02.JUN.18 | Posta Porteña 1913

Nicaragua | La Masacre del Día de las Madres

Por Confidencial / DPA

 

Las balas tiñeron de sangre el azul y blanco que pedía libertad

 

Carlos Salinas Maldonado | CONFIDENCIAL 31 mayo 2018

Caían uno a uno sobre el pavimento. Uno de ellos frente a su propia madre. Las balas llovían sobre una marea azul y blanca, que marchaba orgullosa de recuperar una ciudad secuestrada por el odio. Uno a uno caían los jóvenes. Poco a poco vamos conociendo sus nombres. Al menos ocho muertos hasta ahora en Managua.

Entre ellos Jorge y Edgar, Francisco y Michael, Daniel y Orlando, de apenas 15 años. Es el regalo de Daniel Ortega a las madres. Las de los muertos de abril y las nuevas enlutadas por el odio del Dictador.

¡Qué día tan hermoso hacía el miércoles en la capital!

Después de tres días de tormentas que limpiaron las hojas de los árboles, la ciudad florecía con su propia primavera. En la rotonda Jean Paul Genie se reunían centenares de nicaragüenses. Venían con sus banderas azul y blanco, alegres, festivos, en enormes filas, llegaban a homenajear a sus madres y las de los caídos por la violencia del régimen.

“¡Qué vivan los estudiantes!”, gritaban. “¡Qué vivan las madres de abril!”

La gente se reconocía, se saludaba y abrazaba. Madres con hijos pequeños, abuelas en sillas de rueda. Muchachos jovencísimos tomados de la mano, besándose, cantando. Jóvenes con sus mascotas también vestidas de azul y blanco.

¿Qué mejor celebración después de tanto luto, de tragedia, de odio irracional?

Esta vez se cantó el “Ay, Nicaragua, Nicaragüita” con otro tono. No con aquella nostalgia que despierta la célebre letra de los Mejía Godoy, sino con la esperanza que esa preciosa melodía quiso inocular desde un inicio. Pero ahora que ya sos libre, Nicaragüita, yo te quiero mucho más. Porque era la sensación de la libertad recuperada lo que embriagaba a los centenares de miles de nicaragüenses que ayer marcharon pacíficamente por Managua. Una masa gigantesca que bailaba al ritmo de chicheros, que estaba ahí para gritarle un ¡basta! a la Muerte

Aquí estaba Jessica Rivas, la madre de Jesner, el joven de apenas 16 años asesinado cuando heroicamente intentaba resguardar un supermercado del barrio La Fuente, de la capital, atacado por saqueadores. Rivas señala a la Policía. Asegura que la Policía mató a su muchacho. Fueron varias balas, dijo. Un crimen en la impunidad. Por eso aquí estaba, cargando la foto del joven, con un listón negro en la blusa y un ramo de flores en las manos. “Me duele estar aquí”, dijo. Duele compartir este dolor con estas madres. “¡No es justo lo que nos hizo Daniel Ortega!”

La rabia acumulada por más de un mes. El dolor. La indignación. “Si aquí hubiera pena de muerte, eso pidiéramos para él”. Junto a Rivas estaban las otras madres, todas cargando las fotos de sus hijos. Como Alba del Socorro García Vargas, quien lloraba el asesinato de Moroni López, estudiante de Medicina de 22 años, asesinado el 20 de abril en la Catedral Metropolitana, mientras ayudaba a socorrer a los heridos de aquel día brutal.

“Siento que estoy como él, muerta”, dijo la mujer, el rostro moreno desfigurado por el dolor, los ojos negros apagados, muestra de su honda tristeza. “Me quitaron un pedazo de mi vida”, asegura la madre, que iba acompañada de uno de sus hijos, de los tres que sobreviven.

El muchacho, muy delgado, llevaba una cinta amarrada a la frente con la leyenda ¡Qué vivan los estudiantes! También cargaba la foto del hermano muerto, mientras escuchaba el lamento de su madre. “Vengo a esta marcha representándolo, porque quiero justicia. No quiero que su muerte quede impune. Este fue el regalo que me dieron: ¡cómo me destrozaron! Siento un dolor inmenso”, dijo la madre.

El deseo era el mismo: Que se vaya Ortega. Las madres se abrazaban y lloraban y a ellas se acercaban otras mujeres, las que llegaron a marchar con sus hijos. Y el abrazo era demoledor. ¿Cómo se puede soportar tanto dolor?

La gigantesca ola azul y blanco recorrió cuatro kilómetros de la neurálgica Carretera a Masaya. Entre ellos iba el escritor Sergio Ramírez, con una gorra también azul y blanco para protegerse del sol. Se le notaba alegre, contagiado por el sentimiento general de libertad. “Esta es una demostración de fe en el futuro”, dijo. “En Nicaragua, a pesar de la tragedia que hemos vivido y los crímenes masivos que se han cometido, el pueblo tiene fe en que la paz vendrá y la única manera de que venga la paz es la democracia”. Un grupo de muchachas se acercó al Premio Cervantes, me permite una foto, don Sergio, y el escritor paró su marcha para fotografiarse en la calle.

Aquí iba también Vilma Núñez, la incansable defensora de los derechos humanos. ¡Qué alegría!, dijo. A pesar del dolor de sus piernas, del peso de la edad, de haber vivido una y otra vez el horror de un país que repite sus tragedias, ella estaba feliz. La gente se le acercaba para abrazarla, besarla, para fotografiarse con ella. Las muchachas la agasajaban como a una madre. Gracias, le decían. Gracias. Era el reconocimiento a toda una vida dedicada a defender los derechos humanos, de denunciar la brutalidad, de cuestionar la dictadura, la de ayer y la de hoy

La masa avanzaba hacia la Rotonda Rubén Darío. Cruzaba el Paso a Desnivel de la Centroamérica. Cientos de miles de “minúsculos vandálicos” retando la fuerza del Dictador. Era la mayor demostración pacífica de la historia reciente de Nicaragua. Los capitalinos le quitaron “su” plaza y las calles a Ortega. Lo relegaron a una esquina de la ciudad en la avenida de Bolívar a Chávez, poblada por decenas de arbolatas, el odiado símbolo del poder de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. En una concentración de empleados públicos reunidos en cinco cuadras, allá, al lado del rostro amarillo de Hugo Chávez, su benefactor, habló el Dictador ante sus partidarios. “Nicaragua no es propiedad privada de nadie”, dijo Ortega. “Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos”, afirmó.

Sus palabras ni siquiera fueron escuchadas en la marcha de las madres. Aquí no interesaban. A las cinco de la tarde, la marcha terminaría frente a la Universidad Centroamericana con un evento cultural. Hablarían una de las madres de abril y un estudiante universitario, con el homenaje final a estas mujeres cuyos hijos ya son vistos como héroes. Para recordarles y recordar que no debía haber un muerto más. “¡Qué se vaya Ortega!”, gritaban.

Y las balas sonaron a 100, 200 metros, en el sector de la Universidad Nacional de Ingeniería. Les disparaban desde el Estadio Nacional de Beisbol Dennis Martínez. El Dictador no solo mataba a sus hijos, sino que las amenazaba a ellas. Uno a uno fueron cayendo los heridos sobre el pavimento. Ocho muertos en Managua. Entre ellos Jorge y Edgar, Francisco y Michael, Daniel y Orlando, de apenas 15 años. Las balas tiñeron de sangre el azul y blanco que pedía libertad.

 

Almagro sigue como gran aliado de Ortega

 

Dice que la OEA no “instalará” un Gobierno en Nicaragua

 

 

HAVANA TIMES –1/06/18 El secretario general de la OEA, Luis Almagro, se mantiene firme como aliado importante de Daniel Ortega y Rosario Murillo para que puedan quedarse unos años más en la presidencia de Nicaragua.

Ignorando el creciente rechazo de Ortega entre la población nicaragüense, especialmente por las masacres cometidas por sus paramilitares y policías contra protestas pacíficas, Almagro acusó hoy a un sector de la oposición a Daniel Ortega, sin mencionar quienes, de seguir una línea antidemocrática.

En entrevista con Voz de América (VOA), Almagro mantuvo que la organización panamericana no dará su aval a un derrocamiento del mandatario nicaragüense.

“Hay gente que quiere otro camino que no es electoral ni constitucional y yo no voy a meter a la organización en ningún otro camino que no sea constitucional ni electoral”, manifestó Almagro, quien avaló la reelección de Ortega en 2016 y acordó ayudar a su gobierno mejorar su sistema electoral para 2021.   

“Otros quieren que instalemos a otro gobierno en el poder. Eso no, ni de casualidad. No cuenten con la organización para avalar ninguna chanchada de esas, por favor”, manifestó.

Una parte de la oposición nicaragüense pide elecciones anticipadas inmediatas como salida a la grave situación que atraviesa el país, donde más que un centenar de personas ha muerto en el marco de las protestas contra Ortega que comenzaron a mediados de abril, después de que aprobara por decreto una reforma de la seguridad social que afectaba a las pensiones e incrementaba las cuotas de trabajadores y empresarios.

Almagro defiende que la OEA trabaja desde hace tiempo con las autoridades de Nicaragua en una reforma del proceso electoral y que hasta que esta no termine, no se deben celebrar comicios.

El político uruguayo ha sido acusado además de actuar con doble rasero respecto a Venezuela y Nicaragua.

Almagro es enemigo del mandatario Venezolano Nicolás Maduro y consideró ilícita su reelección el 20 de mayo, después de que Maduro copiara lo que hizo Ortega en Nicaragua, eliminando partidos opositores y sus principales figuras de la contienda y anulando la oposición en el poder legislativo.

Preguntado hoy sobre si cree que en el país centroamericano existe hoy una dictadura, aseguró que en América solo hay actualmente dos dictaduras, Cuba y Venezuela, y manifestó que Nicaragua está “muy lejos” de esos países.

“En los trabajos que hemos tenido con Nicaragua en este tiempo hemos hablado de elecciones”, dijo.

“No tenemos ninguna posibilidad hoy todavía de elecciones libres en Cuba ni elecciones libres en Venezuela. Sí la tenemos de lograr en Nicaragua”, añadió.

 

Llamado a “intensificar protesta cívica” en Nicaragua

 

Por Gabriela Selser(DPA) 31/05/18

 

Estudiantes, sector privado y sociedad civil componen la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

– Líderes de estudiantes, empresarios y sociedad civil que piden la renuncia del Gobierno de Nicaragua llamaron hoy a “intensificar la protesta cívica y pacífica”, tras los sucesos de violencia ocurridos el miércoles y que según la Policía dejaron 15 muertos y 218 heridos.

En un comunicado leído en rueda de prensa, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia responsabilizó al presidente Daniel Ortega por el ataque a una manifestación opositora en Managua, que calificó como “la peor masacre en tiempos de paz”.

“Hacemos un llamado a intensificar las distintas formas de protesta cívica y pacífica”, como luchar por autonomía universitaria, reforzar y organizar “plantones” y “tranques” (bloqueos de carreteras) y reforzar los centros de acopio de medicamentos, donaciones de sangre y alimentos, indicó el texto.

Se trata de “redoblar esfuerzos en todos los frentes de lucha” para lograr un cambio de Gobierno y “construir un país democrático por la vía pacífica”, dijeron los firmantes.

Según la Alianza, desde que iniciaron las protestas en abril pasado se han registrado “más de 100 muertos, más de mil heridos, miles de detenidos y cientos de torturados y desaparecidos”.

Advirtieron que, después de los acontecimientos de ayer, “el diálogo sólo será posible si se cumplen las condiciones planteadas por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN, mediadora en la negociación) y si se cuenta con garantes internacionales”.

En un pronunciamiento, la CEN condenó las acciones de “grupos armados afines al Gobierno contra la población civil” y advirtió que el diálogo nacional, que se suspendió el 18 de mayo por falta de consenso, “no se puede reanudar” en esas condiciones.

“Queremos dejar claro que no se puede reanudar la mesa del Diálogo Nacional mientras al pueblo de Nicaragua se le siga negando el derecho a manifestarse libremente y continúe siendo reprimido y asesinado”, indicó el texto de los obispos.

La crisis en Nicaragua inició en abril con una protesta de estudiantes por una reforma al Seguro Social, que afectaba a miles de trabajadores y jubilados, y se agudizó tras la violenta acción de la Policía y paramilitares contra civiles.

Según Amnistía Internacional, el conflicto dejó 83 muertos y 868 heridos del 18 de abril al 24 de mayo. El Gobierno sólo reconoce 39 fallecidos, incluyendo 15 muertos en los disturbios de ayer.

En rueda de prensa con medios oficiales, el subdirector de la Policía, Francisco Díaz, dijo que se reportan 218 heridos, entre ellos 36 agentes policiales “lesionados por armas de fuego”.

Díaz atribuyó la violencia a “grupos delincuenciales” y denunció ataques en Managua al Estadio nacional de béisbol, al edificio del Ministerio de Economía Familiar, a la oficialista Radio Ya y a la sede de la financiera Caruna, ligada al Gobierno.

Por su parte, el no gubernamental Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) informó que 16 personas murieron y 88 más fueron heridas ayer en Managua y en el interior.

Mientras, en un video en Twitter, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó “los asesinatos cometidos ayer por las fuerzas represivas y los grupos armados y nos solidarizamos con los familiares de las víctimas. Llamamos al Estado a detener la violencia de estos factores represivos”.

Opinó también que unas “elecciones libres” son “la única solución” para resolver la crisis en Nicaragua, la más grave en su historia reciente. Desde que comenzó el conflicto, esta es la apelación más fuerte hecha a Ortega por Almagro, a quien la oposición nicaragüense acusa de proteger.

Poco después, el Gobierno oficializó la renuncia del presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, quien en diciembre pasado fue sancionado por Estados Unidos por corrupción y violaciones a los derechos humanos. Desde entonces ha seguido recibiendo su salario sin tener que trabajar. Tampoco ha sido investigado ni acusado por las autoridades de Daniel Ortega.

En un comunicado conjunto divulgado en Managua, la Cancillería y la Organización de Estados Americanos (OEA) indicaron que la medida busca “continuar trabajando por el fortalecimiento de la institucionalidad” y la “armonía democrática en el país”.

No mencionaron si al renunciar Rivas recibió el beneplácito de la OEA y el gobierno de Ortega para quedar con sus cuentas e inmuebles millonarios repartido en varios países, según investigaciones periodísticas.  

En tanto, el Departamento de Estado norteamericano expresó su condena a “la respuesta violenta del Gobierno nicaragüense a las marchas pacíficas del Día de la Madre en Managua y otras ciudades” y a las “golpizas a periodistas y ataques contra la televisión local y estaciones de radio”.

La declaración de Washington se sumó a un pronunciamiento aprobado también hoy en el Parlamento Europeo, que “condenó la brutal represión e intimidación de manifestantes pacíficos en Nicaragua y pidió una reforma electoral que conduzca a elecciones justas y creíbles”


Comunicate