05.OCT.18 | Posta Porteña 1956

Servicio de Información de Defensa (SID) - Uruguay - UNA MÁQUINA (CASI) PERFECTA (II)

Por Extensión Universitaria

 

El SID como usina de inteligencia y soporte de la represión

durante la dictadura militar

 

Organigrama del Servicio de Información de Defensa/24

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Desde la reforma al reglamento de funcionamiento interno en 1971, el SID funcionó con seis departamentos: el Departamento I (Interior), el Departamento II (Exterior), el Departamento III (Planes, Operaciones y Enlace), el Departamento IV (Apoyo), el Departamento V (Apoyo Técnico) y el Departamento VI (Operaciones sicológicas)/24

La tarea básica de acumulación de información  fue asignada al Depto. I, que era el encargado de “coleccionar y procesar los informes necesarios para el conocimiento de la situación interna del país, sobre todos los aspectos que afecten a la Seguridad Nacional”/25

En él se encontraba el Archivo, la Sección Analistas y “el fichero biográfico 26 central del departamento”. Era el lugar donde se acumulaba físicamente toda la información recabada y se procesaba a los efectos de que sirviera de ?base de datos para sustentar la inteligencia y sus estrategias.

El Depto. II (Exterior) coleccionaba y procesaba los informes de la situación internacional sobre todos los aspectos que afectaran a la Seguridad Nacional, pero no realizaba operaciones en el exterior. Tenía un fichero biográfico central del departamento. El Depto. III (Operaciones) producía inteligencia para las operaciones represivas, la mayoría encubiertas, tanto en el país como en el exterior. Su función de “integrar la confección de los Planes de Información y Contrainformación aprobados por la Dirección”/27, lo posicionó como uno de los departamentos principales dentro del SID. Independientemente del archivo central, el Departamento III alimentaba su propio archivo operativo. El Depto. IV (Apoyo) daba sustento material a todas las operaciones.

El Depto. V (Apoyo técnico) era responsable del laboratorio fotográfico, las comunicaciones electrónicas y criptográficas, transportes operativos, impresiones y cartografía. El Depto. VI (Operaciones Sicológicas), planificaba operaciones “defensivas” y “ofensivas” para incidir en la opinión pública. Un ejemplo de “operación defensiva” fue la participación de agentes uruguayos que se hicieron pasar por periodistas para desvirtuar las denuncias de Wilson Ferreira Aldunate en conferencias de prensa en Estados Unidos/28

Otro ejemplo, pero de una “operación ofensiva” fue la teatralización de una supuesta invasión de guerrilleros, mediante un allanamiento en Shangrilá, para la que se obligó a detenidos a participar en la farsa, y con conferencias de prensa donde se mostró armamento supuestamente incautado en operativos irreales. Esta acción sicológica pretendió, en octubre de 1976, impedir el corte de la ayuda militar estadounidense, con “pruebas” de que la guerrilla seguía activa/29

Inteligencia y represión

 Para la ejecución de las operaciones planificadas, representadas tanto en forma de “misiones propias de ubicación y detención de terroristas de importancia superior dentro de las organizaciones” como de persecución y de obtención de información, el Departamento III tuvo a su disposición y bajo su mando a los grupos operativos de las distintas fuerzas, a las direcciones policiales y a los organismos dedicados exclusivamente a las operaciones antisubversivas. También conformó grupos con la finalidad de efectuar operaciones especiales, comandadas directamente por el jefe del Departamento III cuando la importancia lo requería. Esas operaciones tenían el objetivo de detener militantes de peso de las organizaciones y realizarles “interrogatorios y lograr nuevas detenciones, como también la incautación de armamento, explosivos y especialmente escondrijos“

“El suscrito (teniente coronel Welner Roballo, jefe del Departamento I, explica a su subordinado, mayor Herrero que) habló con el teniente coronel Gavazzo quien aclara que el infiltrado en la red de enlace (de la Policía) es un comunista que trabaja para las Fuerzas Armadas, y los que figuran como colaboradores, son colaboradores de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, esta información no debe ser pasada a fichas, utilizándose, solamente, en forma interna. Firmado: teniente coronel Welner Roballo”/30

Esta aclaración corrige un parte especial de Información de OCOA, firmado por el general Esteban Cristi, jefe de la División de Ejército 1, que atribuía a unos colaboradores del SID la cualidad de comunistas infiltrados en la Policía. En realidad, el SID había destinado al sector del Hospital Militar donde estaban internados presos políticos a un detenido que después se convirtió en colaborador, a los efectos de que pasara información. Este episodio refleja las diferencias de jerarquía entre el SID, que respondía a la Junta de Comandantes en Jefe, y el OCOA, que dependía de la División de Ejército 1

Mientras el OCOA era un aparato estrictamente represivo, el SID operaba a nivel nacional e internacional, en la producción de inteligencia, en el control de organizaciones y ciudadanía, y también en la realización de acciones militares.

Pese a la diferencia jerárquica, el SID tenía a nivel operativo una estrecha vinculación con el OCOA 1/31 (encargado de la zona de Montevideo y Canelones). En el Comando de la División de  Ejército I se encontraban la Mesa Central de Operaciones (MCO) y la Mesa de Radio ECO (Enlace, Comunicación Operativa), operadas por OCOA; que se encargaba, por territorialidad y jurisdicción (División de Ejército I) de coordinar las operaciones, liberar zonas y dar autorización para operar dentro de su territorio. Para que la coordinación y sincronización de las distintas agencia de inteligencias se lograran con efectividad, el SID en su sede, llevaba a cabo reuniones semanales (todos los viernes). En el interior del país, donde no existía la red operativa y de información desarrollada en la capital y zona metropolitana, los oficiales del SID se trasladaban en comisión hacia las distintas unidades militares, donde coordinaban con el Departamento E II del Estado Mayor del Ejército. En dichas comisiones permanecían días, semanas o meses, según se requiriera. Las misiones realizadas eran fundamentalmente de asesoramiento, instrucción, detención y búsqueda.

El asesoramiento se centraba en “las tácticas del enemigo, la enseñanza de la mejor forma de contrarrestarlas, información sobre el armamento de que disponían” y la información individual conocida acerca de todos los principales integrantes de organizaciones terroristas. Por su parte, la instrucción se centraba en cómo realizar interrogatorios, aunque los oficiales del SID también interrogaban a los detenidos cuando sabían o sospechaban que poseían información valiosa; el oficial interrogador solía ser un especialista en la organización a la que pertenecía el detenido.

Antes y después del Cóndor

Fuera de fronteras el SID operó en coordinación con los organismos de inteligencia de los países a los que se trasladaban sus oficiales. Fue, junto con la compañía de Contrainformación del Ejército, la principal agencia que operó en el exterior, no solo a nivel de inteligencia (que se realizaba con el auxilio de la estructura diplomática) sino también a nivel de operaciones represivas. La colaboración del Ministerio de Relaciones Exteriores con el SID quedó registrada con reveladora claridad en la orden que el teniente coronel Walter Miralles, jefe de analistas, impartió en setiembre de 1982, al subdirector de Política Exterior de la Cancillería, Guillermo Steawrt, “para el fichaje de todos detenidos y procesados de que se tengan antecedentes más o menos 4.500 personas (…) Relaciones exteriores se podría ocupar de dónde están estas personas. Por ejemplo, traer información sobre: asilados en embajadas extranjeras en Montevidea no, exiliados o expulsados de Chile, exiliados o expulsados de Argentina; refugiados en países europeos (CIME) (…) Los últimos días del mes o primeros de octubre, se comenzarán las reuniones de trabajo, y sería conveniente nombrar un representante permanente de este ministerio a fin de apoyar este trabajo de larga proyección” /32

 Naturalmente que la colaboración en materia de inteligencia a nivel internacional excedió el ámbito regional; sin embargo, su principal campo de acción fue la región, ya que allí se refugiaban mayoritariamente los uruguayos perseguidos por los militares. Aunque ese relacionamiento data de antes de la creación del Plan Cóndor, es a partir del acuerdo de cooperación firmado en 1975 en Valparaíso, Chile, que se intensifica y se institucionaliza. Para las operaciones en el exterior, el Departamento III contaba desde fines de 1975 con una sección especial, llamada Condorop (Cóndor Operativo), que estuvo en ese año a cargo del entonces mayor José Gavazzo.

 La base principal de operaciones del SID en el exterior estuvo ubicada en Buenos Aires, en el centro clandestino “Automotores Orletti”, aunque también operó en otros centros: Brigada de San Justo, Quilmes, Banfield, COT 1 (Comando Táctico de Martínez), Superintendencia de Policía Federal, y la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). La mayoría de los oficiales del SID, o designados por él, viajaban periódicamente a la Argentina para misiones concretas, pero algunos estaban destacados permanentemente: el Mayor Manuel Cordero y el Capitán Ricardo Arab, permanecieron todo el año 1976 en Argentina, el Capitán de Navío, Jorge Tróccoli, otro tanto en 1978 y 1979. Para su actividad en el Plan Cóndor, los oficiales, preferentemente, viajaban y actuaban con documentos falsos y con alias, en forma totalmente clandestina.

Condorop utilizaba una mesa de comunicaciones vía télex que intercambiaba información y pedidos entre los distintos Cóndor, operada por el Departamento V. Argentina era Cóndor 1, Uruguay Cóndor 5. El tráfico entre ambos fue intenso a partir del golpe de estado en Argentina del 24 de marzo de 1976. Pocos días después, en abril, Cóndor 5 recibió de Cóndor 1 un pedido de antecedentes/ 33 sobre Manuel Liberoff, Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini; aunque lo firmaba  Cóndor 1 (Argentina) el pedido era solicitado por los oficiales del SID, presumiblemente Cordero y Arab. Michelini y Gutiérrez fueron asesinados el 20 de mayo; Liberoff desapareció un día antes.

El 6 de abril, un mes y medio antes de su desaparición, el coronel José Fons, primer subdirector del SID, solicitaba al jefe del Archivo de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, subcomisario Washington dos Santos Aguinaga, los antecedentes de Manuel Liberoff. El teniente coronel Welner Roballo, jefe del Departamento I del SID, advertía que el pedido original de Cóndor 1 había llegado al Departamento V. /34

 Numerosos antecedentes permiten deducir que cuando desde el exterior se solicitaban antecedentes de algún exiliado, incluidos registros dactiloscópicos y fotográficos, el pedido obedecía a razones operativas, es decir acciones represivas. En diciembre de 1976, Cóndor 1 estaba particularmente interesado en el periodista Jacobo Timerman, que unos meses después fue detenido y permaneció desaparecido hasta 1980. Se presume que Timerman mantenía vínculos en Uruguay/35

Un documento desclasificado del  Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, resulta revelador. El memorándum de conversación entre la responsable de Derechos Humanos de la administración Carter, Patrice Derian, el diplomático Fred Rondon, el encargado de prensa Michael O’Brian y el director del diario bonaerense La Opinión, Jacobo Timerman, el 31 de marzo de 1977, recoge las apreciaciones del periodista sobre la política de derechos humanos de Jimmy Carter y señala: “él sabe (Timerman) que el gobierno está preparando una denuncia en contra suya como ‘comunista’ y ‘vocero de la subversión’, y que tomará ‘acciones drásticas’ (que no especificó) en los próximos meses” /36

En realidad, sólo 15 días después de esa entrevista, el general Ramón Camps ordenó su secuestro y traslado a los centros clandestinos de detención Puesto Vasco (en la calle Pilcomayo 51, de la localidad de Don Bosco en Quilmes, provincia de Buenos Aires y en el COT 1, (Comando de Operaciones Tácticas) de la localidad de Martínez, donde probablemente coincidió con uruguayos apresados en diciembre de 1977 y en los primeros meses de 1978, producto de las redadas realizadas por personal del FUSNA en Buenos Aires y en la provincia. A lo largo de 1977 y 1978 se produjeron varios secuestros y traslados clandestinos de argentinos refugiados. En los operativos conjuntos del SID y de la ESMA se registraron muertes en enfrentamientos en Montevideo y en Ciudad de la Costa. Las operaciones encubiertas fuera de fronteras contaban con el apoyo de los agregados militares y del personal diplomático, incluidos los embajadores en los diferentes países

La maquinaria de información al servicio del control

 

Una vez en el gobierno y con el principal enemigo derrotado, es notorio un cambio en la ejecución de la represión. Hasta 1974 la represión era generalizada, se materializaba en detenciones masivas, allanamientos, rastrillajes y cercos de barrios enteros. Una disposición del general Esteban Cristi, jefe de la División de Ejército I, ordenando que las unidades del Ejército retomaran sus actividades habituales puesto que la lucha antisubversiva sería responsabilidad de los organismos específicos, supuestamente marcaba el cambio cualitativo: los operativos tendieron a ser más planificados, a partir de la producción de inteligencia específica. Los organismos especializados, como el SID y el OCOA, de dimensiones pequeñas pero con oficiales calificados, recurrían al personal de las unidades para la ejecución de las “misiones”, pero los grupos se disolvían una vez concretado el objetivo.

Sintetizando la experiencia adquirida, a partir de cierto momento los organismos especializados recurrían al personal de los S-2 (inteligencia) y S-3 (operaciones) de cada unidad para formar los equipos operativos circunstanciales. Por contrapartida, la aplicación de un dispositivo de control general exhibió una expansión que permitió a la dictadura ensanchar sus límites jurisdiccionales, el marco dónde hacer pesar su autoridad, sus competencias y sus funciones sobre la sociedad. Es así que su ejecución se centró en la organización de lo múltiple, en donde la categorización buscaba reducir las singularidades potencialmente peligrosas para el régimen. Estas operaciones, que transformaban las multitudes confusas y peligrosas en multiplicidades ordenadas, fueron aplicadas por los militares que, mediante la canalización de la tarea en el SID, categorizaron a la ciudadanía para su control. Para su realización, el Departamento I confeccionó ficheros biográficos donde se registraron antecedentes, relaciones personales, actitudes, opiniones o actividades de las personas registradas. Con la información recabada se clasificaba a cada ciudadano con las letras A, B o C de acuerdo a su adhesión ideológica y al grado de “peligrosidad” que representaba. Las fichas personales realizadas eran nutridas con la información que se obtenía del procesamiento de los miles de informes, en diversos formatos (Memorándum, Partes diarios de Información, Partes Especiales de Información, Partes Periódicos), que el SID recibía de sus enlaces en todos aquellos organismos no dependientes del Ministerio de Defensa y de los propios agentes de inteligencia.

 El SID sintetizaba esa información y luego la difundía a quien correspondiera. Además, paralelamente, los oficiales designados para cumplir con tareas de información y contrainformación en las reparticiones públicas, incluidos los organismos de enseñanza a todos los niveles, hacían un relevamiento de todos los funcionarios que allí trabajaban. Se ingresaba toda la información que conocieran sobre la persona relevada; por ejemplo, si era gremialista, simpatizante de un partido o la más mínima información de interés, pasaba a engrosar la ficha personal, junto a los datos y señas obtenidas anteriormente.

En este sentido, para la apertura de una ficha personal bastaba con tener un registro de participaron de algún acto, asamblea gremial o política, figurar en alguna lista gremial o de candidato para determinado cargo, o simplemente haber firmado una petición y que fuera registrado por algún medio. Incluso el hecho de juntarse en el propio lugar de trabajo, en forma asidua, con alguna persona consideraba “indeseable”, o hacer un comentario negativo sobre el régimen en general o los militares en particular, era suficiente para que se abriera una ficha.

Si bien el registro personal del “enemigo”, organizado en ficheros biográficos, ya era una práctica realizada por las FF.AA. antes de 1971, el fichaje se multiplicó y generalizó después que asumieron la conducción de la lucha antisubversiva. Es así que, según la documentación de los archivos Berrutti, el SID llegó a completar un fichero con datos personales de más de 400.000 personas, en un país con una población económicamente activa de un millón de personas

Finalmente: era el director del SID, en representación de la Junta de Comandantes en Jefe, quien tenía la autoridad y potestad de decidir sobre las categorías adjudicadas a las personas registradas en los ficheros /37 Ese poder de decisión sobre la categorización adjudicada le daba, por ejemplo, el poder de determinar si un ciudadano podía presentarse a un cargo público, acceder a una beca, a la directiva de una organización social o de un cuadro deportivo de barrio /38

Quién es quién

 

Hay una relación inversamente proporcional entre el pequeño tamaño de su estructura específica y la amplitud y profundidad de la tarea desarrollada. El SID contaba en 1975 con una oficialidad estable de no más de treinta personas. El dato surge de un Memorándum firmado por el coronel José A. Fons, primer subdirector del SID, el 30 de setiembre de 1975, en el que registra los nombres de todos los oficiales integrantes de los diferentes departamentos

El esquema fue elaborado por Fons a raíz de una solicitud telefónica del C-2 (Inteligencia) del ESMACO. El documento, encontrado en el archivo Berrutti, no establece las razones de tal pedido, que permite conocer el organigrama del SID para 1975. El cuadro 3 es la transcripción del documento original /39

 La estructura de la inteligencia no se caracterizó por la gran movilidad, como sí ocurre con los distintos destinos en unidades militares. Por norma general, la oficialidad se mantiene en la estructura de inteligencia, aunque, a la interna, los oficiales roten entre departamentos y dependencias, entre otras razones por los ascensos; pero se convierten en especialistas que permanecen en la tarea. En la formación del oficial de inteligencia tuvieron (¿tienen?) un papel fundamental los cursos de especialización de agencias extranjeras. La documentación confirma la participación de oficiales uruguayos en cursos en Argentina, Brasil, Chile, Alemania, Taiwán, y en las bases estadounidenses en la zona del canal de Panamá. Esa participación es conocida en términos generales. Sin embargo, mucho menos conocidos son los cursos que docentes de esas agencias realizaban en nuestro país. Agentes del MOSSAD (la inteligencia israelí) impartieron cursos en la propia sede del SID, en Bulevar Artigas y Palmar en el año 1982. Y en fechas tan cercanas como 1992, la CIA dictó un curso en la sede de Escuela de Inteligencia del Ejército (EIE) /40

Cuadro 3. Organigrama del SID, año 1975

https://ibb.co/gZRZie

 

Sin contar la activa actuación de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, una lista somera de las principales acciones represivas dirigidas o monitoreadas por el SID a lo largo de 1975/ 41 da una idea de la responsabilidad de esos oficiales de inteligencia, que aparecen en el  organigrama elaborado por Fons:

 “20 de febrero. Desaparece en Argentina el tupamaro Washington Barrios, requerido en Uruguay. “15 de marzo. El Batallón de Infantería N. º 6 inicia en San José un operativo represivo contra el aparato de finanzas y el comité departamental del Partido Comunista. Fueron procesadas 20 personas. “24 de marzo. Comienzo en Argentina de la “Operación Dragón” contra el MLN-Tendencia Proletaria.

En setiembre, un memorándum del SID firmado por José Gavazzo informa sobre las detenciones realizadas en operativos que continuaron hasta el 5 de abril. “4 de abril. En el marco de la Operación Dragón son detenidos en Argentina 21 integrantes del MLN vinculados a la JCR (Junta Coordinadora Revolucionaria). “12 de abril. La detención de un militante comunista en Minas desencadena un operativo a gran escala en Treinta y Tres contra la Juventud del Partido Comunista. Al 9 de mayo habían sido detenidos 40 jóvenes, entre ellos 29 menores de edad, en el cuartel del Batallón de Infantería N° 10. “30 de abril. Personal del Servicio de Información de Defensa y de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia inicia el operativo conjunto denominado “Operación Conejo” a cargo del mayor José Nino Gavazzo y el comisario Hugo Campos Hermida. Al 25 de mayo la Operación Conejo registraba tres muertos y 25 heridos

“31 de mayo. Son detenidos ocho militantes del PCR en Uruguay, mientras se recolecta información sobre la reestructura de la organización. “Setiembre. Son detenidas 11 personas integrantes del PCR, la mayoría estudiantes de la Facultad de Medicina. “20 de octubre. Se lanza la Operación Morgan contra los aparatos del Partido Comunista. “29 de octubre. Es detenido en la vía pública el dirigente del Partido Comunista Eduardo Bleier Horovitz, ex responsable de las Finanzas del PC. Recluido en la Casa de Punta Gorda (“Infierno Chico”) y en el Servicio de Materiales y Armamento (“Infierno Grande”), desapareció definitivamente. “30 de octubre. Juan Manuel Brieba, detenido en su domicilio, desaparece después de ser internado en el centro clandestino de detención “300 Carlos”

“2 de noviembre. En la madrugada de ese día, decenas de comunistas secuestrados en los centros de reclusión clandestinos, “300 Carlos R” o “Infierno Chico” (Casa de Punta Gorda, Rambla República de México 5515) y Cárcel del Pueblo (Juan Paullier 1190), finca utilizada por el MLN para retener ciudadanos secuestrados en 1972, que quedó en poder de las fuerzas conjuntas, empiezan a ser trasladados en camiones militares para inaugurar un tercer centro clandestino de detención, que será conocido como “300 Carlos, “Infierno Grande” o “La Fábrica”, emplazado en uno (o dos) galpones del Servicio de Material y Armamento del Ejército (SMA), en los fondos del Batallón de Infantería Blindada Nº 13, en Avenida de las Instrucciones 1325, unidades dependientes del Comando General del Ejército. “24 de noviembre. El Departamento III (Planes Operaciones-Enlace) del SID da a conocer una lista de 64 integrantes del Comité Central del Partido Comunista” /42

Al igual que con el significado del nombre en clave “Operación Morgan”, existen diferentes versiones sobre el origen del nombre clave “300 Carlos” para designar al centro clandestino de detención. En “Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos y asesinados políticos”, se consigna: “El término ‘300 Carlos’ probablemente aludía en clave a Carlos Marx y la asociación con la condición de comunistas de los detenidos. El número 300 seguramente refería a la cantidad de miembros del PCU que debían ser capturados en la ofensiva que las fuerzas militares y policiales intervinientes, coordinadas por OCOA 1, denominaron ‘Operación Morgan’”. Teniendo en cuenta que ya en 1974 la represión designaba “300 Carlos R” a la casa de Punta Gorda donde permanecieron secuestrados exiliados uruguayos trasladados desde Argentina, y presos del penal de Libertad, ya procesados, que volvieron a ser interrogados y torturados allí, parece más verosímil la explicación de que “300 Carlos” deviene del lenguaje en código del sistema de comunicación de la Mesa de Radio, donde “300” correspondería al Departamento III del SID y “Carlos” a Charlie, número tres en lenguaje de radio. La oficialidad del organismo se reconocía en la radio por los números correlativos al 300: “301” estaba reservado para el jefe del Departamento III, y después se asignaban los números por orden de jerarquía en cada período; Gavazzo fue en su momento “302”, Gilberto Vázquez “309”, y aunque no aparecen en el organigrama de Fons, Manuel Cordero fue “303”, Ricardo Arab “304”, Antranig Ohannessian “305”, Ricardo Medina “306”, Luis Maurente “309” y José Sande Lima “311”. Otro tanto ocurría con los oficiales destinados en OCOA: para el sistema de radio eran “Oscar” y, así, Ernesto Ramas fue “Oscar 1” y Jorge Silveira “Oscar 7” /43

 La verosimilitud de esta segunda hipótesis es consistente por el hecho de que la Casa de Punta Gorda, “300 Carlos R” fue una base exclusiva del SID, cuyos oficiales se denominaban “300”; el OCOA no tuvo responsabilidad en la casa de Punta Gorda, por más que algunos de sus oficiales participaban de los interrogatorios y torturas. Además, el Servicio de Materiales y Armamento (SMA), unidad en la que funcionó la base clandestina “300 Carlos”, en el galpón N. º 4, dependía directamente del Comando General del Ejército/ 44   A los efectos represivos, el SID administró diversas bases clandestinas. Hasta donde se sabe,regenteó la Casa de Punta Gorda, el galpón del Servicio de Materiales y Armamento, una inmobiliaria llamada “Valparaíso”, fachada de una flota de taxis espía en la calle Francisco de Medina 1525 bis, operada por el mayor Gilberto Vázquez y el capitán Lawrie Rodríguez, donde desapareció María Claudia García de Gelman; la “casona de Millán”, una casa quinta en Millán 4259, donde estuvieron secuestrados Julio Castro y Ricardo Blanco; y los sótanos de la sede central del SID, en Bulevar Artigas 1532, donde permanecieron detenidos todos los militantes del PVP extraditados clandestinamente en el llamado “primer vuelo”. En toda la política de control social y en toda la estrategia represiva, desde el comienzo de la dictadura hasta que concluye el proceso de apertura democrática, el SID tuvo un papel protagónico sustantivo. En el aspecto represivo fue responsable de:

- El comienzo de los traslados sistemáticos desde Argentina de militantes exiliados, que a partir de 1974 se convirtió en una práctica habitual de extradiciones ilegales

- La ejecución de cinco de esos extraditados, identificados como cuadros del aparato militar tupamaro, que estrenaron la llamada “casa de Punta Gorda”, y cuyos cuerpos, acribillados a balazos, fueron abandonados en la cercanía de Soca, aparentando una represalia por la ejecución del Coronel Ramón Trabal en París, en diciembre de 1974

- La captura de los militantes tupamaros vinculados a la Junta Coordinadora Revolucionaria en Argentina, en marzo de 1975; la “Operación Dragón” asestó un golpe importante a la estructura de la organización en el exterior

- La producción de inteligencia a partir de la “Operación Dragón” permitió la desarticulación de la estructura tupamara en Montevideo, reforzada con la venida de los cuadros de la corriente de los “peludos”, en abril-mayo de 1975, que la represión bautizó como “Operación Conejo”

 - En octubre de ese año se lanzó la “Operación Morgan”, que desbarató la estructura del Partido Comunista

 - En abril de 1976, el SID inició una nueva etapa de represión contra los exiliados en Argentina; en mayo concreta los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelow, y la desaparición de Manuel Liberoff.

 - En junio, la llamada “patota del SID” impulsa la desarticulación de la estructura del PVP en Buenos Aires, con la captura de unos 60 militantes, algunos de los cuales sobrevivieron al ser trasladados a Montevideo y otros desaparecieron definitivamente en el llamado “segundo vuelo”

 - En 1977 el SID, en combinación con los grupos de tarea de la ESMA, despliega operativos en Uruguay contra militantes montoneros

 - A fines de 1977 opera en Argentina contra la UAL, secuestrando a militantes de los GAU, del MLN, del PCR y MAS (Movimiento al Socialismo)

 - En 1978 el SID dispone la desaparición de los secuestrados que permanecían en diversos centros clandestinos de detención en Argentina, y que presumiblemente fueron trasladados antes a Uruguay

 - A partir de 1981 el SID intensifica la actividad de inteligencia ante el inicio del proceso de apertura política, con un relevamiento exhaustivo de todo el funcionariado público, incluido el sector de la enseñanza, y el comienzo de un espionaje sistemático a las personalidades políticas y grupos que paulatinamente van siendo autorizadas a actuar en legalidad. Son objeto particular de ese espionaje las organizaciones y expresiones culturales y las tres organizaciones emergentes: el Plenario Intersindical de Trabajadores, la Asociación Social y Cultura de Estudiantes de la Enseñanza Pública (Asceep) y la Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM)

 - En 1984, el SID crea una nueva sección dentro del Departamento III, cuyo nombre no deja lugar a dudas sobre cuál será su cometido: Sección R. e. I (Reclutamiento e Infiltración), /45 Con este nuevo desempeño, que orienta la actividad de inteligencia hacia las nuevas coyunturas de la inminente restauración institucional, el SID completa un accionar que lo revela, hasta los últimos momentos, como el verdadero cerebro detrás de la represión, y el disco duro de la dictadura

Notas

24 Organigrama elaborado en base al reglamento de funcionamiento interno del SID de 1968 y sus modificaciones en el año 1971 (decreto 380/971)

25 Reglamento del Servicio de Información de Defensa, decreto 25.002 del 22 de junio de 1971. Ver anexo documental

26 Reglamento del Servicio de Información de Defensa, año 1968, art. 13. Ver anexo documental

27 Ibid., art. 15

28 Archivo Berrutti, rollo 611, imágenes 1249-50

29 Testimonio de Enrique Rodríguez Larreta en el juicio argentino contra la Junta de Comandantes en www.desaparecidos.org/nuncamas

30 Archivo Berrutti, rollo 611, imagen 127 y 128

31 El Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) operaba a nivel de las Divisiones de Ejército y por tanto había cuatro en total, correspondientes a cada una de las Divisiones

32 Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Memorándum, s/f. Ver anexo documental.

33 Tales pedidos no se limitaban sólo a los antecedentes ideológicos; incluían registros fotográficos y dactiloscópicos

 34 Archivo Berrutti, rollo 580, imagen 796

35 El 20 de diciembre de 1976, “a pedido del subsecretario del Interior, Dr. Amondarain, hecho en forma confidencial a Ceibo 1 [el director del SID, general Amauri Prandt], quien dispuso se pidiera datos a Condor 1 vía Departamento III (capitán Arab)”. Archivo Berrutti, rollo 611, imagen 903. La documentación no explica por qué Argentina pedía esos datos a Uruguay

 36 FOIA, Proyecto Argentina, Memorandum of conversation, en The National Archives

37 Política de la República. Archivo Berrutti, rollo 794, imágenes 1965 a 1999

38 Archivo Berrutti, rollo 437, imágenes 247 y 259; rollo 580, imagen 798

 39 Archivo Berrutti, rollo 99, imagen 532

40 Legajo personal de Wellington Sarli, págs. 360 y 360B

41 Secretaría de derechos humanos para el pasado reciente. Presidencia de la República: “Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos y asesinados políticos. Operativos represivos”

42 Secretaría de derechos humanos para el pasado reciente. Presidencia de la República: “Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos y asesinados políticos. Operativos represivos”

43 Además de los oficiales con destino en el SID, había oficiales en comisión, que a los efectos de la actividad operativa recibían también los alias numéricos

44 El SMA integraba, junto con el Batallón Blindado de Infantería N. º 13 y el Batallón de Transmisiones N. º 1 (Batallón de Comunicación N. º 5) un complejo militar dependiente del Comando General del Ejército, no de la División de Ejército 1, de la que dependía OCOA

45 Legajo del capitán Wellington Sarli, imagen 96. El oficial que fue designado para inaugurar esa sección, calificado como “oficial preparado para misiones de alto nivel”, resultó ser Wellington Sarli, hoy procesado en Chile por el asesinato del ex-agente de la DINA, Eugenio Berríos.

continuará


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