21.NOV.18 | Posta Porteña 1971

Mapa de un Engaño (cap. XXII)

Por Alvaro Diez de Medina

 

El lado Oculto de la Trama Tupamara

Libro de Álvaro Diez de Medina

 

Capítulo XXII:Cruzando fronteras

 

La acción policial en el apartamento de la calle Almería aparejó la prisión de Raúl Sendic (prófugo desde 1963), Raúl Bidegain Greissing (a) El Flaco, El Flaco Coca-Cola, El Coca-Cola,(272) El Flaco Martínez, El Loco, Santana, Ramírez, Ruperto o Daniel, Jorge Candán Grajales, Asdrúbal Pereira Cabrera, Efraín Martínez Platero, Diego Picardo Estévez (a) Clemente, Graciela Jorge Pancera, Edith Moraes (a) Mariana y Alicia Rey Morales.

 Amodio narra en su manuscrito aquel incidente. Atribuye el origen de la acción policial a “un dato menor, casi rutinario”, y refiere las sucesivas capturas, explicables por la ignorancia que algunos de los sediciosos tenían respecto a las señales de alarma, el equívoco de tomar a un agente policial por un sedicioso, el error de pensar que el operativo era, en realidad, general en la zona de Malvín, o la mera fatiga “por el trajín de esos días”

En resumen: una acumulación de “casualidades y errores” que había representado un “golpe durísimo” para la subversión (pág. 37)

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 El autor del “libro” presenta este episodio bajo otra luz. La única explicación que atina a encontrar a la redada de Almería estaría en “la casualidad (interlineado: o en la traición)”. Reconoce que las autoridades debían, en este punto, administrar “cientos de denuncias” del público, y que alguna, proveniente de los vecinos del local, podría haber despertado el accionar policial. Pero lo ve improbable: las centrales telefónicas estarían abarrotadas de llamados (realizados, claro, desde la “incomprensión de algunos sectores (¿no oligárquicos?)”, por lo que obviamente siente la seducción de explicar el golpe a raíz de “(manuscrito: la existencia de un delator)”, otro de sus temas recurrentes. El autor no solo anota la duda, sino que siente la necesidad de comentarla: “es la obligación de los que tienen como (interlineado: responsabilidad) la dirección de (interlineado: una) lucha, (interlineado: donde se juega la suerte de un proceso, prev(e)er) las contingencias de forma tal que nada quede librado al azar, ni la delación, ni la mala previsión. Y eso, el MLN no lo había hecho (siguen tres líneas ilegibles)” (Fontana, 141)

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El sol del viernes 7 de agosto caía sobre un país estremecido por la violencia y la tensa expectativa. El sábado 8 fue, por tanto, su cruel continuidad. En la sede de la Jefatura de Policía de Montevideo, Raúl Sendic invocaba, frente a sus captores, la condición de “prisionero de guerra” a fin de llamarse a silencio ante las requisitorias respecto al paradero de Mitrione. Los grupos de “comunidades cristianas” allegados a la sedición hacían llegar al nuncio apostólico su airada discrepancia con un llamamiento a la paz o la mediación con los sediciosos, por entender que ello significaba dar la espalda a un “sector más numeroso” de la población, supuestamente representado por los delincuentes. La esposa del cónsul brasileño secuestrado, María Aparecida, acudía en su desesperación a la cárcel a fin de entrevistarse con Alicia Rey Morales, a quien implorara por la vida de su marido: la sediciosa, en todo caso, no estaba en condiciones de ayudarla, ya que desconocía el paradero de Dias Gomide. No habría, en realidad, domingo aquel fin de semana

A tempranas horas, y mientras se sucedían los operativos policiales, la secretaría de la presidencia de la República se veía forzada a salir al cruce de los esfuerzos negociadores que pudieran emprender funcionarios de la misma administración, advirtiéndoles que cualquier contradicción con la línea de conducta proclamada por el presidente Pacheco daría lugar al abandono de los cargos ostentados

La espera era palpable: el día anterior, Blixen, Menéndez y Mansilla habían dado al gobierno un plazo final para atender las exigencias de la sedición, o de lo contrario, anunciaban, se asesinaría a Mitrione el domingo al mediodía. Las primeras noticias del domingo reflejaban el trajín policial. Primero cayeron en manos de las autoridades los sediciosos Luis Eduardo Pioli (a) El Pepe, y la integrante de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) Santa Nélida Fontora Santos (a) Chela, Chola, Susana, La Petisa y, con posterioridad y en el curso de un allanamiento del local ubicado en la calle Javier de Viana 955, todos los integrantes del “ejecutivo” interino: Menéndez, Blixen y Mansilla, además de Adolfo Ricardo Campbell Martínez, Juan José Domínguez Díaz, Mirta Ercilia Fernández (a) Elisa y Margarita Raquel Dupont Olivera (a) Perla.

Según refiere Amodio en su manuscrito, la caída del “ejecutivo” suplente forzó a los comandos de columna a recomponer durante dos días su actividad, tras lo cual se conformó un nuevo “ejecutivo” interino, integrado por Adolfo Wassen Alaniz (en representación de la llamada Columna 15), Mauricio Rosencof (en representación de la llamada Columna 10) y Nelson Simón Berreta Hernández (a) Fructuoso (en representación de la llamada Columna 20 o del Interior) (273)

Ese domingo incluiría, por lo demás, un episodio del que la opinión pública no sería consciente: los integrantes de la llamada Columna 1, al no contar con participación en el nuevo “ejecutivo”, procederían a desconocerlo, generando una disidencia a cuyo frente se ubicaría Elida Baldomir Coelho

Sin contar con fuerza para acallar tal discordancia, los tupamaros ahora veían desalineada su conformación, en un cuadro que se agravara al retomar la llamada “micro-fracción sindicalista” su lucha por el predominio interno, tras la prisión de aquellos a quienes se llamaba las “vacas sagradas”

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Ni bien se supo que el cadáver había aparecido, el presidente de la República convocó a una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros. “La defensa de nuestro estado de derecho”, afirmó el presidente Pacheco ante sus ministros, “es el deber supremo de todos los uruguayos… nadie puede erigirse con pretendidos títulos para quebrar las estructuras, a espaldas del pueblo”. Ceder a esa coacción, según Pacheco Areco, hubiera “sentado un precedente cuyo peligro para la convivencia de las sociedades americanas resulta evidente”, razón por la cual anunciaba que mantendría incambiada esta línea de inflexibilidad “convencido de que es el único camino para la mejor salvaguarda de los diplomáticos, para la pacificación de la sociedad americana, y para impedir que un chantaje siempre creciente cobre incesantemente nuevas víctimas y constituya para otros grupos delictivos del continente un aliciente cierto de nuevos crímenes contra la Humanidad”

A continuación, el gabinete remitió a la Asamblea General un proyecto de ley a fin de suspender por 60 días las garantías individuales, en base a lo prescrito por el art. 31 de la Constitución de la República. A la salida de la reunión, el ministro de Industria y Comercio, Julio M. Sanguinetti (1936), recordó a los periodistas presentes que la dirigencia sediciosa había sido detenida horas antes del homicidio de Mitrione, así como que las autoridades habían requerido autorización judicial a fin de someter a algunos de sus integrantes a un interrogatorio bajo el influjo del llamado “suero de la verdad” o pentotal, lo que había sido desestimado por un magistrado

La imposibilidad de recurrir a métodos como el reseñado, señaló el ministro, “es nuestra debilidad, pero también es nuestra fuerza”(274)

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El autor del “libro” toma del manuscrito de Amodio la relación de los sucesos relativos a la caída del “ejecutivo provisorio”, integrado por Mansilla, Blixen y Menéndez (de hecho, mantiene el orden en que allí son mencionados). Mitrione es referido, a elocuente diferencia del manuscrito, como “el agente de la CIA”, en tanto la designación del nuevo “ejecutivo” reitera el orden en que lo relata Amodio, aunque incurre en el grosero error de incluir en él a “Larreta” en lugar de Berreta

La disidencia de la llamada Columna 1 es brevemente incluida en el texto (donde aclara que Baldomir sería “detenida poco tiempo después” (275), en tanto el autor claramente prefiere concentrar su atención en el desafío planteado por la llamada “micro-fracción sindicalista”

 “Las ambiciones”, escribe el autor “(interlineado: resurgieron) cuando se (interlineado: detenía) la acción. Se repetía el juego de siempre, los inescrupulosos dentro del MLN tratando de ganar posiciones en los momentos difíciles, de virtual acefalía, (interlineado: situación que ahora se agrava ante la ausencia de figuras de prestigio en la dirección, que oficiaran de mediadores)” (Fontana, 141)

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La muerte de Mitrione, lejos de suponer un alivio en la tensión a la que estaba sometido el gobierno de la República, supuso un soterrado aumento de la misma Dos días antes, el presidente Pacheco había recibido una carta del presidente brasileño Garrastazu Medici, en la que este le instaba a hacer lo posible por preservar la vida del cónsul Dias Gomide. La caída, horas después, de la dirigencia sediciosa en Almería, así como el secuestro de Fly, no habían hecho sino agravar la inquietud del gobierno vecino, temeroso de que se hubiera cortado una posible línea de comunicación con el movimiento sedicioso. Nuevamente le había tocado al presidente uruguayo leer el mensaje de un presidente, esta vez Garrastazu, con detenimiento y varias veces, antes de preguntar, retóricamente, al embajador brasileño: “¿Qué puedo decir?” Que comprendía que era el deber del presidente Garrastazu el enviarle un mensaje redactado en los términos en que este lo estaba. Que esperaba que el presidente brasileño comprendiese que él era “una pieza en el engranaje gubernamental, y que no era dueño del país, que no era dueño de su población, no era el dueño del gobierno y, por sobre todo, no era el dueño de las Fuerzas Armadas” (276)

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El 7 de agosto, un despacho de la agencia noticiosa Reuters anunciaba que el ejército brasileño había dispuesto movimientos de algunas de sus unidades cercanas a la frontera con Uruguay, en lo que el periodista veía como una indicación de molestia con la forma en que el gobierno uruguayo estaba manejando la crisis de los rehenes (277)

El 8 de agosto el gobierno brasileño dispuso la evacuación de las familias de diplomáticos acreditados ante el gobierno uruguayo, una medida que generales brasileños comentarían con oficiales de la misión diplomática de los EEUU en Brasil como concordante con el estado de alerta de algunas divisiones del ejército brasileño no solo a lo largo de la frontera con Uruguay, sino aún en Rio de Janeiro. El 9 de agosto, en tanto, el embajador brasileño en Washington, Mozart Valente, solicitó una audiencia con el subsecretario adjunto (en funciones) para Asuntos Interamericanos de los EEUU, en sustitución del titular, Charles Appleton Meyer (1918-1996), en el curso de la cual el diplomático sudamericano tuvo expresiones muy duras respecto al presidente Pacheco y su administración. No solamente acusó a Pacheco de ser inflexible y haber cerrado todo canal de comunicación con los captores de Dias Gomide, sino que llegó a definir al gobierno uruguayo como “sin remedio, sin esperanza e impotente”, infiltrado por la sedición, al punto de atribuir la condición de sedicioso al juez Pereira Manelli. De resultar Dias Gomide asesinado, concluyó Valente, las consecuencias serían “muy, muy graves” para las relaciones entre ambos países (278)

Al día siguiente aparecería el cadáver de Mitrione. 24 horas después, el presidente obtendría la solicitada suspensión legislativa de las garantías individuales, solo que por veinte días, y con la posibilidad de disponerse su prórroga por el mismo término

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Pese a las presiones sutilmente representadas por el embajador Adair en Montevideo y por el Departamento de Estado ante el embajador Luisi en Washington, lo cierto es que, tras al homicidio de Mitrione, el gobierno de los EEUU ratificó su actitud positiva hacia el gobierno uruguayo y el manejo que este había hecho de la crisis hasta entonces  Habida cuenta del riesgo que ceder ante la sedición hubiera implicado como precedente para otros casos, así como la intención que aquella tuviera en el sentido de debilitar al gobierno democráticamente constituido de Uruguay, el vocero de prensa del Departamento de Estado había, en los hechos, reconocido la prelación que las consideraciones domésticas uruguayas tenían en esta materia, así como el poco margen de maniobra de los propios EEUU. Aún teniendo frente a sí el desafío que le planteaba la detención de Dias Gomide y Fly, y los otros que pronto le forzaría a enfrentar la sedición, la administración Pacheco había sorteado el obstáculo de defender una línea política propia, a despecho de la sensibilidad de un aliado tan importante como los EEUU.

 Al final de la crisis, el Departamento de Estado terminó por hacer suya la política de no ceder frente a la violencia de los secuestros, ni apoyar concesiones que pudieran representar riesgos para futuros rehenes. El presidente uruguayo puede haberle resultado a David Ronfeldt “extremadamente empecinado, autocrático y remoto”, pero él mismo concluye su trabajo sobre el caso Mitrione postulando que la posición de Pacheco Areco en este tema devino política aceptada por el Departamento de Estado de los EEUU, al tiempo que representara, a la larga, una severa derrota para la sedición en términos de su rechazo por parte de la opinión pública uruguaya (279)

Notas

272- Un alias que surgió de una broma de sus cómplices, hecha en relación a las reiteradas apariciones en la prensa de su nombre.

273- En setiembre, ya consultados los detenidos tras su traslado al Penal de Punta Carretas, esta dirección pasaría a ser definitiva

274- “(Juan María) Bordaberry, quien generalmente se sentaba al lado del ministro de Industria, Julio María Sanguinetti, recuerda que al terminar Pacheco su alocución, éste le confesó al oído: `tengo ganas de aplaudir´” (Jorge Chagas, Gustavo Trullen, Pacheco. La trama oculta del poder, pág. 278)

275- El 22 de agosto, en compañía de Osvaldo Daymán Cabrera Sureda (a) Rómulo, Roque, Fermín o Gregorio

276- Ministério das Relaçôes Exteriores do Brasil. Fundo: Embaixada do Brasil no Uruguai. Telegrama secreto-urgentíssimo enviado pela Embaixada brasileira em Montevidéu. N. 13.147 G/SG/AAA/DSI/924.2 (42) (44). Montevidéu, 7 ago. 1970.

 277- Ese mismo día, el embajador brasileño en Montevideo, Luiz Bastian Pinto, informaba a su gobierno que en Uruguay “mucho se habla de un golpe de estado, por el cual varias corrientes están presionando al Presidente; yo mismo, en tanto, recelo que éste no cuente con fuerza para ello y que, de llegarse a eso, no disponga del poder suficiente para mantener el país en orden” (Ministério de Relaçôes Exteriores. Fundo: Embaixada do Brasil no Uruguai. Telegrama secreto-urgentissimo enviado pela Embaixada brasileira em Montevidéu. N. 20.524 G/SG/DBP/DSI924.2 (42) (44). Montevideu, 7 ago. 1970.

278- Ronfeldt, 29.

279- El mismo balance que arrojan los hechos puede estudiarse desde la siempre sorprendente óptica sediciosa. Eleuterio Fernández lo ensaya así: “El primer objetivo del plan (Satán) era el de la liberación de los presos y, secundariamente, aislar a Pacheco. Consistía en secuestrar a personalidades, empresarios, diplomáticos, etc., sin apuros ni plazos. Lograr la liberación de los presos políticos (sic) representaba sin duda una derrota para Pacheco. La presión debía estar dirigida al Parlamento, no al Ejecutivo, porque éste claramente no podía resolver una ley de amnistía. Nos dirigíamos a los partidos, al Parlamento, que no se había animado a censurar a Pacheco. Queríamos que las presiones de las embajadas, las corporaciones o los parientes, saltearan (sic) al presidente, y se dirigieran al Poder Legislativo. Pacheco era el principal escollo, y de esta manera era dejado de lado” (Aldrighi, El Caso Mitrione, pág. 30). En suma: procurar una impredecible crisis entre los poderes del Estado, sometiéndolo a las presiones combinadas de la sociedad y terceros países afectados. “Sin apuros, ni plazos”. E imaginando, en el proceso, un desenlace favorable, mediante el simple expediente de sortear el “principal escollo” que, en este imaginario juego de ajedrez, no movería pieza alguna, haciéndose a un lado.


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