28.JUL.18 | Posta Porteña 1931

Llamado Por El Cese De La Represión En Nicaragua

Por varios/posta

 

Solidaridad con el movimiento popular nicaragüense

Por el levantamiento inmediato de la orden de arresto  de Oscar René Vargas

La rebelión cívica y pacífica que se ha levantado en Nicaragua desde el 8 de abril de 2018 viene siendo reprimida con violencia por el gobierno del presidente Daniel Ortega y de la vice presidenta Rosario Murillo, su esposa

 Según los informes de la Asociación Nicaragüense Por los Derechos Humanos (ANPDH), la policía nacional y los paramilitares, bajo las órdenes directas del poder ejecutivo, han asesinado a 448 personas. “La operación limpieza”, fórmula oficial, ha pautado una nueva etapa en la voluntad de asfixiar todo movimiento de protesta. Entre el 23 y el 25 de julio de 2018, 137 personas, en su mayoría jóvenes, han sido juzgados bajo la acusación de “terrorismo”; “crimen organizado”; “asesinato”;… Unos 500 opositores han sido secuestrados; la mayoría de ellos son considerados “desaparecidos”, un término que evoca las peores épocas de América Central y del Sur

 El hecho de criminalizar y de incriminar a los protestantes así como a quienes los apoyan forma parte de los métodos dictatoriales del gobierno Ortega-Murillo. Según el sitio de información independiente Confidencial (edición del 24 de julio), una encuesta indica que 79% de las personas interrogadas están a favor de elecciones libres y anticipadas, una forma de rechazar el binomio dictatorial Ortega-Murillo. Oscar René Vargas lo subrayó así: “El gobierno intenta decapitar los movimientos sociales y detener a los líderes locales así como a todos los que critican la violencia utilizada contra el pueblo”

 Oscar René Vargas –sociólogo, economista, autor de numerosos trabajos sobre Nicaragua y América Central- se encuentra bajo una orden de arresto emitida por el poder nicaragüense. La decisión gubernamental es interpretada por Oscar René Vargas de esta manera: “Yo no soy miembro de ninguna organización pero he hecho muchas declaraciones caracterizando al gobierno como a una dictadura y caracterizando sus métodos como similares a los utilizados por los regímenes dictatoriales. Por otra parte, he participado en marchas populares y de protesta”

Oscar René Vargas (1946) fue uno de los cofundadores del FSLN y protegió en su momento a Daniel Ortega contra la represión somocista. Durante el primer gobierno de Ortega, en los años 80, ocupó un puesto de experto y dio clases en la Academia militar del Ejército Sandinista. Dio clases en varias universidades de Nicaragua. Sus posiciones críticas con respecto a la pareja gubernamental son públicas desde hace ya algunos años. Desde el momento en que la información sobre una orden de arresto contra él por parte del gobierno fue conocida, los medios universitarios nicaragüenses lanzaron un llamado a la solidaridad. El llamado pide el levantamiento de la decisión gubernamental que involucra a Oscar René Vargas

 Nosotros nos unimos a este llamado, siguiendo el espíritu del sandinismo original, que es el polo opuesto del orteguismo. Los firmantes de este texto, en Europa y América Latina, levantamos también las reivindicaciones de Oscar René Vargas y de los movimientos sociales: La liberación sin condiciones de todos los presos políticos; la información a las organizaciones de Derechos Humanos, por parte de las autoridades, de la situación real de las personas declaradas desaparecidas; el desarme del “ejército irregular”; organizado por este gobierno familiar y de clan; una investigación internacional independiente sobre las diversas formas y facetas de la represión con las sanciones correspondientes; la constitución de un gobierno de transición –cuyos miembros deberán tener un mandato limitado, tal como lo exigió públicamente Oscar René Vargas- que conduzca a elecciones libres y al fin del gobierno Ortega-Murillo.

 Nosotros, los abajo firmantes, inscribimos nuestro llamado en el marco de un movimiento solidario con el conjunto del movimiento popular de resistencia, activo siempre pese al terrorismo de Estado.

 Las firmas pueden ser enviada a la dirección siguiente:editions@page2.ch

 

Bibliografía urgente para Nicaragua

28 de julio de 2018 | Rafael Sanseviero en la diaria

Nicaragua reclama respeto y atención. Nuevamente habla desde su gente sublevada, desde la represión brutal del poder, desde las barricadas en las calles mojadas de sangre y corajes. Nicaragua complica la distracción y el disimulo. Nadie debería sentirse cómodo callando, gozando o calculando dividendos a partir de la crisis nicaragüense. Porque mucho le debemos y mucho hemos dado por Nicaragua. La derrota de Somoza y de la dictadura brasileña abrieron el ciclo de democrático que recreó las Américas en los años ochenta.

En Nicaragua, el tránsito de una revolución insurreccional a otra revolución basada en la lucha de partidos, abrió horizontes políticos y culturales. Su metódica demolición es una mala noticia que recién ahora se expone, en la magnitud de la crisis política y de derechos humanos básicos de la sociedad gobernada por el orteguismo. Hasta ahora las izquierdas y las derechas pudieron callar, disimular y otorgar sin mayores dificultades, y lo hicieron, por motivos diferentes aunque concurrentes. La sublevación popular desbarató el andamiaje de disimulo, y dentro de todo lo trágico, esta es una buena noticia.

En un tiempo donde la voluntad se paraliza por miedo a ser víctima de fakes news, pos verdades y manipulaciones del poder, la revuelta “nica” muestra la posibilidad de restablecer un principio de realidad desde la lucha callejera. La gente dice poniendo el cuerpo, y no se puede no escuchar. Obliga a preguntare. El problema que parece enfrentar hoy el arco democrático y solidario que rodeó la revolución sandinista desde 1979, es elegir el instrumental que usa para leer y tomar partido en esta rebelión popular. Una dificultad clave es asimilar de golpe y porrazo un proceso de degradación que abarca una década larga, y apenas fue denunciado abiertamente por las feministas y pocos más (1)

Como contribución a ese propósito quedan aquí algunas referencias, fuentes y comentarios.

Sueño con serpientes. Una vez que el orteguismo dominó la resistencia en la mayoría del territorio, con la derrota de Masaya el 17 de julio pasado, el régimen volvió a hablar con creciente comodidad a su país el mundo. Por lo menos a su mundo. Desde un lenguaje de violencia triunfante y revancha, anunció mayores restricciones a las libertades. También sus sostenes internacionales recuperaron cierta elocuencia (2)

Desde abril y hasta ese momento, incluso los más recalcitrantes se habían refugiado en la prudencia de los condicionales y las medias palabras. El Foro de San Pablo reunido en la Habana dio la voz oficial de una parte significativa de las izquierdas latinoamericanas. Los contenidos de esa breve declaración revelan la transición a una doctrina política que reúne retórica revolucionaria articulada con la doctrina de la seguridad nacional (3)

Su lectura es suficiente para reconocer el abismo que separa al orteguismo (y sus apoyos) de cualquier proyecto emancipatorio. La única voz que encontré ensayando una argumentación personal de respaldo a esa declaración resulta enigmática. Ese mismo 17 de julio en que orteguistas y amigos recuperaron la palabra y el aliento, Atilio Borón publicó una nota titulada “Nicaragua, la revolución y la niña del bote” que aparentemente se propone argumentar desde un lugar más coloquial (4)

 Sin embargo la convicción parece flaquearle, ya que expone más críticas que méritos en la conducción del actual FSLN, y el único argumento “fuerte” es una advertencia tan difusa como ominosa sobre qué sobrevendría a la derrota de Ortega

No sé si un acto fallido, pero resulta al menos curioso que en el esfuerzo por recordar la infamia imperial desde sus orígenes, Borón se remonta hasta la recordada frase de Roosevelt: “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. ¿Será que Borón quiere que sepamos, sin decirlo, que ese fue el talante hacia Ortega en el Foro de San Pablo? Quisiera creer que alguien, en el Foro de San Pablo haya sentido aunque sea por un momento, que el envilecimiento del FSLN y su transformación en un modelo autocrático y criminal no es una victoria revolucionaria.

Que más bien es la revancha histórica de Reagan y Oliver North, de los “contras” y todos quienes se alzaron contra el sandinismo esperanzador de los ochenta. Ese sandinismo que no existe ya en el  FSLN sino en las calles y barricadas que, paradójicamente o no, se alzan para sacar del poder al FSLN. Así lo expone metódicamente la ex comandanta guerrillera y opositora al orteguismo Mónica Baltodano (5)

La sublevación popular contra Ortega-Murillo reúne pasado y presente de la mejor Nicaragua. Reconociendo la dificultad emocional e intelectual de las dirigencias políticas para transitar la crítica a antiguos aliados, existen suficientes elementos de juicio para descartar la fácil caracterización de este momento en Nicaragua como consecuencia de la conspiración imperialista. Hasta el presente Ortega-Murillo han sido una bendición para las camarillas corruptas del capitalismo centroamericano aliado a USA. Hace mucho que el FSLN no representa un proyecto de libertad, solidario, anticapitalista

Por otra parte, cualquier dirigente político familiarizado con sublevaciones, y muchos por aquí y por allá sabemos lo suficiente, reconoce la diferencia entre un grupo de mercenarios y una sociedad que dice basta y echa a andar. Es suficiente apreciar cómo las movilizaciones, ocupaciones y barricadas se reprodujeron e incrementaron conforme el orteguismo fue cerrando caminos y escalando la desproporcionada represión. Unos colectivos que crecen y aumentan su determinación semana a semana, mientras las fuerzas represivas incrementan la violencia, pasan del armamento anti motín al de guerra, y luego a la acción de fuerzas paramilitares, no son guarimberos ni mercenarios. No digo que no los haya, así como bandidos y criminales. Pero esos no se hacen matar durante tres meses seguidos

Digo que las protagonistas verdaderas de esta revuelta son gentes civiles, desarmadas o absurdamente armadas, que quiere alcanzar la libertad sin importarle el precio, y enfrentan como pueden un régimen que solo se está sosteniendo mediante el uso desmedido e ilegítimo de la fuerza. Esto dice la CIDH desde su primer informe (6) y lo describen en su génesis y desarrollo voces de antiguos sandinistas, internacionalistas y observadores (7) Salvo mejor opinión del Foro de San Pablo.

Gatillo fácil. Estoy convencido que la sublevación popular en Nicaragua continuará hasta que se abran otros espacios políticos para expresarse la sociedad. Antes o después, así será. El asunto es que pasa entre tanto. ¿Cuánta violencia, sangre, vidas más costará? La declaración del Foro de San Pablo, felicitación incluida, es una explícita invitación a que el gobierno continúe su camino de violencia. Esa es, hoy día, el mensaje que dirigen las dirigencias políticas allí reunidas a Ortega-Murillo, a la sociedad nicaragüense y al continente. Algunos, por ahora pocos, líderes de izquierda uruguayos, como José Mujica, se van desmarcando del baño de sangre (8)

No es menor que lo haya hecho 200 muertos después que Ernesto Cardenal le pidiera intervenir (9)

Porque los milicos represores y las gentes sublevadas no pueden esperan a que los dirigentes políticos se la piensen con calma.

 

1.     Sinopsis de acciones feministas contra Ortega 

http://ladiaria.com.uy/UST // http://ladiaria.com.uy/USS // http://ladiaria.com.uy/USR ?

2.       Celebración del 19-07-2018 Managua ?

3.     Resolución del Foro de San Pablo ?

4.     Atilio Borón y la crisis en Nicaragua ?

5.     Comandanta Mónica Baltodano 2018; Comandanta Mónica Baltodano 2016 ?

6.     Observaciones preliminares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 21 de mayo 2018 ?

7.     Comandante “Modesto” Henry Ruiz 2016; Internacionalista Iosú Perales 2018Manuel de la Iglesia Caruncho 2018Carlos Mejía Godoy 16 de julio 2018 ?

8.     Mujica condena la represión en Nicaragua ?

9.     Carta de Ernesto Cardenal a José Mujica 19 de junio 2018 http://ladiaria.com.uy/US5 // http://ladiaria.com.uy/US6 ?

Las venas abiertas de Nicaragua

Boaventura de Sousa Santos

director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra (Portugal) 27 de julio 2018

Pertenezco a la generación de los que en los años 1980 vibraron con la Revolución Sandinista y la apoyaron activamente. El impulso progresista reanimado por la Revolución Cubana de 1959 se había estancado en gran medida por la intervención imperialista de Estados Unidos. La imposición de la dictadura militar en Brasil en 1964 y en Argentina en 1976, la muerte del Che Guevara en 1967 en Bolivia y el golpe de Augusto Pinochet en Chile contra Salvador Allende en 1973 fueron los signos más sobresalientes de que el subcontinente americano estaba condenado a ser el patio trasero de Estados Unidos, sometido a la dominación de las grandes empresas multinacionales y de las élites nacionales conniventes con ellas. Estaba, en síntesis, impedido de pensarse como conjunto de sociedades inclusivas centradas en los intereses de las grandes mayorías empobrecidas.

La Revolución Sandinista significaba el surgimiento de una contracorriente auspiciosa. Su significado resultaba no solo de las transformaciones concretas que protagonizaba (participación popular sin precedentes, reforma agraria, campaña de alfabetización que mereció el premio de la Unesco, revolución cultural, creación de servicio público de salud, etc.), sino también del hecho de que todo esto se realizó en condiciones difíciles debido al cerco extremadamente agresivo de los Estados Unidos de Ronald Reagan, que supuso el embargo económico y el infame financiamiento de los “contras” nicaragüenses (la guerrilla contrarrevolucionaria) y el fomento de la guerra civil. Igualmente significativo fue el hecho de que el gobierno sandinista mantuviera el régimen democrático, lo que en 1990 dictó el fin de la revolución con la victoria del bloque opositor, del que, además, formaba parte el Partido Comunista de Nicaragua.

En los años siguientes, el Frente Sandinista, siempre liderado por Daniel Ortega, perdió tres elecciones, hasta que en 2006 reconquistó el poder, manteniéndolo hasta hoy. Sin embargo, Nicaragua, como por lo demás toda Centroamérica, estuvo fuera del radar de la opinión pública internacional y de la propia izquierda latinoamericana. Hasta que el pasado abril las protestas sociales y la violenta represión llamaron la atención del mundo. Pueden contarse ya muchas decenas de muertes causadas por las fuerzas policiales y por milicias adeptas al partido del gobierno. Las protestas, protagonizadas inicialmente por estudiantes universitarios, apuntaban a la displicencia del gobierno ante la catástrofe ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz causada por el incendio y por la deforestación e invasión ilegales. Se sucedieron después las protestas contra la reforma del sistema de seguridad social, que imponía recortes drásticos en las pensiones y gravámenes adicionales impuestos a los trabajadores y los patrones. A los estudiantes se unieron los sindicatos y demás organizaciones de la sociedad civil.

Ante las protestas, el gobierno retiró la propuesta, pero el país estaba ya incendiado por la indignación contra la violencia y la represión y por la repulsa causada por muchas otras facetas sombrías del gobierno sandinista, que entretanto empezaron a ser más conocidas y abiertamente criticadas. La Iglesia católica, que desde 2003 se “reconcilió” con el sandinismo, volvió a tomar sus distancias y aceptó mediar en el conflicto social y político bajo condiciones. El mismo distanciamiento ocurrió con la burguesía empresarial nicaragüense, al que Ortega ofreció sustanciosos negocios y condiciones privilegiadas de actuación a cambio de lealtad política. El futuro es incierto y no puede excluirse la posibilidad de que este país, tan masacrado por la violencia, vuelva a sufrir un baño de sangre. La oposición al orteguismo cubre todo el espectro político y, tal como ha ocurrido en otros países (Venezuela y Brasil), solo muestra unidad para derribar el régimen, pero no para crear una alternativa democrática. Todo lleva a creer que no habrá solución pacífica sin la renuncia de la pareja presidencial Ortega-Murillo y la convocatoria de elecciones anticipadas libres y transparentes.

Los demócratas, en general, y las fuerzas políticas de izquierda, en particular, tienen razones para estar perplejos. Pero tienen sobre todo el deber de reexaminar las opciones recientes de gobiernos considerados de izquierda en muchos países del continente y de cuestionar su silencio ante tanto atropello de ideales políticos durante tanto tiempo. Por esta razón, este texto no deja de ser, en parte, una autocrítica. ¿Qué lecciones se pueden extraer de lo que pasa en Nicaragua? Ponderar las duras lecciones que a continuación enumero será la mejor forma de solidarizarse con el pueblo nicaragüense y de manifestarle respeto por su dignidad.

Primera lección: espontaneidad y organización. Durante mucho tiempo las protestas sociales y la represión violenta ocurrieron en las zonas rurales sin que la opinión pública nacional e internacional se manifestara. Cuando las protestas irrumpieron en Managua, la sorpresa fue general. El movimiento era espontáneo y recurría a las redes sociales que el gobierno había promovido con el acceso gratuito a internet en los parques del país. Los jóvenes universitarios, nietos de la Revolución Sandinista, que hasta hace poco parecían alienados y políticamente apáticos, se movilizaron para reclamar justicia y democracia. La alianza entre el campo y la ciudad, hasta entonces impensable, surgió casi naturalmente y la revolución cívica salió a la calle asentada en marchas pacíficas y barricadas que llegaron a alcanzar el 70 por ciento de las carreteras del país. ¿Cómo es que las tensiones sociales se acumulan sin que se noten y su explosión repentina toma a todos por sorpresa? Ciertamente, no por las mismas razones por las que los volcanes no avisan

¿Puede esperarse que las fuerzas conservadoras nacionales e internacionales no aprovechen los errores cometidos por los gobiernos de izquierda? ¿Cuál será el punto de explosión de las tensiones sociales en otros países del continente causadas por gobiernos de derecha, por ejemplo en Brasil y Argentina?

Segunda lección: los límites del pragmatismo político y de las alianzas con la derecha. El Frente Sandinista perdió tres elecciones después de haber sido derrotado en 1990. Una facción del Frente, liderada por Ortega, entendió que la única manera de retornar al poder era haciendo alianzas con sus adversarios, incluso con aquellos que más visceralmente habían hostilizado al sandinismo, como la Iglesia católica y los grandes empresarios. Respecto a la Iglesia católica, la aproximación comenzó a principios de la década de 2000 El cardenal Obando y Bravo fue durante buena parte del período revolucionario un opositor agresivo al gobierno sandinista y activo aliado de los contras, apodando a Ortega como “víbora moribunda” durante toda la década del 90. Pese a ello, Ortega no tuvo pudor en aproximarse al cardenal al punto de pedirle en 2005 que oficiase el matrimonio con su compañera de muchos años, Rosario Murillo, actual vicepresidenta del país. Entre muchas otras concesiones a la Iglesia, una de las primeras leyes del nuevo gobierno sandinista, todavía en 2006, fue aprobar la ley de prohibición total del aborto, incluso en casos de violación o de peligro para la vida de la mujer

Esto, en un país con alta incidencia de violencia contra mujeres y niños. Por otra parte, la aproximación a las élites económicas se produjo por la sumisión del programa sandinista al neoliberalismo, con la desregulación de la economía, la suscripción de tratados de libre comercio y la creación de sociedades público-privadas que garantizaban jugosos negocios al sector privado capitalista a costa del erario público. Se produjo también un acuerdo con el ex presidente Arnoldo Alemán, considerado uno de los jefes de Estado más corruptos del mundo. Estas alianzas garantizaron cierta paz social. Y debe destacarse también que en 2006 el país estaba al borde de la quiebra y las políticas adoptadas por Ortega permitieron el crecimiento económico. Se trató, sin embargo, del crecimiento típico de la receta neoliberal: gran concentración de riqueza, total dependencia de los precios internacionales de los productos de exportación (en particular café y carne), autoritarismo creciente ante el conflicto social causado por la extensión de la frontera agrícola y por los megaproyectos (por ejemplo, el gran canal interoceánico, con financiamiento chino), aumento desordenado de la corrupción, empezando por la elite política en el Gobierno. La crisis social solo fue atenuada debido a la generosa ayuda de Venezuela (donaciones e inversiones) que llegó a ser una parte importante del presupuesto del Estado y permitió algunas políticas sociales compensatorias. La situación tendría que estallar cuando los precios internacionales bajasen, hubiese cambio de política económica en el principal destino de las exportaciones (Estados Unidos) o se evaporase el apoyo de Venezuela

Todo eso ocurrió en los últimos dos años. Mientras tanto, terminada la orgía de favores, las élites económicas tomaron sus distancias y Ortega quedó cada vez más aislado. ¿Puede un gobierno continuar denominándose de izquierda (y hasta revolucionario) a pesar de seguir todo el ideario del capitalismo neoliberal con las condiciones que este impone y las consecuencias que genera? ¿Hasta qué punto las alianzas tácticas con el “enemigo” se transforman en la segunda naturaleza de quien las protagoniza? ¿Por qué las alianzas con las diferentes fuerzas de izquierda parecen siempre más difíciles que las alianzas entre la izquierda hegemónica y las fuerzas de derecha?

Tercera lección: autoritarismo político, corrupción y desdemocratización. Las políticas adoptadas por Daniel Ortega y su facción crearon divisiones importantes en el seno del Frente Sandinista, así como rechazo en otras fuerzas políticas y en las organizaciones de la sociedad civil que habían encontrado en el sandinismo de los años 1980 su matriz ideológica y social y su voluntad de resistencia. Las organizaciones de mujeres tuvieron un protagonismo especial. Es sabido que el neoliberalismo, al agravar las desigualdades sociales y generar privilegios injustos, solo se puede mantener por la vía autoritaria y represiva. Fue eso lo que hizo Ortega. Por todos los medios, incluyendo cooptación, supresión de la oposición interna y externa, monopolización de los medios masivos, reformas constitucionales que garantizan la reelección indefinida, instrumentalización del sistema judicial y creación de fuerzas represivas paramilitares. Las elecciones de 2016 fueron el claro retrato de todo esto, y la victoria del eslogan “una Nicaragua cristiana, socialista y solidaria” encubría mal las profundas fracturas en la sociedad. De un modo casi patético, pero quizás previsible, el autoritarismo político fue acompañado por la creciente patrimonialización del Estado

La familia Ortega acumuló riqueza y mostró su deseo de perpetuarse en el poder. ¿La tentación autoritaria y la corrupción son una desviación o son constitutivas de los gobiernos de matriz económica neoliberal? ¿Qué intereses imperiales explican la ambigüedad de la OEA frente al orteguismo, en contraste con su radical oposición al chavismo? ¿Por qué buena parte de la izquierda latinoamericana y mundial mantuvo (y continúa haciéndolo) el mismo silencio cómplice? ¿Por cuánto tiempo la memoria de las conquistas revolucionarias opaca la capacidad de denunciar las perversiones que les siguen al punto de que la denuncia llega casi siempre demasiado tarde?

Nadie que se considere verdaderamente de izquierda debería endosar crímenes como los que se están viviendo en Nicaragua

Sergio Ramírez, vicepresidente de Nicaragua entre 1985 y 1990 durante el primer gobierno de Daniel Ortega, habló con Así nos va, radio Carve (24/07/18) acerca de la situación que está atravesando el país; donde más de 350 personas han muerto y otras dos mil han resultado heridas desde el inicio de las manifestaciones contra la reforma de la seguridad social en el mes de abril.
 

La violencia no cesa en las calles del país y ayer el presidente, Daniel Ortega, dijo en una entrevista con la cadena FOX de Estados Unidos que no adelantará las elecciones, tal como se lo solicitó la comunidad internacional y la Conferencia Episcopal de Nicaragua. “En este momento Ortega, tras la intensificación de la represión, se siente militarmente victorioso, dijo Ramírez y agregó: “Se siente fuerte en este momento como para decir que nadie lo removerá del poder hasta que él quiera, o hasta el año 2021 que es cuando están fijadas las elecciones”

“Él querrá quedarse todo el tiempo que quiera pero la realidad dicta que no, que la convivencia entre Ortega y la sociedad nicaragüense terminó con los primeros asesinatos de estudiantes en abril de este año”, sostuvo el exvicepresidente de Nicaragua y dijo que reconstruir el consenso anterior al inicio del conflicto no es posible: “Pensar que esta situación va a durar dos o tres años más, con más crímenes, muertes, desgastes de la economía y destrucción, no lo veo por ningún lado”

“La idea de normalización que tiene Ortega es la de todo gobierno represivo”, sostuvo Ramírez y señaló que según la Comisión Permanente de los Derechos Humanos en las ultimas 24 fueron capturados en sus casas más de 200 jóvenes, en lo que llamó “una verdadera cacería humana”. “Todos los días se están llevando jóvenes de sus casas a centros de detención secretos que tiene el gobierno, o a las cárceles”, dijo el exvicepresidente y agregó: “Hay una verdadera cacería para tratar de descabezar el movimiento juvenil”

Ramírez fue uno de los que luchó previamente junto a Ortega para derrocar a la dictadura de la familia Somoza, que gobernó al país hasta 1979, y dijo que “la revolución terminó en 1990”. “El proyecto revolucionario era un proyecto colectivo y no había un caudillo, se disolvió, y vimos un Ortega pactando con las fuerzas de la derecha”, sostuvo

“El error de cierta izquierda en América Latina consiste en seguir identificando al gobierno de Ortega como un gobierno de izquierda agredida por el imperialismo yanqui y las oligarquías, ese viejo discurso bastante desgastado, sin ponerse a ver que -para mí por lo menos- el asunto de la izquierda es un asunto ético”, dijo el exvicepresidente nicaragüense y agregó: “Nadie que se considere verdaderamente de izquierda debería endosar crímenes como los que se están viviendo en Nicaragua”

“El rechazo de América Latina en contra de este régimen se ha venido consolidando y fortaleciendo”, dijo Ramírez y destacó que cada vez hay pronunciamientos más fuertes de la comunidad internacional en rechazo de la situación del país. “Confío en que la presión de la comunidad internacional se va a traducir en apoyar el cambio que nosotros estamos necesitando y en que no habrá una intervención de ningún tipo, sino el respaldo a un cambio democrático que tiene que ocurrir en Nicaragua”, sostuvo.

“Mujica dijo que él se sentía muy herido, muy dolido porque él había sido parte de ese sueño y conocía a muchos que habían muerto de aquella generación por ese sueño de una revolución en Nicaragua, pero que había habido una deriva autoritaria y había gente que no reconocía el momento en que había que irse. Eso resume muy bien lo que pasa en Nicaragua”, dijo Ramírez y agregó: “Sé que el Frente Amplio está formado por muy distintas corrientes y es a Mujica a quien se debería prestar oído”

“Existe una izquierda todavía mirando hacia el pasado y lo que fue la revolución nicaragüense como si lo que fue esa revolución no hubiera cambiado. Como protagonista y hombre de izquierda les diría que todo cambió radicalmente en Nicaragua: ya no existe más una revolución, Ortega no es un líder revolucionario y no representa esos viejos ideales. Es un gobierno de derecha neoliberal como cualquier otro”, dijo el expresidente de Nicaragua

“Para mí la izquierda siempre fue el ideal de un mundo mejor, estar del lado de los más pobres, de la dignidad y de la lucha contra la corrupción. El Foro de San Pablo me parece que es una entidad fosilizada, es una especie de Parque Jurásico y estar metido allí es defender a capa y espada causas que no son justas simplemente por alineamientos políticos. Es ese círculo vicioso el cual la izquierda tiene que salir”, concluyó Ramírez.

Escuche la entrevista completa:

http://www.carve850.com.uy/wp-content/uploads/2018/07/ramirez.mp3?_=1

 

Fe de Erratas Posta: Fernando Moyano no es el autor de la nota Para otra lectura de los eventos del 6 y 7 de julio de 2018 en Haití, es una nota de la Asociación Haitiano-Coreana la entidad que organizo el evento


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