector liderado por el expresidente José Mujica consideran que allí están las mayorías para que "prime una mirada política sobre la ideológica"

A diferencia del Plenario, donde las bases juegan un rol preponderante, la bancada del Frente Amplio se inclina mayoritariamente a favor del TLC. En el Senado, por ejemplo, solo 3 de las 16 bancas oficialistas están ocupadas por sectores contrarios al acuerdo (la lista 711, Casa Grande y el Partido Comunista tienen un senador cada uno). En Diputados, en tanto, solo 7 de los 50 legisladores del Frente Amplio representan a sectores con una posición negativa respecto al TLC.

Según indicó la fuente del MPP, en el sector prima el pragmatismo porque un enfrentamiento entre la bancada y el gobierno "tendría connotaciones políticas muy fuertes"

Por su parte, el diputado de Asamblea Uruguay, Alfredo Asti, dijo que la información sobre la conveniencia ya es suficiente como para que el Plenario habilite la votación del tratado y se pueda convencer a los sectores que se oponen. "Tiene que haber unidad de acción entre la bancada y el Frente Amplio pero también con el gobierno y lo que pretende el presidente Tabaré Vázquez", sostuvo

De todas maneras sostuvo que la libertad de acción "es una posibilidad" si no se llega al consenso. "Hay algunos que van a seguir fanatizados con el 'TLC no' sin importar el contenido, y otros no lo votarán porque el Plenario mandató a no votar tratados con listas negativas", sostuvo Asti.

Este viernes se reunirá la Mesa Política, que todavía no definió la fecha del nuevo Plenario.

“El Frente Amplio llegó al límite. La tensión entre la ficción y la realidad hizo explosión en el último plenario nacional llevando la situación a lo inaceptable. La situación preocupa y entristece (...)

Se buscó marcar poder yendo, además, contra los liderazgos naturales del Frente (...)

´Las bases´ son una ficción hipócrita que ofrece sobrerrepresentación a grupitos con creyentes encuadrados, pero con poco respaldo popular y con menos viabilidad histórica (...)

El partido no es el gobierno, ni el partido debe mandar al gobierno. El gobierno debe gobernar, y hacerlo implica respetar la constitución, las leyes y la democracia, pero además debe considerar la ética de la responsabilidad”

 Pasajes del texto del documento público presentado por Banderas de Líber que lidera el Director de Aduanas, Enrique Canon, donde advierte el riesgo de fractura en la coalición de izquierdas.


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