11.OCT.18 | Posta Porteña 1958

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP)

Por AMODIO

 

Relato 41/ 12  setiembre 2018

 

La otra posibilidad descartada fue construir un túnel desde un local alquilado al efecto y que se pudiera conectar con las cloacas de manera directa. Así fue que se alquiló la esquina de José María Montero y Guipuzcoa, finalmente abandonada por las extremas dificultades para excavar el larguísimo túnel necesario, de unos 400 metros.  Hoy está ahí el restaurante “El Berretín”. Una vez abandonada la idea de utilizarlo para la fuga, se decidió utilizarlo para cárcel del pueblo, pero ante las sospechas de que ya hubiera sido detectado por maniobras extrañas en su funcionamiento, fue abandonado de forma definitiva.

Todas estas dificultades no rebajaban nuestro afán de fuga, sino todo lo contrario. Hubo que descartar ideas presentadas verdaderamente descabelladas, como era la de hacer entrar armas en cantidades suficientes para tomar la guardia interna, desarmada, e intentar llegar a la puerta de entrada manteniendo un enfrentamiento con la guardia armada, incluyendo la de los muros, y en el exterior se inutilizaban las tanquetas situadas en las esquinas y se apoyaría la fuga. Como verán, era imposible.

Mientras tanto el MLN desataba una campaña de propaganda: todos los días grupos armados se hacían presentes en un comedor popular, obra en construcción, fábrica o cine, que luego de una arenga política distribuía folletos del MLN. Estas acciones eran llevada adelante por los GAF (Grupos de Acción en Formación), que eran un escalón intermedio entre los CAT (Comandos de Apoyo Tupamaro) y los grupos de acción o militares, que se encargaban de las acciones de mayor envergadura. Los CAT, en forma paralela, se dedicaron a atentar con cócteles molotov contra los clubes del oficialismo y a realizar volanteadas y pintadas de muros con consignas que al MLN le interesara difundir. Así se hizo con la consigna «La Metropolitana con los ricos, los tupas con el pueblo», que se hizo difundir en forma simultánea con la iniciación de una campaña contra los agentes y oficiales de la Guardia Metropolitana, que consistió en allanarles sus domicilios, quitarles armas y uniformes, exigirles que abandonaran sus puestos, obligarlos a mudarse de barrio, etc., culminando con represalias mortales cada vez que un tupamaro moría en un encuentro con la metropolitana. Tanto las acciones de los GAF como del los CAT estaban orientadas a adquirir la experiencia necesaria para participar en los grupos de acción. Como tantos intentos llamados “de formación” de los colaboradores, la de estos grupos tuvo resultados muy desparejos, ya que no existió nunca un modelo que sirviera de base a todos. Esto hizo que la formación dependiera del criterio personal de los encargados y este presentaba múltiples variantes.

En forma simultánea se inició una campaña similar contra los integrantes de la Dirección de Información e Inteligencia. A estas acciones se superpusieron secuestros como el del Fiscal Berro Oribe, el 10 de marzo. Las declaraciones de Berro,  que fueron publicitadas por el MLN, tuvieron gran resonancia, en momentos en que el gobierno levantó una medida totalmente inútil como fue la de prohibir que se informara sobre “la organización sediciosa”.  Sobre finales de marzo será secuestrado nuevamente Pereira Reverbel y fue copada la planta industrial de Niboplast. Su capataz frustró el operativo y el 23 de junio fue ejecutado por el MLN. Su nombre, Juan Bentancour Carrión pasará a engrosar la larga serie de asesinatos de personas ajenas a los aparatos represivos, juzgados y condenados por el MLN, erigido ya en juez y ejecutor de todo aquel que impidiera su accionar.

El 13 de abril se secuestró a Ferres, un industrial que se creyó estaba complicado en la quiebra fraudulenta de un complejo económico encabezado por él, Pereyra Reverbel y otro industrial, Berembau. Ferrés fue liberado tras casi 10 meses de cautiverio, luego de pagar por su rescate.  Al ser liberado, Ferrés presentaba un estado deplorable, habiendo sufrido, además, y pocos minutos antes de su liberación, la noticia del fallecimiento de su hijo dos meses antes.

Aproximadamente por el mes de marzo desapareció un colaborador del MLN, Abel Ayala, que trabajaba en Sanidad Policial y que proporcionó miles de direcciones, fotos y demás datos de los archivos policiales correspondientes a funcionarios de todas las reparticiones. Se comenzó  a hablar de la existencia en  Uruguay de grupos parapoliciales o paramilitares a los que se llamó, genéricamente.  “el  escuadrón de la muerte” para asimilarlo a los grupos que actuaban en Brasil. Esto pareció confirmarse con las desapariciones de Castagneto y la muerte de Ramos Filippini, aunque los volantes y otras señales que los asesinos dejaron los identificaban como “Comandos Caza Tupamaros”.

 

Relato 42/  14 setiembre  2018

 

El Comité Ejecutivo informó a Punta Carretas sobre algunos detalles de la expulsión de los integrantes de la “micro”. Así supimos que la casa donde se los pensaba asesinar estaba en Garibaldi 2190 y que la misma había sido abandonada.  Ante los datos recibidos por parte de Lucas, el MLN secuestró durante cinco días a Rodríguez Larreta, para convencerlo de la inutilidad de la medida contra el Ejecutivo y proponerle un statu-quo que luego la microfracción aceptó. El MLN no quería agregar al ya complicado panorama interno un enfrentamiento con la microfracción.

Mientras, los presos de la columna del interior acentuaron la actividad de sus grupos, ante la perspectiva de la fuga. Es así que elaboraron, a iniciativa de Sendic, quien se inspiró en Guerra de Guerrillas, del general Grivas,  un plan al que se llamó Plan Tatú y que consistió en la construcción de refugios subterráneos en montes, chacras y estancias propias o ajenas, para ser utilizados como base de operaciones, depósitos de armas, etc. En dicho plan venían trabajando desde tiempo antes, lo que ya había provocado grandes discusiones en el Penal acerca de su viabilidad.

Sus defensores ponían como ejemplo de su utilidad las haber sido utilizadas tanto en Grecia como en Vietnam, sin considerar que en esos lugares se contaba con el apoyo de la población, en lucha contra tropas invasoras. Nada que ver con Uruguay, donde los más mínimos movimientos extraños eran comunicados a las autoridades. Por otro lado, estaba el problema de la comida y la sanidad, que dependían del apoyo a proporcionar desde las ciudades.

Huidobro, mientras tanto, trabajaba sobre lo que luego se llamará Plan del 72, que incluía la toma de Montevideo, a lo que se llamó Plan Hipopótamo

Tanto el Tatú como el del 72 fueron planes que dejaban de lado tanto las condiciones internas del MLN como las condiciones políticas y sociales del país en que el MLN trataba de desenvolverse. El Plan del 72 será presentado al Ejecutivo después de la gran fuga, por el mismo Huidobro. En el libro Memorias de insurgencia, a propósito de este plan dijo Rosencof que “el Ñato presentó unos planes maravillosos, pero eran inviables”. Sin embargo, el mismo Rosencof, desde el Ejecutivo conformado el 16 de marzo de 1972, que él mismo integró, los aprobó y se pusieron en marcha. Sus consecuencias fueron la debacle inaugurada con las acciones del 14 de abril de ese mismo año.

El Plan Tatú fue remitido al Ejecutivo desde la cárcel. El ejecutivo  lo recibió y respondió que podía ser una línea de trabajo futuro, pero que en esos momentos no encajaba con los planes del MLN, que se encaminaban a la formación de núcleos sólidos en las ciudades donde se contaba con algunos militantes firmes. Quedó claro que estos no abundaban y que los criterios de funcionamiento eran muy escasos. Esto llevaba implícita una crítica a quienes venían conduciendo el trabajo en el interior. Estos respondieron de manera airada, acusando a los compañeros de Dirección de desconocer el interior y la idiosincrasia de su gente

Se  inició así otra polémica interna que a nada positivo conduciría. Lo que se discutía eran detalles concretos, aspectos muy parciales de un plan de trabajo, sin ver que lo que se estaba enfrentando eran dos concepciones estratégicas: la guerrilla urbana y la rural

En lo organizativo y formativo estas dos concepciones obligaban a distintos trabajos formativos. Eso explicaba que los militantes del Interior creyeran  que organizar era nada más que crear grupos y que para formarlos alcanzaba con darles cursos de armas y explosivos, por lo demás muy elementales, y darles un pico y una pala para hacer un pozo, sin que tuvieran nociones de funcionamiento, seguridad y clandestinidad. Tampoco discutían los documentos en los que se especificaban los planes y la línea política, a efectos de que cada uno adquiriese conciencia del papel que debía asumir. Esto los convertía en simples peones que seguían consignas a ojos cerrados, a tal punto que las “tatuceras” venían cavándose desde tiempo antes, sin que el Ejecutivo tuviera conocimiento

Aunque era evidente, no se discutió a fondo el desprecio por las formas organizativas y que llevará, después del Abuso, a la pérdida paulatina de las normas de funcionamiento y su lógica consecuencia: la pérdida de la seguridad interna

Para cualquiera que analizara la situación en forma objetiva, el MLN estaba dividido entre Montevideo por un lado y el Interior por el otro. Nadie intuyó el peligro que ese hecho representaba para la Organización y que se planteará, en forma clara y como cruel paradoja, tras el éxito aparente de la fuga que se estaba gestando

continuará


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