30.OCT.18 | Posta Porteña 1964

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP- 49/50)

Por AMODIO

 

Relato 49/ 2 octubre 2018


Pese a todas las dificultades planteadas, los informes que provenían del interior eran optimistas. Se hacía recuento de lo actuado y se le daba relevancia a hechos que no la tenían. A eso contribuyó la prensa y la propia policía, que en su afán de crear a nivel popular una corriente de opinión adversa al MLN magnificaba su accionar

Internamente, por la vía de los hechos consumados, Sendic fue llevando al Ejecutivo a aceptar los planes que antes le habían sido rechazados. Mientras esto se producía, en la columna del interior, en un local conocido como El Caraguatá, se había producido un hecho de una tremenda gravedad y que puso en evidencia la pérdida de los valores que el MLN decía defender y que fue celosamente ocultado. Pese a las diversas versiones, creo que puedo dar una versión lo más aproximada a la realidad
Cuando se produjo la gran fuga, la “tatucera” en El Caraguatá estaba sin terminar.

Estaba pensada para ser el paradigma del Plan Tatú. Un local subterráneo, apto para taller, vivienda y polígono de tiro. Tras muchas horas de trabajo se había logrado excavar gran parte de su superficie, pero quedaba por resolver todo lo que lo haría funcional: luz, aire, aspectos sanitarios y de seguridad. El ingeniero Jorge Manera, al frente de un grupo seleccionado, se hizo cargo de su finalización. Como miembros del grupo fueron seleccionados Enrique Osano, Iglesias Pacheco, miembros del aparato militar de la columna 15, Ismael Bassini, que actuaba como médico e instructor en el uso de explosivos y Walter Sanzó, experto tornero. Otros integrantes del MLN han dicho haber formado parte de ese grupo, pero no me ha sido posible confirmarlo

A mediados de octubre Osano, que había salido al exterior a fumar, fue sorprendido por la presencia de un hombre a la búsqueda de un caballo de su propiedad. Este hombre, Pascasio Báez, según las evidencias reunidas, descubrió la entrada a la tatucera, lo que ponía en peligro no solamente el local subterráneo, sino la estancia misma, propiedad de la familia Sclavo, antiguos colaboradores del MLN. Aparentemente Osano reaccionó “deteniendo” a este hombre, que fue conducido al interior de la tatucera, dando comienzo así a una etapa en la que la vida de este hombre se puso en un plato de la balanza, mientras que en el otro se situaba el valor material de la estancia en cuestión y el trabajo desarrollado en ella.

Las declaraciones de Rosencof no dejan dudas acerca de la responsabilidad que le cupo al Ejecutivo del MLN en el asesinato de Pascasio Báez. Pero queda por dilucidar qué papel le cupo al comando de la columna del interior, comandado por Sendic, al que pertenecía dicho local. Tras conocerse la muerte de Pascasio Báez, todos los implicados directamente en ella trataron de tapar sus responsabilidades y lo que es peor, trataron de culpar a otros. No era ésta una actitud nueva dentro del MLN: sobre el 22 de diciembre Huidobro culpó a Carlos Flores, sobre la detención de Marenales se dijo que yo había entregado el rollo de fotos que Candán había extraviado y como colofón la caída de la cárcel del pueblo, adjudicada a mí pese a que Wassen se había hecho responsable. En este caso la culpa recayó sobre Píriz Budes, al que Rosencof ni siquiera menciona

Y es precisamente de las declaraciones de Rosencof que surge, aunque no se diga una sola palabra sobre ella, la responsabilidad del Comando encabezado por Sendic. De las varias alternativas planteadas, ninguna consideró la única ética y moralmente apta: la pérdida del local y la clandestinidad de sus propietarios, seguramente posibles tras la liberación del peón rural. La única que tuvo el valor de reconocer que el local tuvo más valor que la vida de un inocente fue Jessie Machi, lo que por cierto, nadie ha tenido en cuenta

Relato 50/ 4  octubre  2018


Tras mi renuncia al Comando General de Montevideo y a solicitud de Zabalza, Mujica y Martínez Platero, que ejercían como Dirección interna en Punta Carretas, asumí la responsabilidad de organizar una nueva fuga desde el Penal. Desde esa responsabilidad, si bien no participé de las deliberaciones del Comando General, recibí la misma información que los Comandos de Columna. Las informaciones eran sumamente contradictorias, ya que mientras los comandos de las columnas del interior informaban acerca del Segundo Frente vaticinando su pronta y segura consolidación, durante los meses de enero y febrero las detenciones de militantes y la pérdida de locales se tornó incesante, los grupos se desbarataban a las pocas horas de concretar -exitosamente o no- un operativo y otros desaparecían sin haber concretado nada.

Las causas eran dos: la endeblez de la infraestructura y la poca formación y experiencia de los militantes. No se tuvo en cuenta que Montevideo, la selva de cemento como la llamaba Sendic, había costado años de trabajo y cientos de millones de pesos el montaje de la infraestructura. Y que para la formación de los militantes no alcanzaba con mandar gente con experiencia desde Montevideo si después su trabajo caía en el vacío. Esto se explica en gran medida porque todos los responsables de grupos, pero fundamentalmente los integrantes de los comandos del interior estaban convencidos a priori de que en las ciudades nada se podía lograr y que “había que irse al monte”

Solo Aníbal de Lucía, según surge de sus declaraciones a Clara Aldrighi, trató de consolidar bases firmes en las ciudades que sirvieran de apoyo al Segundo Frente.

Pero para quienes creían en la necesidad de “elevar el nivel de los enfrentamientos” y abandonar la “propaganda armada” por considerarla una etapa superada, tuvo más valor la opinión de Sendic, quien decía que en las ciudades se producía el 95% de las caídas de militantes. No se quiso ver que lo mismo pasaba en Montevideo, ya que era el centro de la confrontación y nadie se planteó abandonar Montevideo. En las ciudades del interior este problema se convirtió en irremediable, dado que la compartimentación no existía y la presencia de gente de fuera del lugar era altamente sospechosa.
Poco a poco Montevideo se convirtió en abastecedor de todo lo que el Segundo Frente exigiera, tanto en hombres como en armas, municiones y materiales, que fueron pasando, y no poco a poco, a manos de las FF.AA.

Más allá del error estratégico de su formulación, el MLN no estaba en condiciones de atenderlo, ya que si los grupos instalados en el interior no estaban en condiciones de actuar para formarse y pertrecharse, menos lo estarían para desatar un enfrentamiento en desventaja evidente desde el inicio. El propio Huidobro ya había comprobado dos meses antes, cuando la elaboración del “contragolpe”, la endeblez de la infraestructura.

Nadie, ni en el Comité Ejecutivo ni en los comandos del interior planificó ni pensó cómo se iba a organizar el Segundo Frente y el esfuerzo que le iba a costar a la Organización. Y en esos momentos la Organización existía solo en Montevideo

Así se trasladó el centro de la atención interna de Montevideo al interior del país. Los ideólogos del Segundo Frente estaban convencidos de que podían sustentarse directamente, pero a poco de ponerse en marcha se vio que eso era imposible. Blixen, en la supuesta biografía de Sendic puso en boca del Cholo González, Colacho Estévez y Diego Picardo testimonios que ponen en evidencia lo descabellado de un plan elaborado en Punta Carretas para justificar el liderazgo de Sendic. Líder campesino, había dicho Rodríguez Belletti.

La realidad demostró que no solo no existió el campesinado y que su liderazgo lo llevó a destruir en poco más de dos meses el trabajo de casi una década.


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