20.JUN.18 | Posta Porteña 1919

La Revolución Agraria Artiguista: Una omisión histórica sistemática

Por Juan Luis Berterretche

 

– La Revolución Agraria Artiguista - 1815–1816 - Investigación auspiciada por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Humanidades y Ciencias. Sin lugar a dudas la investigación más completa y profunda sobre el tema, editada en setiembre de 1969.

Los textos entrecomillados en esta primera exposición pertenecen al Documento Original del Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados. Y lleva la firma de José Artigas desde el Cuartel General de Purificación, el 10 de setiembre de 1815

Por Juan Luis Berterretche

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José Artigas nació en Montevideo, el 19 de junio de 1764, en la casa de los abuelos maternos, ubicada en las actuales calles de Colón y Cerrito (Ciudad Vieja).

La Revolución Agraria Artiguista es sin lugar a dudas la primera revolución social en toda América Latina y no sólo se trató de una revolución patriótica creando nuevas nacionalidades. Hubo que aguardar hasta 1959 para que la Revolución Cubana entrara en un proceso tan profundo donde se cumplieran los deseos de Artigas de que los más infelices serían los más privilegiados.

Con sus principales colaboradores militares y políticos aprobando la ocupación portuguesa de la Provincia Oriental para aplastar su revolución agraria y viendo su causa definitivamente perdida, el 5 de setiembre de 1820, José Artigas cruzó el río Paraná hacia el exilio en Paraguay.

Falleció, luego de 30 años de exilio el 23 de septiembre de 1850, a los 86 años de edad.

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Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados.

1 “El señor Alcalde Provincial además de sus Facultades ordinarias queda autorizado para distribuir terrenos y velar sobre la tranquilidad del vecindario. Siendo el juez inmediato en todo el orden de la presente instrucción.”

Luego de marcar las jurisdicciones territoriales en que se dividiría la Provincia Oriental para este Reglamento Provisorio en el punto 6to. se definen quienes serían los beneficiarios de reparto de tierras:

“Por ahora el señor Alcalde Provisorio y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la Campaña. Para ello revisará cada uno en sus respectivas jurisdicciones los terrenos disponibles y los sujetos dignos de esta gracia, con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los sambos (1) de esta clase, los indios y los criollos pobres todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien, propenden a su felicidad y la de la Provincia”

“Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros y estos a cualquier extranjero.”

“Los agraciados ni podrán enajenar o vender estas suertes de estancia ni contraer sobre ellas débito alguno bajo la pena de nulidad hasta el arreglo formal de la provincia en que ella deliberará lo conveniente” Al mismo tiempo los alcaldes y encargados del reparto de tierras, me pasarán un estado del número de agraciados y sus posiciones para mi conocimiento.” “Cualquier terreno anteriormente agraciado entrará en el orden del presente reglamento, debiendo los interesados por medio de los alcaldes su legitimación en la manera arriba expuesta”

Los alcaldes y subtenientes de provincias únicamente podrán dar licencia para que dichos agraciados se reúnan y saquen animales así vacunos como caballares de las mismas estancias de los europeos o malos americanos que se hallen en las respectivas jurisdicciones. En manera alguna se permitirá que ellos por si solo lo hagan. Y que dichos ganados agraciados no sean aplicados a otro uso que el amansarlo, caparlo y sujetarlos a rodeo.

En atención a la escasez de ganados que se experimenta en la Provincia se prohibirá toda tropa de ganado para (enviar a) Portugal. Al mismo tiempo que se prohibirá a los mismos hacendados la matanza del hembraje hasta el restablecimiento de la campaña.

Se dictaminó también en este Reglamento Provisorio la aprensión de los vagos, desertores o malhechores remitiéndolos al cuartel General o al gobierno de Montevideo para el servicio de las armas.

Todo el documento expresa un conocimiento profundo de la situación en ese momento de la campaña de la Provincia oriental y sus necesidades, determinando con toda claridad los beneficiarios al reparto de tierras y las diversas disposiciones accesorias a este reglamento.

En primer término, es evidente que el reglamento promueve el “fomento y prosperidad de la campaña a partir de considerar a ésta “el manantial de la riqueza del país” y con la claridad de quienes deberían ser los más favorecidos en el reparto de tierras”

Es importante remarcar que la RAA y su reparto de tierras fue un paso más allá de una reforma agraria burguesa, sus disposiciones de reparto de tierras – el manantial de la riqueza del país- se trató de una revolución agraria que modificaba profundamente la propiedad de la tierra hasta ese momento.

(1) Zambo ( español: Oambo o sambo) ( cafuzo portugués: Kefuzu son términos raciales utilizados en los imperios español y portugués  y ocasionalmente hoy en día para identificar individuos en las Américas que son de ascendencia africana y amerindia mixta. El término análogo en inglés, sambo, se considera insulto).

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(Síntesis del Documento Original del Reglamento Provisorio de 1815 Pg. 91-94 del libro citado la RAA)

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“Dicho texto (RAA) fue continuación de dos trabajos anteriores del mismo equipo de investigadores: Evolución Económica de la Banda Oriental -1967 y segunda edición 1968, y en ese mismo año: Estructura económico-social de la Colonia y en 1969: se publicó La Revolución Agraria Artiguista.”

“El último estudio está consagrado al análisis del Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados. Dictado por Artigas el 10 de setiembre de 1815 que “instaurando el reparto de parte de las tierras del Estado y de las de “los emigrados, malos europeos y peores americanos”, es decir de los enemigos de la revolución “entre los negros libres, los zambos de esta clase y los criollos pobres con prevención, que “los más infelices serán los más privilegiados” fue una piedra fundamental en el camino del pensamiento tanto como en el de la acción del prócer, y un hito solitario y sin semejante, porque fue una auténtica revolución social traducida en hechos, en el escenario de la Revolución Americana en cuanto llegó a recorrer ésta desde 1810 en adelante. Y hasta pasado un siglo por todo lo largo del siglo XIX, con las excepciones que habían significado, en México, los inorgánicos períodos de Hidalgo y de Morelos, y con otras tres excepciones más, de épocas muy posteriores.”

“Porque en las demás regiones del continente la evolución iniciada en 1810, no pasó de ser -lo que sin duda era muchísimo- una revolución patriótica que daba nacimiento a las nuevas nacionalidades, y en seguida o simultáneamente, una revolución política, que se proponía implantar en ellas, cuando no la aberración de la monarquía, las instituciones propias de la democracia representativa liberal y burguesa prevalente en el ideario de la época: revoluciones ambas de la más noble inspiración y de imperecedera recordación, pero que se vieron bastardeadas bien pronto e indefinidamente, la primera (patriótica) por los imperialismos, la segunda, y en gran medida en connivencia o bajo la presión de estos, por la secuela de los motines y las dictaduras militares y, donde no, con pocos intervalos de verdadera normalidad, de las civiles, desembozadas o encubiertas bajo el disfraz de las medidas extraordinarias en que se cebaban aún los escasos gobiernos surgidos de elecciones sin duda de base limitada…porque tenían una apariencia regular e invocaban en su actuación constituciones dictadas precisamente para la tutela de las libertades públicas.”

“En este vasto panorama que es el desolador de la América subdesarrollada, la revolución social que se tradujo en el reglamento de Artigas de 1815, quedó en efecto, como la única que conoció el continente desde entonces hasta los tiempos, más o menos recientes” … en que surgió sucesivamente la parcial Revolución Mexicana de los años 1910 a 1917 y mucho más tarde la Revolución Cubana de 1959.

Mencionando Eugenio Petit Muñoz, las primeras publicaciones del Reglamento Provisorio, más de medio siglo después de su original publicación de 1815, Artigas continuaba siendo reivindicado como revolucionario patriótico y político, “omitiendo adjudicarle su rol cómo revolucionario social”. Para desconocer esa tarea histórica pendiente hasta hoy (1969) en el país.

La Revolución Agraria Artiguista afectó innumerables terratenientes, muchos de ellos “propietarios” de un mismo gran latifundio confiscado o una misma tierra del Estado abarcando enormes zonas del territorio de la Provincia Oriental. Estos repartos se debieron a la previsión de Artigas instituyendo esa ley agraria que respondía al ansia de beneficiarse que demostraron las masas en una incontenible avalancha. Se trató de una vigorosa revolución social.

Para aplastar ese panorama naciente de justica social fue necesaria una invasión portuguesa, derrotando a Artigas y su pueblo, con la ayuda del cómplice Cabildo Montevideano, y de varios -hasta hoy “héroes nacionales” y las innumerables maniobras de los terratenientes aliados a los aprovechadores de la guerra.

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(Advertencia de Eugenio Petit Muñoz -12 de octubre de 1969- al texto “La Revolución Agraria Artiguista” Pg. 5-11)

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Al Lector

“Lo que importa en la RAA es ante todo el enlace orgánico inextricable entre una política de principios revolucionaria y radical sobre la tierra y una práctica consecuente también, radical y revolucionaria. Pero, además, … esta revolución ni siquiera está toda ella contenida en el texto del Reglamento Provisorio. La práctica revolucionaria, como no podía ser de otra manera, trascendió largamente el marco jurídico formal inicial.”

“Es común a muchos movimientos revolucionarios que una vez desencadenados los acontecimientos no se limiten a objetivos planteados en un primer momento, sino que se vayan enriqueciendo con la perspectiva de nuevas y más amplias metas … Definida la primera cuestión si el “arreglo de los campos” se resolvía en mera política de policía rural o de asentamiento de los paisanos en la tierra, el curso de los hechos se enderezó hacia una política general de libre acceso a la tierra. Eso fue lo que comprendieron rápidamente los paisanos pobres, que dinamizados por el Reglamento se lanzaron masivamente a la ocupación de los campos. Y este proceso se dio por encima del texto en algunos aspectos restrictivos del Reglamento; entonces dejó de importar el carácter político que necesariamente debía tener el hacendado confiscado. Basta recorrer los censos cisplatinos para apreciar un fenómeno general de ocupación de todos los campos pertenecieran o no al bando contrarrevolucionario. Y este fenómeno, cada vez más radical, fue también el que apreciaron los hacendados del bando patriota que desertaron de la revolución y entregaron la patria al invasor extranjero.”

“La inmensa mayoría de esos hacendados de la época independiente están insertos en una estructura social según la cual el dominio del suelo es el fruto de las relaciones de dependencia personal entre masas y caudillos. No existe sobre ese suelo propiedad burguesa ni es la tierra un bien mercantil transmisible por los variados modos de la economía de mercado. El dominio del suelo, la capacidad irrestricta de la apropiación de la renta está supeditada a la capacidad del hacendado de subordinar a los pobres del campo en un “contrato” según el cual el hacendado garantiza los medios de subsistencia bajo variadas formas jurídicas no capitalistas, y los paisanos aseguran al “propietario” el brazo armado para garantizar la posesión civil del suelo. “

“El hacendado accede al derecho de considerarse propietario y, por lo tanto, de apropiarse la renta del suelo en tanto esta protección que el otorga su inserción en la jerarquía caudillista nacional, retribuida con la correspondiente prestación y apoyo social armado al caudillo de turno.

“Pero lo que hace significativo al modo Artiguista de solución del viejo problema del “arreglo de los campos” ni siquiera se detiene en estos dos aspectos ya suficientemente importantes. Quizá el más radical deviene de la honda transformación que esta política agraria imprimía en las relaciones sociales y en el consiguiente modo de producción. Adelantándonos a una apreciación general recordamos, por ejemplo, lo sucedido con el enorme latifundio de la Estancia de las Huérfanas en el departamento de Colonia. Propiedad de un Colegio Religioso, bajo el sistema de mano de obra esclava en la época colonial, para hacer bajo la revolución Artiguista patrimonio de aproximadamente veinte donatarios, trabajadores libres sobre la tierra libre, que al mismo tiempo que implantan un modo de producción novedoso y más adelantado, el modo de producción burgués, garantizan la apropiación de su trabajo en las relaciones sociales entre iguales, entre privados, propias de un orden social nuevo: el orden burgués. “

(Texto de Los Autores al Lector, págs. 12-14 del libro La Revolución Agraria Artiguista)

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Expropiación de tierras de enemigos y administración estatal de las estancias expropiadas

“Desde principios de marzo de 1815, tiempo en el cual toda la Banda Oriental pasó a ser gobernada por Artigas, hasta setiembre-diciembre en que el Reglamento provisorio fue aprobado y comenzó lentamente a dibujarse, transcurrieron entre seis y nueve meses en los cuales la campaña oriental estuvo expuesta al desorden y su riqueza ganadera a la desaparición. El dificultoso fraguar de la nueva política agraria no podía haber sido el urgente remedio que reclamaba la revolución. No sólo la justicia social históricamente exigida por las masas de paisanos pobres, no sólo el tránsito indoloro a las faenas pacíficas de los soldados desmovilizados, no sólo el futuro económico de la provincia estaba comprometido en el “arreglo de los campos”. La suerte misma de la revolución y la defensa de la provincia radical estaban en juego en esos días. De ahí que bastante antes que el Reglamento Provisorio se emitiera, desde el Cuartel General de Purificación se tomaron medidas para enderezar la desorganizada economía ganadera.”

“La administración de las estancias de enemigos había sido difundida por las autoridades revolucionarias apenas iniciada la insurrección de la Banda Oriental” Se mencionaba, por ejemplo, respecto a la administración de los bienes del enemigo que el haberse apoderado el ejército de las estancias no tuvo otro origen que la necesidad de proveer subsistencias a dicho ejército y el hallarse su propietario de origen español en la plaza sitiada de Montevideo. Las estancias abandonadas por sus “dueños” extranjeros se pusieron al cuidado de encargados especiales, quienes entregaban y documentaban todo lo que sacaban de ella.

“Dado que muchas guarniciones habían pesado antiguamente sobre las contribuciones voluntarias de los vecinos, o sencillamente se habían acostumbrado a exigirlas como servicio inexcusable, la situación de muchas regiones llegó a límites de despoblación y miseria. La política de conceder “rinconadas” de “emigrados” a las partidas militares contribuyó a aliviar la situación de la población del campo y a mejorar el apoyo social y político de la revolución.”

La administración centralizada

“Si tenemos en cuenta las numerosas Instrucciones impartidas que se entregaron a los capataces de estancia todo indica que estaban dedicadas a la explotación material y modo de producción ganadera.” El objetivo central sería la conservación de los bienes nacionales que luego fueron enunciadas en el reglamento provisorio. Como ejemplo tenemos que el 8 de agosto de 1815 e jefe oriental había exigido que se tomaran “providencias sobre las estancias de los europeos fomentándolas, aunque sea costo del estado.” Es posible que una de las principales atenciones haya sido dedicada al plantel de capataces y peones de las estancias del Estado. Y estaba dirigida a la conservación de los rodeos mansos, establecimiento de corrales, prohibición de corambres de predatorias, la prohibición del sacrificio de vientres vacunos y apuraban la matanza de la torada que “imposibilita la sujeción de los rodeos”

De los documentos de esa época se deduce un riguroso sistema de responsabilidad por los bienes materiales expropiados a los mencionados como “emigrados”. (edificios, carruajes y utensilios)

Ya desde ese momento, las estancias administradas por el estado cumplían, como algunas de sus funciones esenciales, la de proveer medios de pago al gobierno y al ejército funcionando las reses o los cueros, astas, crines, sebos, etc. como mera moneda de pago o como productos comercializables, para las divisiones militares acantonadas, dentro o en las inmediaciones de las estancias del estado. “Los objetivos perseguidos por Artigas con estas disposiciones se centraban en cuatro puntos: -Proveer de fondos a la provincia, en especial para sus necesidades de defensa, -Facilitar la subsistencia de los soldados patriotas, -Crear hábitos de trabajo y de producción en las masas desarraigadas y proclives al parasitismo heredado del período colonial de contrabando y corambre clandestina, -Mejorar las haciendas mediante la selección elemental de los ganados.

Esto significó que los ganados de “emigrados” fueran la reserva estatal dentro de los cuales los paisanos extrajeran igual y democráticamente los rodeos necesarios para poblar sus nacientes establecimientos. Sin desmedro de continuar realizando esa tarea en aquellos lugares donde la despoblación lo permitía y donde el Reglamento de Tierras llegó tardíamente o fue impedido de hacerse realidad por la temprana invasión portuguesa.

(Resumen Páginas 95 -102 de La Revolución Agraria Artiguista)

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“Los artículos 12, 13 y 14 del Reglamento Provisorio habían provocado más de un insomnio tanto en el seno del Cabildo de Montevideo como en la dorada corte que lo rodeaba. “Los “malos europeos” y “peores americanos” cuyos terrenos eran repartibles entre los paisanos pobres no cabían en el asombro.” Ellos residían en Montevideo, Colonia, Maldonado y otros puntos. Pascuala Álvarez de Martínez, como otras, luchaba arduamente para defender aquellas riquezas que permitirían a su hijo ser presidente del Banco Comercial, de la Asociación Rural y de la Bolsa de Comercio. Bartolomé Mitre acudía a todos los escaños para lograr que sus arrendatarios desconocieran el Reglamento Provisorio y le pagasen los arrendamientos tan necesarios para el futuro viático de su nieto presidente -aún no nacido-. Lucas Obes bastante mal conceptuado y luego incómodo en los grillos del Hervidero, veían expulsadas sus partidas de los campos de Durazno y desconocidos sus títulos.”

“La indefensión de estos propietarios era mayor que la de Rivadavia, qué desde Buenos Aires o Mateo Magariños, desde España, podían apelar de todos modos al triunfo de sus armas confiando todo en la expedición española, o en la alianza portuguesa luego después, en la recurrente guerra con Artigas.

Ninguno de ellos se hubiera violentado en firmar el acta del Cabildo Cisplatino del 19 de enero de 1817. Desde 1815 el Cabildo montevideano había mirado con “fría y afectada aprobación” ese nuevo “arreglo de campaña”. “Les bastaba haber llegado a sus oídos que Lecor garantizaba sus antiguas posesiones a los propietarios sin ser oídos, y por “la sola cualidad de españoles o españolados… para abrazar la traición.”

Hasta ese momento el Cabildo había utilizado la extrema lentitud para promover el Reglamento e “impedimentos jurídicos y semánticos para poder reinterpretar el texto del Reglamento y los bandos sobre enemigos.”

“A lo largo de los sucesos transcurridos en octubre-diciembre de 1815 se advierte que para detener el radicalismo Artiguista necesitaba revitalizar su partido “cabildante” con los comerciantes criollos y grandes hacendados, ampliando su base social con la antigua clase monopolista y contra-revolucionaria.” “Tardíamente el grupo anti-Artiguista llegó a la comprensión que el desconocimiento de la propiedad privada había nacido con su complicidad cuando su temprano apetito de la primera revolución lo había llevado a expoliar las riquezas del viejo tronco comercial-hacendado español… Dándose cuenta que sólo la vuelta de los españoles y emigrados podían fortalecer sus filas.” Pero sin ofrecer garantías sobre sus personas.

“Artigas no quería ofrecer en primera instancia sino la garantía de los intereses”

Fue el propio Artigas que desató la crisis. A los pocos días de nacido el Reglamento Provisorio, el 25 de setiembre Artigas envía al Cabildo un nuevo bando sobre emigrados.

“…Muchos de los emigrados de esa Plaza así americanos como extranjeros salieron de ella con licencia de gobiernos anteriores … e resuelto prolongar las licencias hasta fines del año para que retornen a la Provincia a poseer sus intereses: en cuyo término si no lo hubiesen verificado serán aplicados sus intereses a fondos públicos, como los demás que sin igual motivo han desamparado sus propiedades.”

Pero con la renovación del plazo ofrecida por Artigas nada se hablaba de lo que siempre había separado al Cabildo de las intenciones del Cuartel General de Purificación: la garantía de las personas de los emigrados.

Luego de otro intercambio de misivas entre el Cabildo de Montevideo y el revolucionario en Purificación, Artigas afirma con toda claridad: “El bando será cumplido religiosamente con los emigrados, si ellos en virtud de la generosidad que se les trata, se esfuerzan por llenar sus deberes; y entretanto que nuestra existencia política no se mire asegurada, yo no puedo responder de la inviolabilidad de sus personas. Esta es obra de otro examen y mejor acuerdo.

(Capítulo VI de La Revolución Agraria Artiguista Págs. 109-118)

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La acción contra-revolucionaria 

Los hombres que “nunca fueron virtuosos”

El Reglamento Provisorio delegaba la superior autoridad de la política agraria al Cabildo de Montevideo. Queriendo distinguir su gobierno tuvo dos orientaciones diferentes cuando la jefatura política militar de Fernando Otorgues -gran hacendado del Arapey- y cuando con la victoria de las fuerzas artiguistas su orientación se marcó con un tono radical que emanaba del Cuartel General.

El grupo español había sido militarmente derrotado en 1814 y económicamente aplastado por la ocupación porteña. La mayoría de sus integrantes emprendieron el camino de la emigración. Y lo que quedaron en la provincia estaban escondidos en chacras y pueblos o confinados en los puntos de concentración. Solo conservaron los lazos de parentesco, amistad e interés que los ligaban a las capas más ricas de las fuerzas revolucionarias. Se destacaban sus pésimos antecedentes a los ojos de los artiguistas y se habían fugado con las tropas del Director Supremo. (Juan Pablo y Santiago Vázquez, los hermanos Vidal, etc. cruzaron el estuario poniéndose a buen recaudo).

Los pocos numerosos grandes hacendados y latifundistas se alinearon en el bando patriota moderado: Los García de Zúñiga, los Duran,Juan de Medina, los Estrada y Oribe, los Rivera Fco. Muñoz, etc. alcanzaron derribar al monopolio español y la autonomía provincial gracias al celo de Artigas. Su reclamo central era la pacificación de la campaña.

Pero el grupo social que dio el tono en los primeros meses de gobierno oriental autónomo estaba constituido por el cada vez más activo, rico y pujante sector de comerciantes montevideanos. Sus formas de acumulación se centraban en los negocios de cueros sin respetar pelo ni marcas; los abastos de guerra para las guarniciones patriotas, o por el aprovechamiento liso y llano de las propiedades de enemigos y emigrados. Desde entonces se arrojaron sobre las consignaciones del comercio de importación y el acopio y exportación de frutos del país. Ya extorsionando a los vencidos y haciéndoles pagar en mercaderías o propiedades inmuebles rurales para permitir emigraciones, fugas o ocultamientos o para defraudar su confiscación mediante ventas y deudas simuladas. Pero para realizar todas estas actividades necesitaron asociarse a quienes eran la encarnación concreta del poder local: los comandantes en el principal centro comercial y tributario de Montevideo y pueblos y pagos de la campaña. Los caudillos que la revolución había promovido a las jerarquías militares vieron liberada su antigua inclinación a la acción de predatoria sobre el ganado, cuyos cueros fueron transferidos a la ávida burguesía acopiadora y exportadora. El Cabildo surgido en marzo de 1815, primero elegido por los orientales fue reflejo de la correlación de fuerza: grandes y antiguos latifundistas, abastecedores y viejos hacendados, ricos comerciantes y proveedores, fabricantes de vestuarios para el ejército y adquirentes de estancias de enemigos. Casi todos ellos, ligados estrechamente al gobierno porteño. Esta impetuosa e impaciente burguesía, podía tener fundadas esperanzas en una rápida acumulación de capital.

Dentro del Cabildo estaban dos corrientes que habían de chocar. De marzo a junio de 1815 primaron los verdaderos revolucionarios y más adelante el anticipo que será el signo característico del doloroso tránsito del Uruguay del siglo XIX: la alianza entre doctores – portavoces y miembros de la burguesía especuladora y los caudillos terratenientes que arrastran tras de ellos a las masas rurales

El gobierno de Fernando Otorgués controlando las finanzas de Montevideo y apoyado en el Dr. Lucas Obes se entregó totalmente a los especuladores. La falta de fondos en una provincia saqueada abrió camino al compadre del jefe militar: Juan Correa un rico abastecedor que se encargó de Hacienda lanzando una contribución extraordinaria al comercio y otras formas de ingresos, para cubrir las finanzas provinciales. Correa recibía con una mano y se pagaba con otra. En octubre de 1815 se concluyó que Juan Correa era convicto de defraudación.

En noviembre de 1815 Artigas ordenó que fueran separados Juan María Pérez y Antolín Reyna para responder por acusación de fraude de las cuentas del período de Otorgués. Pidiendo Artigas a Rivera que se remitiera a Juan Correa y a Lucas Obes al Cuartel General como reos de malversación.

De estos hechos Artigas concluyó que esperaba con el tiempo limitar la soberanía del Cabildo a las funciones judiciales y administrativas y aconsejaba que se celebrasen las elecciones del próximo Cabildo en 1816 y agregaba “es preciso ir templando la cosa” y sumar a las funciones de gobierno a las grandes masas que estaban despertando a las decisiones sociales y políticas “porque de lo contrario siempre viviremos inciertos de nuestra suerte.” Su esperanza era que los paisanos pobres tomarían en sus manos la lucha por la tierra venciendo la resistencia a la revolución agraria.

(Capítulo VII  de la Revolución Agraria Artiguistas, págs. 119-134)

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El Vendaval revolucionario

Mientras la urgencia de reedificación de la economía provincial y de asentamiento de los paisanos pobres en el trabajo rural era una necesidad prioritaria, se podía deducir que el Cabildo se apuraría a aplicar la solución que ofrecía el Reglamento Provisorio. “Pero sin embargo hubo una permanente obstrucción de las clases dominantes de la provincia, promoviendo una total morosidad en estructurar los organismos y autoridades que habrían de aplicar el plan agrario Artiguista. Ni se detenía la sangría de las corambres amañadas, ni se organizaba la producción, ni se facilitaba que los paisanos pobres se asentaran de todos modos en los campos vacíos y comenzaran a levantar aquellos ranchos que los bandos colocaron en lugares públicos y pregonados en plazas y templos impulsándolos como imprescindibles.

Esto provocaba una consecuencia prevista por el Reglamento: los hombres se asentaban, de cualquier modo, los terrenos se distribuían con desigualdad y a tenor de los lazos de compadrazgo y protección que podían ofrecer los jefes militares y principales caudillos del pago. En la Provincia los paisanos pobres se atropellaban solicitando la “suerte” concedida por su articulado.

“Mientras tanto el Cabildo demoraba su aplicación. Y se ocupaba en obstruir el Reglamento asociado a ello con la protección descarada de los bienes de emigrados y enemigos. El Cabildo comenzó a centrarse no sólo en la defensa de su ganado, sino en su carácter de clase propietaria, por su condición de detentadores de la propiedad de la tierra. A la vez que, al mismo tiempo, el período que se abre con el Reglamento, es el de conciencia de la inutilidad de la faena de predatoria sobre la riqueza ganadera. Los paisanos pobres empezaron a desvestir la santidad de aquella propiedad colonial, hasta dejarla en los cueros de la expropiación de que ellos habían sido víctimas. Comprendiendo que el Reglamento no otorgaba “gracias” de tierras, sino que cumplía una reparación histórica.”

Encarnación Benítez

“Y aquí es necesario mencionar un personaje paradigmático. En la región sudoeste de la Banda Oriental, encaramado en La Cuchilla Grande de Soriano un hombre osado entregado con ardor a la defensa de la Revolución contra el odiado régimen colonial, un “pardo analfabeto que había sufrido todas las humillaciones del atropello colonial, Encarnación Benítez, se transformó en la columna de la revolución radical de aquellos vastos pagos, sufrió la mayor diatriba de nuestros cronistas e historiadores. Fue odiado y perseguido en todas las tertulias patricias. Encarnación fue sin duda un héroe popular, reflejo de los inevitables vicios y de las excelsas virtudes de aquellas masas de paisanos. Pero Encarnación, también, sin duda, un héroe popular que impulsó la revolución más profunda del contorno americano. Encarnación, dentro de su pregonado analfabetismo, fue un ejemplo de dirigente revolucionario consciente de las necesidades de sus paisanos y que comprendió la necesidad que se había procesado entre dos términos que hasta entonces corrían por separado en la revolución americana: entre la revolución nacional de independencia y la revolución social de los explotados del campo. Y el haber no solo comprendido, realizado y luchado por esta mayor altura de la revolución fue la base real, histórica sobre la cual se edificó la mitológica figura “criminal” y “anárquica” que nos prestó la historiografía y crónica patricias”.

“En Soriano, las clases del campo estaban tajantemente deslindadas. Aproximadamente un cuarto del territorio había sido colonizado en pequeña y mediana propiedad justamente en la jurisdicción correspondiente al Cabildo de aquel pueblo. El resto, particularmente al norte del rio San Salvador, estaba dividido entre escasos latifundistas cuya apropiación había nacido en hondo combate contra los habitantes del pueblo y los pequeños hacendados de la jurisdicción. En orden a la extensión de sus campos, los entonces detentadores de aquellos campos eran Miguel de Azcuénaga, Francisco Albín, Juan Porcel de Peralta, Julián de Gregorio Espinoza, Pedro Manuel García y Francisco García de Zúñiga (propietario de otros latifundios aún mayores en Florida y Minas. Recordemos que en Soriano comenzó la revolución de 1811 y la de 1825.

En 1815 habían sido confiscados por la provincia los campos de Azcuénaga, Albín y Pedro Manuel García. Para escapar a la justicia revolucionaria Juan Porcel de Peralta -o sus herederos- habían vendido su estancia y rica calera al reo de fraude y malversación Antolín Reyna …cuyos campos corrieron la misma suerte, a partir de su fuga en noviembre de 1815… En los campos de Ferreira da Cruz y Antonio Villalba fue el mismo Artigas y en los de Albín, Azcuénaga y Antolín Reyna fue sin género de duda el propio Encarnación Benítez – con la aprobación de Artigas, que incluso parece haber permitido personalmente asentamientos elevados a él directamente. Concesiones previas a la actividad de Manuel Durán que no comenzó sus tareas regulares hasta 1816.“

En esta zona se combinó el asentamiento de paisanos pobres en campos de “emigrados” y enemigos, por el descrédito de la propiedad privada de los grandes latifundios y el empuje de los paisanos pobres que incluso “no respetaron la propiedad privada de campos de grandes hacendados del “bando patriota”. (Julián de Gregorio Espinosa, Antolín Reyna y José Félix de Zubillaga). El Cabildo, donde aún ocupaba su asiento el latifundista, Antolín Reyna, envió su protesta a Artigas en estos términos:

“Encarnación al frente de un tropel de hombres que perseguidos o por desertores o por vagos o por sus crímenes, atraviesa los campos, destroza las haciendas, desola las poblaciones, aterra al vecino y distribuye ganados y tierras a su arbitrio”

Mientras el Cabildo el 2 de noviembre se quejaba a Artigas de “el destructor Encarnación y los forajidos que le acompañan” Habían pasado un mes y 22 días sin que el Cabildo tomara ninguna medida para dar cumplimiento al Reglamento Provisorio.

“Y luego, a fines de 1815 pasados ya tres meses largos de la promulgación del Reglamento Provisorio, la situación de la campaña adquiría rasgos paradójicos. Más parecía que el Reglamento hubiera nacido para consolidar la propiedad de los latifundistas contrarrevolucionarios que para sostener los derechos de los paisanos pobres al usufructo de la tierra. El Cabildo había maniobrado en todos los planos obstrucción de las medidas radicales contra los “emigrados” y enemigos; paralización de los organismos de aplicación del Reglamento; protección desembozada a los grandes hacendados confiscados; subversión del aparato judicial y desconocimiento del artículo agrario; uso de la fuerza para arrancar desalojos; tráfico con los bienes de enemigos y cohechos para la apropiación de campos, etc.”

(Capítulo VIII págs. 135- 162 de La Revolución Agraria Artiguista)

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La Revolución Agraria Incontenible

“En los meses de enero a abril de 1816 en la jurisdicción correspondiente a Raymundo González parece que hubo una sostenida labor de repartos como lo señala la abundante documentación conocida. Lo misma minuciosa tarea desarrolló Manuel Durán, en una zona donde la apetencia de tierras había estado fortalecida por la tenaz lucha de los paisanos que impusieron el reparto de los campos de Huérfanas, Albín Azcuénaga, Reyna, Rincón del Rosario, Correa Morales, etc. en sucesivos conflictos y solicitudes. Cayetano Fernández, sustituto del renunciante León Pérez, pese al escaso plazo de su trabajo, dejó decena de donatarios en los campos de Fernando Martínez, José Antonio Arrúe, Feliciano Correa, y suponemos que pueda haber consolidado los que Otorgues realizara en los campos de Luis A. Gutiérrez.”

“Juan de León, Manuel Cabral, Hilario Pintos extendieron los repartos al norte del Rio Negro. Al promediar 1816, el aluvión revolucionario sobre la tierra era incontenible. Siempre luchando contra nuevos y cambiantes métodos de oposición por parte del Cabildo. Si atendió al fin de cuentas al nombramiento de los respectivos comisionados, fue cuando comprendió que el reparto de tierras avanzaba de todas maneras amenazando incluso los campos de hacendados no comprendidos en el Reglamento. Producto de esa actividad espontánea de los paisanos pobres, fueron las constantes peticiones del Cabildo que elevó a Artigas para proteger los campos de los hacendaos pertenecientes a su círculo o simplemente indiferentes a todo bando, pero incapaces de mantener sus dominios sobre los campos.”

“Finalmente, la alarma cundió en el seno de los grandes hacendados del partido patriota: los paisanos pobres habían tomado el Reglamento como cobertura para el asentamiento en todos los campos.

Apenas un paso separaba el desconocimiento de la propiedad privada en general. En 1820, la inmensa mayoría de los grandes establecimientos cuyo destino no debió haber padecido la ocupación y reparto de campos de acuerdo a la estricta letra del Reglamento se hallaban poblados por pequeños propietarios ubicados en los años 1816-17, con sus ranchos, corrales y pequeños rodeos.” “Al mismo tiempo aquellos hacendados, que lejos de explotar directamente sus estancias, las habían mantenido en larga y pacífica producción mediante arrendatarios, encontraron que, en el medio del huracán, los arrendatarios dejaban de pagar las rentas y se consideraban legítimos propietarios de los campos que trabajaban desde la época colonial.”

Los grandes hacendados entregan la Provincia Oriental al invasor portugués

La complicidad dictatorial porteña con la invasión portuguesa quedó en evidencia en todos esos años y alcanza solo con recordar que los hacendados emigrados en Buenos Aires y los grandes hacendados porteños cuyas propiedades se hallaban confiscadas y repartidas en la Banda Oriental, abrumaron al Gobierno de Pueyrredón con innumerables peticiones.

“Comenzando por Bernardino Rivadavia, Miguel de Azcuénaga, sobrinos y cuñados de Manuel Belgrano y varios personajes de la Junta de Buenos Aires de 1812, el suegro de José de San Martín, Fco. Javier de Viana y otros más levantaron su denuncia por las confiscaciones y en todos los gobiernos porteños desde la dominación del Brigadier Lecor se exigió la inmediata devolución de las estancias confiscadas a sus compatriotas por Artigas. Hasta los inmediatos reclamos realizados ante los gobiernos independientes en 1829 frente el ministro Giró y en 1833 ante el ministro Lucas Obes y fue en definitiva su satisfacción completa uno de los peores precios que pagó el gobierno de Oribe en 1835 para obtener el apoyo político y luego armado del gobierno federal de don Juan Manuel de Rosas.”

Con el rápido avance de las fuerzas portuguesas que en pocos meses ocuparon la Plaza de Montevideo, la revolución Artiguista vio aumentar el número de sus enemigos y de traidores que comenzaron justamente a expresarse sin disimulos en enero de 1817.

Partieron prontamente al campamento invasor a ofrecer la entrega de la ciudad: Agustín Viana, Francisco Javier de Viana y Dámaso Antonio Larrañaga. Y los grandes hacendados Manuel e Ignacio Oribe y Rufino Bauzá, encabezaron una Junta de Oficiales tendientes a desobedecer las órdenes artiguistas con motivo del nombramiento de Rivera. Y poco tiempo después al grupo de los desertores se fueron sumando los grandes hacendados “patriotas”. Y terminó agregándose Rivera al bando de los traidores, no aceptando el radicalismo de la política agraria de Artigas y asumiendo su verdadero papel de gran hacendado.

Los cinco mil orientales muertos en la defensa de la patria y de la revolución agraria fueron el saldo final de ese primer levantamiento social en Latinoamérica.

(Capítulo IX págs. 163-184)

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Importancia de La Revolución Agraria Artiguista en la Actualidad

Es evidente la inquietud de recordar hoy la RAA después de haber pasado más de 200 años de esos acontecimientos. La posición de los “gobiernos progresistas” actuales respecto a la propiedad y utilización de la tierra en el país se opone a las exigencias democráticas y sociales del Uruguay actual

Al parecer la derrota que impusieron los uruguayos al proyecto de minería a cielo abierto en Aratiri y los desastres ambientales provocados en toda A. Latina por esa “novedosa y destructiva tecnología” hacen pensar que un importante sector de la población tiene ahora la mira puesta en lo que se hace con la tierra y el medio ambiente en el país.

Lo mismo podríamos deducir de la fuerte resistencia social actual a privatizar el agua, permitiendo que el capital financiero internacional se apropie de ese elemento vital para la producción agraria mayoritaria en el país. Una ley emitida por el “progresismo” con gran rechazo popular actual.

No haber estado bien informados y capacitados cuando el “progresismo” agarró desprevenidos a los uruguayos en el primer gobierno frenteamplista con la invasión de nuestros mejores campos por la producción de “transgénicos” y el consiguiente envenenamiento de la tierra, el aire y el agua con agrotóxicos, nos ha hecho dependientes de esa producción y va a costar bastante librarse de ese grave problema. Así como si permitimos que se extienda la producción de celulosa con la proyectada nueva fábrica y la contaminación ambiental que conlleva.

Hoy estamos mejor preparados para ese enfrentamiento y es pertinente seguir defendiendo el medio ambiente con una perspectiva socialmente justa e igualitaria. En especial respecto a la propiedad de la tierra y su utilización en beneficio mayoritario de la población del país Algo que Artigas nos supo señalar hace más de 200 años.

Brasil, 19 junio de 2018

Para Casa de América Latina (CAL) – Santa Catarina - Brasil


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