05.OCT.18 | Posta Porteña 1956

TLATELOLCO: Una expresión más del desprecio de los Estados latinoamericanos hacía la vida humana

Por H Decarli /Libertario

 

El año de 1968 fue una referencia histórica por muchos acontecimientos acaecidos en el marco de la guerra fría. La convención demócrata de Chicago, el Mayo Francés, la muerte de Martin Luther King, el atentado contra el líder estudiantil europeo Rudi Dutshcke, el crimen de Robert Kennedy, la Primavera de Praga, el pleno apogeo la guerra de Vietnam y el genocidio de Biafra, son entre otros, los sucesos más connotados de ese año. América Latina no podía pasar inadvertida y el régimen despótico mexicano incurrió en un exabrupto al asesinar alevosamente a los estudiantes en Tlatelolco

Humberto Decarli - El Libertario 04 Oct. 2018

El 2 de octubre se cumplió cincuenta años de un hecho abominable. Me refiero a la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, México, efectuada por las fuerzas armadas, las bandas paramilitares y la policía de ese país sobre una masa de estudiantes en pleno flujo del movimiento. Es una de las múltiples matanzas llevadas a cabo por el Estado mexicano sobre su población, con un denominador común: la impunidad en todas ellas. El gendarme azteca tiene una patente de corso para acometer el objetivo de muerte aplicado a una población indefensa.

Sin embargo, esa espantosa razzia o pogromo no es algo accidental en México desde la dictadura del PRI. Ha sido una praxis recurrente y sistemática dada la garantía de impunidad de los órganos investigativos, la Fiscalía, la Procuraduría y el Poder Judicial, sometidos a los designios del régimen

Las matanzas mexicanas impunes

El país situado al sur del río Grande tiene una tradición de masacres sin castigo. Es una trayectoria elaborada por el poder desde inicios del siglo veinte, matando seres humanos sin riesgo legal alguno delatando la ausencia de institucionalidad en todos los planos. 

En 1906 en Cananea, estado de Sonora, una huelga de trabajadores al servicio de una transnacional de la minería, terminó en matanza. Las investigaciones quedaron en nada y más bien las autoridades justificaron el hecho por violaciones al orden público. Fue una clarinada de la revolución mexicana. En 1960 en Chilpancinco, Guerrero, también atacaron a estudiantes con un resultado trágico.

En Aguas Blancas, Guerrero, en 1995 hubo una represión descomunal contra los campesinos. Igualmente en Acteal, Chiapas, asesinaron a aborígenes que se encontraban orando en una iglesia, en una acción destinada a intimidar a los chiapanecos por su apoyo al EZLN

En 1971, a tres años luego de Tlatelolco, se produjo el “halconazo”, un movimiento represivo contra estudiantes de ciudad de México ejecutado por paramilitares llamados “halcones” con un saldo de más de cien fallecidos.

En el año 2006 en la pequeña localidad de San Salvador Atenco, ubicado en el estado de México, la resistencia de la población contra un proyecto de aeropuerto promovido por el presidente a la sazón, Vicente Fox, concluyó en una matanza de los pobladores.   En San Fernando, Tamaulipas, en el 2010 y en Tlataya en el 2014 se produjeron pogromos de los grupos narcos contra la población desarmada.

En 2011 en Ayotzinapa, Guerrero, se generó una masacre de estudiantes normalistas quienes protestaban por el incumplimiento de varias reivindicaciones. Lo más grave es que en el 2014 se repitió pero en grande y con una denuncia internacional, de más de 40 estudiantes de esa misma especialidad desaparecidos luego de su detención por la policía. Su investigación ha sido una vergüenza mundial por la ostensible impunidad que la ha marcado. La Procuraduría mexicana, la fiscalía y los tribunales han conformado un entramado de encubrimiento y complicidad para evitar culpables.

Como se puede apreciar, Tlatelolco fue un hito más de la tradición mexicana de asesinar a gente desarmada porque tienen garantizada la ausencia de sanción. Es una triste tradición significante de una ostensible violación de los derechos humanos y el desprecio a la vida. Es el equivalente a una limpieza étnica llevada a cabo por las hordas fascistas a escala mundial en diferentes oportunidades y lugares históricos.

Quiénes han sido los responsables de las masacres

Todas estas graves transgresiones a la vida y la integridad de los seres humanos se han sucedido en el tiempo independientemente de los ocupantes del poder. Desde Porfirio Díaz en los inicios de la revolución mexicana, el PRI y su dictadura perfecta, el PAN con Vicente Fox a la cabeza y luego con la mentalidad homicida de Felipe Calderón hasta el PRD y los herederos de toda esa podredumbre política encabezada por el Peje, A.M.L.O. han sido parte del andamiaje de muerte representada por la policía, los militares y las bandas de facinerosos ejecutores del trabajo sucio no cubierto por el Estado. Las respuestas han sido similares porque se trata de la misma estructura de poder consolidada en México luego del fracaso de la revolución mexicana.

Fidel Castro y Tlatelolco

El estilo cubano fue muy pragmático y nada principista en sus líneas políticas diplomáticas. Cuando falleció Fraga Iribarne en España, el comandante presidente decretó duelo en Cuba en un acto de veneración al franquista por su amplitud comercial con la isla; su relación con la dictadura militar argentina fue de colaboración siguiendo la orientación soviética; apoyó la invasión a Checoslovaquia en 1968; nada dijo sobre la insurrección de los maestros en Guerrero, encabezados por Lucio Cabañas y Genaro Vásquez, ni denunció su represión dada la postura mexicana de desacato a los acordado por la OEA de romper relaciones diplomáticas, económicas y comerciales con el régimen castrista

Sin embargo, sobre la acción de la Plaza de las Tres Culturas, Cuba guardó un profundo silencio que equivale a complicidad y en el peor de los casos, de aceptación y apoyo a esta barbaridad. Allí no guardó ninguna consideración acerca del respeto a la vida y los derechos humanos como si nunca hubiese acaecido tan pérfida actuación.

México no es una isla en América Latina

A pesar del paisaje cruel significado en la actitud homicida de las autoridades mexicanas a través de sus militares y policías, y de los paramilitares y las organizaciones de narcotraficantes que les son afines, sus atrocidades no constituyen accidentes históricos en América Latina. Como parte del poco desarrollo institucional ocurrido en la parte latina del hemisferio occidental, la visión de la sociedad es primaria y como sostenía Michel Foucault, se apelaba al poder disciplinario para dominar a la población. Eran los policías, los militares, el derecho y la violencia, tangible y física, los vectores eficaces para mantener a raya a una nación con una sola ideología.

Cuba fidelista es una fuente de modelo represivo copiado a última hora por Venezuela y Nicaragua. Allí no se respeta la opinión, la disidencia, los grupos étnicos, ninguna clase de conquistas sociales, porque todo está programado desde el sanedrín dominante de la mayor de las Antillas y quien se oponga será enjuiciado por traición a la patria.

Chile pinochetista y la Argentina militarista tampoco tienen que envidiarle a México, al igual que el Uruguay castrense, Paraguay strossneriano, los tontos macoutes de Duvalier en Haití, las barbaridades dejadas por Chapita Trujillo en Dominicana, Fujimori en Perú así como los gobiernos centroamericanos y el Brasil desarrollista de los administradores de la violencia del Estado.

Nicaragua somocista y orteguista es una muestra de la saga represiva en la nación de Rubén Darío. Defenestrada la dinastía somocista ha sido heredada por Rosario Murillo y su degradado esposo. Muerte y más muerte es la orden de las hordas supuestamente sandinistas.

Venezuela es un caso aparte porque nos ocupa directamente. La secuencia policial y militarista viene desde Juan Vicente Gómez y su despotismo fundacional del Estado venezolano. Continuó con el perezjimenismo, el puntofijismo y el chavismo. Cada uno perfeccionó su accionar, primero con la Escuela de las Américas y ahora con los cubanos como maestros. La sagrada, la seguridad nacional, la DIGEPOL el SEBIN y todos los componentes auxiliares como los colectivos, la guardia nacional y el DGCIM, conforman la representación organizada de la represión, con su gran obra como fue el Caracazo o Sacudón, donde los organismos defensores de derechos humanos contabilizan más de tres mil muertos y el mismo gobierno aceptó trescientos.

Lamentablemente no es México el míster Hyde de la región. Es todo un continente con una elaboración teórica de la muerte como posibilidad negadora y donde la arbitrariedad es la norma regidora de las relaciones sociales. Nos encontramos a años luz de mejorar en este rubro porque estamos imbuidos en una estructura de poder fundada en la violencia más rupestre, heredada de la formación colonial y potenciada durante la vida republicana de estas naciones.

Al cincuentenario de esta barbarie la región está en deuda con la humanidad por estos profundos rasgos de genocidios de los uniformados latinoamericanos. Solo un modelo democrático, no el formal y convencional conocido, con instituciones y control popular es la vía para dar al traste con este triste devenir.


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