20.ABR.21 | PostaPorteña 2199

Un Fantasma Recorre América del Sur

Por NicolásGrimaldi/CEICS

 

Las últimas semanas fueron testigos de elecciones que muestran una realidad que es transversal a casi toda la región. Estamos hablando de las elecciones de la segunda vuelta de elección presidencial en Ecuador, la primera vuelta de elecciones generales de Perú, y el ballotage de gobernadores en Bolivia. Las tres, realizadas el 11 de abril. Todos estos procesos electorales, aunque con resultados disímiles y desarrollos diferentes, dan cuenta de un proceso similar, a saber, la crisis política, económica, y social que atraviesa a la región y que se vio agravada por la pandemia de covid – 19.

Dr. Nicolás Grimaldi,

sociólogo, investigador del CONICET y analista político CEICS

20 abril 2021

Si tomamos los titulares referidos a Ecuador y Perú, veremos que en Ecuador se anunciaba el triunfo de la derecha “neoliberal”, y en Perú de un candidato “izquierdista” que se imponía frente a KeikoFujimori, hija del ex presidente. Lo concreto es que ambos procesos electorales en realidad mostraron que, lejos de cerrarse, la magnitud de la crisis política de la región no hace más que agrandarse.

 

En Ecuador, la segunda vuelta enfrentó a Guillermo Lasso, el empresario bancario candidato por la alianza CREO y el histórico Partido Socialcristiano, y a Andrés Arauz, de la alianza apoyada por Rafael Correa. En la primera vuelta, el 7 de febrero, Arauz había obtenido un 32,7% producto de 3.033.791 votos, y Lasso un 19.7% con 1.830.172. En tercer lugar, quedó Yaku Pérez, el candidato del “indigenista” movimientoPachakutikque obtuvo un 19.3% con 1.798.057, quien llamó al voto en blanco para esta segunda vuelta. En esta segunda vuelta, Lasso triunfó con un total de 52.36% de votos contra un 47.64% de Arauz.

A priori, se trataría de un triunfo más. Sin embargo, el principal dato es el que no se ve, y son los fuertes números de ausentismo, voto nulo y blanco. Si tomamos en cuenta esos tres elementos, veremos que hubo un 17,29% de abstencionismo, y casi un 15% de voto nulo o blanco. Es decir, cerca del 32% del padrón electoral no fue, no votó a ningún candidato, o anuló su voto, similar a lo que sucedió en la primera vuelta.

Si buscamos poner un parámetro a esta elección veremos que, en 2017, Lenin Moreno triunfó en un contexto donde la abstención y el “voto bronca” fueron de cerca del 20%, o sea 10 puntos menos que esta última elección. Al mismo tiempo, la elección arrojó un Congreso dividido entre las 4 principales fuerzas de la primera vuelta, a saber, los alineados con Correa, la alianza CREO, el movimiento Pachakutik y el Partido de Izquierda Democrática, lo que en la práctica implica que Lasso deberá acordar y negociar prácticamente todo en su gobierno.

Si nos vamos a Perú, nos encontramos con un problema aún mayor. Allí, se realizó la primera vuelta para la elección presidencial, donde resultó ganador, por decirlo de alguna manera, Pedro Castillo por el frente Perú Libre. Castillo es reconocido por ser un dirigente sindical docente, que lideró la huelga magisterial en 2017. Se afilió al partido Perú Libre en octubre del año pasado, y fue nominado como candidato a presidente debido a que Vladimir Cerrón, candidato original de ese partido, tiene una pena de 4 años de prisión. 

Las elecciones en Perú muestran un nivel de descomposición política aún mayor, ya que se presentaron 18 partidos, de los cuales 11 van a tener representación parlamentaria. Pero para peor, el triunfador de estas elecciones, Castillo, obtuvo un 15% de los votos, mientras que KeikoFujimori salió segunda con un 10%. Ahora bien, hay que sumar que el voto en blanco fue del 12.5%, el voto nulo fue del 5% y la abstención fue del 29%. Es decir, que casi la mitad de la clase obrera rechaza a los políticos burgueses, incluyendo al ex presidente Vizcarra, que cayó en el medio de una movilización social gigantesca, que no llegó al 2% de los votos. Por este motivo, el Congreso quedó dividido en 11 agrupamientos, mostrando la debilidad política de la burguesía peruana que está fragmentada en casi dos decenas de partidos sin que ninguno tenga una hegemonía seria sobre otros.

Castillo buscó presentarse como una especie de “Evo” peruano. Un dirigente social, surgido en el interior de Perú, que propone un proyecto político sostenido por la reforma de la Constitución, pero también una serie de planteos mercado internista, que fundamentalmente apuntaban a que las empresas dejen el 70% de sus ingresos al Estado y solo puedan remitir un 30% de las ganancias. Al mismo tiempo defiende una política patriarcal, como el hecho de oponerse al aborto legal, entre otras demandas del movimiento de mujeres, como lo hacen también gobiernos a los que declaró admirar, como el chavismo o el MAS en Bolivia. Es decir, se trata de un dirigente profundamente nacionalista, reformista en lo económico, y conservador en lo político.

Tanto Perú como Ecuador, son muestras del ascenso de la crisis política en la región que se manifiesta en un fuerte rechazo al sistema político y a los candidatos de la burguesía. El pésimo manejo de la pandemia, y el descalabro realizado con la vacunación, algo que fue banalizado por la izquierda en su momento, están pasando factura a los sucesivos gobiernos burgueses. Perú y Ecuador están entre los países de la región que menos vacunas han aplicado entre 1.5% y 1.9% de primeras dosis, sin muchas precisiones de cómo seguirán estos procesos. A su vez, Perú es hoy el tercer país de la región en cantidad de muertos, con 9 muertes por millón de habitantes, mientras que Ecuador hoy posee un promedio de 3.3 muertes por millón, aunque alcanzó un pico en septiembre del 2020 de 33 muertes por millón de habitantes. De allí que en estos países haya un fuerte castigo de parte de la población a todo el personal político.

Dentro de los castigados debemos incluir también al MAS en Bolivia, donde el gobierno de Arce, prometió 15,4 millones de dosis: 5,2 de la Sputnik, 10 millones de la de Oxford- AstraZeneca (5 millones corresponden al programa COVAX), medio millón de la Sinopharm, y 94.000 de Pfizer. Las vacunas fueron recibidas el 28 de enero, y a los pocos días comenzó la aplicación. Sin embargo, a la fecha solo hay un 3% de la población vacunada, al menos con una dosis. Coincidentemente, el domingo 11 de abril perdió los 4 ballotages que se realizaron en los departamentos de La Paz, Chuquisaca, Pando y Tarija. Así, el MAS solo triunfó en 3 gobernaciones (Potosí, Cochabamba y Oruro) y solo en dos capitales (Oruro y Sucre) incluso sufriendo derrotas frente a ex candidatos del MAS hasta hace pocos meses.

Bolivia, Perú y Ecuador, son ejemplo de que la crisis política en la región no hace más que avanzar. La Argentina y Brasil van en la misma dirección. La economía, pero también el mal manejo de la pandemia y sobre todo de la vacunación, muestra que los gobiernos burgueses, sean los progresistas como los de “derecha”, solo pueden ofrecer miseria y muerte a la clase obrera. Por eso, América Latina necesita de cambios profundos para salir del atolladero en que está metida. Solo la construcción de una salida socialista para la región, de la mano de clase obrera, puede marcar el rumbo para acabar con la miseria y la muerte.


Comunicate