10.NOV.18 | Posta Porteña 1968

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP- 57/58)

Por AMODIO

 

Relato 57 / 22 octubre 2018


La conmoción provocada por los acontecimientos del 14 de abril fue enorme. Nunca el MLN se había enfrentado a una situación similar.

Alicia era incapaz de responder a mis preguntas, lo que me fue confirmando algunas de mis prevenciones anteriores: la Organización no existía. Era, a lo sumo, un conjunto de militantes enfrentados nuevamente a un descalabro total

Se habían desatado unos acontecimientos que por su propia dinámica se volvieron incontrolables, ya que no se previeron sus consecuencias inmediatas. Como muestra más evidente, los compañeros encargados de su puesta en marcha y posterior control, están muertos. El Ejecutivo y el Comando General de Montevideo han perdido la mitad de sus integrantes. Se han roto los canales de comunicación interna y se toman decisiones que no se pueden transmitir. El local de la calle Juan B. Morelli se convierte en centro de reuniones, porque se considera un local seguro. Pronto nos daremos cuenta que eso no es más que una apreciación subjetiva, ya que se ignora la magnitud de las detenciones

El 14 por la noche, Engler y Rosencof, los dos miembros del Ejecutivo que quedan en libertad resolvieron incorporar a Marenales a la Dirección en una muestra más de apresuramiento e improvisación. Marenales hacía un mes que estaba en el Comando General, donde su trabajo aún no había dado buenos resultados y su conocimiento de la organización era muy relativo, ya que desde su ubicación de responsable del sector servicios de la columna 7, lugar donde estaba desde noviembre de 1971 era muy parcial su posibilidad de conocimiento interno. Marrero y Rey estaban en mejores condiciones que él, pero seguramente influyó el sometimiento intelectual de Engler en relación a él. Entre los tres resuelven acelerar la difusión de las declaraciones de Bardesio para que quede claro el motivo de las acciones de ese día y desmentir así las razones por las que el Poder Ejecutivo solicitaba el establecimiento del Estado de Guerra. Con esta medida se pretendía que el Gobierno apareciera como defensor del escuadrón de la muerte.

Si bien las declaraciones de Bardesio tuvieron repercusión parlamentaria, el Estado de Guerra fue decretado, y el Comité Ejecutivo y el Comando General de Montevideo resolvieron intentar revertir la situación, pero ahora desde el punto de vista político. En la madrugada del día 15 se había realizado una reunión a la que asistieron Marenales, Engler, Rey, Wassen y Becca. A instancias de ellos participé de la reunión.

Coincidimos en que era necesario poner el acento en el enfrentamiento con el escuadrón pero ahora desde el punto de vista político, cesando todo accionar militar. Rosencof no participó de la reunión, porque el Ejecutivo le encomendó entrevistarse con el Comando General del Interior para coordinar la aplicación de esa resolución y conseguir que Sendic abandonara, aunque fuera temporalmente, el plan de hostigamiento a las FF.AA.

La misma madrugada se resolvió enviar un emisario para entrevistarse con Wilson y retomar la fallida entrevista entre él y Huidobro, pero dificultades surgidas hacen que la entrevista se realice con el Estado de Guerra ya vigente. El Comité Ejecutivo resolvió integrar al Comando General, en sustitución de Marenales como responsable de la columna de servicios, a Wolf, que hasta esa fecha era responsable político del comando de la columna 15.

 

Relato 58 / 23  octubre 2018


En medio del caos imperante, el Comité Ejecutivo resolvió continuar con la reorganización, que había quedado como suspendida, habida cuenta que varios de los militantes designados no habían concurrido a los enlaces, lo que hacía suponer que estaban detenidos. Este hecho puso en evidencia otro aspecto, hasta esos momentos ignorado en la práctica: los locales comenzaron a caer uno tras otro, minando la infraestructura en forma alarmante.

Ningún local ofrecía garantías, ya que a juzgar por los resultados nadie soporta los interrogatorios. Los cambios organizativos, el pasaje de gente de una columna a otra, del interior a Montevideo y viceversa, más el afloje que hubo durante muchos meses en materia de seguridad, hizo que prácticamente la compartimentación no existiera.

A esto hay que agregarle un factor muy importante, como es el que desde la muerte de Morán Charquero en 1970 ningún militante del MLN debió soportar apremios en los interrogatorios

Las FF.AA. encontraron una organización deshecha y con una militancia desmoralizada por una situación que la desborda y la arrastra pero que no entiende. Cuando Rosencof regresó del Interior, las noticias que trajo confirmaron el caos organizativo imperante: el Comando General del Interior resolvió incentivar el hostigamiento a las FF.AA., en un intento por detenerlas en su accionar y ablandar sus procedimientos, procesando acciones de represalia sobre los sindicados como torturadores. 

Esa decisión estaba en total contradicción con la línea del Comité Ejecutivo, que expresamente había dejado de lado acciones de ese tipo. Es más, el Comité Ejecutivo tenía previstas una serie de reuniones con distintos líderes políticos para informarles de las razones del Plan Hipólito y asegurarles que las acciones realizadas no formaban parte de un plan de ofensiva contra el gobierno y que el MLN no propiciará un enfrentamiento contras las FF.AA. Marenales y Engler se reunieron con el Comando General de Montevideo. La opinión es unánime: era imprescindible detener las acciones en el interior y propiciar un repliegue tratando de mantener las escasas fuerzas con que se contaba. Durante esos días yo había discutido el tema por separado con Alicia, con Wassen y con Becca. 

Marenales y Engler ya me habían dado su conformidad, en el momento que me comunicaron su decisión de hacerme cargo del plan de agitación que incluía el “secuestro” simulado de Gutiérrez Ruiz, a efectos de que mantuviera una entrevista con Bardesio y luego, en la Cámara de Diputados, planteara una investigación sobre el escuadrón de la muerte y pidiera el levantamiento del Estado de Guerra.

El simulacro se plantea para el sábado 21 de mayo, pero Gutiérrez Ruiz no concurrió al enlace. Finalmente se concretó el 24, la entrevista con Bardesio se produjo, pero luego Gutiérrez Ruiz no cumplió lo acordado, por lo que los objetivos no se alcanzaron. 

El 26 de abril, con el inicio del hostigamiento en el interior ya comenzado, los resultados negativos se hacen evidentes. Ante una nueva reunión del Comando General de Montevideo a la que concurrió Marenales, pude plantear lo que a mi juicio era una necesidad impostergable: retirar toda la militancia de la calle, dejando solo los contactos imprescindibles para preservar los locales; suspender la reorganización y liberar a Bardesio. Antes, como paso previo, conseguir de éste la promesa de que mantendría sus declaraciones.


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