25.MAY.18 | postaporteñ@ 1910

¿CUÁNDO HABRÁ JUSTICIA PARA EL PUEBLO PALESTINO?

Por Difusión Palestina

 

“Si hay una historia oficial, quiere decir que hay otra historia” Rodolfo Walsh

Por Ruben Elías* / Semanario Voces / 24 mayo  2018

El mal llamado “conflicto palestino-israelí” es en realidad la guerra de liberación de los pueblos de la región contra la conquista y la colonización de los imperios de turno. Primero contra los turcos, luego contra los franceses y británicos. Actualmente la región es el campo de batalla de las grandes potencias que quieren establecer un nuevo orden regional, funcional a sus intereses. Destacan por su agresividad el nuevo eje de corte fascista conformado por Donald Trump y Benjamín Netanyahu.

En este conflicto hay enfrentamientos armados pero también existe una batalla cultural, que va desde de la disputa por el contenido “particular” que se da a las palabras, hasta rebatir la “historia oficial” que difunde el Estado de Israel.

LAS PALABRAS

Veamos algunos ejemplos de cómo se falsean las palabras. Semitas se refiere a aquellas personas cuya lengua materna es semítica (árabe, arameo, hebreo, etcétera): no es sinónimo de judío. En los últimos 70 años, quien ha tenido una política antisemita más feroz, ha sido el régimen sionista, mediante la conquista, el desplazamiento, el genocidio y el apartheid del pueblo palestino. Nos remitiremos a los hechos.

LA “OTRA HISTORIA”

Las raíces de la “otra historia” se encuentran en la Primera Guerra Mundial. Los pueblos árabes, sometidos al imperio turco, aspiraban a su independencia y se alzaron contra el imperio otomano apoyados por Francia y Reino Unido. Pero fueron traicionados por éstos, que en 1917, se repartieron esa parte del mundo, aún antes de finalizar la guerra. Ese mismo año la corona británica respaldó el establecimiento de un “hogar nacional judío” en Palestina (la conocida Declaración Balfour).

Los gobernantes franceses y británicos fueron rechazados por la población local. No fueron libertadores, actuaron como conquistadores, por lo que comenzaron los enfrentamientos entre los nacionalistas árabes y los europeos. En Palestina los colonos sionistas eran aliados de los británicos. Las potencias ocupantes reprimieron brutalmente las protestas y los levantamientos, hubo matanzas y ejecuciones. Ni antes ni ahora se pueden considerar que el conflicto es religioso. Dime en que bando estas y sabremos si estas con los oprimidos o con los opresores, si eres amigo o enemigo. Muchos judíos rechazaron y rechazan lo que sucedió y lo que sucede

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, comienza el proceso de descolonización. La flamante Organización de las Naciones Unidas, decide, en votación dividida, la partición de Palestina en dos estados. Nunca consultó a los habitantes del lugar, no hubo un referéndum. Los judíos eran el 30% de la población y a pesar de eso se les otorgó el 53% de la superficie de la Palestina británica. Se fija el 15 de mayo de 1948 como día de la partición. Antes de esta fecha, bandas sionistas mediante masacres y asesinatos selectivos, expulsan a los palestinos

El 14 de mayo se proclamó el Estado de Israel y sus milicias avanzan sobre los territorios asignados a los palestinos, desplazando a los habitantes originarios y arrasando sus aldeas

Al día siguiente, fuerzas árabes de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak, intervienen en defensa de los palestinos. Se suceden combates que finalizan quince meses después mediante un armisticio.

LA NAKBA

La otra historia considera el 15 de mayo, como el inicio de un proceso masivo de despojo, expulsión y conquista por parte de Israel. Este trágico suceso se denominó la NAKBA (catástrofe o desastre, en árabe)

Fue un acto deliberado y sistemático para crear un estado de mayoría judía. Cerca de 800 mil palestinos perdieron sus hogares y pasaron a vivir en “campos de refugiados”. La crisis humanitaria obligó a la ONU a crear un organismo para atenderlos

A partir de 1949, Israel controla, las tres cuartas partes del territorio. También, en ese corto tiempo, destruyó más de 500 poblados y aldeas.

La historia oficial hace un memoricidio de la NAKBA. No existió. A pesar de lo cual, Ilan Pappe, historiador judío- israelí, concluye que: “el Estado judío se había construido sobre las ruinas del pueblo indígena que habitaba Palestina, un pueblo cuyos medios de vida, casas, culturas y tierras habían sido sistemáticamente destruido.” En el 2008 por sus trabajos fue varias veces amenazado de muerte. Actualmente vive en el Reino Unido. La democracia israelí no admite la disidencia.

EL DERECHO AL RETORNO

Uno de los principios rectores de las Naciones Unidas es no reconocer el derecho de conquista. Por lo tanto, considera ilegal cualquier expansión territorial obtenida por la fuerza. Con el mismo sentido se aplica al despojo de bienes por las potencias ocupantes.

Tiene entre sus antecedentes los juicios de Núremberg que resarcieron a los despojados por el régimen nazi.

La Asamblea General de ONU, por resoluciones expresas de los años 1948 (Res. 194) y 1974 (Res. 3236), establece que los refugiados palestinos y sus descendientes (más de 6 millones de personas) están facultados a regresar y recuperar las propiedades que sus antepasados poseían, como un derecho humano básico e inalienable: es decir, inapelable. Esto explica la salvaje represión del criminal régimen israelí a las Marchas del Retorno, manifestaciones pacíficas que reclaman el justo derecho palestino a volver a sus tierras y hogares.

JERUSALÉN, AL QUDS

Trump y Netanyahu, son provocadores natos. Por un lado, la decisión del gobierno de EE.UU. de reconocer la ciudad de Jerusalén como capital de Israel viola la Resolución 181 y desconoce el derecho internacional.

Por otro, al ser Jerusalén el centro religioso del cristianismo, el islamismo y el judaísmo, se convierte actualmente en el botín del régimen israelí por la gracia del gobierno estadounidense, enterrando definitivamente -en la práctica- toda posibilidad de solución pacífica en la región. Las consecuencias nefastas lamentablemente recaerán no sólo sobre el pueblo palestino, sino -asimismo- en el pueblo de Israel.

No conforme con esto, Trump resuelve el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén, para el llamado “Día de la independencia”, previo al Día de la NAKBA, en una acción que irrita a la comunidad internacional y provoca la ira de los palestinos por el ilegal despojo de la soberanía palestina sobre Jerusalén.

Los sionistas festejan asesinando a más de 60 palestinos, que se suman a los muertos en las recientes marchas y en años anteriores, y más atrás. Es enorme la cantidad de muertos que hubo en los últimos 70 años, en un genocidio imparable, que obliga a preguntarle al mundo: ¿cuánta sangre deben derramar los palestinos para alcanzar sus derechos? Derechos inalienables, reconocidos por Resoluciones de organismos internacionales, que no frenan los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Israel en connivencia con sus protectores. ¿Cuándo habrá justicia para el pueblo palestino?

ADVERTENCIA Y RECHAZO

Advertimos, al tiempo que rechazamos, especialmente, la política agresiva e injerencista de los diplomáticos israelíes y sus agentes, tanto en Uruguay como en América Latina.

Rechazamos el collar de falsedades mediante el cual se pretende justificar el asesinato de civiles desarmados presentándolos como una amenaza a la seguridad de Israel, potencia nuclear con más de 200 ojivas atómicas.

Rechazamos los asesinatos selectivos que el Estado de Israel ha realizado y pretende ejecutar en la antigua Palestina británica y en otros lugares del mundo contra aquellos que se oponen a su política expansionista y genocida.

*Presidente de la Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino

 

POR QUE MANIFESTÉ EL 14 DE MAYO CERCA DE LA VALLA ISRAELÍ EN GAZA

 

Por Haidar Eid*/ Aljazeera**

 

He participado en la Gran Marcha del Retorno en Gaza dos a tres veces a la semana, desde que comenzó el 30 de Marzo. Me hace sentir más cerca de mi pueblo de Zarnouqa, que una vez estuvo cerca de lo que solía ser la ciudad palestina de al-Ramla. Las milicias israelíes hicieron la limpiaron étnica la zona en 1948, expulsando a decenas de miles de palestinos, incluyendo a mis padres.

La Gran Marcha del Retorno  es el comienzo de nuestro largo camino hacia la libertad para acabar con esta injusticia desde 1948.

Nos manifestamos por tres razones. Primero, queremos que se aplique la Resolución 194 de la ONU, que pide el retorno de todos los refugiados palestinos a sus tierras. Segundo, queremos que el cerco genocida impuesto a Gaza por el Israel del apartheid se levante. Tercero, nos negamos a aceptar la decisión de trasladar la embajada de Estados Unidos a la Jerusalén ocupada. 

Nosotros, los manifestantes, pertenecemos a todos los sectores de la sociedad civil y a todo el espectro de las organizaciones políticas palestinas. Y a pesar de lo que la propaganda sionista (hasbara) podría hacer creer, no fue Hamas quien “ordenó” que nos manifestáramos.

El Comité Nacional de la Marcha tiene representantes de todas las organizaciones políticas palestinas, incluyendo Fatah, el Frente Popular para la Liberación de Palestina, el Frente Democrático para la Liberación de Palestina, y la Iniciativa Nacional, entre otros.

El 14 de mayo, yo era uno de las decenas de miles de habitantes de Gaza que decidieron ir a la valla oriental protegida por los francotiradores israelíes.

“Hoy será un gran día en la historia de Palestina. Un día que recordarán para siempre todos los palestinos, árabes y amante de la libertad”, escribí en mi muro de Facebook justo antes de salir de casa ese día para ir en coche con mis tres amigos -un académico, un vendedor y un activista- para unirnos a la marcha.

Había decenas de miles de personas allí con nosotros - hombres, mujeres y niños, familias enteras de todos los ámbitos de la vida. 

Estas miles de personas, caminando sin armas hacia la valla para exigir su derecho a regresar, preocupan a Israel. Su gobierno dio instrucciones a los soldados de disparar contra cualquier civil que trate de “traspasar” la valla.

Los disparos comenzaron ya a las nueve de la mañana. Vi a mujeres, niños, discapacitados, jóvenes y ancianos ser tiroteados, a pesar de que no estaban tratando de “traspasar” la valla. Un joven, cuyo rostro nunca olvidaré, recibió un disparo en el abdomen y nunca llegó al hospital.

Una mujer joven, cuyo rostro estaba cubierto con una kefiya palestina, recibió un disparo en el cuello, pero sobrevivió. Al final del día, habíamos perdido 60 personas y más de 2.700 resultaron heridas.

Las muertes más desgarradoras fueron las de un bebé de ocho meses de edad, Laila El-Ghandour, y la de Fadi Abu Saleh, un amputado que había perdido sus piernas a causa de una mina israelí. Dos de los 60 mártires eran hermanos. 

Y también recibí la noticia del martirio de mi amigo Ahmed al-Udini, que deja una hija de 3 años de edad. Era un estudiante y activista de izquierda que después de su graduación se unió al grupo en Gaza del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) y trabajó como presentador en la estación de radio Al-Shaab. No era un “amenaza terrorista”, como Israel pretende hacer creer.

Nos preparamos para enterrarles, a él y al resto de los muertos, sabiendo que hemos sido abandonados. La amarga realidad es que estamos solos, asediado, en estado de sitio, y nadie nos quiere, incluso quienes se suponen que son nuestros hermanos.

Durante seis semanas, nos hemos enfrentado a la embestida de uno de los ejércitos más fuertes del mundo, que posee cientos de ojivas nucleares, más de 150.000 soldados en servicio activo, carros de combate Merkava, aviones F-16, helicópteros de ataque Apache, cañoneras y drones.

Cuando Israel no nos mata con sus francotiradores o nos bombardea, hace todo lo que puede para asegurarse de que vivimos en condiciones infrahumanas en estado de sitio en Gaza. Obtenemos electricidad sólo 4 horas al día, el 95 por ciento de nuestra agua no es potable, y nuestros enfermos graves agonizan mientras esperan durante meses un permiso para recibir tratamiento en Cisjordania.

Mientras nuestros hospitales, ya sin recursos por el sitio, luchan para tratar a los 12.000 heridos desde el 30 de marzo, algunos regímenes árabes y una UE cómplice no hacen absolutamente nada, salvo publicar declaraciones tímidas. En realidad, han defraudado a los palestinos desde hace años, y hasta la fecha, las actitudes oficiales internacionales son una combinación de cobardía e hipocresía.

La comunidad internacional, la ONU, la UE, y los líderes árabes han permanecido en gran medida en silencio sobre las atrocidades cometidas por el Israel del apartheid. En su lugar, nos piden permanecer en silencio en Gaza, el mayor campo de concentración al aire libre del mundo, con el fin de no incomodar a los ocupantes israelíes.

Se espera que nos comportemos como “siervos palestinos", al igual que los esclavos domésticos que estaban agradecidos a sus amos blancos y que estaban satisfechos de comer las sobras de sus mesas. Estamos obligados a aceptar nuestra muerte lenta y a no mostrar ninguna forma de resistencia, a admitir que si recibimos un tiro es por nuestra culpa.

Mientras enterramos a nuestros muertos, sabemos que sólo tenemos una opción viable. Esa opción no implica esperar a que se reúnan el Consejo de Seguridad, la UE o la Liga Árabe.

Esa opción es “poder del pueblo”, la única fuerza capaz de enfrentarse con la ocupación militar israelí. Hemos optado luchar por la dignidad, un giro después de años de auto-engaño que nos hacia asumir la esclavitud bajo el ocupante como un hecho consumado.

El resultado de esta decisión de la sociedad civil palestina y de todas las fuerzas políticas es la Gran Marcha del Retorno.

La única vía que nos queda es seguir la misma estrategia que la lucha en Sudáfrica. Se trata de movilizar a las masas sobre el terreno en lugar de hacer lobby ante los gobiernos indiferentes de todo el mundo.

¿Qué ayuda podían esperar los sudafricanos de Margaret Thatcher o Ronald Reagan? Fueron los sudafricanos comunes y corrientes y los ciudadanos comprometidos del mundo los que condenaron y resistieron los crímenes cometidos por el sistema de apartheid.

Nuestra principal ventaja como palestinos en esta lucha desigual es lo que el difunto Edward Said llama “la autoridad moral.” Nuestra victoria al final será el resultado inevitable de nuestra firmeza, de no vacilar a pesar de la sensación de que nos hemos quedado solos.

* Haidar Eid es profesor asociado en la Universidad de Al-Aqsa en Gaza.

** https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/march-return-14may-gaza-israeli-fence-180516124449284.html

boletin  de Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino ( Uruguay)


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