25.SEP.18 | Posta Porteña 1953

Mapa de un Engaño

Por Alvaro Diez de Medina

 

El lado Oculto de la Trama Tupamara

 

Libro de Álvaro Diez de Medina

Capítulo XVIII       El cenit

 

El año 1970 comenzó con una evaluación entusiasta de la subversión en cuanto a sus capacidades. De ahí en más, la imbatible combinación de precisas acciones militares y propaganda armada sería impulsada, tal vez con algo “más de Monty, menos Pando”: continuos asaltos, como el producido el 24 de febrero contra la sucursal de Salto del Banco de la República que reportara a los delincuentes 80.000 dólares, y crecientes respaldos públicos a las acciones sediciosas por parte de los medios de comunicación de izquierda, generaban la sensación pública de un movimiento en ascenso. El 8 de marzo, la sedición lanza la llamada “Operación Paloma”, o “Fuga de las Palomitas”, mediante la cual concierta la huida de 13 presas del establecimiento penitenciario ubicado junto a la Capilla de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, en Cabildo 1998, esquina Nicaragua. El operativo estuvo a cargo de la llamada Columna 15, y fue organizado por Alicia Rey y Jorge Candán Grajales y no, como erradamente informara la Policía, /208 por Amodio.

El 4 de abril, la sedición propinó otro de sus paradigmáticos golpes: el asalto a las oficinas de los sucesores de Horacio Mailhos (Mailhos Ferriolo Ltda.), ubicadas en Avda. 8 de Octubre 2285, el que fuera perpetrado gracias a la entrega de uno de sus funcionarios, a partir de entonces el sedicioso requerido Roberto Barbeito Felippone (a) El Negro Darío

Organizado por la llamada Columna 10, bajo la dirección de Efraín Martínez Platero y la coordinación operativa de Mauricio Rosencof, y contando con el ingenio profesional del ingeniero Juan Almirati Nieto, el golpe le reportó a la sedición documentación relativa a las actividades de la familia Mailhos, así como una importante cantidad de lingotes y libras esterlinas de oro.

En su manuscrito, Amodio juzgó esta operación como una elevación del “prestigio político” del MLN, no solo por su espectacular ejecución e importante botín, sino por la visibilidad pública de la familia víctima (“una de las más ricas del Uruguay, y desprestigiados (sic) a través de su política antisindical”)

No solo eso: como “propaganda armada”, el caso Mailhos parecía la mejor fantasía tupamara. La sedición hizo entrega el 6 de mayo siguiente en el domicilio del juez interviniente en el caso, de los libros de contabilidad de la empresa (informados, además, por el sedicioso y también contador David Cámpora, y acompañados por una nota explicativa de Roberto Barbeito). La familia Mailhos, en tanto, habría “hecho llegar al penal de Punta Carretas un ofrecimiento de otros 100.000.000 (de pesos) por la devolución de los libros, a lo que la dirección respondió que no, por considerar que el MLN debía mantener una conducta intachable en su honestidad y moral revolucionaria (sic)”

Lo cierto es que el 6 de abril las autoridades dispusieron, en el marco del dictado de medidas prontas de seguridad, la detención de Luis Eduardo Mailhos y Ulyses Ferriolo, en respuesta a la supuesta ocultación de lingotes de oro y consiguiente omisión en el pago del impuesto al patrimonio, extremos que la familia de los detenidos negaran, a través de sus representantes, aduciendo que el oro robado era una reserva familiar, establecida desde 1939. Concomitantemente, se dispusieron medidas a fin de evitar la comercialización de las libras y lingotes robados, lo que no impidió que ello ocurriera a través de la plaza local, y mediante el pago de fuertes comisiones.

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El autor del “libro” da a estos temas un tratamiento similar en su lineamiento al de Amodio, pero lo edita profunda y significativamente. Aplaude con entusiasmo el éxito de la que sí llama “Operación Paloma” (Amodio no le da nombre); la atribuye a Rey y Candán; y, por sobre todo, la ensalza con brío: “completo éxito (...) nuevo golpe para el gobierno (...) valiosísimo aporte al movimiento (...) (interlineado: en la guerra política y sicológica ganábamos una posición)”

Y no solo ello. Dedica un largo tramo a batir el parche del que caracteriza como el inicio de una “etapa de oro” para el movimiento subversivo, dotada de “(interlineado: una compleja y eficiente infraestructura) (...) cárceles para conservar (interlineado: detenidos y penados) a los enemigos del pueblo (...) hospitales (...) imprentas (...) enterraderos (...) todo lo que el Movimiento precisaba para funcionar en forma incesante, como una gran máquina que se preparaba para descabezar en nuestro país un régimen que día a día se mostraba más oprobioso (interlineado: y más débil ante nosotros)”

“Yo creo”, improbablemente escribe el autor en prosa folletinesca, “que en ningún momento como aquel, nosotros (interlineado: no) dudábamos de nuestra victoria. Cuando nos habíamos largado a la lucha frontal, cinco años atrás, habíamos sido lo (interlineado: suficientemente cautos) como para pensar que la lucha iba a ser mucho más larga (interlineado: de lo que aparentaba que iba a resultar.

Nunca) nos habíamos esperado un deterioro tan vertiginoso de la situación política, económica y social del país, como tampoco nos esperábamos en 1970, que todos los errores que estábamos incubando, iban a determinar nuestra debacle apenas dos años después, cuando ya (interlineado: teníamos la perniciosa costumbre de creernos invencibles)” (Fontana, 103, 104) /209

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El trato que el autor del “libro” dispensa al asalto a la Sucesión Mailhos también es similar al de Amodio, si bien adjetiva con fruición ajena al Amodio real: el botín es “increíble”, el operativo, “brillante”

La referencia al intento hecho por la familia Mailhos en el sentido de obtener la devolución “del producto del asalto” (no de los libros de contabilidad, según refiriera Amodio) ha sido inexplicablemente tachado en el máster conservado en el Archivo Cámpora, pero no así en la versión del libro hecha pública en 1995

La comercialización de las libras esterlinas, en la versión del “libro”, es transformada en el producto de un “acuerdo” con “algunas (interlineado: de las más conocidas casas de) cambio (interlineado: de moneda) de Montevideo, para pagar un 10 por ciento de comisión por la transacción” /210… y aquí se incluye, en el máster, un texto manuscrito e ilegible que, de todos modos, no aparece en el “libro”

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En su manuscrito, Amodio hace referencia a una reunión supuestamente mantenida entre Raúl Sendic y “uno de los hermanos Peredo”, de Bolivia, quien procuraba en Uruguay “apoyo para reactivar el foco boliviano”. Según Amodio, “muchas” de las libras esterlinas robadas a la Sucesión Mailhos habrían sido enviadas a Bolivia, a través de Chile, en una extensión regional (“como antes con Argentina”) de la “órbita de influencia del MLN”, influencia que se reducía a aportar experiencia y que, según una carta remitida al MLN por parte de Osvaldo Peredo (a) Chato /211 en agosto de 1970, había resultado “fundamental”

El autor del “libro” narra la misma historia, /212 aunque añade que “poco después, la prensa daría cuenta del hallazgo de parte de esas libras en el equipaje de un contacto guerrillero capturado en la frontera entre Chile y Bolivia”. Y deriva de ello una reveladora y entusiasta conclusión: “lo importante era que el MLN había alcanzado un grado de fuerza y poderío (sic) como para poder ayudar a otros movimientos del continente” (Fontana, 111)

Pocos tramos hay más aleccionadores en el “libro”. En breves trazos, su autor da cuenta de una historia más compleja. Los hermanos Guido Álvaro (1937-1969) y Roberto (1938- 1967) Peredo Leigue eran dos jóvenes agitadores comunistas bolivianos que, en 1963, se habían sumado al foco guerrillero formado por Jorge Massetti en la frontera entre Bolivia y la provincia argentina de Salta. En 1966, Guido y Roberto (conocidos como Inti y Coco, respectivamente) se sumaron a las acciones subversivas lanzadas en Bolivia por Ernesto Che Guevara (1928-1967) con el nombre de Guerrilla de Ñancahuazú, las que culminaran, poco más de un año después, con la virtual destrucción del grupo en manos del ejército boliviano.

 En 1970, pues, quien viajara a Montevideo a entrevistarse con Sendic había sido el hermano menor de Inti y Coco, Osvaldo Peredo Leigue, (a) Chato, nacido en 1941, y embarcado en ese momento en el lanzamiento de la que se llamara la Guerrilla de Teoponte. El experimento de Teoponte bien puede, pues, haberse financiado parcialmente con libras esterlinas robadas a la familia Mailhos, aunque de poco le sirvieran: comenzó el 18 de julio de 1970 y terminó el 18 de octubre del mismo año, después de haberle costado la vida a 58 subversivos tan jóvenes como Chato, por entonces de 29 años. Antes de huir por la frontera hacia Chile, este médico comunista, graduado de la universidad Patrice Lumumba de Moscú, pasaría por la experiencia de disparar contra algunos de sus compañeros de aventura, en combate por una lata de sardinas /213

Este pasmo suicida en medio de la selva boliviana es el que el autor del “libro” exhibe como señal de “fuerza y poderío” del MLN, y la imaginaria coordinación revolucionaria continental que tal “fuerza y poderío” dejaban en evidencia ante sus ojos es, ya en 1970, la semilla de una correspondiente coordinación represiva cuyos alcances pronto tendrán él y otros razones para lamentar

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 A continuación de la pág. 33 de su manuscrito, Amodio Pérez incluye una página sin numerar, que contiene dos notas, la segunda de las cuales se dedica al asesinato, el 13 de abril de 1970, del inspector de la Policía de Montevideo, Héctor Morán Charquero (1922-1970)

 Atenazadas por los permanentes asaltos, robos de vehículos y enfrentamientos armados con sediciosos, las fuerzas policiales debían, en 1970, asumir también el hecho de que esos mismos elementos contaban con simpatizantes o “periféricos” en prácticamente todos los servicios conexos a los represivos. Hacia comienzos de año, una Dirección Nacional de Información e Inteligencia había sido puesta en operaciones, en sustitución del antiguo Departamento de Inteligencia y Enlace de la Jefatura de Policía, en tanto el efectivo, pero también vanidoso, comisario Alejandro Otero, había sido sustituido por el recién ascendido inspector mayor Víctor Castiglioni

 La literatura sobre este tema afirma, con frecuencia, la infiltración tupamara de esta repartición, algo difícil de fundamentar hoy. Según el mismo Amodio en su manuscrito, el inspector del Departamento de Hurtos y Rapiñas y reciente titular de una “Brigada Especial” que no le sobreviviría, Morán Charquero, era uno de los elementos policiales identificados con el supuesto maltrato a dos detenidos, /214 al igual que sus ayudantes, /215 “empleando la tortura como método (sic), lo que provocó la investigación parlamentaria y judicial, ya que el estado de los detenidos era lastimoso y se torturó a gente a la que nada se le pudo probar”. Por esta razón, según el mismo Amodio, se tomó la resolución de “ejecutar” a Morán Charquero, en un “montaje muy dificultoso” que, sin embargo, culminara con éxito cuando el inspector fuera acribillado a balazos en las inmediaciones de las canteras del Parque Rodó, mientras se trasladaba a la Jefatura de Policía en un automóvil Maverick. Se identificó de inmediato, entre los responsables del crimen, a integrantes de la llamada Columna 15 que operaban en ese momento bajo el comando militar de Candán Grajales: Henry Willy Engler Golovchenko (a) Octavio, el mallorquí Antonio Mas Mas (a) El Gallego y Esteban Pereira Mena (a) Negro Alejandro/216 “Esta acción”, concluye el manuscrito de Amodio, “fortaleció en Jefatura la actuación de los cuerpos de inteligencia, siendo disuelta la brigada especial (que, supuestamente, encabezaba Morán)” /217

 “Salvo raras excepciones”, agrega, “como en el caso de los detenidos en la calle Almería en agosto del 70, no se aplicó en la Jefatura de Policía ningún tipo de apremios a los militantes del MLN, por lo menos hasta mayo del 72”

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Contrariando su práctica, el autor del máster o “libro” es escueto en lo atinente a la muerte de Morán Charquero. “(Interlineado: Desde fines de 1969) las torturas policiales habían comenzado a arreciar”, narra, “y entre los principales torturadores (interlineado: el MLN había logrado identificar a) Morán Charquero, Villar y Besson. El MLN decide tomar represalias para enfrentar el envalentonamiento de la gente del Departamento 5 de la Jefatura de Policía. Se plantean las ejecuciones de los principales torturadores, pero solo puede concretarse la de Morán Charquero, que el 13 de abril de 1970 (interlineado: fue finalmente ejecutado ... )” (y siguen anotaciones que no fueran tomadas en cuenta en las versiones que se conocen a partir de 1995, referidas al hecho de que, tras la muerte de Morán, se toman previsiones adicionales de seguridad en Jefatura de Policía de Montevideo) (Fontana, 111) /218

El mismo día del homicidio del Inspector Morán, el Poder Ejecutivo dispuso la clausura definitiva del diario De Frente cuyo director, Federico Fasano Mertens, ya había sido detenido brevemente en marzo anterior en razón de su mal disfrazado concurso a la sedición, y que publicara el 11 de abril en su portada la fotografía del inspector Morán Charquero a la salida de la sede del Juzgado Letrado de Instrucción Penal de 4.o Turno: una identificación fotográfica que sería bien empleada dos días después

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Ya ingresados al mes de mayo de 1970, el hecho más sobresaliente de la al parecer interminable sucesión de agitaciones lo constituyó el asalto, por parte de una cuarentena de sediciosos, de la sede del Centro de Instrucción de la Armada, ubicado en la calle Juan Lindolfo Cuestas 1387, Ciudad Vieja de Montevideo. Como en el caso del asalto a la Sucesión Mailhos, este tuvo un entregador, y fue el cadete de 23 años Fernando Garín (a) Aurelio, infiltrado desde 1968 en el CIM. Desplegando las dosis de ingenio, improvisación y osadía que ya eran marca reconocida de la organización a la hora de urdir sus golpes, este estuvo a cargo de la llamada Columna 20, e involucró a muchos de los más reconocidos protagonistas de la saga tupamara: Raúl Sendic, Jessie Macchi, Raúl Bidegain, el muy joven estudiante de la Universidad del Trabajo del Uruguay Fernán Pucurull Sáenz de la Peña (a) El Pequeño Che Guevara o Julio, entre muchos otros, y culminó no solamente en la reducción de todos los cadetes asistentes al Centro, sino el robo de todo su armamento y material de guerra, en muchos casos nuevo: revólveres, granadas de fragmentación, radios, máscaras, munición, rifles, pistolas, además de armamento más antiguo, y perteneciente a coleccionistas, depositado en el CIM con el fin de mantenerlo a buen recaudo /219

El impactante asalto dejaría al país expuesto al hecho de que ni siquiera las Fuerzas Armadas estaban a cubierto de la acción subversiva/220

 En su manuscrito, Amodio sostiene que el golpe había respondido “a la conducta de la Marina, el CIM concretamente, (...) en el conflicto (sindical) de UTE meses antes, donde actuó con mucha dureza”. Según su versión, el Ministerio del Interior que, por entonces, encabezaba el Gral. Antonio Francese (1899-1979) había presentado el ataque como dirigido a las Fuerzas Armadas en un intento por “involucrar al Ejército en la lucha antisubversiva” cuando, en realidad, se había tratado de una “acción de respuesta a los plantones y apaleamientos que los obreros en conflicto habían soportado”. En adición a ello, Amodio sostenía que la Armada Nacional había ocultado el verdadero alcance del material robado: “solo declararon la tercera parte, pero era más que suficiente para provocar la conmoción que a todo nivel se vivió, y que el MLN no había previsto, ya que consideraba esa acción como una de propaganda más”

El 31 de mayo siguiente se produce un enfrentamiento entre las fuerzas de la Guardia Metropolitana y un grupo subversivo en las inmediaciones del km. 19,500 de camino Maldonado en Montevideo. Según la versión registrada por el manuscrito de Amodio, se trató de un hecho en el que las fuerzas de seguridad abatieran a un ya desarmado Pucurull, desangrado sin asistencia, e hirieran a otros dos sediciosos ya cuando estaban saliendo con los brazos en alto de la vivienda en donde se los cercara. Ante ello, comenta el manuscrito, “la dirección decidió entonces que en represalia se tiroteara a la mañana siguiente (1° de junio) a agentes de la Metropolitana A esta altura, la represalia estaba consolidada como línea de acción” /221

Creer en esta versión de los hechos es, claro, creer que las fuerzas policiales, bien orientadas en cuanto a la captura de algunos de los partícipes del golpe al CIM, optó en ese punto por matarlos antes que en capturarlos vivos y lograr, así, la captura de los otros

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 El autor del “libro” sigue, en este punto, escrupulosamente al manuscrito. Interlinea que el golpe del CIM tuvo por objetivo “la represalia a la dureza” y, sin referir nada respecto a la muerte de Pucurull pasa, de inmediato, a interlinear que “tan grande fue el impacto del operativo que” tanto la Guardia Metropolitana como la Republicana se negaron, en lo inmediato, a “salir por varios días” por temor a enfrentarse a una subversión recién armada por su último asalto: una virtual huelga de los servicios de seguridad que el manuscrito de Amodio desarrollará en mayor detalle, y tendrá mayor impacto en lo referente a las repercusiones políticas tanto del manuscrito como del “libro” (Fontana, 115)

notas

208 Y recoge Pablo Brum, en Patria para nadie (2015)

209 Contra la metodología seguida por Amodio en su manuscrito, el autor del “libro” ha optado por analizar los eventos no en su sucesión cronológica, sino desde la perspectiva de 1972

210 Este “acuerdo” da a entender un nivel de complicidad más grande entre las casas de cambio montevideanas y el movimiento subversivo, y contribuye a la conveniente paranoia sembrada desde los medios de comunicación de izquierda y la subversión, y luego adoptada con entusiasmo por los sectores golpistas de las Fuerzas Armadas, respecto a vagamente definidos “ilícitos económicos” que afectaban toda la vida productiva del país, con la complicidad de sus políticos

211 “No era más que un emisario”, anota Amodio en su manuscrito

212 No califica a Peredo como mero emisario

213 Hoy psicoterapeuta e hipnotista, Peredo se desempeña como legislador comunal en Santa Cruz de la Sierra, en representación del oficialista Movimiento al Socialismo, que encabeza el presidente Evo Morales

214 Uno de los cuales era el marinero sedicioso Rodebel Cabrera Britos (a) Enrique

215 El comisario Ismael Besson y el subcomisario Héctor Villar, quienes finalmente salvarían sus vidas

216 ¿Quién condujo el vehículo desde el que se asesinara a Morán? Muy probablemente Aurelio Sergio Fernández Peña. En 2014, empero, Esteban Pereira Mena declararía en un reportaje radial a CX36 que el chofer había sido Juan José Valdez Pieri (a) Pepito Valdez; según Pereira, contaba en esa época con 16 años, y pertenecía a una acomodada familia vinculada a la exportación de harina de pescado a Perú. Amante de la velocidad y con pleno dominio de vehículos, “era por lejos el mejor (chofer) que teníamos”. Partícipe, en la misma condición de conductor de vehículos, del homicidio del subcomisario Oscar Delega y del agente Carlos A. Leites, así como de las graves heridas recibidas por otro agente policial, una vez detenido, Valdez fue liberado por ser menor de edad, exilándose en España. Allí se dedicó al negocio editorial, vinculándose con militantes del Movimiento 26 de Marzo. Restablecida la institucionalidad en Uruguay, regresó al país, sumándose a la vida editorial mediante la publicación de una Guía del Ocio similar a la distribuida por el Grupo Prisa en España, así como a la campaña electoral del grupo frenteamplista formado en torno a José Mujica y Eleuterio Fernández. En 2014, la jueza de Crimen Organizado Adriana de los Santos lo procesó por el delito continuado de estafa, supuestamente perpetrado a través del programa Telechat, emitido por Canal 12 y VTV. Fuentes militares han identificado a Valdez entre los prisioneros que habrían colaborado activamente en el interrogatorio de los profesionales y empresarios vinculados por detenidos y militares a los llamados “ilícitos económicos”, al igual que al también partícipe en el asesinato de Armando Acosta y Lara, Raúl Jorge Méndez Moreira (a) Pombo, hoy residente en Brasil. No he podido comprobar, sin embargo, la fecha en la que Valdez fuera liberado, por su condición de menor de edad. Abandonó Uruguay en 1976

217 Son, por ende, erróneas las frecuentes atribuciones de este crimen a Bidegain Greissing o a Roberto Campbell Martínez, integrantes ambos de la llamada Columna del Interior.

218 En tanto el manuscrito de Amodio hace referencia al comportamiento de la “brigada especial” a cuyo frente se hallaba Morán Charquero, el “libro” desestima el comentario incluido por nota, y en el sentido de que no se practicaban torturas policiales en este punto, incluyendo, en su lugar, una referencia expresa al Departamento 5, de Inteligencia y Enlace, en la Jefatura de Policía de Montevideo

219 Naturalmente, en ocasión del copamiento se lo evaluó como devastador en sus consecuencias, al poner en manos de la sedición un importante armamento. Eleuterio Fernández, en el reportaje que concediera a Clara Aldrighi para Memorias de insurgencia, se sinceraría así: “cuando expropiamos (sic) los 170 fusiles del CIM, la Marina y el Ejército estaban alertas para ver qué haríamos con ellos. Y no sabíamos qué hacer. Es decir, no teníamos hombres preparados para manejarlos”. Era peor: los aparatosos fusiles eran un armamento inadecuado para una guerrilla urbana, necesitada de armas cortas; de ahí que los fusiles fueran de poco o ningún uso, y sus municiones se hallaran inservibles, cuando fueran recuperadas por las Fuerzas Armadas en los caseros “berretines”. La declaración de Eleuterio Fernández es, sin embargo, muy reveladora y no ha sido suficientemente destacada: asevera que la sedición no contaba con efectivos capacitados para el manejo de tal armamento quien, dos años después, contribuiría a embarcar al MLN en la formación de un llamado “segundo frente” rural… apenas contando con los restos de aquel equipamiento robado en el CIM

220 El humillante atraco llevaría a las autoridades a constituir, en marzo de 1971, la brigada de Fusileros Navales. Para cuando la administración Pacheco dispusiera, en setiembre de 1971, que las Fuerzas Armadas tomaran a su cargo el combate contra la sedición, la así organizada Fuerza de Seguridad Naval en el Área del Puerto (FUSNA) tomaría de su cargo la custodia de los perímetros navales: será este cuerpo el que capture a Raúl Sendic en 1972

221 El 4 de junio, una emisión clandestina de radio reiteraría la versión tupamara en torno al homicidio de Pucurull, al igual que lo hará el 21 de julio en la revista chilena Punto Final, y el 27 de junio una versión mimeografiada y ampliamente distribuida en Montevideo


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