07.AGO.18 | Posta Porteña 1934

UY - UPM : LA CONTAMINACIÓN, EL PRODUCTOR RURAL Y LA CULTURA

Por M.Marchese/El Pais

 

A muchos le parece contradictorio que los productores rurales se enfrenten a UPM cuando son, aparentemente, responsables en buena medida de la contaminación de nuestras aguas

Marcelo Marchese

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias-02.08.2018

Este problema es un auténtico nudo en el que confluyen una variedad de hilos que nos lleva, entre otras cuestiones, al problema de la libertad y sus condicionamientos

Veamos esto más de cerca con el caso de la soja

Todos sabemos que este cultivo exige el uso de pesticidas que en parte se absorben y en parte arrastran las lluvias a ríos y arroyos y lo mismo sucede con el fósforo y el nitrógeno usados como fertilizantes, los cuales coadyuvan a la eutrofización que produce la toxina llamada microcystina.

El productor rural no es ignorante de estos daños provocados a aguas y tierras, pero aquí importa distinguir socialmente los diferentes productores de soja

Por un lado tenemos a los grandes capitalistas extranjeros que acaparan tierras o las arriendan para producir soja que ha dado en estos años una alta rentabilidad. Como es obvio, invierten aquí porque les da ganancias sin importar ninguna otra consideración. Invierten en esto, además, porque saben hacerlo, conocen el rubro y tienen aceitados los mecanismos para desembarcar en nuestro país.

Por otro lado, y con cierta variedad entre ambos extremos, tenemos al productor nacional que da en arriendo su campo, o parte de su campo, para los sojeros, pues eso le rinde más que criar ganado. Arrendar el campo y no hacer nada, le daría más dinero que dedicarse a criar ganado y engordarlo y protegerlo de los fríos y sequías.

Dan en arriendo su campo o ellos mismos cultivan la soja por el simple motivo de que es rentable, lo que significa que es más rentable que otros rubros. Sabe que genera problemas, sabe que perjudica el agua y perjudica su tierra, pero muchos, muchísimos de estos productores, se encuentran en este dilema: o destinar parte de esos campos a la soja y la forestación, o abandonar la tierra

Otros, no tan apretados, y aún siendo la soja más rentable, siguen en el rubro de la ganadería. Se mantienen en lo suyo aún a sabiendas que dando en arriendo y sin trabajar, ganarían más.

Habida cuenta de todo lo anterior, la gente de la ciudad preocupada por la contaminación debe evaluar qué nos conviene, o qué le conviene al país, pues por un lado algunos de esos pequeños y medianos productores contaminan, aunque sea mucho menos que los grandes latifundistas, y por el otro, incorporando la soja y la forestación, pueden permanecer en sus tierras, pueden capear el temporal hasta que lleguen tiempos en los que no tengan que apelar a recursos que a futuro no le sirven, tiempos en que puedan dedicarse a lo que más saben y les gusta, la razón principalísima por la cual viven en el campo.

Así que el problema está planteado ¿cómo alentamos los rubros más sustentables para el planeta, habida cuenta que es imprescindible para nuestra soberanía y para nuestro estilo de vida que los productores rurales permanezcan en sus campos?

El proceso llamado "globalización", palabra bastante engañosa inventada para enmascarar la realidad, no sólo implica que podamos escuchar canciones de cualquier parte del mundo y ver films que bajamos de inmediato y gratuitamente. Globalización también implica que el gran capital supere las barreras que antaño significaban los Estados nacionales, se apoderen de los recursos naturales en el tercer mundo y arrasen sus culturas, culturas que además significan la principal resistencia ante el tsunami arrasador de la globalización

¿Por qué nuestra cultura significa la principal herramienta, el principal factor de resistencia ante el empuje globalizador?

Es importante aquí entender que "cultura" no significa los conocimientos aportados por la lectura, sino un conjunto ordenado e históricamente dado de conocimientos y técnicas en todas las ramas de la creación material e intelectual humana.

Tras la crisis de los alimentos del 2007 y la crisis financiera del 2008, los grandes capitales especulativos se largaron a rubros seguros: acapararon los recursos naturales del tercer mundo y desplazaron en gran medida a los productores nacionales y rediseñaron su función.

En el caso de las comunidades agrícolas campesinas con honda raíz indígena, este proceso aceleró el traspaso de la producción con sus semillas a la incorporación de la nueva semilla, más "eficiente", que trae la trasnacional del grano. Esta nueva semilla más rendidora, exige más pesticidas y fertilizantes y exige que el campesino vuelva a comprar la semilla para plantar, es decir, exige una dependencia absoluta de la trasnacional, que aporta los pesticidas y fertilizantes adecuados y aporta, siembra a siembra, un grano transgénico que es resultado de una alta concentración de inteligencia, es decir, de cultura.

El campesino, que antes cuidaba sus semilleros y que fue llegando al maíz actual como resultado de una milenaria selección de granos, abandona sus semilleros, abandona el resultado de esa lenta selección que llevó de un maíz de cuatro hileras de granos al maíz actual, y ese abandono significa una pérdida para la sociedad donde vive y significa una pérdida para sí mismo, pues ahora depende para cada siembra, del grano aportado por la trasnacional.

Además, el campesino que necesitaba de su comunidad para la producción, tiende ahora a ser modernizado, es decir, descomunizado, lo que implica el deterioro de los lazos sociales, de los lazos culturales.

Así como sucede en estas comunidades campesinas en nuestra América, y así como sucede en otras partes del mundo con otras culturas nativas, sucede en Uruguay aunque poco quede de nuestras culturas aborígenes. Lo que sí quedó y construimos, incorporando algo de aquella cultura aborigen, es una antigua cultura de trabajo rural que viene siendo deteriorada toda vez que perdemos una familia que vive en el campo, una familia que debe vender sus tierras.

Este éxodo archi súper y recontra documentado significa la pérdida de tradiciones, es decir, de un conjunto de conocimientos y técnicas de producción rural y de vida. Ciertas cosas no se aprenden en la facultad de Agronomía, así como no se aprende en la facultad de Arquitectura a quinchar o hacer casas de barro.

Pero además de conocimientos sobre la paja brava, el barro, el caballo, el viento, las estaciones y todas aquellas cuestiones particularmente vinculadas a la producción, existen otros conocimientos vinculados a otros aspectos de la cultura que, unidos a los anteriores, constituyen una verdadera universidad rural.

Un amigo me contaba que el padre sabía de cierto musgo que crece en cierto árbol, que si a uno lo está enloqueciendo una muela y se encuentra radicalmente aislado, se lo coloca en esa muela maldita y al otro día se la arranca sin dolor. El padre de ese hombre murió y él no recuerda qué musgo era. El día que muera el último que sabía eso, perderemos cultura para siempre.

Es difícil encontrar una palabra suficientemente dura para calificar la actitud mental que desatiende este sistemático deterioro de nuestra cultura, este arar nuestra cultura con esa inmensa máquina llamada globalización, pero mientras el lector imagina esa palabra, recordemos que dijimos que nuestra cultura, nuestras tradiciones, son la principal herramienta en la lucha contra la globalización y para explicar esto vayamos a un ejemplo.

Cierta vez, en la sala de profesores de cierto pueblito, me encontré con un anuncio: "Prohibido tomar mate", colocado encima de una cafetera nueva. Ninguno de los profesores le prestamos demasiada atención a la orden y seguimos tomando mate alegremente, pues ese mate formaba parte de nuestra cultura. Esa orden globalizadora se estrelló con la roca de nuestra cultura y se hizo pedazos entre la burla de los docentes.

Ahora bien, se trata, como es evidente, de sostener nuestra cultura, lo que significa conservar nuestra tradición y se trata de saber innovar, de llevar a cabo los cambios, el inicio de un nuevo tiempo que permita, entre otras cosas, que a la hora de producir, el hombre no esté obligado a encarar un rubro negativo para la tierra, el agua y la cultura.

Si además permitimos que la globalización arrase con esa creación cultural que llamamos República, perderemos una herramienta fundamental para sostener lo que hemos construido y para encarar los cambios imprescindibles. Si permitimos que la globalización arrase con el Estado, la herramienta que crea la República para defenderse y llevar a cabo sus decisiones, quedaremos definitivamente inermes.

No somos libres para volar ni para vencer a la muerte. La libertad está condicionada por las herramientas que hemos construido como especie y a la postre no es otra cosa que una conciencia de la necesidad.

Si queremos llevar a cabo un desarrollo sustentable para el planeta, tenemos que crear las condiciones culturales que le permitan al hombre tomar las mejores opciones.

Si queremos mejorar nuestra producción y hacerla sustentable, necesitamos que la República diseñe políticas que sean resultado de un Plan de Desarrollo Nacional.

En esta tarea de elaborar un Plan de Desarrollo Nacional, será necesario el aporte de  una Universidad no financiada en sus investigaciones por las trasnacionales, sino una Universidad al servicio de la economía del país, será necesario el aporte de esa Universidad Rural que se está deteriorando, y será necesario el aporte de ciudadanos sueltos o unidos en organizaciones de todo tipo que se sumen a esta tarea intelectual.

Entre esas organizaciones se encuentra el movimiento "UPM2, NO", un movimiento que está naciendo y que por ahora sólo es un grano de arena, aunque sea un grano de arena en el ojo de los poderosos

 

Un solo Uruguay se suma con fuerza a los críticos de “UPM 2”

 

CRÍTICAS DE DISTINTO ORIGEN

La ministra Muñoz criticó a los ruralistas; el 24 de agosto presentan firmas contra la pastera

JUAN PABLO CORREA / DANIEL ROJAS  -El País/ 06 agosto 2018

El movimiento Un solo Uruguay, que comenzó a andar en enero reclamando una mejora de la competitividad del sector agropecuario, agudizó su perfil de duro crítico del gobierno y está coordinando acciones con referentes ambientalistas para pedir que quede rescindido el contrato que Uruguay firmó con UPM para que construya su segunda planta de celulosa

Esto ya motivó la reacción del gobierno y la ministra de Educación, María Julia Muñoz, criticó a Un Solo Uruguay por considerar que se extralimitó de sus reivindicaciones originales.

El 24 de agosto, a las 11:00 de la mañana los ambientalistas y Un Solo Uruguay presentarán en la Torre Ejecutiva cientos de firmas con la petición para que se rescinda el acuerdo, adelantó a El País el referente del Movimiento “Uruguay sustentable” (Movus), Raúl Viñas. El activista dijo que “Uruguay no gana un peso con el contrato y el proyecto no genera el empleo que se dice”. Viñas objeta que Uruguay se comprometa a voluminosas inversiones sin tener la certeza de que el proyecto de la empresa se vaya a concretar finalmente. Y cuestionó que se le haya concedido una zona franca a la empresa.

Muñoz estuvo el sábado en la ciudad de Dolores para la inauguración de un centro MEC. En la localidad también había integrantes del movimiento “anti UPM” a los que cuestionó. “Creo que tanto la primera planta como este otro proyecto le dan al país posibilidades de desarrollo muy importantes. Me llama la atención que un movimiento que nace para mejorar las actividades agropecuarias del país, ahora termine ocupándose de la instalación de otros emprendimientos qué van a dar trabajo a los uruguayos. Creo que cada vez más se dibuja como un movimiento político en contra del gobierno (más) que un movimiento a favor de los uruguayos y de la integración por un solo Uruguay” expresó Muñoz. “Por un solo Uruguay, sin explotados ni explotadores, sin discriminación de razas, de sexos, yo he luchado siempre. Esa es una consigna que no les pertenece a unos pocos. Es una consigna por la cual luchamos muchos y es una utopía a la que queremos llegar muchas y muchos uruguayos”, agregó la ministra.

Viñas consideró que la ministra actuó más “como operadora política, más que como buena oriental, y trata de politizar estas cosas, en un tema del que no sabe nada”. Según Viñas, faltan estudios “serios” del impacto económico que tendrá el proyecto y advirtió que incrementará el endeudamiento que tiene el país. Dijo que espera que un pedido de informes que hizo el diputado del Partido Independiente, Iván Posada, arroje un poco de luz sobre el tema. También dijo que es inédito que un Estado le otorgue a una empresa extranjera una zona franca para procesar productos locales. “Estamos en contra de la forestación masiva, exonerada de todos los impuestos”, agregó

Involucrados

Un Solo Uruguay se ha involucrado fuertemente en la campaña y de hecho los comunicados que anuncian las charlas de técnicos en contra del contrato tienen su logo. El movimiento alquiló, por ejemplo, un salón en el centro de la ciudad de Minas en el que se realizó una charla el pasado fin de semana. Ya ha habido reuniones en San Jacinto, Melo y Minas y habrá una el 15 en Colonia y el 18 otra en Rivera.

Viñas reconoció la alianza con “Un Solo Uruguay”. “Nos estamos potenciando, estamos coordinados”, explicó con referencia a “Un solo Uruguay” que “ayuda con la difusión”. Los activistas contra la segunda planta, que comenzaría a construirse el año próximo, coordinan a través de una página de Facebook llamada “UPM 2, no”

Guillermo Franchi, uno de los portavoces de Un solo Uruguay, dijo  que la solicitud de rescisión se hará basándose en el artículo 30 de la Constitución (que establece el “derecho de petición) porque “estamos contra el contrato, no contra la empresa”

Criticó que “en un momento en que se viene descalabrando el sector productivo por un problema de costos todos los esfuerzos van hacia un solo emprendimiento”. Franchi opina también que el acuerdo con UPM debería pasar por el Parlamento

En su opinión, la inversión uruguaya debe tener “igualdad de condiciones” con la extranjera y mencionó la mala situación del sector arrocero, del lácteo y de la agricultura de secano. “No estamos en contra de que se cree empleos pero no a este costo, porque serían los empleos más caros de la historia. No nos parece lógico”, sostuvo Franchi.

El portavoz de Un solo Uruguay aseguró que no le preocupan las críticas de Muñoz en la medida en que el grupo ya no espera mucho del gobierno que, sostiene, no ha dado respuestas. “Nos trataron como un actor partidario cuando está claro que no lo somos y solamente se instalaron dos meses de trabajo que no generaron nada”, señaló. Un solo Uruguay también se opone a que la inclusión financiera sea de carácter obligatorio,

Gustavo Melazzi, economista y docente, advirtió que “fuera de la etapa de la construcción, el empleo directo en la fase operativa (de UPM) no llegará a los 500 trabajadores”.

“¿Cuánto ganará UPM en 20 años? Descontando la inversión, obtendrá ganancias por US$ 13.500 millones que se los llevaran al exterior. Nosotros, todos los uruguayos, invertimos US$ 1850 millones y no nos queda nada de ganancia” aseguró Melazzi. Haciendo un paralelismo con otros sectores de la economía, aseguró que si ese dinero el país resolviera invertirlo en viviendas a través de un programa a 20 años, generaría anualmente 10.000 empleos en la construcción.

“Es un contrato absolutamente leonino. Sin contabilizar todo, solo citando el ferrocarril y el contrato eléctrico que obliga a comprar energía por US$ 1450 millones a lo largo de 20 años, ( sostenemos que no es necesario), Uruguay estará invirtiendo cerca del 50% del total y a cambio de esto prácticamente no obtiene nada; por eso el asunto es inaceptable”, sostuvo Melazzi.

El abogado Hoenir Sarthou también participa en las charlas en las que se cuestiona a UPM.

“Dado que UPM operará en régimen de zona franca, casi no pagará impuestos, ni siquiera por exportar. Pero, en los papeles, Uruguay aparecerá exportando miles de millones de dólares, que servirán para seguir pidiendo dinero prestado a cuenta de unas ganancias que no tenemos ni tendremos”, advirtió en una columna que publicó en “Voces”


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