22.MAY.20 | PostaPorteña 2114

En la pandemia de COVID-19, el declinar del poder US-americano

Por F.Marcelino/ J.L.Berterreche

 

Sistema de salud excluyente y sin preparación. Medidas de emergencia fragmentadas. Industrias desnacionalizadas — incluida la de insumos de hospitales. Y el  factor Trump, que profundiza el caos interno y geopolítico

Por Fernando Marcelino*

Traducción de Juan Luis Berterretche para Posta Porteña

En las películas de Hollywood, los súperhéroes norteamericanos acostumbran salvar el mundo de alguna amenaza terrible. Hasta en los filmes sobre epidemias el argumento acostumbra ser el mismo. Pero ahora, frente a la covid-19, lo que está quedando claro no son las virtudes de Estados Unidos, sino sus debilidades y la evidente vulnerabilidad en el sistema de salud, en la economía y en la conducción política, en la seguridad energética y en el poder militar.

En primer lugar, se destaca la falta de un fuerte liderazgo seria y centralizada al más alto nivel del gobierno. Trump podría haber tomado medidas para mitigar la crisis, pero optó primero por negar la epidemia, declarando los alertas de covid-19 como “nueva farsa” de los “globalistas. Comenzó  a actuar solamente en medio de marzo, desperdiciando dos meses irrecuperables para prepararse  y cumplir la función básica de un estado durante una pandemia - que es, en primer lugar, evaluar con precisión la amenaza.

Sin conseguir implementar rápidamente una estrategia nacional centralizada para orientar una respuesta uniforme, los Estados Unidos cumplieron de inmediato la triste previsión de la Organización Mundial de la Salud: “que se tornarían el nuevo epicentro de covid-19”. El resultado es que hoy, 19 de mayo, en el país hay 1.537.830 casos de corona-virus, con 90.694 muertos.

Para enfrentar una pandemia es precisa una agencia central para obtener y monitorear datos del exterior y dentro del país para coordinar una respuesta – con más razón teniendo en cuenta el tamaño de EUA. Y, frente a la paralización de la Casa Blanca, el vacío fue ocupado por gobernadores y alcaldes, empresarios, comisarios deportivos y presidentes de Universidades que pasaron a tomar medidas para la contención de la epidemia.

Frustrados por la lenta respuesta federal, gobernadores como Andrew Cuomo en New York, Newsom, en California e Inslee de Washington, comenzaron a actuar por cuenta propia para cerrar escuelas y actividades comerciales para controlar la pandemia. 

Estas acciones descentralizadas, de acuerdo con cada estado, entretanto, llevó al fracaso en comprender la magnitud nacional del problema. Además de eso, los gobiernos estaduales  compitieron entre sí para adquirir equipamientos de protección a la salud en una situación de competencia en que las empresas que están vendiendo aumentan permanentemente los precios.

Medidas judiciales se suman a las disputas entre los gobiernos estaduales y federal. En fin, no existió una acción nacional rápida y unificada.

Otra dificultad de los Estados Unidos – y  en general de Occidente es que a partir de la década de 1980, trasladaron la mayoría de las industrias a Asia, incluyendo el sector hospitalario y médico.

Según la Asociación Americana de Hospitales, el número total de hospitales es 6.146, de los  cuales 5.198 son “hospitales comunitarios” definidos como “hospitales no federales, de corta internación -de corto plazo- y otros hospitales especiales”

El total de camas con personal sanitario en EUA es de 924.107 y de ellos muchos nacieron fuera de EUA. De acuerdo con la Asociación Médica de EUA, camas con personal habrá una escasez de 105.000 médicos en EUA hasta  2030. Además de estos números, indicaron que los Estados Unidos tienen menos médicos y menos camas de hospital per cápita de que la mayoría de los otros países desarrollados. Esto muestra que sería precisa una gran ampliación de camas y ventiladores para personas que precisan ser monitoreadas en Unidades de Tratamiento Intensivo.

Para cubrir la falta de estructura, instrumentos y personal, el gobierno comenzó con una rapiña internacional, confiscando materiales médicos y reclutando médicos y enfermeros del exterior. Además de eso, enviaron a China, el primero de abril, 23 aviones cargueros para traer al territorio norteamericano equipamientos médicos.  

Entretanto, el problema en la salud es más profundo. Como no existe un sistema público universal de salud, la principal preocupación de los norte-americanos es con una alta tasa de seguro y altos costos médicos

Las personas precisan ir al médico y ser verificadas si presentan síntomas de covid-19, pero los americanos pueden evitar atendimiento médico, mismo en condiciones graves, por causa de los costos. Ellos pueden evitar de ir al médico porque tienen miedo de no poder pagar el check-up o cualquier consulta. Y si reciben un diagnóstico de COVID-19  y precisan de hospitalización, recibirán las cuentas del hospital.

En Florida, el costo del tratamiento para un paciente covid-19  sin seguro es de US$ 34.927,43. En el último informe de FairHealth, hay detalles chocantes sobre los costos del tratamiento que pueden aumentar hasta US $ 73.000 para un paciente de covid-19 sin seguro. Si usted es un paciente de covid-19 y tiene seguro, el valor que usted pagará varía entre US $ 9.000 y 20.000

Son 27 millones de personas sin seguro de salud en EUA.

Esta situación se agravó con el gobierno vacilando al realizar testes de corona-virus. Un problema de fabricación con los kits de testeo que fueron enviados inicialmente de campo y un atraso en la aprobación de testes comerciales hicieron que el país perdiese semanas de mapear la pandemia.

La Jack Ma Foundation, una organización de caridad creada por el fundador de la empresa china Alibaba, anunció una donación de 500.000 kits de teste para Estados Unidos. En resumen, el sector de salud del país se mostró sin estructura y des-preparado para lidiar con situaciones críticas como la pandemia de COVID-19. Faltó kits de testear. Faltaron ventiladores. Camas insuficientes en la UTI. Falta de médicos y enfermeros. Sistema de salud excluyente. Acciones descoordinadas y descentralizadas.

En esta situación, con 1,3 millones de soldados en servicio activo y una Guardia Nacional de reserva de 440.000 funcionarios en tiempo parcial del ejército e de la fuerza aérea, las fuerzas armadas de EUA tienen una capacidad significativa de actuar con velocidad en momentos de emergencia nacional. 

Actualmente, existen cerca de 40.000 soldados envueltos en la lucha contra el corona-virus – incluyendo millares de militares en activo, más de 20.000 miembros de la Guardia Nacional, de los navíos hospitalarios y 15.000 del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EUA – con decenas de millares más propensos a ser traídos en las próximas semanas.

 El principal esfuerzo militar fue a través de la construcción de hospitales de campo de emergencia en Javits Center de New York, Century Link Field de Seattle y TCF Center de Detroit, bien como a través del envío de navíos hospitales para New York y Los Ángeles. 

El Departamento de Defesa también anunció que abastecería máscaras de respiración y ventiladores a partir de sus propios depósitos, que serán distribuidos por el Departamento de Salud y Servicios Humanos. La Guardia Nacional de Georgia está ayudando a operar casas de reposo para ancianos y la Guardia Nacional de Illinois está prestando asistencia médica en una prisión invadida por el virus.

A medida que la crisis aumenta, el papel de los militares puede expandirse todavía más. Y eso aumenta la perspectiva de que soldados más activos, especialmente equipos médicos y otros especialistas, puedan ser llamados a prestar más apoyo a las agencias civiles a medida que la pandemia se intensifica. La reubicación de esas tropas de frente a la pandemia puede abrir lagunas y vulnerabilidades en partes de las fuerzas armadas – limitando su capacidad de realizar entrenamiento básico, realizar ejercicios y responder a nuevas crisis en otros lugares.

El porta-aviones Theodore Roosevelt, movido a energía nuclear, estuvo en Guam después que por lo menos 173 marineros dieron positivo para covid-19, incluyendo el  propio capitán, dejándolo técnicamente operacional, pero incapaz de funcionar normalmente.

Y apenas uno de los cuatro navíos de la Marina de EUA con un contagio declarado a bordo, un número que probablemente será mucho mayor. Eso está comenzando a afectar la presencia militar de Estados Unidos en Indo-Pacífico. Ambos porta-aviones americanos en el Pacífico Occidental – Theodore Roosevelt y USS Ronald Reagan – fueron contagiados por covid-19.

Ejercicios militares con las Filipinas fueron cancelados. Y probablemente también no habrá ejercicio del Comando Indo Pacífico de EUA que debería reunir 25 naciones regionales y 25.000 funcionarios en julio. Las estaciones de reclutamiento cerraron. Todo está online. En el Centro de Excelencia en Maniobras del Ejército de EUA, dentro de la base militar de Fort Benning, nuevos exámenes y protocolos médicos están mudando la manera como el entrenamiento básico es realizado con aislamiento social.

Algunos defienden que la preparación para la pandemia es los cuidados con la salud. Son prioridades, más urgentes de que estar equipados para combatir guerras. En los últimos 20 años (en dólares de 2020), EUA destinaron US $ 4,7 trillones mas al Pentágono de que si tuviesen mantenido su presupuesto al mismo nivel desde el 2000 para desenvolver y comprar nuevos navíos de guerra muy caros para la Marina, aviones de guerra que quiebran el presupuesto como el caza F-35 de la Fuerza  Aérea y una lista de deseos de nuevas armas y equipamientos para todos los ramos de las Fuerzas Armadas.

Ese desvío sin precedentes de los recursos nacionales para el complejo industrial militar - situación parecida con la URSS - llevóa no tener dinero para gastar en hospitales públicos, ventiladores, entrenamiento médico, testes covid-19 o cualquier una de las cosas que se necesita en esta crisis no militar.

Este cuadro todavía tiene otro desdoblamiento: la industria global de petróleo está produciendo mucho más petróleo del que el mundo precisa – cerca de 30 millones de barriles por día de más. Y con covid-19 está ocurriendo una enorme destrucción de la demanda a medida que las principales economías permanecen paralizadas. El colapso total en la demanda global golpeo la economía de USA de lleno destruyendo la demanda por gasolina, diesel, y combustible de aviación a medida que los autos quedan estacionados y los aviones son enviados para campos y pistas remotas.

En Midland Texas el epicentro del boom del fracking de petróleo en la última década, los estacionamientos de empresas como Chevron, Diamondback y Apache están vacíos. Diversas empresas están demitiendo trabajadores, cerrando pozos y preparándose para una baja prolongada por la caída del precio del petróleo.

Tal vez por percibir el caos de la pandemia, el presidente Trump está actuando peligrosamente en el frente externo. Las fuerzas armadas de USA enfrentan desafíos de complejidad asustadora en tres frentes. Él está luchando para preservar una fuerza saludable a medida que COVID-19 se desparrama por sus filas. Ya son más de 1500 militares y sus familiares enfermos de la pandemia. Tratando de mantener su alerta con compromisos operacionales en el exterior. Ecuación muy difícil de realizar.

En cuanto países en todo el mundo enfrentan el peligro común de COVID-19 el gobierno de USA impone más sanciones a Irán, Sudan, Siria, Venezuela, Zimbabue y Cuba que está desempeñando un papel solidario al combate a la pandemia.   En el caso de Irán Trump dejó claro que mantendrá su política de “presión máxima” incluso bloqueando el pedido de Irán de un préstamo del FMI. Trump también realiza una campaña para culpar a China por el covid-19. Ahora busca una alianza con Inglaterra, Francia y Australia para cobrar reparaciones de China. Esto indica que es improbable que el gobierno Trump suavice su posición en relación a Beijing

A todo esto se suma la falta de certeza sobre las elecciones en USA. Varias primarias en estados fueron suspendidas. Existe preocupación de que la elección presidencial de noviembre pueda ser realizada.

En fin, muchas incertidumbres e inseguridades emergen en 2020 en un contexto de visible incapacidad de unión en torno de intereses nacionales y declinamiento  de USA como fuerza decisiva en cuestiones mundiales. Es el momento que exige de la comunidad internacional la adopción de medidas rápidas para contener el impacto destructivo que las políticas de Estados Unidos puedan provocar.

*El autor, Fernando Marcelino es natural de Curitiba, “Mestre” en Ciencia Política y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Federal de Paraná (UFPR)

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