04.JUL.21 | PostaPorteña 2215

Andará Nicaragua su camino en la gloria....

Por varios

 

 

El Olor De Un Cadáver Descompuesto

 

Daniel Ortega gobierna Nicaragua bajo un modelo dictatorial que no deja de repetirse. Los gobiernos de Latinoamérica deben entender que en ese país no hay una elección entre izquierda y derecha, sino entre dictadura y democracia.

Sergio Ramírez Mercado 22 junio 2021 LETRAS LIBRES       

 

Daniel Ortega gobierna Nicaragua bajo un modelo dictatorial que no deja de repetirse. Los gobiernos de Latinoamérica deben entender que en ese país no hay una elección entre izquierda y derecha, sino entre dictadura y democracia.

En la historia de Nicaragua los gobernantes libremente electos son la excepción, y los caudillos que pretenden volverse eternos en el poder son la regla. La revolución liberal del general José Santos Zelaya en 1893 dio paso a la Constitución más ambiciosa que el país ha tenido en su historia, tanto así que fue llamada “la libérrima”, pero solo duró en vigencia una semana. Zelaya mandó a suspender su vigencia, porque uno de sus artículos prohibía la reelección. Al cabo de 10 años fue derrocado por una revuelta apoyada por Estados Unidos, y el presidente Porfirio Díaz mandó una corbeta de guerra para llevarlo a buen seguro al puerto de Salina Cruz.

Anastasio Somoza, que se inventó un grado de general sin haber peleado una sola batalla, dio en 1936 un golpe de estado contra su propio tío, el presidente Juan Bautista Sacasa, y modeló su propio Constitución para quedarse en el poder por dos décadas; hasta que, en 1956, cuando celebraba su proclamación como candidato, dispuesto a reelegirse una vez más, se le atravesó en el camino un poeta, Rigoberto López Pérez, y lo mató a tiros. Sus dos hijos, Luis y Anastasio, lo sucedieron en el mando, pero el último de ellos fue derrocado por la revolución triunfante de 1979, e, igual que su padre, murió víctima de un atentado en su exilio en Paraguay.

Paradójicamente, el poder ganado entonces por las armas fue entregado en 1990 por el Frente Sandinista a Violeta Barrios de Chamorro, que derrotó en elecciones libres al entonces presidente Daniel Ortega, candidato a reelegirse.

Pero de aquella decisión de la dirigencia revolucionaria, que habría podido cambiar el rumbo del país y dar paso a la alternancia democrática, no tardó en abjurar Ortega.

Perdió dos elecciones más, pero gracias a un pacto con el caudillo liberal Arnoldo Alemán, convicto por lavado de dinero y hechos de corrupción durante su presidencia, Ortega volvió a ganar en 2006.

Mediante aquel pacto, se rebajó cómodamente la cantidad necesaria de votos, lo que le permitió ganar en primera vuelta. Y esta vez hizo el juramento de no volver a cometer el error de aceptar otra derrota electoral. Y allí estamos.

Cuento esta historia de caudillos enemistados a muerte con la democracia, porque ayuda a explicar la ola represiva que sufre Nicaragua, con prácticamente todos los posibles aspirantes a ganarle una elección a Ortega, y otros destacados dirigentes políticos, periodistas y empresarios, presos en celdas de aislamiento, y las reglas del juego electoral pervertidas hasta el total descrédito.

Las elecciones fijadas para noviembre sólo serán una gran payasada trágica porque si hay algún contendiente, será de mentira; un candidato arreglado, de esos que en el lenguaje popular son llamado en Nicaragua “candidatos de zacate”.

El modelo dictatorial es el mismo del pasado que no deja de repetirse. Ortega es, otra vez, el caudillo que se considera ungido, y por tanto eterno, y por eso persigue y encarcela oponentes, así sean sus propios viejos compañeros de armas, como es el caso de la comandante Dora María Téllez, la heroína de la toma del Palacio Nacional en 1978, o el del comandante Hugo Torres, quien sacó a Ortega de la cárcel mediante una acción guerrillera.

En 2018 la gente salió a demandar, sin armas, el fin de este ciclo trágico, los jóvenes a la cabeza, y la policía fiel a Ortega, y las fuerzas paramilitares, provocaron una mortandad.

Hoy está prohibido, bajo pena de prisión, salir a la calle y agitar una bandera de Nicaragua. En una campaña electoral como en cualquier otra parte del mundo, la gente volvería a marchar con sus banderas, y eso se vuelve intolerable para un régimen cuyas reglas son el terror, la inmovilidad y el silencio.

En una campaña electoral normal, ningún medio de comunicación debería estar confiscado, ni silenciado, como ahora en Nicaragua, donde la mitad de los periodistas independientes han sido forzados al exilio, y otros están presos, mientras lo que se ejerce desde las redes sociales es un periodismo de las catacumbas.

Hay en América Latina y en España una izquierda anquilosada en la guerra fría, que cree que Ortega representa valores revolucionarios de aquellos que en el pasado se correspondieron con ideales.

Ya no hay más causa idealista en Nicaragua. Las leyes represivas que sirven al estado para perseguir y encarcelar como traidores a la patria a todos los que se oponen a la reelección de Ortega, bien pudieron haber sido promulgadas por el doctor Francia, o por el Generalísimo Franco.

De aquella revolución, sólo queda el olor de un cadáver descompuesto.

La escogencia en Nicaragua no es entre izquierda y derecha, sino entre dictadura y democracia. Es lo que los gobiernos del hemisferio deben entender. Y que la democracia no es asunto de color local, sino que concierne a todos.

Sergio Ramírez Mercado

(Masatepe, 1955) escritor, periodista y político nicaragüense. En 2017 ganó el Premio Cervantes. Su novela más reciente es Ya nadie llora por mí (Alfaguara, 2017)

 

Nicaragua y la Indiferencia de la Militancia de Argentina

 

En Nicaragua la dictadura aumenta la represión y asfixia las voces críticas, mientras en el cono sur creen que aquí hay “revolución”

ISABEL GUTIÉRREZ Boletín Viento Sur 2 JULIO 2021

Duele la foto de la militancia argentina y su (falta de) reacción ante la dictadura de Ortega y Murillo. La solidaridad ausente es una herida profunda que no va a sanar, porque se ha instalado y persiste a más de tres años de las masacres, que no han logrado despertar las voces de las y los que se llaman progresistas o de izquierda. Salvo algunas contadas excepciones, como las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Adolfo Pérez Esquivel o las Feministas del Abya Yala.

Duele el silencio de la mayoría de feministas, que conocen –muchas veces con detalles escabrosos-, la persecución, el encarcelamiento, los juicios amañados, las condenas impuestas sin defensa alguna, el exilio, los abusos sexuales, las violaciones y hasta los abortos causadas por los violadores al servicio del régimen.

Sus víctimas son mujeres del pueblo y también feministas, las que participaron en la Revolución y las nietas de la Revolución, esas que se levantaron muchos años antes de abril 2018, las incontrolables, que ni Ortega, ni las élites políticas y económicas, ni las jerarquías religiosas pudieron callar. Las que no callamos.

Las que hemos dado suficiente muestra de compromiso con la lucha feminista por liberarnos del patriarcado, del colonialismo y del capitalismo, entre otras opresiones.

Seguir afirmando que en Nicaragua hay revolución y que EE UU ha orquestado un golpe de Estado para derrocar al compañero presidente, resulta además de absurdo, vergonzante, porque significa que en los últimos 14 años de gobierno de la pareja dictatorial nunca se interesaron por conocer su deriva autoritaria.

Significa que tampoco se quisieron enterar de la Piñata de 1990, cuando los heroicos revolucionarios devenidos en voraces capitalistas, traspasaron los bienes de Estado y se hicieron propietarios y nuevos ricos con inmensos patrimonios y recursos que sólo debían administrar, no apropiarse en beneficio personal.

Quiere decir que nunca quisieron escuchar a Zoilamérica Narváez, adoptada por Ortega, a la que abusó y violó desde los 9 años. No quieren saber que su denuncia significó la traición de su madre, la actual vicepresidenta, que además de no acuerparla, acusó y denigró públicamente a su hija. Ella vive actualmente en el exilio.

Significa que esta izquierda no quiere saber que Ortega no podría volver a ser presidente, pero logró que su Corte adicta declarara que la Constitución era   inconstitucional y ahí está encaramado de por vida en ese cargo. ¿Les recuerda a la Corte adicta de Menem que ustedes criticaban?

Significa que quieren ignorar que este gobierno revolucionario, ¡a contramano de Sandino! entregó la soberanía nacional para que un chino desconocido construya una gigantesca zanja llamada canal interoceánico, que partiría el hermoso Lago Cocibolca, el más grande de Centroamérica, para beneficio de la familia en el poder y de los capitalistas que lo acompañaron en su modelo neoliberal explotador de   diálogo y consenso.

Significa que tampoco quieren saber que los sucesivos gobiernos de Ortega fueron felicitados reiteradamente por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial por ser sus mejores alumnos. ¿Les recuerda a la política económica de Martínez de Hoz y de Menem que ustedes criticaban?

Significa que tampoco quieren enterarse que en Nicaragua no pueden existir sindicatos que no sean controlados por Ortega y su mafia, todos los que hay están al servicio del capital, que es lo mismo que la dictadura, porque no se puede hacer huelga ni pedir aumento de salario, aunque las trabajadoras y trabajadores tengan el salario más bajo de América Latina, todo al amparo de un gobierno cristiano, socialista y solidario que ustedes no pueden condenar.

Tampoco se quisieron enterar que los votos del orteguismo en el 2006 sirvieron para prohibir el aborto en cualquier circunstancia, dejando a las mujeres nicaragüenses libradas a su suerte cuando las complicaciones del embarazo y el parto ponen en peligro sus vidas. ¿No es que en Argentina luchan por el derecho a decidir?

Tampoco pudieron entender que en julio 2018, en la Operación Limpieza, más de 4 mil paramilitares orteguistas acabaron con las barricadas levantadas para proteger a la población y arrasaron pueblo por pueblo, asesinando a mansalva y obligando al exilio de más de 100 mil nicaragüenses, en su mayoría jóvenes, verdaderos protagonistas de la insurrección ciudadana. Más de una decena llegaron a Argentina, recibiendo solidaridad de algunos grupos trotskistas. Argentinas exiliadas por la dictadura militar, tuvieron que volver a exiliarse, regresando desde Nicaragua a su país de origen.

La llamada izquierda argentina parece haberse quedado congelada en las viejas consignas revolucionarias de los años 70, cuando el imperialismo yanqui atacaba a la pequeña Nicaragua que se defendía con las uñas del tirano opresor. Podemos comprender qué doloroso puede ser reconocer la realidad tal cual es y dejar de creer que quienes nos presentaban como la vanguardia de la revolución eran villanos. Hoy no gobierna el sandinismo, el orteguismo es la traición de todos los ideales de aquella Revolución.

Contamos con quienes supieron separarse a tiempo del orteguismo, y hoy, esa antigua militancia honesta y comprometida, con guerrilleras que tomaron ciudades o guerrilleros que liberaron al propio Ortega de la cárcel de Somoza, está sufriendo la cárcel del nuevo dictador; otras y otros viejos compañeros están en el exilio o viven en la clandestinidad. El dictador no tiene límites en su furia represiva, porque sabe que sus días están contados y que Nicaragua florecerá porque lograremos ¡que se vayan!

En Argentina parece que no quieren saber que el 18 de abril de 2018 estalló la furia popular y más de 400 personas, jóvenes en su mayoría, fueron asesinadas por los fusiles de los revolucionarios que empuñaron las armas contra su pueblo y que las balas de los francotiradores de Ortega se estrellaron en la cabeza, el pecho o el corazón de cientos de jóvenes que sólo llevaban en sus manos la bandera azul y blanco. Sepan que las balas asesinas salieron de fusiles de alto alcance, Dragunov, de fabricación soviética.

¿Qué más le hace falta a la izquierda argentina y las feministas para alzar su voz?

Y por si todo esto fuera poco, al gobierno argentino -que afirma que su política internacional se basa en el respeto de los derechos humanos-, le cuesta tomar una decisión, va y viene y gira en redondel, mientras la comunidad internacional, 26 países de América Latina en la OEA y 59 en la ONU, ya condenaron las violaciones de derechos humanos en Nicaragua.

El Canciller se pierde en explicaciones leguleyas, afirmando que “aún hay democracia y que funciona la Corte Suprema que regula la legislación”. No se puede creer tanta ignorancia sobre la situación real. Habría que recomendarle que lea a Rafael Solís Cerda, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, actualmente en el exilio en Costa Rica.

Como uno de los mayores cómplices de Ortega y artífice de su reelección indefinida, el magistrado Solís declaró que la represión fue ordenada por Ortega, que las armas fueron proporcionadas por el Ejército de Nicaragua y que a ellos, los cortesanos, les ordenaban qué sentencias dictar en al menos 200 presas y presos políticos. Afirmó que las leyes se dictan en El Carmen, la residencia de la pareja dictatorial y que NO existe separación de poderes de ninguna institución del Estado nicaragüense, mucho menos de la Fiscalía, que acusa a inocentes armando causas. Recomienden al Canciller que se informe.

Finalmente, la gran prensa argentina se divide entre los cómplices de la oligarquía, representantes del gran capital, los que añoran la dictadura, los celebradores de fake news y del macrismo que dejó en ruinas un país que merece un mejor destino; y la prensa progresista, militante, que creyendo que defiende la patria grande latinoamericana mira para otra parte, repite el inventado golpe de Estado contra Ortega, insiste en que todo es obra de EE UU, sin que les de vergüenza tamaña complacencia. Mientras tanto, le da la espalda a la ciudadanía en resistencia, que en Nicaragua lucha cada día por justicia y libertad.

Isabel Gutiérrez es activista feminista

 

Nicaragua, otro zarpazo y… ¿otro silencio?

 

 

Intelectuales latinoamericanos se pronuncian contra la dictadura orteguista.

 

De la hermana República Oriental del Uruguay surge una iniciativa que se va expandiendo de sur a norte, y llega ya incluso a Estados Unidos, Canadá, y Europa: intelectuales progresistas denuncian, en una carta enérgica, urgente, y a la vez introspectiva, el terrorismo de estado de la dictadura orteguista. No solo exigen el respeto a los derechos del pueblo nicaragüense, y exigen a la tiranía que «cese la persecución y la represión, que libere a los presos políticos y respete el Estado de Derecho», sino que–notablemente–cuestionan, desde la izquierda, el enfoque que ha prevalecido en buena parte de los movimientos progresistas, enfatizando la primacía universal de los derechos humanos, que «no son exclusividad de nadie, son patrimonio de la humanidad y como tal nos asisten y obligan a todos sin diferencias de ningún tipo, aquí, en Colombia, en Palestina, en Myanmar, en el Mediterráneo o donde sea.»

NICARAGUA, OTRO ZARPAZO Y… ¿OTRO SILENCIO?

Es difícil saber si Daniel Ortega se enfermó por el poder o está enfermo por mantener el poder o ambas cosas, pero esto –ahora y a efectos prácticos no importa. Lo cierto es que un hombre que en su historia registra hechos loables (como su participación en la lucha antisomocista o cuando, aceptando su derrota electoral de 1990, entregó –como corresponde- la presidencia a su sucesora, Violeta Barrios de Chamorro, de la alianza opositora), se ha transformado en un presidente autócrata y autoritario, aliado hasta hace poco, a las grandes fortunas (Consejo Superior de la Empresa Privada – Cosep- mediante) capaz de reprimir sin piedad a su pueblo junto al cual no supo, quiso o pudo, construir calidad de vida ni una institucionalidad democrática, transparente, que le permitiera realizar, en libertad, pacíficamente su destino.

Visto desde nuestras latitudes los sucesos actuales pueden parecer una inesperada “caída al abismo”, sin embargo no lo es. Ortega y el sector del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que lo sigue, fueron transitando un largo proceso de deterioro que registra episodios de corrupción, abandono de principios, enriquecimiento ilícito, maniobras y acomodos junto con la peor derecha, destinados a amasar fortunas y a perpetuarse en el poder. Todo esto fue pasando, para la mayoría de nosotros que lo observamos desde la lejanía poco informada, bastante inadvertido. No obstante había hechos contundentes que sí se conocían, entre otros:

 -  su enorme enriquecimiento a partir de 1990 y más aún desde su vuelta al poder en 2007 en una fórmula cuyo candidato a la vicepresidencia era un banquero vinculado a la “contra”; - los pactos electorales que había realizado con el empresario y dirigente derechista Arnoldo Alemán (presidente de Nicaragua 1997-2002, famoso por la “derivación” de millones de dólares del Estado a cuentas personales y familiares ) destinados a bajar el porcentaje de votos necesarios para conquistar la presidencia y la obtención de la reelección presidencial, que ahora transformó en indefinida;

-  su persecución, ya nuevamente como gobernante, a los veteranos sandinistas y las organizaciones que crearon después de irse de “su” partido que llevó a Dora Ma. Téllez a hacer, en 2008, una huelga de hambre en el centro de Managua que logró una gran repercusión y solidaridad popular y a la cual apoyaron con una carta, entre muchos intelectuales, Chomsky, Gelman, Galeano y Benedetti;

 -   su cruel hostigamiento al poeta y sacerdote Ernesto Cardenal (el mismo que por ser ministro de la revolución sandinista, debió soportar las iras y sanciones papales) imponiéndole desde el Estado, en 2017, una multa de US$ 800.000. (¡!) por uso indebido de predios e infraestructura (una escuela de formación de líderes campesinos construida por la revolución del 79, posteriormente transformada en hotel), en los terrenos de lo que fue aquella comunidad de Solentiname, que pertenecen –como sostiene Cardenal- a la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, pero que la viuda de su administrador reclama como propiedad privada.

Fue en uno de esos islotes del Lago de Nicaragua olvidados del mundo, donde Ernesto Cardenal había comprado unas manzanas de tierra, en las que había fundado y asentado -a mediados de los 60- una comunidad cristiana para artistas y artesanos en convivencia integradora, alfabetizadora y culturizadora con agricultores, pescadores y demás lugareños. Icónica en el mundo, cosechó el odio de la dictadura de Somoza, fue referencia en la Teología de la Liberación y origen de sandinistas que se brindaron por entero a la Revolución. Fue por esto que la dictadura de Somoza la destruyó en 1977.

Cardenal también recibió la solidaridad de poetas, escritores, asociaciones civiles y políticas del mundo entero.

También sabíamos que Ortega fue, sucesivamente:

-  1979-85 Integrante, coordinador-presidente de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional - 1985- 90 Presidente de Nicaragua

 -  1990 en más, candidato a la presidencia por el FSLN, además de ejercer ininterrumpidamente su jefatura.

-   2007-12 Presidente de Nicaragua - 2012-17 Presidente de Nicaragua

 -   2017-22 Presidente de Nicaragua, esta vez la vicepresidencia la ejerce su esposa, Rosario Murillo, quien es tan responsable como Ortega de lo que está pasando.

Pero no fue hasta el 2018 cuando se reprimió a mansalva las protestas pacíficas –sobre todo estudiantiles- que conmovían el país, donde murieron centenas de nicaragüenses, otros fueron apresados y torturados y miles debieron emprender el exilio, que Nicaragua volvió a ser cotidiana en nuestras vidas.

En esa ocasión, una parte de los que militamos por la democracia, los derechos humanos, el progresismo y/o la izquierda, nos solidarizamos con las víctimas y exigimos al gobierno nicaragüense el cese de la represión. Otra parte prefirió dar por buena la “explicación” orteguista que atribuía todo a una desestabilización golpista orquestada por EEUU y se plantó en un cómodo “antiimperialismo”. Otro sector, directamente no le prestó atención y actuó como si no pasara nada.

Desde esa fecha, ha continuado la obstaculización y el hostigamiento contra los organismos de derechos humanos como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), presidido por una inclaudicable luchadora, la Dra. Vilma Núñez; el desconocimiento de las sentencias de la Corte IDH y de las recomendaciones de la CIDH. Se ha actuado contra la prensa no oficialista y contra los opositores. A principio de este mes, fueron detenidos cuatro precandidatos presidenciales (Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan S. Chamorro) y el fin de semana del 12-13 de junio, varios militantes con responsabilidades en la Unión Democrática Renovadora (Unamos) , antes llamado Movimiento de Renovación Sandinista, entre ellos Ana Margarita Vijil , los comandantes revolucionarios Dora María Téllez y Hugo Torres, además de Víctor Hugo Tinoco quien, en el período 1979-90, fue negociador en el proceso de paz, embajador ante la ONU y vicecanciller.

Todo en tiempos próximos a las elecciones fijadas para noviembre, en las que muy probablemente Ortega volverá a postularse a la presidencia.

Los derechos humanos no son una concesión graciosa de los Estados y sus gobiernos, son conquistas de los pueblos. Los Estados que los reconocen y plasman en distintos instrumentos jurídicos, tienen el deber de promoverlos y respetarlos.

Para su conquista fueron necesarias infinidades de luchas de distinto tipo, en distintos lugares y épocas, con distintas inspiraciones filosóficas, políticas y religiosas. Así se fueron sucediendo y entrelazando las luchas contra la esclavitud, por los derechos laborales, por la independencia, por los derechos de las mujeres, contra el racismo, por la libertad, por el cuidado del ambiente, etc. hasta conformar una malla –sin solución de continuidad que sustenta, en esta desquiciada y trágica contemporaneidad, los sempiternos anhelos y luchas populares emancipadoras.

No son exclusividad de nadie, son patrimonio de la humanidad y como tal nos asisten y obligan a todos sin diferencias de ningún tipo, aquí, en Colombia, en Palestina, en Myanmar, en el Mediterráneo o donde sea.

Son el corazón de la esperanza de un mundo mejor. Su defensa, que es un deber, nos educa a todos y es una sólida guía en la construcción de nuestros países para un ahora y un futuro justos y promisorios.

No es digno ni decente defenderlos cuando por “razones políticas” nos conviene y callar cuando no. Tampoco es válido “justificar” su violación porque otros “los violan más”; ni la hipocresía de políticos, partidos y gobiernos propensos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Una vez más con preocupación, con pena y con fuerza, nos solidarizamos con las víctimas y exigimos al gobierno de Nicaragua que cese la persecución y la represión, que libere a los presos políticos y respete el Estado de Derecho.

Invitamos a los sectores democráticos y populares a solidarizarse sin temor a que los confundan con los oportunistas que hoy se espantan por lo que sucede en Nicaragua por mera conveniencia publicitaria pero que no vacilan en arrebatarles a sus pueblos aun sus banderas más sagradas con tal de obtener provecho. Más bien, los que ayer callaron, deben preguntarse cuánto contribuyó su silencio –sin quererlo- a la soberbia y la impunidad con las que el orteguismo protagoniza una nueva satrapía y cuánto mal le hace, este silencio, a la conciencia humanitaria que tanto necesitamos para contribuir a un mundo más justo, libre y fraterno.

18 de Junio de 2021

 Algunas FIRMAS ; por Uruguay: Jorge Pedro Zabalza, José Mujica, Fernando Butazzoni, Fernando López D'Alessandro, María Elia Topolansky, Mónica Xavier, Oscar Destouet, Lucía Topolansky, Mara Martínez, Marcelo Estefanell, Aldo Marchesi

por Argentina Claudia Conteris, Eduardo Joly

 

Carta Urgente al FMLN

 

La libertad de nuestros hermanos nicaragüenses es nuestra libertad. Si la dirigencia del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) y nuestros representantes en la Asamblea Legislativa se mantienen indiferentes ante las atrocidades del régimen orteguista-murillista, el Pueblo salvadoreño aborrecerá aún más la incoherencia y falsedad retórica de nuestro Partido.

 

Estimadas Compañeras y Compañeros:

Oscar Ortíz, Karina Sosa, Dina Argueta, Anabel Belloso, Marleni Funes y Jaime Guevara.

A partir del pasado 2 de junio la dictadura de Daniel Ortega Saavedra y Rosario Murillo inició una nueva oleada de terror en Nicaragua cuando la residencia de la precandidata presidencial Cristiana Chamorro fue cateada. Posteriormente al cateo la precandidata fue secuestrada en su propia residencia, situación que se mantiene hasta el día de hoy.

El 5 de junio fueron secuestrados Arturo Cruz, el 8 de junio, Juan Sebastián Chamorro, su esposa Victoria Cárdenas y Félix Maradiaga. Todos ellos, con excepción de la señora Cárdenas, son precandidatos presidenciales nicaragüenses; y todos han sido secuestrados por agentes del terror estatal y paraestatal del régimen orteguista-murillista. El 8 de junio la dictadura secuestró a los opositores Violeta Granera y Adán Aguerri; el 13 de junio, las hordas de Ortega y Murillo secuestraron a los combatientes históricos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Dora María Téllez, la Comandante 2, el General de brigada —retirado— Hugo Torres y Víctor Hugo Tinoco (ex vicecanciller sandinista durante el periodo revolucionario). Hugo Torres participó en el Asalto a la Casa de Chema Castillo el 27 de diciembre de 1974 —acción por la cual fue liberado Daniel Ortega Saavedra, entonces prisionero político—, y Dora María Téllez participó en la Toma del Palacio Nacional de Nicaragua el 22 de agosto de 1978, acción que condujo a la liberación de cincuenta prisioneros sandinistas retenidos por la dictadura somocista de aquel entonces. 

Más recientemente, el del pasado 27 de junio, en altas horas de la noche la policía orteguista-murillista secuestró a Pedro Joaquín Chamorro Barrios, hijo de Pedro Joaquín Chamorro y hermano de Cristiana Chamorro. Con el secuestro de Chamorro Barrios suman veintiún los políticos, periodistas y activistas privados de libertad, entre ellos el cronista deportivo Miguel Mendoza, este último, capturado por denunciar al régimen en sus redes sociales, más decenas de exiliados durante la última oleada de terror orteguista-murillista.

Desde que Ortega Saavedra recuperó la presidencia de Nicaragua el 10 de enero de 2007, cada acción política propiciada por el tirano ha constituido un grotesco e ignominioso capítulo en el libro de infamias de la dictadura neoligáquica que él y su esposa Rosario Murillo lideran. 

Existen informes —incluido el de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos— que indican durante su secuestro los escuadrones de la muerte orteguistas-murillistas propiciaron golpes a Ana Margarita Vijil y Dora María Téllez. Es altamente probable que las personas secuestradas por las huestes de Ortega y Murillo continúen recibiendo vejámenes físicos y psicológicos. La reconocida escritora, revolucionaria histórica e intelectual nicaragüense Gioconda Belli, ha denunciado que durante el allanamiento a la casa de su hermano Humberto Belli —quien fue ministro de educación sandinista en el período revolucionario— las huestes orteguistas-murillistas amenazaron con violar a su sobrina, acción que afortunadamente no escaló más allá de la amenaza. Estas acciones han producido el escape y exilio político de Carlos Fernando Chamorro, Humberto Belli y el disidente sandinista Luis Carrión, así como decenas de nicaragüenses que para proteger su vida y libertad han tenido que huir de su país natal.

A inicios del siglo XIX prendieron como fuego revolucionario las ideas republicanas de la Ilustración europea y americana.  Eventualmente estas ideas condujeron a la Independencia centroamericana. Cuando América Central se independizó de España el 15 de septiembre de 1821, el contenido y el sentido de identidad de dicho proyecto emancipador fue marcadamente centroamericanista. En los siglos XIX y XX las repúblicas de El Salvador y Nicaragua se enfrascaron en episodios históricos paralelos en los que se enarboló la causa libertaria de una u otra república, la cual se asumió como propia, independientemente del lado de las fronteras provinciales. Decenas de salvadoreños y nicaragüenses participaron en las gestas de liberación contra filibusteros y dictadores en Nicaragua y El Salvador como parte de un mismo proyecto de liberación centroamericano. Farabundo Martí fue el epítome de este espíritu centroamericanista. Esa ha sido la sustancia libertaria de nuestros próceres, demócratas y revolucionarios a través de nuestra historia republicana. En el siglo XXI dicha llama libertaria centroamericanista debe mantenerse encendida.

En un primer momento, el movimiento independentista centroamericano fue un proyecto revolucionario que buscaba instaurar en la otrora Capitanía General de Guatemala un nuevo Estado moderno, republicano, democrático y libre, un ideario que se inspiraba en los movimientos emancipadores de las trece colonias en lo que hoy es Estados Unidos y la revolución francesa de 1789, y que a su vez el movimiento independentista de toda América Latina, así como el panamericanismo. En El Salvador, este proyecto original se consolidó hasta el triunfo de la revolución democrática burguesa en 1992: los Acuerdos de Chapultepec con los que culminó nuestra larga guerra civil e involucró la reforma de la constitución política de 1983.

Esta victoria revolucionaria constituyó un triunfo parcial para los trabajadores y los sectores más avanzados de la pequeña burguesía, los cuales, debido al peso de la realidad nacional y la geopolítica de aquel entonces difirieron sus aspiraciones históricas —la construcción Socialismo— a un momento posterior que hasta el día de hoy aún no se ha consumado. La revolución burguesa de 1982 solo fue posible gracias al heroico sacrificio de miles de campesinos y obreros, quienes constituyeron el grueso del ejército guerrillero del FMLN.

Los destinos de Nicaragua y El Salvador están perenemente vinculados. El secuestro y esclavitud del Pueblo nicaragüense conmueve al Pueblo salvadoreño y retrasa el avance histórico de todo el istmo. El dictador violador y compinche en la tiranía —una bruja Morgana contemporánea— impulsan un sistema de terror institucional y paraestatal cuyo contenido programático no es otro que el de un vulgar proyecto neo oligarca y neoliberal que privilegia los intereses políticos y económicos de la familia Ortega-Murillo, mientras esclavizan y desangran al Pueblo nicaragüense.

Bajo el reinado de terror de Ortega y Murillo, cuando estallaron las heroicas protestas de la actual resistencia popular nicaragüense contra reformas neoliberales al sistema de pensiones nicaragüense por parte de la tiranía en abril de 2018, en aras de defender su régimen de privilegios, la dictadura ha asesinado, torturado y agredido sexualmente a cientos de ciudadanos nicaragüenses. Y, sin embargo, a pesar del terror estatal y paraestatal sistemático, una heroica resistencia civil contra la tiranía orteguista-murillista mantiene viva hasta el día de hoy la llama de la Resistencia y la Libertad. Hoy, esta resistencia cívica —donde se encuentran los auténticos sandinistas, históricos y contemporáneos— es la portadora de la antorcha de las gestas libertarias de Augusto César Sandino, Carlos Fonseca Amador y Farabundo Martí. Si estos tres revolucionarios centroamericanos vivieran hoy, lucharían mano a mano como parte de la resistencia contra el actual régimen de terror orteguista-murillista, una tiranía más atroz y vulgar que la de los Somoza. El contenido y la tarea revolucionaria hoy en Nicaragua no es otro que la liberación de su heroico Pueblo de la dictadura sátrapa de Ortega y Murillo.

Más de cuarenta años después de que el FMLN se constituyera como el proyecto revolucionario y emancipador más avanzado en toda la historia salvadoreña, casi doscientos años después de la Independencia centroamericana, y poco más de treinta años después de concluida la guerra el Pueblo lo rechaza. Este rechazo obedece una gran suma de torpezas, vicios orgánicos y hasta descomposición por parte del Partido, sobre cuyas razones y análisis no me explayaré aquí. Sin embargo, invoco a la dirigencia orgánica y legislativa del Farabundo Martí para la Liberación Nacional a reflexionar sobre los orígenes centroamericanistas y libertarios del Partido, y los insto vehementemente a que exijan a los dictadores Daniel Ortega Saavedra y su esposa Rosario Murillo la inmediata liberación de todos los secuestrados nicaragüenses recientemente secuestrados, así como la liberación de los más de cien prisioneros políticos, más el esclarecimiento de decenas de desaparecidos por parte de la tiranía orteguista-murillista. Esta exigencia es una obligación moral que dotaría al FMLN de coherencia mínima, más cuando su dirigencia enarbola las banderas de la defensa del estado de derecho y la libertad de expresión.

Si bien es vergonzoso e indignante el secuestro de héroes sandinistas históricos por las huestes de terror de la dictadura orteguista-murillista, en realidad el proceso de secuestro del FSLN y del pueblo nicaragüense comenzó antes de las protestas de abril de 2018. Más temprano que tarde Nicaragua volverá a ser libre, pero si antes el FSLN no es rescatado de la actual dinastía bananera, este «frente sandinista» será sepultado por el avance libertador de la Historia, tal como en 1979 esta sepultó la dictadura y dinastía de los Somoza. 

El FMLN debió protestar contra la manipulación y violación de la carta magna nicaragüense desde que en enero de 2014 el dictador violador Ortega Saavedra y su esposa consiguieron una reforma constitucional que declaraba su reelección indefinida a la presidencia y vicepresidencia como un «derecho humano». Además de rechazar esta maniobra monarquista aquel entonces, el FMLN también debió protestar contra el terror desatado por las huestes estatales y paraestatales de la dictadura orteguista-murillista a raíz de las protestas populares y soberanas de 2018-2019. Ignorar el clamor del Pueblo nicaragüense fue una —entre muchas— de las razones por las que el Pueblo salvadoreño rechazó al FMLN en las elecciones del 3 de febrero de 2019.

Desde 2009, la pandilla terrorista de la tiránica oligarquía Ortega y Murillo ha secuestrado efectivamente tanto a Nicaragua como el FSLN. Pero más temprano que tarde Nicaragua volverá a ser libre, el FSLN, sin embargo —si no es rescatado antes—, perecerá como partido político si este no se libera de la dinastía sátrapa antes que lo haga el pueblo nicaragüense. La tiranía de los Ortega-Murillo no constituye ningún proyecto de izquierda y no es ninguna construcción del Socialismo, mucho menos es una dictadura del proletariado. Es una vulgar monarquía neo oligárquica y neoliberal de facto que mediante un reino de terror garantiza prebendas económicas para la familia Ortega-Murillo, así como para sus leales lacayos: las bases y cuadros del FSLN y el estado nicaragüense secuestrados. El objetivo estratégico de la economía política orteguista-murillista y del terror estatal y paraestatal que le sustentan —incluso en tiempos de pandemia— es garantizar esas prebendas y la vulgar riqueza de los Ortega-Murillo.

El propósito de Ortega y Murillo es utilizar a los secuestrados políticos como garantía de victoria electoral de la dictadura y como rehenes postelectorales. De esta manera, al “librarse” de rivales que tienen más respaldo popular que los Ortega y Murillo, estos últimos garantizarían su victoria en tales comicios vía su “derecho humano” a la reelección permanente; y posteriormente el régimen recurriría a los rehenes como “fichas de cambio” ante posibles sanciones internacionales.

América Central no conquistará la democracia plena paz, justicia, libertad e igualdad— mientras una de sus repúblicas se mantenga esclavizada. La libertad de nuestros hermanos nicaragüenses es nuestra libertad. Si la dirigencia del FMLN y nuestros representantes en la Asamblea Legislativa se mantienen indiferentes ante las atrocidades del régimen orteguista-murillista, el Pueblo salvadoreño aborrecerá aún más la incoherencia y falsedad retórica de nuestro Partido. Esto será así aunque la dirigencia y cuadros del Frente insistan en figuras y tonos metafísicos apelando a una vocación democrática y revolucionaria y un proyecto histórico.

La liberación de todas y todos los secuestrados políticos nicaragüenses es una exigencia moral y revolucionaria impostergable. No hacerlo —insisto— significará un mayor rechazo y desprecio por parte del Pueblo salvadoreño hacia el FMLN partidario.

Esta parecerá una carta tardía, pero nunca será lo suficientemente tarde para reclamar justicia y coherencia. Por otra parte, a pesar de su pragmatismo y sus errores, el FMLN ha demostrado en su experiencia histórica ser un partido revolucionario, democrático y antitiránico. Por esta razón el FMLN debe denunciar el terrorismo orteguista-murillista y exigir la liberación de cada uno —y de cada una— de los secuestrados políticos en Nicaragua. Esta exigencia es justa, imprescindible e impostergable.

Apelo al ideario y valores libertarios de Benjamín Zeledón, Augusto C. Sandino, Carlos Fonseca Amador, Dora María Téllez, Hugo Torres, Víctor Hugo Tinoco y Farabundo Martí, así como a la coherencia, sabiduría y vocación democrática y revolucionaria del FMLN

Sin más por el momento, ansiando la pronta y plena libertad del Heroico Pueblo nicaragüense y esperando sus mejores circunstancias personales y profesionales para ustedes, me despido.

Carlos Bucio Borja, otro esquinero y sospechoso.

 

FIRMENICH JUSTIFICA Y DEFIENDE LA  DICTADURA ORTEGA-MURILLO

 

13 realidades que explican la situación de Nicaragua,

El economista y ex líder de Montoneros hizo un análisis de los distintos ejes de debate en torno a la cuestión nicaragüense, contrastándolos con las noticias falsas que promueve la diplomacia estadounidense. "Esta campaña de fake news de los multimedia oligopolizados no es otra cosa que un bombardeo 'de nuevo tipo'"

por Mario Firmenich AGENCIA PACO URONDO 1/7/21

 

1) Las leyes electorales que rigen en Nicaragua fueron hechas por el último gobierno de la derecha que gobernó del 2001 al 2006. Como el FSLN les ganó las elecciones del 2006, ahora no les convienen.

Las últimas modificaciones a dichas leyes, con las que se acusa de “montar un fraude” al gobierno, se refieren a que el 50% de los cargos electivos deben ser ocupados por mujeres (¡Parece que la oposición no tiene mujeres suficientes para completar las listas electorales!) y también a la prohibición de que los partidos políticos puedan ser financiados desde el exterior; esto último rige en cualquier país serio y López Obrador sufre un acoso de USA por lo mismo.

2) La oposición nicaragüense es una “bolsa de gatos” sin gran representatividad social. Sus partidos políticos no mantienen ninguna existencia orgánica fuera de los períodos electorales.

El único partido que existe con gran organización de modo permanente en todo el territorio nacional es el FSLN.

Hay 19 partidos políticos reconocidos legalmente. Uno es el FSLN. Otros 16 partidos (incluyendo varios partidos indígenas) son aliados del FSLN. Sólo hay 2 partidos opositores inscriptos legalmente y además se pelean entre sí.

La oposición que participa de las elecciones no pretende ganarle la presidencia a Daniel Ortega porque sabe que es imposible. Se pelean entre sí para ver quien es segundo, para acceder a las ventajas y prerrogativas que la ley electoral, que hizo la derecha, le concede al segundo.

La oposición más violenta intentó derrocar por la fuerza al gobierno en 2018 y luego pretendió que el gobierno negociara con ellos “reformas democráticas” sin ser ni siquiera partidos políticos, sino “ONGs”, autotituladas como “la sociedad civil”, financiadas por la CIA y la USAID.

3) Las causas penales contra la Fundación Chamorro y sus miembros no son un invento de “lawfare”. El lavado de dinero existe porque esta fundación, que actuaba como fuerza opositora sin ser un partido político, recibía explícitamente financiación de Estados Unidos. Aprobada la ley que prohíbe financiación extranjera a la actividad política, la fundación debía registrarse como “agente extranjero” para quedar legalmente autorizada a seguir recibiendo tales financiaciones.

Pero no quisieron hacerlo porque se descalificaban políticamente y entonces se dedicaron a blanquear en su contabilidad el dinero recibido de las agencias estatales de Estados Unidos. Las pruebas documentadas del blanqueo de dinero son claras en los registros contables de ellos mismos.

4) Los ex sandinistas recientemente encarcelados no son “la disidencia interna que cuestiona el poder personalista de Daniel Ortega”. ¡Son los que abandonaron el FSLN hace 30 años cuando perdieron las elecciones! Están procesados en causas penales por traición a la patria porque conspiran ilegalmente con los Estados Unidos para sabotear las elecciones y derrocar al gobierno.

5) La cultura política del pueblo nicaragüense no es ni nunca ha sido demoliberal al estilo europeo. Su cultura tiene raíces campesinas y étnicas indoamericanas, con minorías afrodescendientes. El 40% de la población de Nicaragua es actualmente campesina y vive en las tierras concedidas hace 40 años por la reforma agraria de la revolución sandinista. Otro 30% de la población es campesina o hijos de campesinos que se urbanizaron en pequeñas cabeceras de municipios, en ciudades medianas capitales de departamento y en algunos barrios de Managua.

La gran masa de este sector demográfico es sandinista desde la revolución de 1979 y vive con agradecimiento a las políticas del presidente Ortega que desde 2007 le permitió mejorar su nivel de ingresos y su calidad de vida (salud, educación, luz eléctrica, caminos pavimentados, alimentación para todos, capitalización de la economía familiar, sostenibilidad medioambiental y equidad de género). A esta población no le importa en lo más mínimo que a la señora Cristiana Chamorro y sus socios los encarcelen.

Hay un pequeño porcentaje de población claramente blanca española, la mayor parte de la cual son restos de la oligarquía somocista y de los antiguos escasos sectores medios que estaban al servicio de ella. Este sector es violentamente hostil al sandinismo; su único modo de recuperar el poder sería una intervención norteamericana para derrocar al gobierno y eso es lo que intentan.

El resto es una reducida clase media urbana surgida gracias al progreso económico y social de la gestión presidida por Daniel Ortega entre 2007 y 2018, cuando el fallido intento de golpe de estado violento interrumpió el proceso de crecimiento económico. Se ha incorporado a esta clase media una población urbana, de base étnica criollo mestiza, dedicada al comercio y otros servicios.

6) La realidad sociopolítica es que Daniel Ortega y el FSLN ganan las elecciones muy cómodamente con bastante más del 50% de los votos.

El encarcelamiento de opositores vinculados a la injerencia norteamericana, autotitulados “precandidatos” (que no están inscriptos como tales por ningún partido legalmente habilitado para las elecciones), no es una “represión totalitaria necesaria para ganar las elecciones”. Cristiana Chamorro, en las encuestas más favorables (suponiendo que fuera candidata de la oposición unificada) tiene un 21% de intención de voto y en las encuestas más desfavorables (suponiendo que fuera candidata sólo de “su” partido, por ahora inexistente) tiene apenas un 5%.

Las prisiones preventivas por el blanqueo del dinero que financia la injerencia electoral norteamericana se ajustan a derecho. Para la cultura política no-demoliberal dominante en Nicaragua no tiene ninguna importancia que se los detenga cuando se está iniciando el proceso electoral.

Obviamente para países culturalmente demoliberales como los europeos occidentales (o quasi-demoliberales, como Argentina y México) esto parece un “atropello dictatorial que impide una justa competencia electoral”.

En Argentina “lo normal” habría sido que los “operadores judiciales” (agentes de los servicios de inteligencia del estado), cumpliendo indicaciones del presidente, pasaran por arriba de la división de poderes y determinaran la fecha electoralmente más conveniente para la orden judicial de detención.

En Nicaragua no existe esa hipocresía seudo-demoliberal y por eso los detienen en el momento procesal que toque, al margen de la campaña electoral, porque las elecciones las gana el FSLN de todos modos, sin necesidad de fingir que son democráticos.

No existe ninguna movilización social reclamando por las detenciones de los Chamorro y sus socios.

7) Los sectores más conservadores de la Iglesia Católica impulsaron abiertamente el levantamiento golpista de 2018 desde los púlpitos, (de modo muy semejante al golpe contra Perón en 1955 identificado con el “Cristo Vence”). Hoy la Iglesia Católica tiene una posición “opositora elíptica” en las homilías, pero llamando a la paz.

Todo parece indicar que el Papa Francisco intervino, con la habitual discreción vaticana, removiendo a los curas más violentos e induciendo a este cambio de discurso político.  La figura y el mensaje del Papa Francisco son públicamente difundidos y destacados elogiosamente por el propio gobierno.

8) La Constitución y la legislación electoral nicaragüenses son jurídicamente democráticas y pluralistas; en ese contexto, la realidad sociopolítica muestra un sistema pluralista de partido hegemónico.

Esto no es consecuencia de maniobras proscriptivas del sandinismo, sino que es la manifestación política natural de una sociedad con muy escasa diversidad de clases sociales.

Existe una inmensa mayoría popular campesina pobre, históricamente explotada y postergada tanto por el capitalismo neocolonial del somocismo como por los partidos neoliberales que gobernaron entre 1991 y 2006. No existen grandes masas de sectores medios que pudieran dar base social a un sistema, por ejemplo, de 3 grandes partidos que podrían alternarse en el poder formando coaliciones.

Existe una minoría social de ricos (algunos muy ricos) que son antisandinistas y una inmensa mayoría pobre que son sandinistas porque que goza de una sostenida mejora de su calidad de vida. La franja social de “independientes” o “apolíticos” no es políticamente significativa.

El partido hegemónico surge porque el FSLN es el único partido nacional que representa y favorece el progreso socioeconómico y el orgullo nacional de la inmensa mayoría indoamericana y afrodescendiente, siendo capaz de construir alianzas con los partidos regionales e indígenas.

9) La paz social que se observa a simple vista en Nicaragua es muy superior a la que existe en Argentina y en México (ni comparar con lo visto en Colombia, Ecuador o Chile).

No existen piquetes que corten calles o rutas; no hay huelgas sindicales ni hay lockout patronal que paralicen al país.

Tampoco existe violencia social/criminal del tipo de las maras salvadoreñas ni violencia de grandes bandas de crimen organizado. No hay asaltos a bancos, ni secuestros de empresarios, ni mafias violentas de narcotraficantes como en México o como en la ciudad de Rosario en Argentina. Los mercados populares y los shoppings y centros comerciales de la clase media y alta exhiben un funcionamiento socioeconómico normal, en paz y sin tensiones visibles.

10) En Nicaragua se ven libremente más de 80 canales de televisión.

Hay varios canales de TV nicaragüenses privados independientes (canales 10, 12, 14, 23) que expresan diversos grados de agresividad opositora. Gozan de una libertad de expresión que puede considerarse hasta excesiva; el canal 10 es el más violento y es normal escuchar cualquier día que digan que “el dictador Daniel Ortega es un criminal que anda asesinando campesinos” ¡sin que nadie les diga nada!

Además, la Iglesia Católica tiene un canal propio que transmite con total libertad lo que se le ocurra, incluyendo las homilías del Cardenal en todas sus misas en directo. Por otra parte, también se ve el canal de televisión del Vaticano en español, que goza de idéntica libertad de expresión. También se pueden ver libremente por TV la CNN en español e inglés, el canal Euronews, la TVE española, la cadena Caracol de Colombia, varios canales mexicanos, Telesur, RT y el canal chino CGTN en español.

Como televisión oficialista existen varios canales de TV, algunos de ellos son privados afines al gobierno, y un canal oficial parlamentario.

El único canal de TV que fue clausurado incurrió en graves delitos instigando explícitamente y dando instrucciones operativas en tiempo real para que las turbas golpistas destruyan e incendien instalaciones públicas y de militantes sandinistas durante el golpe fallido de 2018.

11) La edición en papel del diario La Prensa es limitada por la sencilla razón de que no existen los kioscos de diarios y revistas ni los “canillitas” que venden a viva voz los diarios en una esquina. El diario se vende por suscripción a la reducida clase media y alta. La inmensa mayoría social no lee diarios de papel.

La edición digital del diario La Prensa se publica cotidianamente sin ningún problema.

12) Nicaragua no se parece en nada a un país comunista y su sistema económico está lejos de ser estatista.

No existe un banco comercial del estado, como el Banco Nación o los Bancos Provincia o Banco Ciudad en la Argentina. La ley no autoriza la constitución de bancos cooperativos. Todos los bancos comerciales son privados y opositores, que se dan el lujo de boicotear las operaciones financieras cotidianas del gobierno, al extremo de que hay empleados públicos que tienen que cobrar sus salarios en el Banco Central.

No existen grandes empresas estatales. Hay libre convertibilidad monetaria entre el córdoba y el dólar, pudiendo pagarse con dólares en cualquier comercio y no hay fijación de precios por el gobierno.

La planificación económica es indicativa y hecha a partir de la demanda; está ejecutada por protagonistas privados de la economía familiar y cooperativa. Las instituciones gubernamentales prestan su ayuda técnica y financiera para que esos actores socioeconómicos populares puedan implementar los planes nacionales del desarrollo económico y social.

La tasa máxima del impuesto a la renta era del 10% hasta 2019 y actualmente es del 15% (en España es del 49%). Encima, es habitual que empresarios obtengan del gobierno exoneraciones fiscales.

La tasa general del IVA es de 15% y los alimentos frescos están exentos (en Argentina la tasa general del IVA es del 21%, es del 27% para la electricidad y del 10,5% para alimentos frescos).

Hay grandes empresas extranjeras funcionando sin ningún inconveniente (incluyendo empresas como Cargill o cadenas hoteleras multinacionales). Las principales inversiones extranjeras están dentro del régimen de Zona Franca y por lo tanto no pagan ningún impuesto.

13) ¿Cómo se explica que esta realidad merezca la avasallante y súbita campaña mediática mundial para implantar, como “posverdad”, las fake news de que una dictadura populista-comunista está suprimiendo la libertad de prensa,   encarcelando a los candidatos opositores que ganarían las elecciones y persiguiendo a los disidentes sandinistas que se opondrían dentro del partido oficialista al   personalismo dictatorial de Daniel Ortega?

Esta campaña de fake news de los multimedia oligopolizados en la globalización neoliberal no es otra cosa que un bombardeo “de nuevo tipo” contra un estado y un pueblo soberanos en la Tercera Guerra Mundial en curso.

Vivimos una guerra que es simultáneamente una típica disputa geopolítica entre potencias (por ahora sin misilazos estratégicos) y también una guerra civil mundial genocida, declarada por el establishment económico de la globalización contra los pobres del mundo; el objetivo es despojar a los pueblos pobres de su soberanía sobre los recursos naturales cada vez más escasos y reducir la población mundial.

¿Qué otra cosa que defenderse con sus propias leyes pueden hacer los estados y pueblos soberanos cuando una potencia extranjera les intenta promover una guerra civil interna para derrocar al gobierno y destruir su sistema social?


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