06.SEP.18 | Posta Porteña 1947

Argentina: Tipo De Cambio Y Desarrollo Deformado

Por ASTARITA

 

En la nota anterior (aquí) planteé que en las últimas décadas, en Argentina, asistimos a una alternancia de períodos de tipo de cambio real alto y bajo, que fueron mediados por profundas crisis cambiarias y financieras. En esta nota se relacionan estas alternancias con un desarrollo económico profundamente deformado (la presentación completa se puede encontrar en los capítulos 10 y 11 de Economía política de la dependencia y el subdesarrollo, Universidad Nacional de Quilmes, 2013)

Rolando Astarita 5 sept. 2018

Condiciones de partida

 

Para empezar, digamos que la acumulación de capital –o, para simplificar, la inversión- está determinada, en lo esencial, por las perspectivas de ganancia de los capitalistas. A lo que se suma el “clima de negocios” (para usar una expresión keynesiana), que en términos marxistas podemos resumir en las condiciones generales –sociales y políticas- que garanticen la explotación de la fuerza de trabajo.

La tasa de ganancia, a su vez, depende positivamente de la participación de los beneficios en el producto (un Proxy de la tasa de plusvalía); del producto por trabajador; y negativamente de la relación capital constante / trabajo. En símbolos, siendo B: beneficios; K: capital constante; Y: producto (medido a moneda constante); L: trabajo, será B/K = tasa de ganancia (de nuevo, un Proxy a la tasa de ganancia “a lo Marx”), de manera que: B/K = (B/Y) (Y/L) (L/K).

Debido a que se trata de un país subdesarrollado, donde la productividad es baja en relación a los promedios internacionales (a excepción del sector sojero y cerealero, y algunas industrias particulares), este capitalismo sostiene la tasa de ganancia a través de la intensificación de los ritmos de producción, de una alta relación B/Y, y bajos salarios en términos de la moneda mundial.

Tipo de cambio y tasas de ganancia

Por otra parte, la tasa de ganancia de las diferentes ramas está influenciada por los precios relativos entre los bienes transables (BT; son los bienes que se exportan o importan); y los bienes no transables (BNT, típicamente servicios, por ejemplo transporte, educación, salud y similares). Esto es, las evoluciones de la tasa de ganancia están directamente influenciadas por las variaciones del tipo de cambio real. En este punto es necesario precisar que la influencia del TCR sobre la rentabilidad es de una naturaleza cualitativamente distinta a la que ejerce sobre la rentabilidad de los sectores productores de BT y BNT de los países adelantados. Esto se debe a que, como dijimos en la nota anterior, el tipo de cambio conecta un espacio nacional de productividad relativamente más baja con el espacio de valor mundial o los espacios de valor de países adelantados. Más precisamente, el tipo de cambio influye directamente en el costo del capital fijo (equipos, tecnología), con alto componente importado; y, lógicamente, en los ingresos en términos de la moneda nacional que reciben las empresas

De ahí que la incidencia del TCR sobre las tasas de ganancia de los sectores productores de BT y BNT será compleja. En principio, y dada la influencia en los precios relativos, una suba (baja) del TCR aumenta (baja) la tasa de ganancia de los sectores productores de BT y baja (aumenta) la tasa de ganancia de los sectores productores de BNT. Si se tiene en cuenta el agro (de alta productividad), debe agregarse que el TCR alto tenderá a traducirse en un aumento de la renta agraria. Esta influencia también se hará sentir, lógicamente, en los costos salariales (sube el componente B/Y). En particular, porque el TCR significa salarios depreciados en términos de la moneda mundial.

Por otra parte, debido a que la suba del TCR aumenta el costo de importación de equipos, su aumento incide negativamente en la rentabilidad de las empresas que dependen de la importación de tecnología (componente L/K de la tasa de ganancia). Esto implica la posibilidad de desfases temporales importantes y de efectos de retardo en la evolución de la tasa de rentabilidad, en la medida en que los equipos se desgastan y hace falta reponerlos, o es necesario avanzar tecnológicamente para mantener en condiciones mínimas de competitividad a las empresas. Por eso el crecimiento sustentado meramente en un TCR alto (algunos llegan a hablar de un “modelo de desarrollo”) tiene constricciones de mediano y largo plazo en tanto no exista un fuerte proceso de inversión en tecnología, investigación y desarrollo e inversiones en infraestructura

A su vez, el TCR bajo tiende a favorecer a las empresas productoras de BNT. El TCR bajo también puede favorecer la renovación tecnológica; y decididamente influye en los patrones de consumo de la clase media y de la burguesía (importación de bienes de lujo; turismo al exterior, etcétera). De conjunto, y dadas las dificultades en la balanza comercial y de bienes y servicios, el TCR termina siendo insostenible, dando lugar a las crisis cambiarias que deprecian violentamente la moneda, revirtiendo hacia el tipo de cambio alto.

Crecimiento desarticulado

Por lo explicado más arriba, la tasa de ganancia de cada uno de los sectores será función del nivel salarial (en moneda nacional y en moneda mundial); de la relación capital/trabajo; de la productividad y del TCR. Dado que la tasa de ganancia gobierna la inversión, y dado que las fuertes variaciones del TCR inciden directa y violentamente en las tasas de rentabilidad, se entiende que el crecimiento de la economía sea extremadamente desarticulado. La participación de los sectores productores de BT y BNT puede variar bruscamente al compás de las variaciones del TCR, y de los precios relativos que acarrean. El crecimiento desarticulado repercute en el progreso tecnológico general; que a su vez debilitará la tasa de ganancia y las perspectivas de inversión.

En este cuadro incide, por otra parte, la tasa de interés y las entradas, o salidas, de capitales de cartera (inversiones especulativas), que buscan realizar rápidas ganancias aprovechando las oscilaciones del tipo de cambio y de los precios de los activos financieros. Estos movimientos de los capitales especulativos pueden contribuir a apreciaciones relativamente artificiales del tipo de cambio; y generalmente actúan como disparadores de las crisis cambiarias. En cualquier caso, constituyen un factor que potencia las distorsiones de la economía.

Precisemos una vez más que, por lo desarrollado, las valoraciones del capital invertido pueden sufrir bruscas modificaciones debidas a las variaciones del tipo de cambio. Y con estas variaciones del TCR pueden alterar bruscamente las condiciones de transformación de valor generado en el espacio nacional, en valor mundial. Un tipo de cambio cercano al nivel de paridad de poder adquisitivo mejora las condiciones en que la plusvalía se transforma en valor mundial. Un TCR empeora las condiciones de transferencia del plusvalor, pero alivia la restricción externa, al permitir la obtención de divisas para efectuar esa transferencia. Esta contradicción es inherente a la inserción de la economía subdesarrollada en el mercado mundial.

En conclusión, existe una lógica en la alternancia de tipos de cambio real alto y bajo en Argentina en los últimos años, que van de la mano de ciclos de crecimiento extremadamente desigual entre sectores, y el estallido periódico de crisis cambiarias y financieras. Es de destacar que la dinámica repetida de estas crisis potencia el atraso tecnológico relativo. Los cambios bruscos de la rentabilidad de los sectores debilitan la acumulación de capital, que es la clave para superar el atraso

Por eso también se profundizan los desequilibrios estructurales; los diferenciales de productividad se acentúan porque ora un sector, ora el otro, sufre períodos más o menos prolongados de baja rentabilidad e inversión. A su vez, las crisis cambiarias y financieras periódicas imponen mayores costos, y el crecimiento de la deuda (en particular la externa) tiende a ser estructural

Esta dinámica agudiza el desarrollo desigual, propio de la misma dialéctica de producción de valor en espacios nacionales diferenciados por niveles de productividad. En definitiva, si bien no hay estancamiento permanente (como pretende alguna crítica de izquierda demasiado simplista), hay desarrollo desigual y deformado de las fuerzas productivas, con procesos convulsos –potenciados por la especulación financiera y monetaria-, retroalimentación de los desequilibrios, reversiones bruscas y agudas contradicciones.


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