07.DIC.18 | Posta Porteña 1976

TESTIMONIO... n° 2 ... , 5 de diciembre 2018

Por Quito Martínez

 

Éramos una veintena, la mayoría de los cuales nos conocíamos desde la adolescencia, teníamos por lugares habituales de encuentro el Bar Imperial, situado frente a la Plaza de deportes, que a su vez era también donde pasábamos religiosamente las tardes de todos los sábados, haciendo deportes y compartiendo novedades e inquietudes de todo aquello que nos rodeaba.

El viejo Martin Kechichian, dueño del local donde funcionaba el Bar, habitaba en los altos del comercio junto a su esposa y tres de sus hijos, Carlos; Esteban y Jorge... por el 67 o 68 compró el Bar y se pusieron a trabajar los cuatro más el pizero de la firma vendedora... así nació el "Don Martin", atendido por sus propios dueños, muy queridos y viejos vecinos de La Teja, desde los años 40 con su reconocida almacén "El peso justo"

Pasado el mediodía sabatino, café mediante, todo nos llegaba por "línea directa", pues eran los actores o alguno que estaba en la primera fila del acontecer del barrio y sus alrededores.  Las inquietudes hicieron que aparecieran sobres las mesas Marcha y Época, generando el asombro de los futboleros del boliche, pues ahí no se veía nada del fútbol. El tema era uno solo y prendió para no dejarnos más...

Una de esas tardes apareció Bebeca que en misterioso secreteo nos informaba que traía una "proclama"... se la había pasado un amigo.  La leímos de a dos o tres y luego, ya en la plaza de deportes, vestidos para nuestras correrías, se leyó en voz alta bajo el árbol que estaba al lado de la cancha de básquet...

No había pasado la semana, y repetición del hecho... "mirá Bebe, la próxima vez que tu amigo te traiga material, se lo das a uno de nosotros distinto, quien lo recibe va al baño y sale sorprendido con el papelito, así lo puede leer en voz alta y nadie queda pegado..."

Así siguieron saliendo "sorprendidos" del baño durante semanas, y todo el boliche, hasta los más fervientes futboleros, o miembros de la "Juventud", escuchaban atentamente al lector... alguien comentó en voz alta y canchero acento: "están por todos lados..."

Luego de lo de Pando, muchos nos sentimos "offside", para más, uno de los apresados era conocido de casi todos, del Bar La Razón, frente a la vieja escuela Beltrán, el Quique Osano.

Pocos días después, ya caída la fría tardecita primaveral, bajaba del ómnibus camino a casa y me cruzo con el "Loco Mario"... me voy a lo de Julio, porque no venís y así charlamos ?..., "como algo y voy..."   Julio "Canguro" Álvarez, era el mayor de toda la barra, queridísima persona y conocido en toda La Teja donde vivía con su familia desde más de 50 años atrás, en Mármol entre Agustín Muñoz y Tellier. Para mí era como un hermano mayor, el me conocía desde que naci...a pocos metros de su casa.

La mamá de Julio en su sillón, Julio y Mario Walter Soto "el Loco" acodados a la mesa...soltamos algo de aquello que no nos dejaba dormir... qué hacer???   No fue para nada una larga charla, Mario se ponía a tartamudear cuando algo lo enervaba, Julio era de pocas palabras, quien más pudo desahogar sus inquietudes en este caso era el menor de los tres.    Teníamos que pedir un encuentro con el amigo de Bebeca, y participar a los demás de nuestra confianza. Tal vez así se nos aclararía bastante más el panorama.  El lugar, Julio ponía la casa que acababa de construir en el barrio de Nuevo Paris, en la calle Llupes, ahí había todo para hacer una gran comida y charlar tranquilamente.

Al día siguiente le di el pedido a Bebeca, para que se lo transmitiera "al amigo" aclarándole que seriamos varios... la respuesta tardó pocos días, ya no recuerdo si fue sábado o domingo a partir de mediodía... el amigo se jugaba al presentarse a cara limpia ante quienes solo conocía se ve por cuentos de Bebeca.


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