08.OCT.20 | PostaPorteña 2153

Uruguay : Ya conocen la historia , ahora les contaremos la verdad

Por AMODIO

 

Transcripción del  audio del programa  de Amodio Pérez “La otra campana” del martes 6/10/20 de 11 a 12 por Radio Nacional (CX30, 1130 AM)

Como se ha convertido en moda dar el parte meteorológico, cuando me levanté hoy les iba a decir que estaba nublado. Pero viniendo para la radio salió el sol. Así que como dijo Sanguinetti la semana pasada, los hechos son los hechos y no se pueden negar.

Aunque lo que les iba a decir ustedes no lo necesitan porque les alcanza con mirar por la ventana, les iba a decir que estaba nublado pero que no se preocuparan que ya saldría el sol. Cuándo?

No se sabe a ciencia cierta, pero que saldrá, saldrá. Es como el panorama político y económico: ya irá mejor. Cuándo? No se sabe. Pero es necesario tener fe y ya veremos que lo que hoy se nos quita ya se nos devolverá, aunque sin intereses, algún día.

Y si no se nos devuelve agradezcamos que hemos podido vivir con un anhelo, una esperanza de mejora, porque sin esperanzas no se puede vivir, sin hacerle caso a esos pesimistas que dicen que todo irá peor para la mayoría. Pesimista entre los que encuentro, por supuesto.

Y ya se sabe que si a la mayoría le va mal es porque a una minoría, los que tienen la sartén por el mango, les va fenomenal. Lo que importa es que suba el PBI, que por si no lo saben, es el producto bruto interno. Lo de bruto dicho con el mayor de los respetos.

Así que no les voy a hablar ni de Miguel Toma, ni de su secretaria ni de la familia de su secretaria, ni del pase de Pellistri, ni del acuerdo al que llegó Balcedo con la fiscalía.

Pero no me resisto a enviarle al Sr. Balcedo, desde este humilde micrófono mis más sinceras felicitaciones por el acuerdo logrado. Felicitaciones que hago extensivas a su señora esposa. No es necesario que me lo agradezcan.

Tengo que reconocer que lo hago con cierta envidia, porque después de haber asaltado varios bancos y alguna financiera ilegal lo único que me queda es una modesta pensión después de haber trabajado algo así como 35 años.

Espero que cunda el ejemplo y ese gran país que es Argentina nos envíe lo más rápidamente posible a esos grandes ladrones de manos limpias, que al decir de Jorge Batlle tanto abundan en ese país.

Aquí los esperamos con los brazos abiertos, dispuestos a darles las mayores facilidades para que ejerzan aquí la noble tarea de elevar el PBI.

Así que les voy a hablar de otra cosa. Les voy a hablar de la ventana de Overton. Saben ustedes de qué se trata? No se preocupen los que no lo sepan. Yo tampoco lo sabía.

Para mi sorpresa, no es una ventana como todos conocemos. Ya saben que una ventana sirve para ver lo que pasa del otro lado de la ventana y parece que la de Overton, que aclaro no es un competidor de Aluminios del Uruguay es una ventana pero en sentido figurado, porque no sirve para ver al que mira, sino que sirve para ver lo que ven los demás.

Les digo todo esto porque un amigo que me ayuda cada vez que tengo alguna dificultad con la tecnología, Sebastián Castro, me envió a las 2,05 un mensaje por WhatsApp que me despertó la curiosidad por conocer la dichosa ventana.

Yo ya tenía pensado el guión para la audición de hoy, pero el bueno de Sebastián me lo hizo rectificar. Así que acudí, como casi todos, a esa enorme fuente de sabiduría que se encuentra a través de internet y entonces me entero que “La ventana de Overton es una teoría política que describe como una ventana estrecha el rango de ideas que el público puede encontrar aceptable, y establece que la viabilidad política de una idea se define principalmente por este hecho antes que por las preferencias individuales de los políticos”.

Lo entendieron? Bueno, yo tampoco.

No se aclara el por qué la ventana tiene que ser estrecha. Esto me demuestra mi grado de ignorancia, porque siempre preferí las ventanas grandes, porque permiten ver mejor. Pero parece que para algunas cosas cuanto más chica la ventana, mejor.

Esto en España, que es un país de grandes humoristas, pero que evidentemente está a años luz de los humoristas uruguayos, empeñados en hacer programas serios, como Séptimo día, Desayunos informales, Todas las voces o Esta boca es mía, se llama la política del globo sonda.

No les voy a explicar qué es un globo sonda porque sería una falta de respeto hacia ustedes. Sería una falta de respeto que les dijera que un globo sonda, como su nombre lo indica, es un globo que sirve para eso, para sondear.

No dice nada del color del globo, pero les recomiendo que no sea naranja, porque estamos en Uruguay y a la señora Guianze, esa que fue fiscal y que parece que estuvo escamoteando algún papel que implicaba a un familiar suyo en lo del Plan Cóndor no le gusta y se pueden buscar complicaciones.

Creo que no hace falta pero les digo que sondear, por esas cosas del idioma español, tan rico, también se le llama a indagar, tantear, averiguar. O sea que son sinónimos.

Y mi amigo Sebastián me dice que la medida esa que se dijo que se iba a poner en marcha sobre el uso de los autos propios, tan sabiamente retirada sobre la marcha y que el portavoz del gobierno, es decir, portavoz del Sr. Lacalle Pou comunicó entre sonrisas el domingo pasado, como quien cuenta una travesura de su niñez, se corresponde con la ventana de Overton.

O del globo sonda, como diría yo, que no poseo tanta erudición como mi amigo. Seguro que Sebastián todavía no se había enterado que también se ha dado marcha atrás con otra medida impopular, como fue el aumento del salario a los directores generales.

Quizás dentro de poco se le llame a esto el método “Lacalle Pou”, que consiste en tirar ideas que gustaría llevar adelante que si pasan, pasan. Y si no pasan, rectificamos, que para eso estamos. Para dar muestras de ponderación y de respeto de la opinión pública. Que para eso nos pagan.

Perdonen que otra vez haga mención al humorismo español, que además de Gila ha dado ejemplares memorables, al menos para mí, que carezco del sentido del humor y me tomo todo a la tremenda. 

Concedido el perdón que supongo me darán, ya que para eso se los pedí, mencionaré dos programas españoles que me han dejado huella: uno es Ilustres ignorantes y el otro es El Intermedio. Este último empieza diciendo Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad.

Esto me trae a colación la noticia del El Observador de hoy, que invito a todos que la lean, acerca del proyecto de autocrítica que el FA va a iniciar en breve.

Parece que se perdieron las elecciones porque hubo desacumulación política, que hubo falta de comunicación entre el gobierno y el partido, que no se actuó con claridad ante problemas que se llaman de ética, errores en la elección de la candidatura a la vicepresidencia y que casi toda la culpa la tiene Daniel Martínez.

Yo no sé quién impulsa esta autocrítica con esas bases. Pero a esto hay que llamarle con su nombre, que es la política del avestruz. No se dice una sola palabra de la corrupción que campeó durante los tres gobiernos del FA, ni se habla de PLUNA, los negocios con Venezuela, ni del puerto de aguas profundas ni la Regasificadora ni el perdón a Paco Casal. Y para qué seguir, verdad?

Bueno, dejemos la ironía de lado y vamos a lo que interesa.

El pasado viernes, en el Ateneo de Montevideo, fue presentada la Asociación Toda la Verdad, formada mayoritariamente por familiares de las víctimas de las organizaciones que en los años sesenta decidimos que la lucha armada era el camino hacia la revolución social.

Ante una asistencia numerosa, quienes son sus voceros, Diego Burgueño, Sergio Molaguero y Jaime Orosa expusieron las razones y los fines de la asociación, así como informaron a los presentes de las entrevistas que hasta ese día habían mantenido con autoridades de gobierno y de algunas asociaciones civiles.

De esas entrevistas se recoge un resultado favorable a los intereses de la asociación aunque en algunos casos se ha hecho evidente el desinterés de algunos sectores.

Lo que sí ha quedado claro es la voluntad de seguir trabajando para que se conozca la verdadera historia del pasado reciente, que se ha contado de forma sesgada y ha convertido en víctimas a una parte de la sociedad y ocultado las responsabilidades que a esa misma parte de la sociedad le correspondió.

La asociación ha tomado como propia la marcha que anualmente ha encabezado Diego Burgueño de manera personal y en la que participé en el año 2018. Dicha marcha volverá a realizarse pasado mañana día jueves 8, teniendo como punto de concentración las calles Wilson Ferreira y Piovene para luego marchar hasta la plaza del Gral. Artigas.

Desde aquí invito a nuestros oyentes a acompañarnos, tanto en marcha como en el desarrollo de la asociación. Para la marcha recordar que hay que ir provistos del tapaboca y guardar las medidas sanitarias correspondientes.

Desde La otra campana colaboraremos informando de sus actividades y dándoles nuestros micrófonos cada vez que lo crean conveniente.

El pasado día 22 pude intercambiar una serie de ideas con el Sr. Sanguinetti acerca de la gestación del Golpe de Estado del año 1973 y la salida de la dictadura, tras 12 años de permanencia.

Mi interés en hablar de esos temas con el Sr. Sanguinetti se basó, fundamentalmente en dos cosas: el desconocimiento que yo creo existe sobre la historia real de aquellos años y de manera fundamental el desconocimiento de los pactos y acuerdos que fueron necesarios para conseguir que los militares aceptaran la entrega del poder.

Según mi opinión, las dictaduras acaban por una derrota militar o por una negociación política. La uruguaya, también en mi opinión felizmente acabó por una negociación política.

Es cierto que las condiciones internacionales ya habían convertido a la dictadura uruguaya en algo obsoleto, fundamentalmente porque junto con las demás dictaduras que asolaron América Latina, ya había cumplido su papel fundamental, como fue sentar las bases para un sistema económico que el capitalismo internacional, que entonces tenía como fuerza principal al imperio norteamericano había considerado fundamental para su supervivencia.

Especialmente para quienes no vivieron aquellos años, hay que decirles que por entonces la intervención de las potencias económicas y militares, aunque eran evidentes, trataban de moverse en las sombras, entre los pliegues y recovecos de sistemas políticos que les eran afines, porque o bien servían a sus mismos intereses o se beneficiaban de ellos.

Hoy sabemos que esas mismas intervenciones siguen vigentes aunque ya no exista un centro de poder que pueda identificarse con un país o con una potencia determinada, porque sabemos que una consecuencia de la globalización es la participación indirecta de los habitantes de los países que sufren la explotación del sistema capitalista en la explotación de sus propios países, participando en los fondos de inversión que se nutren de los fondos de pensiones particulares, por ejemplo.

Hoy el sistema capitalista no necesita impulsar golpes de estado para imponer gobiernos que sigan sus consignas. Hoy el sistema capitalista impone sus condiciones a través de leyes impulsadas por los mismos partidos que hasta hace unos años decían combatirlo y que para hacerlo impulsaban y creaban movimientos revolucionarios.

Hoy esos partidos han sido absorbidos por el sistema, forman parte de él y han entregado al capital multinacional la tierra y todo el sistema productivo uruguayo para poder justificar las prebendas que se le conceden a ese capital financiero para lograr las tan ansiadas inversiones y que tanto daño ha causado y seguirán causando. Al menos mientras se le siga concediendo en las condiciones actuales.

Esto no es nuevo, aunque ahora aparezca en toda su magnitud y que asombra por su escandaloso volumen, pero la corrupción política, la sumisión a los intereses del capital internacional no es cosa nueva. Existió siempre, y esa es la base de las crisis sociales y políticas que se vivieron desde los años 50 y que aún nos golpea.

La aparición del MLN en el Uruguay respondió también a esas condiciones nacionales y también a las internacionales, porque Uruguay es un país dependiente de los vaivenes de la política internacional, a tal punto que todo el sistema de protección social creado por el Batllismo y que se financió con el producto de las exportaciones que las dos guerras mundiales hicieron posibles, hace crisis tras la guerra de Corea, cuando los ejércitos norteamericanos ya no necesitan ni el cuero ni la lana que el Uruguay les vendía a buenos precios.

Pero los beneficios que esas ventas produjeron, solo una parte mínima benefició a los trabajadores uruguayos. La mayor parte fue a parar a los bolsillos de los estancieros e industriales que ya entonces controlaban no solo el gobierno, sino el sistema bancario y la prensa, que respondía a los partidos políticos mayoritarios, el partido Blanco o Nacional y al partido Colorado.

Estos mismos partidos se habían asegurado, mediante la ley de Lemas, esa misma ley que ha permitido que Carolina Cosse sea intendenta de Montevideo, que la izquierda nunca podría dejar de ser una fuerza testimonial y que servía para legalizar al mismo sistema político que le negaba las posibilidades de competir en pie de igualdad.

El MLN nace contra todo eso. Es verdad que la revolución cubana sirvió de aliciente y es verdad que las condiciones sociales del Uruguay no eran las mismas y que teníamos un gobierno que en lo formal podía llamarse democrático, pero la crisis existía y era real.

Como bien me reconoció el Sr. Sanguinetti, los intentos revolucionarios se desarrollaron de sur a norte y de este a oeste en toda América, pero nos echa en cara no haber seguido la opinión del Che, que dijo públicamente que teníamos que cuidar nuestro sistema democrático pero que al mismo tiempo decía que había que crear varios VietNams y cuya principal discrepancia con los uruguayos fue la real falta de condiciones geográficas para desarrollar una guerra de guerrillas, tal como se habían desarrollado hasta entonces.

En aquellos años se decía que el MLN era financiado y alentado por Cuba y la URSS. Nada más lejos de la realidad, ya que ni a Cuba y menos a la URSS les interesaban  la existencia de movimientos revolucionarios que pudieran interferir con los partidos comunistas locales, esos sí financiados por las arcas extranjeras. En la charla con el Sr. Sanguinetti ese tema quedó de lado, lo que para mí es una prueba de que el Sr. Sanguinetti sabe que eso ha sido así.

Se dirá ¿y cómo el Ché inició la aventura boliviana e incluso se invitó al MLN a participar de esa aventura?. Por una razón muy sencilla: porque ya el Ché estaba fuera de las directivas de la URSS y porque nuestra incorporación a esa aventura dejaba el campo político uruguayo totalmente libre para quienes nos hicieron la invitación: Ariel Collazo, que era o se consideraba el portavoz de los cubanos y de Rodney Arismendi, secretario del partido Comunista uruguayo que dependía directamente de las directivas soviéticas.

Entonces es verdad que el MLN inicia sus actividades dentro de un sistema político que al menos en lo formal podía considerarse democrático y que por lo tanto no nació para luchar contra ninguna dictadura.

Nació para luchar contra la crisis social que ya asolaba a la clase trabajadora pero que dadas las condiciones políticas entendió que el único medio para conseguir sus objetivos era la lucha armada.

Lo que tenemos que reconocer es que el MLN creyó que la implantación de una dictadura e incluso la intervención de fuerzas extranjeras podían ser beneficiosas para su lucha, porque crearían las condiciones objetivas que faltaban en Uruguay para justificar su existencia.

Si bien Pacheco aplicó de forma injustificada medidas restrictivas contra organizaciones sociales con la excusa de combatir a la sedición, esas medidas, aplicadas contra organizaciones sociales y políticas que nada tenían que ver con la sedición y que incluso estaban abiertamente en contra de la lucha armada, contribuían a crear la sensación de que su gobierno era, en realidad, una dictadura.

De ahí las palabras de Huidobro y que Alfonso Lessa recoge en su libro Estado de guerra con las que le adjudica a Pacheco la condición de ser “el mayor creador de tupamaros”, porque estábamos convencidos de que Pacheco estaba creando las condiciones objetivas para la revolución.

Quien quiera comprobar si estoy en lo cierto o no, lo invito a que lea las páginas de la 193 a la 207 de Estado de guerra y compruebe cómo ya en 1996 Huidobro ya insinuaba el viraje posterior, cambiando la historia y cómo Lessa se convirtió en un propagador de la falsa historia.

Por contraposición, también quedó claro que el MLN no fue la causa del golpe de estado. Al menos, puede decirse que no lo fue de manera directa, ya que cualquiera haya sido la fecha del golpe, febrero o junio de 1973, el MLN ya había sido derrotado seis meses antes. Por poner una fecha, podemos decir que la detención de Raúl Sendic el 1 de septiembre de 1972 puede considerarse como el día del punto final.

Por qué? Porque Sendic representaba en esos momentos la voluntad de proseguir la lucha. Ya no quedaba en libertad nadie que pudiera aglutinar a su alrededor las voluntades de un grupo que pretendiera proseguir la lucha.

Tenemos que recordar que lo que Huidobro sale a plantear a sus compañeros es la aceptación de una rendición incondicional, matizada por la promesa de los mandos de un trato de benevolencia para quienes no tuvieran delitos de sangre.

Benevolencia que las FF.AA. no estaban en condiciones de garantizar, salvo que, precisamente, contaran con el control del Estado.

Creo que el desprestigio del sector político, seguramente magnificado a ojos de una oficialidad sin formación política alguna por los presos del MLN, que trató, una vez acabada la primera tregua de junio de 1972 de “tupamarizar” a las FF.AA., según reconociera Huidobro en La tregua armada, tuvo mucha mayor incidencia en el golpe militar.

Otro detalle a tener en cuenta es que los militares se consideraban a sí mismos como los únicos poseedores de la honradez necesaria para acabar con la corrupción política, corrupción reconocida como la raíz de los enfrentamientos.

El desprecio de los militares hacia el sector político era unánime. Tan grande como el desconocimiento del verdadero poderío del MLN entonces. Los FF.AA. ignoraban que el MLN ya estaba derrotado en junio de 1972 y esa fue la única razón por la que los presos, con su comisión llamada de los 5 a la cabeza, entienden que no queda otra salida que la rendición.

Ya se había producido el acuerdo básico: si ambos buscamos lo mejor para este país, ¿por qué peleamos?, fue la respuesta de los mandos al planteo de Wassen de buscar una salida negociada.

Y el desprecio hacia lo político queda una vez más en evidencia cuando los mandos informan a Bordaberry, teórico jefe supremo de las FF.AA. de una posible rendición del MLN una vez que las negociaciones están rotas.

Y le mienten a Bordaberry, porque le informan una vez que la tregua está rota y le dicen que el MLN pone condiciones para rendirse, lo que era verdad, sabiendo que la respuesta de Bordaberry y de sus asesores será la que fue: si se quieren rendir que se rindan, pero no aceptamos condiciones.

Los mandos buscaron el respaldo del gobierno para el rompimiento de las negociaciones, respaldo que no buscaron, porque estaban convencidos de que no lo necesitaban, cuando iniciaron las negociaciones un mes antes.

Cuando Huidobro sale del Florida acompañado por el capitán Calcagno a plantear la rendición incondicional, el Ejecutivo del MLN lo formaban Sendic, Marenales y Engler. Estos promueven la llamada “reunión del chircal” y le plantean a la escasa militancia que todavía permanece activa, el planteo que el Ñato les había trasladado días antes.

Antes de que pasara un mes, la casi totalidad de los asistentes a la “reunión del chircal” estarán presos o muertos. Y tengo que destacar que varios de ellos, entre los que se encuentran los mismos Marenales y Engler se convertirán en colaboradores con los militares en las famosas comisiones de los ilícitos. Otros fueron Mujica, Lucía Topolansky, Marcelo Estefanell. Todos intentarán, más adelante, una vez terminada la dictadura, de desmarcarse de esa colaboración.

Causa risa la lectura de lo que dice Marenales en el libro que Márquez Zacchino, le escribió para su mayor gloria,Marenales - Tupamaro - en el que pretende hacer creer que la colaboración fue cosa de otros. Pero en ningún momento desmiente a Ettore Pierri que puesto en libertad por la gente de El Florida para que actúe de enlace entre las comisiones de los ilícitos y la gente que desde el exterior de los cuarteles abastecía a esas comisiones de la información para “acabar con la corrupción de los políticos”, recibió el visto bueno del mismo Marenales.

A finales de julio de 1972 solamente Sendic mantiene la idea de continuar la lucha y se mantiene en esa posición pese a las varias reuniones que mantuvo con los presos y los mandos en el mismo Florida.

Sendic se convirtió, entonces, en un enemigo para los presos, que veían cómo se esfumaba la posibilidad de un entendimiento “entre combatientes” que aunque situados en veredas diferentes, tenían un fin común: un Uruguay mejor.

Ya lo habían ido aislando, restándole apoyo y señalando a quienes como él pretendían continuar la lucha. Y lo hacen por la delación y los señalamientos callejeros, hasta la decisión de lograr su propia detención o su muerte, sabiendo, como sabían, de la decisión de Sendic de resistirse a ser detenido.

Es por eso que no carecen de sentido las palabras de Sendic, pronunciadas la noche en que el Ñato creía que lo iban a matar, la misma noche que Sendic lo agarró a trompadas a Mujica, porque quería saber ¿quién de ustedes me entregó?

Lo entregaron entre todos. Y entre todos aceptaron que determinados presos fueran puestos en libertad para que volvieran a la militancia para actuar de informantes infiltrados, actividad que muchos siguieron desarrollando después del golpe, actuando desde adentro del MLN y desbaratando los intentos de reorganización que aunque débiles, existieron.

Se habla del mesianismo militar y de su borrachera por el triunfo sobre la guerrilla, pero se dice muy poco, demasiado poco, sobre el papel que los mismos políticos jugaron como informantes de los militares acerca de quiénes de sus colegas debían ser detenidos y procesados.

Y menos se dice del papel jugado por la embajada norteamericana. Sobre estos dos aspectos es muy poco lo que puedo decir. Espero que otros, en mejores condiciones que yo, lo hagan.

Según surge de las palabras del Sr. Sanguinetti, para la salida de la dictadura, habían dos vías: seguir trabajando hasta conseguir su abandono del poder, mediante las movilizaciones tanto nacionales como las internacionales, las que habían logrado que la administración Carter le hubiera retirado la ayuda para la compra de armamento, lo que no era poca cosa, dadas las circunstancias y la que propiciaba la salida de los militares del poder mediante una salida negociada. La tercera vía posible, obligarlos a irse mediante una movilización armada o un golpe restaurador de la democracia desde adentro de la propia dictadura nada se ha dicho, por lo que es de suponer que no estuvieron en consideración.

A juzgar por las palabras del Sr. Sanguinetti, ambas posibilidades estuvieron encabezadas la primera, la de seguir golpeando a la dictadura, por Ferreira Aldunate y la segunda, digamos la de “ayudarlos” a irse, por el mismo Sanguinetti.

Es evidente, al menos desde mi punto de vista, que la encabezada por Ferreira Aldunate descartaba la posibilidad de emplear la segunda, mientras que la segunda no descartaba a la primera.

Esto que parece un juego de palabras fue en realidad lo que sucedió, porque no se llegó al 3 de agosto de 1984, fecha del acuerdo del Club Naval ni por milagro ni por arte de magia ni porque una fórmula fuera mejor que la otra.

Siempre según mi opinión fue la suma de varios factores lo que llevaron al acuerdo. Para los EE.UU. que ya habían conseguido imponer la doctrina de Milton Friedman en todo el continente latinoamericano y que ya tenían el su horizonte la caída estrepitosa del bloque soviético, seguir apoyando a la dictadura uruguaya era antipolítico y antieconómico. Ya no la necesitaban. Había cumplido su papel.

Los otros factores tienen que ver con la situación interna. La dictadura no había conseguido resolver los problemas estructurales del Uruguay, por esas mismas razones ya no contaba con el apoyo popular innegable que convirtió a los golpistas en los salvadores de la patria y el desgaste que la propia acción de gobierno genere con el tiempo.

Por otro lado y seguramente tuvo su importancia, los militares demostraron que tenían las mismas características de los políticos que criticaron antes y usaron el Estado en beneficio propio y de sus familias.

Más allá de alguna obra que puedan reivindicar, comprobaron y demostraron que el poder corrompe y que podían ser tan corruptos como cualquier uruguayo.

Ya veremos que antes del 3 de agosto de 1984 hubo un largo proceso de negociaciones que sentaron las bases del acuerdo. Negociaciones y acuerdo que no fueron públicas y que creo yo están en la raíz de la situación actual.

Para llegar a la situación actual se permitió que el MLN falsificara la historia a su antojo y se le ocultó a la población en general que los militares abandonarían el poder a cambio de la seguridad jurídica de sus integrantes.

Es por eso que no aceptaron ser incluidos en la ley de amnistía, porque habían cumplido el mandato que por ley se les adjudicó pero por sobre todas las cosas, siempre según mi opinión, porque no la necesitaban.

Pero no nos adelantemos. Veamos los antecedentes.

Las Fuerzas Armadas admitieron el resultado adverso del plebiscito constitucional de 1980 y, una vez sobrepuestas del mismo, elaboraron un nuevo cronograma de transición institucional, sustitutivo del original, que preveía un período de transición de tres años y medio con los siguientes pasos sucesivos: reestructuración del Consejo de Estado que permitiera la participación de los partidos políticos, desproscripciones de líderes políticos, redacción de un Estatuto de los partidos políticos, reforma de la Constitución, elecciones nacionales en 1984 y, finalmente, cambio de mando en marzo de 1985.

A comienzos de julio de 1981 se inició el diálogo político entre la Comisión de Asuntos Políticos de las Fuerzas Armadas (Comaspo) y los representantes de los partidos Colorado, Nacional y Unión Cívica.

Téngase en cuenta la fecha: julio de 1981, para tener una idea aproximada de lo dificultoso del acuerdo.

El 7 de octubre de 1981 se reunieron los dirigentes del Partido Colorado y del Partido Nacional que entonces oficiaban de autoridades en la clandestinidad, con el fin de aunar criterios para elevar sus propuestas a la Comaspo. Por el Colorado concurrió el llamado “Grupo de los Seis” y por el Partido Nacional el “Triunvirato”.

El Grupo de los seis estuvo formado por Carlos Manini Ríos, Enrique Tarigo, José Luis Batlle, Máximo Gurméndez, Eduardo Jiménez de Aréchaga y Jorge Otero Menéndez. El Triunvirato del partido Nacional por Dardo Ortiz, Carlos Julio Pereyra y Jorge Silveira Zavala, el que sustituyó a Mario Heber, su anterior integrante y recientemente fallecido.

En la interna de los dos partidos había discrepancias sobre la representatividad de algunos grupos políticos. En el Colorado el pachequismo defendía la vigencia del espectro ofrecido por las elecciones de 1971, donde había obtenido la mayoría de los votos del lema. En el Nacional el tema de la representatividad era mucho más claro, pese a que algunos de sus sectores minoritarios surgidos después de instaurado el régimen de facto sostenían que el transcurso de una década había alterado sustancialmente aquellos apoyos electorales.

Era necesario definir a través de una consulta popular la representatividad de cada grupo dentro de sus respectivos partidos. Los sectores que habían apoyado el NO en 1980 coincidieron en reclamar elecciones internas en el plazo más breve posible, en el entendido de que ese evento posibilitaría el descongelamiento de la situación política, el fortalecimiento de los partidos y la legitimación de sus representantes.

El primer paso fue la negociación del Estatuto de los partidos políticos. Los colorados aceptaron negociar con los militares dichos estatutos, mientras que los nacionalistas expusieron sus puntos de vista pero se mantuvieron al margen de la negociación.

Sin embargo, participaron del proceso de “reconstrucción oficial” de los partidos vía el nuevo Estatuto, que quedó plasmado en la llamada Ley Fundamental N° 2 del 7 de junio de 1982. En las elecciones internas llevadas a cabo el 28 de noviembre de 1982 votó el 60,5% del electorado.

Fueron habilitados solamente los partidos Colorado, Nacional y Unión Cívica. El resultado fue aún más adverso para el régimen que en 1980. Los sectores opositores triunfaron ampliamente: 76,2% en el Partido Nacional y 69,7% en el Partido Colorado.

La oposición más intransigente —la mayoría nacionalista— apareció como la gran triunfadora, porque su victoria había sido aplastante dentro del Partido Nacional y porque el Partido Nacional en su conjunto había recibido más votos que el Partido Colorado a través de todas sus fracciones.

El Frente Amplio hizo un llamado a votar en blanco, pero con malos resultados; de hecho, se considera que una gran cantidad de votantes frenteamplistas votaron por el wilsonismo, y una cantidad menor por la Corriente Batllista Independiente.


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