07.DIC.18 | Posta Porteña 1976

CONTRIBUCIÓN A LA TEORÍA DE LA DEMOCRACIA [En perspectiva ecomunitarista]

Por SIRIO López Velasco

 

Para entender mejor el actual movimiento de los Gilets Jaunes (Chalecos Amarillos) que sacude a Francia, va abajo una parte de mi libro “Contribución a la Teoría de la Democracia: una perspectiva ecomunitarista”, y pronto saldrá como e-book en México, y cuya versión portuguesa ya fue publicada en 2017 y puede bajarse gratuitamente en  https://www.editorafi.org/196sirio

Un abrazo: Sirio

2.7 La crisis de la democracia burguesa representativa actual en los ejemplos de Francia y Brasil

 

Analizando la situación política en Francia en el primer lustro del siglo XXI Marie-Anne Cohendet (2004) dice que la República francesa se establece sobre una articulación problemática entre dos concepciones de la soberanía, una debida a Rousseau (apoyador de la democracia directa) y otra debida a Sieyès (defensor de la democracia representativa); y ambas estarían presentes en el art. 4 de la Constitución de la V República que dice “La soberanía nacional pertenece al pueblo, quien la ejerce a través de sus representantes y por la vía del referéndum”. Ahora bien, lo que preocupa a Cohendet es un manifiesto hastío y desilusión, abstención, e incluso rechazo, de una buena parte de los franceses en relación a la democracia representativa, a los políticos en general, y a los asuntos políticos (situación que sería similar a la de otros  países). Nuestra autora dirá que los franceses no se sienten verdaderamente representados por sus representantes, y que la causa de esa situación de crisis (aparente, dirá ella) hay que buscarla tanto en los cambios ocurridos en la organización y práctica de las instituciones políticas, como en una toma de conciencia de la ciudadanía acerca de la complejidad y de los límites de la democracia representativa. Entre los elementos de la primera causa Cohendet destaca el hecho de que en Francia el poder político se diseminó y despersonalizó progresivamente, pues si antes los ciudadanos lo identificaban claramente en el Presidente de la República, luego pasaron a tener dificultades de localizarlo (incluso para esperar algo de él)   en una miríada de organismos locales, regionales e incluso internacionales (éstos últimos advenidos con la creación de la Unión Europea); también constata nuestra autora que en muchos casos los representantes aluden a la inserción francesa en la institucionalidad europea para justificar la falta de soluciones esperadas por la ciudadanía, lo que lleva a ésta a apartarse más de aquellos y de los asuntos políticos.  Al mismo tiempo y al interior del país, la llamada cohabitación (que ocurre cuando el Presidente y la mayoría de la Asamblea Nacional no son del mismo Partido/tendencia) crea conflictos que confunden a la ciudadanía sobre la sede y el alcance del poder que supuestamente debería representarla. Pero la multiplicación de los poderes no ocurre sólo horizontalmente, sino también verticalmente, localizando el poder en innúmeras instancias (por ejemplo departamentales y municipales) que aturden también al ciudadano

También destaca Cohendet el aumento de (la percepción, diría yo, pues el hecho parece connatural al capitalismo) la influencia de los poderes privados (en especial de grandes empresas, incluyendo las de la gran prensa) sobre el poder político, llevando al ciudadano a apartarse de instancias que representan (en las leyes que crean y decisiones que toman) mucho más a los poderosos que a la gente común. Simultáneamente ese alejamiento sería debido a un aumento general del nivel de instrucción de la población, que la hace más capaz de criticar y juzgar el sistema político y los agentes públicos; de ahí el abstencionismo creciente en los pleitos electorales. Tanto más que se ha creado un foso entre representados y representantes pues éstos últimos incluso manejan lenguajes especializados y crípticos que escapan al entendimiento común. Tras esa descripción llama la atención el hecho de que nuestra autora concluya de que se estaría frente a una “crisis de adolescencia de la democracia representativa” cuando sabemos que la misma existe en Francia ¡desde 1789! Lo menos que se puede decir es que ese diagnóstico es altamente endeble cuando se constata que más de una década después de enunciado la abstención bate records en las elecciones de 2017. No obstante ya había dicho la autora que entre los partidarios de la democracia se apuntaba hacia una necesaria mejora de sus medios y hacia la micro-política; así maduraba la idea de aumentar la participación del pueblo en el poder normativo, pero aclara nuestra autora, en una perspectiva de democracia semidirecta (dada la complejidad presente, que haría imposible la forma directa, aún disponiendo de la posibilidad de debates y votos vía internet); en ese contexto se debería aumentar, dice, los procedimientos de consulta de la ciudadanía, desde las asambleas locales hasta los asuntos europeos; simultáneamente Cohendet pregona la mejora de la representatividad  partidaria (e incluso intra-partidaria, según las diversas tendencias) de los elegidos mediante la representación proporcional (que, recordemos, no existe en Francia para elegir algunos representantes); el todo debería incluir un mayor control de la ciudadanía sobre los elegidos y una aproximación entre electores y representantes (e instituciones). A su vez la micro-política (en especial en cuestiones ambientales, alimenticias y energéticas) podría devolver al ciudadano el poder de gestión de su entorno inmediato, poder potenciado por las instancias asociativas que extrapolan las instituciones. 

A su vez en Brasil la seudodemocracia seudorrepresentativa burguesa tocó fondo en 2017 cuando se reveló que una sola megaempresa, la JBS, controlada por la JyF, (y algo similar hicieron otras grandes o megaempresas) financió “legal” y sobre todo ilegalmente las campañas electorales de 1829 candidatos (desde el nivel local hasta el nacional, incluyendo Diputados Estadales y Nacionales, Senadores, Gobernadores y postulantes a la Presidencia de la República) de 28 Partidos diferentes, a cambio de  contratos superfacturados y medidas que la favorecieran (incluso leyes u otros dispositivos legales), en un mega esquema de corrupción que llenó los bolsillos de muchos empresarios, políticos y algunos funcionarios públicos, al mismo tiempo en que se intentaba imponer a todo costo con sendas enmiendas constitucionales decididas exclusivamente por el Parlamento, sin ulterior Referendo popular, muchos recortes a los derechos de los trabajadores y jubilados y se aprobaba en ese mismo Parlamento corrupto otra enmienda constitucional que congeló por 20 años (excepción hecha a la corrección por los valores de la inflación anual oficial), los gastos públicos con salud, seguridad social, educación, vivienda popular y seguridad ciudadana (pero/y dejando sin techo los gastos con el pago de la cuantiosa y siempre en aumento deuda pública, incluyendo la deuda externa, nunca auditada, a pesar del mandato de la Constitución vigente de 1988 que obligaba a hacerlo)

Para completar el panorama, tras 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores un golpe neoliberal expulsó del poder a la Pta. Dilma Rousseff invocando detalles de gestión fiscal y  mediante impeachment aprobado por el Supremo Tribunal Federal y perpetrado por las dos Cámaras del Parlamento; y cuando su sucesor asumió, tales detalles fueron legalizados para su presidencia y las venideras, y cuando ese vice traidor fue descubierto en grabaciones que lo comprometían con actos de corrupción y obstrucción a la justicia, una mayoría de los Diputados no autorizó su enjuiciamiento por el STF (después de recibir miles de millones de Reales en transferencias del Presidente y/o de ser  beneficiados por medidas aprobadas por él), manteniéndolo en el poder.

Ante la debacle de esa seudodemocracia seudorrepresentativa (en la que los supuestos representantes no representan a sus supuestos representados, sino a megaempresas “nacionales” y transnacionales,  y a la gran banca), los Partidos dominantes, tanto de derecha como de supuesta izquierda, no han atinado sino a proponer reformas parciales y cosméticas de las reglas de juego, que se discuten a contra-reloj (para valer en las elecciones presidenciales y otras de fines de 2018) en el momento en el que escribo estas líneas; por mi parte, como se detallará más adelante, propongo una refundación radical de la democracia, empezando por sendas Asambleas Constituyentes exclusivas y con gran participación-discusión por la base (inspiradas del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano y de Cuba), que modifiquen todo el sistema político.

 2.8 Por qué los pobres votan a los ricos (o a quienes representan a éstos)

 

Si en sus primeras épocas la seudodemocracia seudorrepresentativa burguesa se presentó más abiertamente como una dictadura de clase excluyendo del derecho de votar y de ser electo a las mujeres, a los hombres que no comprobasen una determinada cantidad de propiedades o renta, a los analfabetos, a los extranjeros y a los menores de edad, después algunas de estas exclusiones fueron superadas. Así en la actualidad en la mayoría de los países que dicen adoptar aquél régimen político, han sido incluidos en la ciudadanía los hombres y mujeres adultos (con edad superior a los 16 o los 18 años), sin exigírseles renta o propiedades mínimas

  Ahora, como se constata que las políticas implementadas por los gobiernos neoliberales perjudican a la gran mayoría en favor de una minoría (en EEUU se habla del enriquecimiento del 1% de la población en detrimento del 99% restante), cabe la pregunta de por qué (aunque haya una gran abstención que, por ejemplo, en las elecciones presidenciales norteamericanas hace tiempo alcanza a la mitad del cuerpo electoral) la mayoría de los votantes eligen a sus verdugos.   Creo que dos son las respuestas posibles. Una consiste en apuntar el papel de lavado permanente y cotidiano de cerebros realizado por la gran prensa (y hoy también parte de las redes sociales y otros mecanismos posibilitados por la internet) perteneciente o al servicio de tales verdugos. Ya el joven Habermas (en “Historia y crítica de la opinión pública”) recordaba como la propaganda manipuladora al servicio de los poderosos moldea verticalmente  (en manos de una prensa que es empresarial) la opinión de cada ciudadano (que no se constituye como opinión propia formada en un libre intercambio de argumentos racionales). Por eso se atribuye a uno de los precursores de tal régimen la frase que reza: “déjenlos votar porque votarán a quienes nosotros les digamos”. Esa realidad hoy inobjetable obliga a repensar radicalmente en la óptica de la democracia ecomunitarista las cuestiones atinentes a la propiedad, la función y los operadores de   los grandes medios de comunicación (incluyendo a los apoyados en los recursos de internet).

La otra respuesta, consiste en argumentar que como parte del efecto de la acción incesante y cotidiana de ese “gran aparato ideológico del capitalismo” (parafraseando a Althusser) que es la gran prensa (incluyendo a la vehiculada por internet) hay en una buena parte de los de abajo la esperanza-expectativa de poder ascender en el capitalismo y su seudodemocracia seudorrepresentativa hasta alcanzar la posición de los ricos y poderosos; y hay que decir que en  esa tarea aquel aparato ideológico se apoya en excepciones que indican la viabilidad de esa posibilidad (loando una y otra vez la hazaña de los “self made man” que salieron de la pobreza para tornarse magnates de la economía y/o la política)

La alternativa ecomunitarista ante tales realidades consiste en promover una educación ambiental ecomunitarista socialmente generalizada (a nivel formal y no formal) para que cada persona desde temprana edad aprenda a hacer una lectura crítica de los medios de comunicación, y a comprobar que los casos de los “self made man” son lo que son, a saber, raras excepciones de una regla de hierro del capitalismo que condena a la casi totalidad de los asalariados y desposeídos a llevar una vida de zozobras, mientras que una pequeña minoría hereditaria se ahoga en el lujo. En la medida en que esa educación rinde sus frutos, las grandes mayorías deciden emprender la aventura de intentar el poscapitalismo (con horizonte ecomunitarista), y prosigue el ciclo práctica-teoría-práctica en la construcción del conocimiento y la acción individual-colectiva que habrá de acompañar a la Humanidad hasta el fin de sus días.

2.9  Suiza: un caso capitalista interesante para la propuesta poscapitalista

 

En lo que sigue nos basaremos ampliamente en los datos y referencias proporcionados por Emmanuel Daniel (2012). Suiza tiene cerca de 8 millones de habitantes y 5 millones de electores. Es  una República Federal estructurada en base a 26 Cantones, cada uno de los cuales tiene su propia Constitución. Cada cantón incluye diversas comunas.

Ahora, los ciudadanos eligen una Asamblea Federal, compuesta de dos Cámaras (la de los Estados, y el Consejo Nacional) con poderes iguales. El Gobierno, llamado Consejo Federal está compuesto de 7 miembros e integra a los Partidos más votados, lo que se traduce en el hecho de que no existe una oposición partidaria con gran fuerza electoral. (Hay que recordar que entre 1952 y 1967 el Uruguay conoció por varios períodos de gobierno un Ejecutivo constituido por un Consejo Nacional de Gobierno integrado por  miembros del Partido con mayor votación, y miembros del segundo, por lo que en ese lapso el Ejecutivo estuvo integrado por miembros pertenecientes al Partido Nacional-Blanco, y del Partido Colorado, con exclusión de toda la izquierda de la época; esa representación también se extendió a la dirección de los Entes públicos, como las compañías de electricidad y agua, entre otras; dada la corrupción e ineficacia que ese sistema evidenció, en 1966 una reforma constitucional aprobada en referendo volvió al Ejecutivo unipersonal ejercido por un Presidente de la República). En Suiza el Presidente del Consejo es una figura articuladora, con un poder limitado por el Consejo Federal al que está subordinado. Toda reforma constitucional exige una doble mayoría, a saber la mayoría de los electores a nivel nacional, y la aprobación mayoritaria en la mayoría de los 26 Cantones (o sea, en, por lo menos, 14); lo mismo se exige para las decisiones relativas a la adhesión a organismos internacionales. En ambos casos los referendos son obligatorios, y desde la Constitución de 1848 hasta 2012 hubo 214 referendos de ese tipo

Entre las formas directas de la democracia, Suiza incorpora también los referendos facultativos que pueden anular una ley aprobada en los 100 días anteriores; para convocarlos son necesarias las firmas de 50 mil electores; desde 1848 y hasta 2012, en 169 convocaciones, 93 leyes fueron anuladas. (No obstante, Sprich, 2017, nota que “tan sólo 6% de las leyes fueron objeto de tal oposición”, pero no queda claro a cuál período de tiempo se refiere, ni tampoco si habla del porcentaje de leyes anuladas efectivamente mediante referendo, o del total de leyes sometidas a referendo).

Desde 1848  hasta 2012 hubo en Suiza, en total, 565 referendos.

Por su parte, la iniciativa legislativa, forma de la democracia participativa, puede ser activada por las firmas de 100 mil electores (recogidas en hasta 18 meses). Recientemente una iniciativa de ese tipo y que logró tal número de firmas, surgió de un campesino que propuso proteger a los animales con cuernos (en especial toros y vacas) en su derecho a conservar dichos cuernos (Sprich, 2017).

Los mismos mecanismos se reproducen, en escala reducida, en los niveles cantonal y comunal. Todas las leyes aprobadas por un Parlamento cantonal deben ser sometidas al voto de sus electores. A su vez,  en el sistema llamado ordinario, los ciudadanos de una Comuna se reúnen en asamblea para tomar las decisiones; mas existe el llamado sistema extraordinario, cuando hay un Parlamento comunal (Daniel, 2012). 

Los suizos condensan en 4 días por año el conjunto de las votaciones para las que son solicitados. Para los referendos pueden recibir las papeletas en su casa, y devolverlas, con su voto, vía postal. (Nótese que nuevas perspectivas se abren con la posibilidad del voto vía internet).

Entre los asuntos que han debatido-decidido a nivel federal se encuentran temas tan relevantes como el sistema de pensiones (que sigue siendo una cuestión que penaliza repetidamente a los ciudadanos en países donde la misma no se somete a la consideración de la ciudadanía), el derecho a gozar de dos semanas suplementarias de vacaciones anuales (posibilidad que los suizos ¡terminaron negando con su voto!), el derecho a una renta básica (rechazado en 2016 por casi el 77% de los votantes; Sprich 2017), y la laicidad. Entre los asuntos locales se pueden mencionar el sistema de recolección de residuos y la construcción de residencias secundarias en áreas protegidas. 

Otros temas deliberados-decididos por los ciudadanos de forma directa desde 1891 fueron asuntos relativos a derechos del trabajo y jornada laboral, impuesto sobre la riqueza, medidas contra la especulación, protección de los inquilinos, lucha contra el absintio, el alcoholismo y el tabaquismo, construcción de casas populares, limitación del secreto bancario, política de transportes públicos, limitación de la velocidad en las carreteras y disminución del tránsito carretero, control de precios, cuestiones de salud pública, prohibición de las casas de juego de azar, prohibición de los transgénicos en la agricultura, y cuestiones ambientales (anónimo, 2013). 

2.9.1Críticas a la democracia suiza y algunas respuestas

 

Ahora bien, en los últimos años los suizos (por iniciativa de la derecha, en especial la del Partido UDC, Union Démocratique du Centre)  han deliberado-votado también sobre la prohibición de los minaretes de las mezquitas (en circunstancias en las que en todo el país apenas había cuatro de ellos) y sobre la expulsión de criminales de origen extranjero (propuesta rechazada masivamente en 2016; Sprich, 2017). Estas votaciones sumadas a las que anteriormente citamos hacen decir a una pluma expresamente identificada con el “pensamiento liberal” que la democracia directa suiza refuerza al Estado en detrimento de las libertades individuales, por lo que la reprueba (2013)

Otro autor, defensor de esa democracia, recuerda que las tendencias xenófobas siempre la habitaron, porque ya en 1848 se prohibió a los judíos trabajar en la administración federal; y en materia de intolerancia religiosa recuerda que se prohibió a los católicos los campanarios de iglesias en los cantones protestantes. Pero al mismo tiempo recuerda que desde 1970 sólo el 6% de las votaciones federales estuvo dedicado a cuestiones de seguridad, mientras que las relativas a cuestiones sociales y ambientales ocuparon, respectivamente, el 23 y el 21% de las consultas (Daniel, 2012).

También dice nuestro mismo anónimo (2013) que la participación ciudadana en Suiza fue cayendo progresivamente a  lo largo del siglo XX, pues si en su inicio alcanzaba el 70%, a su fin no superaba el 30% del cuerpo electoral. No obstante había notado Daniel (2012) que la participación oscila en función de la trascendencia del tema sometido a voto, alcanzando una media del 45% en la primera década del siglo XXI, con picos del 80%,  y que, además, hay un efecto de auto-censura del ciudadano cuando no se considera suficientemente conocedor o informado sobre el tema en debate, por lo que se abstiene de votar.

Daniel (2012) también sostiene que en el sistema suizo “Los parlamentarios, aunque su salario aumentó significativamente en los últimos años, no son, en teoría, profesionales de la política. La división del poder con el pueblo los empuja a una mayor transparencia y proximidad. Eso se verifica en especial en la redacción de los textos de las leyes, que deben ser cortos e inteligibles para la mayoría de la población”.

Y, sopesando todos los aspectos citados, concluye: “...no hay dudas de que Suiza es actualmente en Europa la democracia- ‘el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, según la expresión de Lincoln- más avanzada, en términos de soberanía popular y de implicación de los ciudadanos en las tomas de decisión. En suma, es lo que tenemos derecho a esperar en una democracia”.

SIRIO LÓPEZ VELASCO


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