16.OCT.18 | Posta Porteña 1960

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP)

Por AMODIO

 

Relato 43/ 16  setiembre 2018

El 7 de julio llegó al penal Adolfo Wassen, que había sido detenido cinco días antes. Wassen había sido miembro del ejecutivo desde agosto del 70. Cuando ingresó a la Dirección era, sin duda, el de mayor experiencia global y contrabalanceaba su naturaleza demasiado impulsiva con un respeto por lo organizativo, lo  que lo convirtió en uno de los pilares del resurgimiento tupamaro después de Almería.

En el penal proporcionó a la dirección de los presos abundante información interna, la que desataría nuevamente la lucha de tendencias siempre latente y que, como no podía ser de otra forma, se materializó en un durísimo enfrentamiento entre Wassen, Sendic y Zabalza.  Nuevamente se discutió en forma equivocada y si bien Wassen intentó que se discutiera a nivel de las concepciones organizativas, le faltó a su argumentación el peso que a Sendic le sobraba: el peso del mito

A propósito de los informes de Wassen, quedó patente la división interna que existía, por lo menos dentro del Penal, y era evidente que para los militantes del interior fundamentalmente, pero también para muchos de Montevideo, las opiniones de Sendic  eran ley.

Además,  Wassen informó que la fuga planteada por Punta Carretas demoraría en concretarse. Las dificultades técnicas se estaban solucionando gracias a la presencia de Almiratti, fugado del juzgado el 26 de mayo anterior, pero las condiciones internas no permitían encarar una fuga de esas características sin descuidar otros frentes. De sus palabras se traslucía que el Ejecutivo consideraba que el plan de fuga era inviable.

Lo que terminó por enturbiar la discusión fue que Wassen anunció la decisión del MLN de dar prioridad a una fuga de la Cárcel de Mujeres. La razón fue que  el MLN necesitaba procesar una acción de carácter espectacular y sin sangre antes de las elecciones, y no había otra posibilidad que esa fuga.  Los trabajos ya habían sido iniciados, por lo que se calculaba que a fines de julio estaría concretada.

Muchos presos  no entendían cómo una fuga que consideraban menor –apenas llegarían a 40 las fugadas, de las que solo media docena alcanzarían repercusión política-, tenía prioridad sobre la fuga de la totalidad de los presos cuya detención la policía y el gobierno habían considerado fundamentales. Nuevamente se puso sobre la mesa el papel de las mujeres y el cuestionamiento hacia la Dirección revivió las discusiones de octubre de 1968

Wassen, detenido junto con Blanco Katras, fueron “alojados”  en mi celda, para que yo pudiera convencerlos de la viabilidad del plan propuesto. Así pude explicarles la evolución de los varios planes de fuga y los sucesivos fracasos y desistimientos, los pros y contras que deberíamos enfrentar para encarar el próximo. No les oculté la cerrada negativa de Manera, que consideraba inviable la excavación del túnel ni las dudas del resto, como Marenales, Sendic, Candán y Huidobro.

 Como la comisión que estudiaba el plan de fuga me había dado amplios poderes, resolví  integrar a Blanco Katras al equipo que bajo mi responsabilidad estaba trabajando en los detalles finales. Ese equipo, al que luego se conoció como “la comisión aspirina” quedó integrado por Blanco Katras, Zabalza, Picardo, Mansilla y yo como coordinador y responsable de la parte interna.

Blanco Katras tuvo un papel fundamental en la planificación, ya que nos proporcionó los contactos para la parte técnica que debía resolverse afuera, como la confección del plano que calculara las distancias, profundidad y dirección necesarias. Pero sin duda, en lo que influyó de manera decidida fue en el cambio de actitud de Wassen en relación a la viabilidad de la fuga. Otro aspecto fundamental fue el estudio y relevamiento del vecindario de la calle Solano García y su paralela Joaquín Núñez. El mes de julio se fue en la coordinación de todos los detalles, la confección de los planos, que me llegaron en varios envíos, a través de Inés Capucho y las informaciones sobre los vecinos recibidos de varias compañeras, que como empleadas domésticas trabajaron en la zona cercana.

El 17 de julio se produjo la fuga de Bidegain, cambiando su lugar con su hermano gemelo, durante la visita de los familiares. Bidegain, otro receloso de la concreción de la fuga, venía insistiendo desde meses antes con dicha posibilidad de fuga, la que siempre se había considerado inconveniente. Pero esta vez sus compañeros de la columna del interior pusieron especial interés en que se concretara. Adujeron que el estado psíquico del “Coca Cola” no era el adecuado y que se estaba convirtiendo en un peligro para la convivencia.  La “comisión aspirina” tres de cuyos cinco miembros eran compañeros de Bidegain, resolvió aceptarla. Pasados los años sabré que una de las razones para tal insistencia se debió al hecho de que Sendic y sus apoyos internos habían perdido su conexión con el exterior, lo que, ante la salida de Berreta del Ejecutivo, los había dejado sin posibilidades de llevar adelante sus planes de instalar un segundo frente en el interior del país.

 

Relato 44/ 19  setiembre  2018

 

Una vez concretada la fuga de las compañeras, operación llamada “la Estrella” y producida en la madrugada entre el 29 y 30 de julio, -que alcanzó gran repercusión-, se cerró el plan de fuga y se envió a la Dirección, la que lo aprobó de inmediato. Los trabajos en el Penal comenzaron el 11 de agosto y culminaron el 4 de setiembre, en lo que fue la acción más espectacular, efectiva y limpia del MLN.

Sin embargo, la fuga estuvo a punto de fracasar en dos oportunidades. En principio estaba fijada para el sábado 5, pero la falta de un contacto obligó a su postergación para el día siguiente. Esa noche se había procedido a destapar las conexiones entre las celdas, lo que hizo que varias de las conexiones entre las celdas se rompieran.  Lo mismo pasó con el revoque de las paredes, lo que era difícil de disimular. La fuga, entonces,  no admitía más postergaciones y así lo hice saber en la visita que una de mis hermanas me realizara el domingo 6.

El segundo fue un error cometido por el equipo encargado del estudio de la casa de la calle Solano García 2535, elegida para la salida del túnel. Pese a su detallado estudio y relevamiento, no tuvieron en cuenta los cuatro escalones existentes en su entrada, por que se calculó mal la altura del túnel de salida. Esto hizo  que fuera imposible la conexión con quienes habían copado la casa, lo que Engler resolvió mediante el uso de un estetoscopio que llevaba en su camioneta.  Durante tres horas estuvimos esperando a que este aspecto se resolviera, con las celdas vacías, las conexiones entre ellas abiertas y sin una posible marcha atrás.

Desde horas antes de indicarse la fuga, en La Teja, algunos grupos organizados por el MLN, vinculados a la llamada columna 70 o “política” y bajo la responsabilidad de Rosencof, realizaron una serie de algaradas callejeras, con el objetivo, se dijo, de distraer la acción policial. En algunos medios se ha pretendido justificar esas algaradas como una maniobra que facilitó la fuga. Otros, como el caso de Zabalza y Marx Menéndez la han puesto como ejemplo de “sublevación popular”

No fue ni la una ni la otra. La “distracción” policial era totalmente injustificada, dado que la fuga se realizaba de forma totalmente oculta, mediante un túnel y atravesando la manzana a través de las casas. Tampoco fue una sublevación popular, ya que los vecinos que salieron a las calles lo hicieron siguiendo la iniciativa de grupos afines al MLN. Zabalza incluso ha puesto esa iniciativa como ejemplo de lo que  habría que haber hecho por parte del MLN, creyendo que multiplicando ese tipo de acciones el MLN prácticamente habría tomado el poder. Escribió un libro sobre eso, llamado “El tejazo”

Obviamente no tiene en cuenta que a la segunda “sublevación” el gobierno habría empleado todas las fuerzas  a su alcance y que la cantidad de víctimas por parte de los vecinos habría alcanzado cifras considerables.  A mi juicio, esta opinión de Zabalza responde al escaso valor que algunos miembros del MLN ya mostraban hacia la vida de gente arrastrada a participar como “víctimas” en aras de un proceso político que los utilizaría como mártires. Algo similar a lo que las organizaciones palestinas realizan en su disputa con Israel, provocando acciones de represalia que arrojan víctimas inocentes que en nada sirven para resolver el conflicto.

La famosa operación de distracción tuvo otras consecuencias: uno de los camiones que tenía que recoger a los fugados en la calle Joaquín Núñez no pudo llegar al sitio concertado. Esto hizo que otro de los camiones tuviera que duplicar su carga y se quedaran los fugados sin alojamiento. El chofer del camión cruzó el puente de Carrasco antes que la policía y el ejército lo cerrara y los llevó a una casa que él tenía en un balneario en Canelones. A la mañana siguiente, realizó el viaje a la inversa sin ninguna dificultad, ya que se controlaba todo vehículo que salía de Montevideo y no a los que entraban. Así terminó lo que pudo ser un desastre.

Algunos días antes de concretarse la fuga, Wassen me planteó la decepción que sentía con respecto a Sendic, lo que le hacía dudar de si sería conveniente que el Comité Ejecutivo renunciara en pleno -en el caso de que la fuga se concretara- para entregar la dirección a los viejos, que era como se nos conocía a los primeros dirigentes

Mi  respuesta fue que me opondría a esa proposición, porque hasta la fecha era evidente que ellos, que venían conduciendo al MLN desde la caída de Almería,  tenían en su haber un saldo altamente positivo.  Algunos de los “viejos” hacía ya dos años que estaban presos y se habían formado en una organización distinta, con otros métodos de trabajo, por lo que necesariamente tendrían que sufrir un proceso de adaptación, como era el caso de Manera, Marenales y Fernández Huidobro

 Otros, como Candán y el propio Fernández Huidobro habían experimentado una evidente desviación hacia el teoricismo, apartándose muchas veces de la realidad del MLN  y del país, por una tendencia a asimilar a nuestra realidad lecturas que referidas a otras condiciones diferentes.  En el caso de Sendic y Fernández Huidobro había que analizar los errores -reconocidos incluso por ellos- que en la conducción de las columnas habían incurrido.  En mi caso personal, solo me creía en condiciones de trabajar en el sector servicios. En síntesis, creía que había que analizar a los “viejos” despojados de todo aspecto mitológico

Al producirse la fuga entonces, MLN llegó a su máximo punto de prestigio y poderío político, pero paradójicamente comienza la etapa de su destrucción, ya que traslada al seno del aparato la división existente en el Penal

 

Relato 45/ 21  setiembre 2018

Alrededor del 10 de setiembre, el Ejecutivo citó a Sendic, Candán, Fernández Huidobro, Wassen y a mí, para discutir la propuesta de traspasar la Dirección a los “viejos”, a “las vacas sagradas”

El Ejecutivo estuvo representado por Rosencof, Marrero y Engler. Rosencof informó del estado de la Organización,  las carencias que como dirección tenían ellos y propuso  que se nombrara  otra dirección entre los allí presentes. Además, propuso a título personal, algunos cambios organizativos. Manera y Marenales habían declinado su participación y no estuvieron presentes. Ambos habían solicitado ser incluidos en el sector Servicios y así se resolvió.

Candán se mostró de acuerdo con la proposición, tal como Rosencof  la  presentara, mientras que Fernández Huidobro y Sendic, aunque partidarios de la fórmula, adelantaron que no aceptarían su integración, manifestando ambos su deseo de ser integrados en grupos de base. Yo me  mostré contrario a la fórmula y lo hice con los mismos argumentos que antes le había manifestado a Wassen en Punta Carretas. 

En cuanto a los cambios organizativos manifesté creer que ninguno de los fugados, con la excepción de Wassen, que había estado solo sesenta días preso, estaban en condiciones de opinar en forma objetiva, ya que a través de un informe sumario como el recibido de Rosencof, no era posible conocer la realidad del MLN.

Finalmente se resolvió continuar con la Dirección actuante, a la que se reintegró a Wassen y realizar una reunión después de las elecciones, para discutir los cambios que fuesen necesarios. A los pocos días el Comité Ejecutivo decidió integrarme al Comando General de Montevideo como responsable del sector servicios. 

El Comando General quedó integrado entonces por Alicia Rey como responsable de la columna 10, Gabriel Schoeder por la 15 y yo como coordinador de los servicios de ambas columnas.  El responsable desde el Ejecutivo era Wassen. En las primeras reuniones del Comando General se procedió a encuadrar en Montevideo a un número de fugados considerados imprescindibles para paliar algunas carencias fundamentales.

 Esto necesitó largas discusiones, ya que al mismo tiempo se quería volcar el máximo esfuerzo posible en el interior, con el fin de sacarlo del estancamiento en que se encontraba. El interior estaba dividido en dos columnas: la Norte y la Sur.

Teniendo en cuenta el ascendiente que tenían Sendic, Zabalza, Picardo, Bidegain y Mansilla sobre sus militantes de base, su encuadre en el interior era inevitable. El problema era el déficit que todos tenían en lo organizativo y en su capacidad para formar nuevos cuadros. Se pensó que integrando en las dos columnas del interior a gente que provenía de la columna 15 cuyo fuerte eran esos dos aspectos, se lograría un buen resultado. En Montevideo se decidió mantener como línea de trabajo el fortalecimiento interno, evitando procesar acciones que llevaran o propiciaran un golpe de Estado, que considerábamos siempre latente.

Se quería que el proceso electoral, de no cumplirse, fuera por responsabilidad del gobierno o de los sectores golpistas; nunca que la responsabilidad, ni siquiera indirectamente, fuera del MLN, a fin de no enajenar la opinión de los amplios sectores de la población que esperaban las elecciones con expectativa y esperanza.

Se abría así un período en el que el acento se pondría en lo formativo y organizativo, y  en algunos planes de desarrollo, fundamentalmente en lo que se refería a la política del frente de masas, de lo que se encargaba un sector conocido como columna 70, que aunque no estaba dentro del MLN, era quien lo controlaba. Su función era fundamentalmente de reclutamiento y de proveer infraestructura. Su responsable era Rosencof y a su comando se integró Candán, cuyos criterios de reclutamiento eran más sólidos que los de Rosencof.


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