02.JUN.18 | Posta Porteña 1913

"El discurso de los tupamaros no es acorde a los hechos históricos"

Por Busqueda - ElenaRisso

 

El periodista Leonardo Haberkorn publicó el libro La muy fiel y reconquistadora. Memorias de una generación que no perdió la democracia, pero luchó por recuperarla

Elena Risso en Búsqueda  31 mayo 2018

La primera vez que Leonardo Haberkorn se interesó por algo político fue en 1980. En una comida familiar su padre le explicó que el Sí propuesto por la dictadura no era una buena forma de recuperar la democracia y que él votaría No. El tema le llamó la atención, y aquel chico de 16 años que sabía “más de flippers que de política”, decidió sumarse a su manera a la campaña contra el régimen.

Junto a un grupo de amigos comenzó a pegar con cinta adhesiva papeles que tenían la palabra No en columnas, paradas de ómnibus o teléfonos públicos. Fue su primer acto de militancia. Y esa campaña también fue el desembarco en la vida estudiantil, política y sindical de una generación que hasta ese momento era considerada por muchos como “apática” o “de silencio”.

Entre aquellos jóvenes se encontraban figuras que hoy integran la primera línea de los partidos políticos y organizaciones sociales, estudiantiles y sindicales. Fueron parte de los uruguayos que lograron abrir pequeñas grietas para vencer el “clima de miedo” existente en la década de los 80, que tuvo momentos recordados como la huelga estudiantil, el acto de Obelisco, o los caceroleos.

Sobre eso trata La muy fiel y reconquistadora. Memorias de la generación que no perdió la democracia, pero luchó por recuperarla (Sudamericana), un libro que recoge distintas voces y en el que Haberkorn reconstruye parte de la historia uruguaya entre 1980 y 1985, con vivencias y testimonios de protagonistas de aquellos años que quieren demostrar que en el fin de la dictadura no solo incidieron las negociaciones entre políticos y militares. Además, el autor habla de qué pasaba con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en esos años y de cuál era la opinión de José Mujica al salir de la cárcel.

Nacido en Montevideo en 1963, Haberkorn es un periodista y escritor de larga y reconocida trayectoria. Trabajó en los semanarios Aquí y Búsqueda, fue editor de la revista Punto y Aparte y secretario de redacción de revista tres. Fundó y dirigió el suplemento Qué pasa del diario El País. También trabajó en la agencia Reuters, en el diario Plan B y en radio El Espectador, y para reconocidas publicaciones internacionales, como Gatopardo, Etiqueta Negra o Internazionale. Es autor de varios libros, algunos sobre historia reciente, como Milicos y tupas (Premio Bartolomé Hidalgo y Libro de Oro 2011), Historias tupamaras, y Gavazzo. Sin piedad. Es corresponsal en Uruguay de la agencia de noticias Associated Press (AP), colaborador del diario El Observador y del portal Ecos, y tiene el blog El informante.

 

En su libro habla de una generación de gente de todos los partidos —como Jorge Gandini, Luis Mardones, Pablo Iturralde, Jorge Rodríguez, Ope Pasquet, o Juan Miguel Petit— que por encima de las “diferencias ideológicas” buscaba el “bien común” que era recuperar la democracia. ¿Por qué hoy después de tantos años y con ese bien común recuperado, los partidos no llegan a acuerdos en grandes temas del país?

Es increíble. Es una de las grandes preguntas que a mí me dejó este libro. Lograron trabajar juntos en condiciones complejas, pero el sectarismo de hoy está multiplicado por dos millones. No se logra consenso prácticamente en nada. El interlocutor antes era la dictadura, gente con la cual tenías diferencias muy grandes y sin embargo lograban sentarse a hablar. Hoy no hay diferencias tan radicales. Creo que hay gente que apuesta a la división.

¿Por ejemplo?


Hay gente en el espectro político, no voy a decir nombres, que claramente siempre apoyó o admiró el modo de hacer política de los Kirchner y de (Hugo) Chávez. Un modo de hacer política basado en la confrontación. Eso hace imposible una agenda de Estado, en aras de mantener su chacrita, conseguir algunos votos, mantenerse en el Senado. Este libro viene a demostrar que todo lo contrario fue posible y fue mucho más productivo.

En el libro recuerda que integrantes de aquella generación firmaron hace un tiempo un documento por la recuperación de Venezuela. Y hace algunos días muchos participaron en la elaboración de propuestas educativas de Eduy21. ¿Ve posibilidades de avanzar? Porque en el caso de Eduy21 se habló más de que no había mujeres en la foto del acto que de las propuestas en sí...


La primera reacción descalificante y que trató de sacar de eje respecto a que no había ninguna mujer en la foto —en el proyecto sí, no en la foto— vino de gente de otra generación, más joven, y que de repente está influida por ese modelo confrontativo.

Una de las primeras en criticarlo fue la directora de Desarrollo Social de la Intendencia de Montevideo, Fabiana Goyeneche.


Fabiana Goyeneche y (el consejero de Primaria, Pablo) Caggiani. Está bien, seguramente tendría que haber habido mujeres en la primera fila, pero no era el centro y no inhabilita a sentarse a discutir las cosas. Llevándolo al plano de esta historia, cuando se centraban para discutir del acto del 1º de mayo del 83 los del PIT con los coroneles, con ese tipo de razonamientos nunca hubieran pasado de la primera reunión.

En este momento las diferencias ideológicas entre partidos no parecen muy profundas. Pero hay ocasiones en que la discusión termina siendo la dicotomía facho-bolche y no pasa de ahí


No hay un modelo económico que sea radicalmente opuesto a lo que se propone. No se llega a ese debate. Aquello era muy participativo; la base de afiliados o militantes era amplia, entonces el dirigente no podía hacer cualquier locura. Esto nos cae a todos, muchísimos abandonamos los ámbitos de participación, quedaron los profesionales que cuidan su negocio y no rinden cuentas de lo que hacen. Y en definitiva no le están haciendo bien a la sociedad. No estamos en un momento que digamos “qué bien que estamos”. En cosas básicas como educación, seguridad, salud pública, sistema judicial, creo que en ninguno podemos decir: “Qué buena nota tenemos”. Pese a que hubo dinero para que estuviéramos mejor.

¿Cree que la gente lo percibe?


No hablo del gobierno, sino que en general los políticos se rodean de gente muy obsecuente que les dice que todo está bárbaro y terminan por perder contacto con lo que está pasando. Hace unos días salió una encuesta que decía que más del 70% de la población estaba de acuerdo con que militares se ocuparan de la seguridad interna y más del 56% eran votantes del Frente Amplio. Algo se le está salteando al gobierno, creo que la gente se da cuenta.

En el libro dice que en la salida de la dictadura el MLN-T no despertaba “mayor interés” y que sus líderes no participaron en el “movimiento plural” para derrotarla porque estaban presos o en el exilio. “Tampoco era un tema que encendiera las pasiones románticas que luego la literatura se encargó de fomentar”, escribió. ¿Por qué tanta gente cree que los tupamaros lucharon contra la dictadura?


Porque como resultado de la dictadura y de la salida a la democracia ganaron un prestigio que no tenían antes. El sistema democrático, por vicio del propio sistema y también por la acción deliberada de los que no creían en él —porque había vicios, corruptela, corrupción, nepotismo— había caído a un grado de poca aceptación en la gente. El golpe de febrero fue tomado con una pasividad total

En el de junio, cuando ya estaba consumado, hubo algunos discursos en el Parlamento y estuvo la huelga general de la CNT, aunque antes el Partido Comunista había apoyado el golpe de febrero. Pero cuando salimos, después de haber vivido trece años bajo una dictadura en la cual se aprendió lo que era no tener libertad de reunión, libertad de prensa, libertad de moverse, libertad de expresión, con la enseñanza intervenida, la democracia salió muy robustecida y toda nuestra generación creía que era innegociable.

Entonces, cuando los tupamaros vuelven a la vida política tienen que reinventarse.

No pueden decir: “Nosotros fuimos los que machacamos contra la democracia, los que denostamos la democracia, los que la quisimos derribar para poner una dictadura de izquierda”. Fueron muy hábiles en vender ese discurso. Creo que la dictadura con todo el horror de la tortura y los desaparecidos, y el horror cotidiano que contamos en este libro, generó un rencor y una imagen tan negativa que ellos que eran los que habían estado presos quedaron como los opuestos legitimados. El discurso que sacaron no fue acorde a los hechos históricos. Tuvieron el mérito de algunos escritores buenos en el sentido de escribir bien o de lograr plasmar bien ese discurso, como (Eleuterio) Fernández Huidobro o (Mauricio) Rosencof. Y otros que no escribieron pero supieron comunicarlo muy bien, como (José) Mujica, que es un comunicador excepcional

Y creo que mucha gente guardó silencio ante un discurso que no era verdadero y lo dejaron crecer y crecer hasta que quedó instalado. Hubo mucha pasividad de “bueno, no confrontar”. Creo que los intelectuales fueron parte de esa complicidad de silencio porque también muchos de ellos habían participado en ese denostar la democracia y les quedaba incómodo criticar a los tupamaros.

¿Por qué cree que pese a toda la nueva generación lo siguen viendo así? ¿Tiene que ver con la figura de Mujica?


Posiblemente sí. En la construcción histórica del relato ha sido fundamental. Es un gran comunicador, todos los libros que se han escrito sobre él, que han sido decenas, son best sellers, durante años fue una figura permanente en los informativos de televisión. Me hace gracia cuando se dice que los canales son opositores al Frente Amplio cuando fueron prácticamente los que llevaron a Mujica a la estatura de figura nacional. Mujica muy hábilmente mandaba casetes a las radios del interior, siempre lo tuvo claro y lo hizo muy bien. Pero los canales luego le dieron un gran espaldarazo

¿Los canales o los periodistas? Hay quienes dicen que los dueños son una cosa y los periodistas otra


Mujica es atractivo. Cuando (el suplemento) Qué pasa (de El País) cumplió cinco años yo lo dirigía. Se hizo una edición especial y elegí políticos que fueran muy importantes con columnas. Del Frente elegí a Mujica, que era ministro de Ganadería. En ese momento sentía que decía una cantidad de cosas importantes que no decía otro. Tenía preocupación y sintonía con los sectores más pobres, que venían con décadas de postergación. Y en un principio también mostró voluntad de tender puentes entre los partidos. Pero eso luego se perdió o la situación lo superó.

También dice cosas que después no se concretan


De eso me di cuenta mucho después. Si hoy estuviera al frente de una publicación que cumple cinco años no lo llamaría. Respecto a su preocupación por los más pobres, lo mejor que podría haber hecho habría sido mejorar la educación pública, y no lo logró.


Usted menciona en el libro un discurso de Mujica de abril de 1986 en el Palacio Peñarol, donde dijo que los jóvenes que crecieron en dictadura tenían “un buraco” en la cabeza

Ya en ese momento decía cosas sin que nadie le saliera a responder.
Exacto. Él venía de hacer una apuesta política totalmente equivocada. Había dicho, como los demás líderes tupamaros, que si se instalaba un foco guerrillero la gente se iba a plegar a él, iba a haber una revolución masiva y se iba a tirar al régimen. No hubo eso. La masa no se plegó al MLN. Había dicho que las Fuerzas Armadas se iban a dividir una vez que eso ocurriera. No ocurrió eso, las Fuerzas Armadas no se dividieron nada y salvo tres o diez o doce que fueron encarcelados rápidamente la inmensa mayoría de las Fuerzas Armadas respondieron monolíticamente.

Ellos habían dicho que una vez que hubiera un foco guerrillero los peones rurales iban a sublevarse en la miseria en la que vivían. Bueno, los peones rurales no se sublevaron nada, les tenían miedo a los tupamaros, y cuando ellos tuvieron un peón rural en sus manos le dieron una inyección de pentotal, lo mataron y lo hicieron desaparecer. Tema del que hoy no se puede hablar porque es tabú. Siempre me asombra que gente que cometió errores de cálculo político tan grandes y tan costosos siga haciendo juicios categóricos e indicando los rumbos que debe tomar la sociedad, como si aquello no hubiera ocurrido.

Pero los votos lo respaldan; ganó una elección y el MPP se convirtió en mayoría dentro del Frente Amplio


Habría que ver qué pasa con el MPP sin Mujica. Creo que la explicación es que tiene una enorme dote de comunicar a escala mundial. Es muy inteligente y muy hábil. La historia del tipo que se mandó 40.000 macanas es una historia triste; en cambio, la historia del hombre que se rebeló contra la dictadura, que luchó contra el fascismo, que una vez que salió perdonó a todos, es muy romántica. Si no tenés la información necesaria es más linda de creer. Si viene un periodista de Corea, baja en Carrasco, va a la chacra y doce horas después está en Corea de vuelta es más fácil y más linda que la otra.

Hace unas semanas escribió en  El Observador un artículo sobre la muerte de Renzo Teflón donde recordaba la canción crítica que escribió sobre Mujica. No son muchos los artistas o intelectuales que lo hayan hecho


Casi ninguno.

¿También tiene que ver con eso?


Obvio. Los intelectuales en este país, salvo honrosas excepciones... ¿Dónde están hoy con las elecciones de Venezuela? ¿No tienen nada para decir? ¿Ya se olvidaron de la dictadura? Creo que es un error muy grande y cuando aparece una voz como la de Renzo que se anima a decir una cosa así es silenciada inmediatamente.

Usted hacía mención a cierta pasividad que existía antes del golpe frente a algunos hechos de corrupción o corruptelas...


Y volvieron, lamentablemente.

Hubo casos en organismos estatales, como en ANCAP, y el vicepresidente Raúl Sendic que mintió y luego renunció. Sin embargo, parecería que no hay una condena firme a esa forma de actuar


A mí me decepciona que en el regreso de la democracia en el 85, esa lección se tendría que haber sacado en limpio. La corrupción, el amiguismo, el nepotismo, el aprovechar recursos del Estado en la chiquita para el bien del partido de uno, son lecciones que tendrían que haber quedado y no quedaron. No empezó con Sendic. Se fue agravando y agravando.

Pero, por ejemplo, Luis Lacalle Herrera tuvo que lidiar siempre con acusaciones vinculadas a la corrupción de su gobierno, como fue el caso del Banco Pan de Azúcar. Hoy parecería que existe más benevolencia en algunos sectores frente a esos temas


El Frente Amplio siempre criticó todo esto cuando estaba en la vereda de la oposición. Con razón. Cuando le tocó llegar al gobierno lentamente o no tan lentamente empezó a padecer lo mismo. Una parte de su electorado, la dirigencia, sus líderes, en vez de aplicar el freno y sanearse, trataron de solucionar esto con el recurso de “ah, pero con los colorados y los blancos pasaban cosas peores”. Eso tuvo al principio un poco de efecto, pienso que alargó un poco la cosa. Cierta militancia lo reprodujo o lo cree y le resultó una excusa válida. Pero creo que cada vez funciona menos y hay sectores amplios de lo que era su electorado que ya no consideran que sea tolerable

Hay encuestas que indican que el Frente Amplio cae en intención de voto pero la oposición no capta ese electorado


Creo que mucha gente desde 1985 hasta hoy, por errores propios de los partidos tradicionales, había llegado a la conclusión de que eran partidos que no se podían votar más. Y que los partidos tradicionales no terminaban de asumir eso, no hicieron la depuración y la autocrítica que tendrían que haber hecho. El Partido Colorado está en una situación especial hoy porque no está claro quiénes son sus líderes y están prácticamente ausentes de la administración, salvo un intendente. Pero el Partido Nacional mantiene su electorado, tiene muchas intendencias, tiene el afán de llegar a la presidencia. Pero uno ve las cosas que pasan en sus intendencias y dice: “No tomaron en cuenta, aún hoy, todo lo que les pasó”

Como en Soriano, con el intendente Agustín Bascou y las compras de combustibles en sus estaciones de servicio


Lo de Soriano y quizás en menor medida lo de Lavalleja (donde la intendenta Adriana Peña fue cuestionada por nombrar a su hermano para un cargo y por haber propuesto un incremento presupuestal a directores, entre los que se encontraba su pareja)

Lo de Artigas con toda la parentela del intendente (Pablo) Caram (trabajando en el gobierno departamental). Al principio parecía que Luis Lacalle Pou había tomado conciencia y había sido más firme con el caso de Soriano, pero después cuando apareció el de Artigas ya fue menos firme porque estaba con él. Para toda esa gente que había decidido que los partidos tradicionales no eran más una opción votable sigue siendo así.

No han hecho nada para capitalizarlo. Se habían alejado también mucho de la gente, del discurso social, de la gente más empobrecida. De eso tampoco creo que hayan dado muestras de querer cambiarlo. Luego hay partidos menores, Unidad Popular y el Partido Independiente, que han crecido. Está (Edgardo) Novick también.

¿Cómo ve a Novick?


Creo que se la dan servida para que aparezca. A su vez, el Frente Amplio no hace los deberes del todo porque recordemos cómo se apoyó a Sendic en su mentira, cómo el Plenario del Frente Amplio dijo que eran el Plan Atlanta, la prensa, que iba a haber un golpe de Estado. Es algo vergonzoso. Si el Frente Amplio da esa imagen y a la vez esa gente que se va desencantando dice: “Bueno, pero los partidos tradicionales siguen sin hacer la autocrítica, siguen sin modificar nada, tiene que aparecer algo nuevo”. Un dirigente de Novick me decía: “Con los dirigentes de los partidos tradicionales que siguen siendo siempre los mismos ya probamos, hay que probar con otro”. Creo que una parte de los votos la va a tener porque eso está pasando.

“Los dueños de los medios no entienden”

 

En el libro usted destaca el papel de los semanarios de la década de los 80, hoy desaparecidos, y citaba al exdirector de Búsqueda, Claudio Paolillo, que decía que lo primero era recuperar la libertad y después pensar en periodismo de calidad. Después de tantos años, ¿cómo evalúa la calidad de los medios?


La veo baja. Pero estas cosas a veces hay que verlas en el largo plazo. Trabajando en El País en la elección de 1999 quise hacer una historia sobre las campañas electorales de Jorge Batlle y de cuáles habían sido sus eslóganes. Fui a la colección de 1966, la primera vez que él se candidateó a presidente. No aparecía ni una línea de un candidato de izquierda, ni de ningún candidato colorado, ni de ningún candidato blanco, salvo el que El País apoyaba. Hoy uno puede criticar a El País tal sesgo y tal nota, pero si uno mira lo que es hoy hay un abismo comparado con lo que era. Sí soy muy crítico, sí lo veo muy mal. Cuando lo ves en la línea en el largo plazo las cosas no son tan terribles como a veces parece que son. Se ha avanzado mucho y hay mucho más profesionalismo

¿Cuáles son hoy las principales carencias?


La crisis de los medios está en todos lados porque hay una crisis del modelo económico y no se logra que el periodismo digital dé el mismo dinero que el periodismo en papel. O las radios y los canales no dan lo mismo porque se ve televisión en YouTube y porque se escucha radio en streaming de cualquier lugar. Eso lleva a que las redacciones se hayan achicado mucho. Lo que la gente no entiende es que la información cuesta trabajo conseguirla y que la información buena cuesta mucho más trabajo conseguirla. Acá hay una ecuación económica: medios que están empobrecidos tienen pocos recursos para conseguir información de calidad. Lamentablemente, los dueños de los medios muchas veces no entienden que sería mejor aprovechar esos recursos que tienen en conseguir tres buenos productos de calidad en vez de 300 berretas que solo generen clics

Hay quienes dicen que en época de redes sociales es cada vez más importante que los periodistas contextualicen la información, algo que no siempre ocurre


Incluso es al revés. Los informativos de televisión son de dos horas y el tema principal lo fragmentan en cinco o seis pedazos, supuestamente para que la gente siga enganchada. Vos tenés que agarrar un tema importante, contextualizarlo, darle profundidad, explicarlo para que la gente entienda, dar antecedentes y consecuencias. Si lo presentás así a la gente le va a interesar. Pero como creen que hay que fragmentarlo, en el medio te ponen un gol de Turquía, un divorcio por una pascualina, una que salió desnuda en tal lado. Eso no contextualiza. Los informativos de televisión ya no se entienden. No sirven para nada. Son productos muy malos. La radio y la prensa son un poco mejor, pero tampoco están en su mejor nivel.

Hace un tiempo, el programa Rompkbzas de radio El Espectador informó que había unos 900 comunicadores, uno de cada tres, que trabajan para el Estado. ¿Eso incide en la calidad de la información?


La primera vez que leí sobre eso fue en el trabajo de graduación de la ORT de Marcela Moretti, una periodista que era brillante y que lamentablemente desapareció prematuramente. Investigó y encontró que había una cantidad muy grande de periodistas que uno ve en radio o en prensa que también son secretarios de un diputado, del ministro tal, o trabajan en el ministerio tal. Eso obviamente afecta.

El pluriempleo afecta la calidad por el tiempo que le dedicás. Si el otro empleo es ser el gerente o estar en el departamento de socios de, por ejemplo, el Club Biguá, no creo que afecte mucho, salvo que haya una noticia de básquetbol. Pero si vos sos secretario de un diputado del Partido Nacional y cubrís noticias políticas eso te va a afectar. Lo mejor sería que no tuviéramos pluriempleo. Si fuera pluriempleo lo mejor sería que fuera dentro de la prensa. Si fuera en otros campos se empieza a complicar. Si es en la política o en el Estado complica más todavía.


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