19.JUL.21 | PostaPorteña 2219

Un Grito QUE estremece… Quien la DEFIENDE la quiere MÁS

Por varios

 

CUBA Y EL EMBARGO ECONÓMICO DE LOS ESTADOS UNIDOS

 

ALGUNAS PRECISIONES NECESARIAS CONTRA EL ENGAÑO

 

 

Carlos A. Gadea UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias 17.07.2021

(Especialmente dedicado a algunos diputados del Frente Amplio, y a tres o cuatro columnistas de este medio)

 

Estamos de acuerdo de que ningún gobierno tiene el derecho de boicotear la economía de otro país. El embargo económico impuesto a Cuba por los Estados Unidos en el año 1962 es inhumano, porque es el pueblo cubano quien lo termina sufriendo.

¿Pero es el embargo el culpable fundamental de 60 años de miseria económica de Cuba? ¿Y es con base a él que se puede explicar la situación política y social de la isla? Vamos a los hechos.

Iniciado el año de 1962, luego de Fidel Castro declarar el carácter socialista de la Revolución (en el año 1961) y confiscarse las propiedades norteamericanas en Cuba, el gobierno de los EUA del presidente Kennedy decretaría el "embargo total" a la isla, declarando ilegal todo producto de origen cubano en los EUA, y creando una serie de restricciones a las exportaciones de empresas estadounidenses en Cuba. Son tiempos de "guerra fría", que tiene en la llamada "guerra de los misiles", en la instalación de misiles soviéticos en Cuba en el mismo año de 1961, una marca histórica indeleble en el imaginario del continente. 

Posteriormente, en 1992, y ya después de la caída del "bloque socialista", el embargo adquiriría el carácter de ley, y en 1996, el Congreso de EUA aprobaría la Ley Helms-Burton, prohibiendo a los ciudadanos norteamericanos de realizar negocios dentro de Cuba o con el gobierno cubano. La justificativa se amparó en la continua necesidad de abrirse espacios a las libertades políticas y económicas, además de la condena a la violación de los Derechos Humanos realizadas por el régimen.

En 1999, Bill Clinton endurecería el embargo, prohibiendo a sucursales extranjeras de compañías de EUA negociar con Cuba en valores que superasen los US$ 700 millones por año. No obstante, en el año 2000, el mismo Clinton autorizaría la venta de algunos productos "humanitarios" a Cuba, como insumos médicos. Pero esto no sería todo. Si observamos los datos de importación de bienes a Cuba en el período de 2003 a 2012 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD), EUA se encuentra en el 5° lugar como socio comercial con Cuba, atrás de Venezuela, China, España y Brasil, sin contar que ha sido uno de los principales proveedores de productos agrícolas.

Pero es apelando a ciertas características generales de su historia que se puede reconocer que Cuba ha sabido contornar muy bien el injusto embargo de EUA, en especial cuando prestamos atención a lo que ha sido la inversión económica de la Unión Soviética (URSS) hasta el año 1991, año de su colapso.

Un ejemplo de la influencia no únicamente económica sino también cultural y social que ejerció esta ex potencia socialista es la curiosa anécdota de que en Cuba los niños en edad escolar aprendían en libros editados e impresos en Moscú; los libros de cuentos infantiles, inclusive, eran traducciones de los que leían los niños rusos, con personajes pintados en escenarios con 10 grados debajo de cero: por eso, no es casual que muchas cubanas lleven por nombre Catarina, y cubanos se llamen Yuri.

El comercio con el "bloque socialista" fue significativo entre 1972 y 1982, donde tractores de la ex Alemania Oriental trabajaban el campo cubano. Fueron US$ 3 billones anuales recibidos por Cuba de la URSS entre 1970 y 1991. Cuba vendía azúcar por encima del precio de mercado mundial a la URSS, y esta le vendía petróleo a precios irrisorios. No recuerdo otro país latino-americano que haya gozado de un privilegio extranjero parecido por aquellos años.

Mismo con esos recursos económicos, Cuba no tuvo el desarrollo esperado, y con el fin del "bloque socialista" y la URSS en 1991 vio su economía declinar irreversiblemente, cayendo su PBI en aproximadamente 32% en 2 años.

Los años posteriores, los años de 1990, marcarían los del llamado "período especial", la peor crisis económica y social del país, retratada en películas y literatura pujante como la de Pedro Juan Gutiérrez en "Trilogía sucia de La Habana".

Cuba, entonces, se abriría al turismo como nueva fuente de recursos. Con esto, se intensificaron las relaciones con países como Gran Bretaña, Canadá, España, Brasil y Venezuela. Justamente, la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela en 1999 representará un alivio, produciéndose una estrecha aproximación política y económica entre Fidel Castro y el líder venezolano, semejante a la mantenida con la ex Unión Soviética.

Para que se tenga una idea, Venezuela llegó a enviar a Cuba 120 mil barriles diarios de petróleo a la isla, que Cuba pagaba con el envío de profesionales de "sectores estratégicos", de la salud (médicos), de servicio social, de inteligencia militar, estos últimos para asesoramiento directo al gobierno de Venezuela.

En el año 2008, únicamente con Venezuela, el comercio cubano representó más de US$ 2.500 billones, con China un valor semejante, con Canadá más de 1 billón, y con España otro billón de dólares.

En su relación con Venezuela, Cuba consiguió subsidios energéticos y financieros, beneficios que, en parte, conseguiría con otros países del continente durante el "ciclo político progresista", con países como Brasil, Argentina, Uruguay. Fueron 13 años de condiciones económicas nada despreciables, que inclusive se potencializan con las puertas abiertas de su comercio con países europeos y con la pujante China.

Es verdad que con la llega de Trump a la presidencia de los EUA y sus fuertes medidas impuestas, se revirtió el proceso de acercamiento que se había dado con el presidente Barack Obama. Trump trajo nuevamente la vigencia de la ley que permitía demandar a las compañías extranjeras que habrían "traficado" con bienes confiscados por el gobierno cubano, implicando una paralización en la inversión. También impuso la restricción de vuelos a Cuba y la imposición de límites a las remesas, así como la prohibición a Western Union de enviar dichas remesas a una agencia cubana dirigida por militares. En particular, estas restricciones fueron determinantes para el deterioro de la sobrevivencia de muchas familias cubanas, dependientes del dinero enviado por familiares residentes en los EUA.  

Como si fuera poco, con la pandemia de Covid-19 en el año 2020, la situación económica y social se agravaría aún más. A pesar de la inoculación de la población con dos vacunas producidas en Cuba que no han probado su eficiencia, la pandemia trajo un aumento de muertes y de casos importantes, saturando el sistema de salud público. Económicamente, afectó al turismo, al exigir el gobierno de Miguel Díaz-Canel que los viajeros paguen de antemano un "paquete de aislamiento" para alojarse en hoteles durante el período de la cuarentena.

Afectó, también, la actividad del "contrabando" (mulas), actividad dedicada a llevar remesas, alimentos, ropas u objetos de consumo para familiares, o para su venta informal en Cuba. Ante este escenario, las gigantes turísticas españolas Meliá y Bankia terminaron saliendo del país.  

Hoy, por La Habana, circulan automóviles de origen japonés y coreano. Podemos preguntarnos como fue que llegaron ahí. De hecho, para algunos cubanos, existe la posibilidad de comprar productos de EUA traídos de México de contrabando. Pueden comprarse electrodomésticos de Alemania, juguetes de China o hasta cosméticos de Brasil. En La Habana son conocidos grandes supermercados con productos importados solo para extranjeros, que se pagan en dólares o en euros.

Pero, ¿por qué la mayoría de la población no puede comprar?

Porque no tiene con qué comprar. Y no se trata de un problema monetario, ya que el gobierno emite papel moneda sin pudor, y hasta ha permitido, de forma contradictoria, la circulación del euro y el dólar. Lo que falta en Cuba es oferta.

Cuba no ofrece cosas de valor para el mundo. Cuba es pobre: su capital, La Habana, es una ciudad en decadencia edilicia, oxidada y llena de escombros, con casas que se pueden caer en cualquier momento. Tiene una pésima infraestructura, parque industrial con atrasos tecnológicos de 40 años, servicios públicos y de comunicación ineficientes y envejecidos.

Pero Cuba es pobre, entre otras cosas, porque el trabajo de los cubanos no es productivo. Productivo en el sentido de ofrecer calidad y valor significativo al trabajo desempeñado, y en sintonía con las necesidades del mundo y el mercado mundial de bienes. El problema es que productividad es cosa de emprendedor capitalista, algo que muchos cubanos aprendieron cuando trabajaron en el mercado turístico con los españoles y canadienses. Es por su aspecto emprendedor que una sociedad descubre y realiza el mejor uso para el capital y el trabajo. Pero cuando el gobierno cubano, en épocas de Obama, permitió un poco de "racionalidad emprendedora" (autorizando los pequeños negocios como los "paladares" o restaurantes), contradicciones se hicieron presentes, ya que sería él mismo el que restringiría el ingreso de capital. Importante decir que la importación de bienes de capital es restricta por el gobierno cubano.

Así, aquella apertura comercial con Raúl Castro, donde cubanos vieron llegar barcos de EUA llenos de los primeros aires acondicionados "Split", para definitivamente poder sustituir los desmantelados ventiladores de pie, no pasaría de un sueño de pocos días. Faltan herramientas, máquinas para trabajar. Faltan camiones para transportar los alimentos por el país. Es conocido que, en 2009, toneladas de tomates se pudrieron por falta de transporte. 

La caída actual de la producción agrícola, ganadera y pesquera, junto a la reducción de importaciones de alimentos por falta de dinero ha provocado una aguda escasez de alimentos. Durante los meses de abril, mayo y junio de este 2021, largas colas en los puestos de racionamiento se produjeron en todo el país, generando grandes descontentos, hartamente transmitidos por los celulares que ahora se podían conectar a las redes de comunicación virtuales.

El racionamiento que antes aseguraba una cuota mínima de alimentación (en 2018, vi personalmente que los itens ofrecidos no durarían 4 días para una familia integrada por 3 personas) se ha reducido gradualmente. Los alimentos de la "libreta" ahora se venden hasta en el mercado negro a precios cuatro o cinco veces superiores al precio racionado. En las tiendas estatales cada vez hay menos alimentos en los estantes. Es prácticamente imposible comprar alimentos y medicamentos con CUP, el peso cubano. El arroz, los porotos (frijoles), el cerdo, prácticamente no se encuentran o cuestan caros. La libra de pollo importado de los EUA o Brasil al costo de un dólar se vende siete veces más caro, y la botella de aceite de cocinar se ha multiplicado cuatro veces, un paquete de salchichas tres veces y la leche en polvo que solo se vendía a los niños y ancianos 120 veces [1]

El embargo económico de Estados Unidos es inhumano, pero es igualmente inhumano querer explicar la situación de pobreza y de miseria de Cuba por su existencia.

El embargo no impidió, como es visible, que Cuba haya tenido relación económica y comercial con otros países, y hasta con empresas estadunidenses. Su alineamiento con la Unión Soviética por décadas le brindó una condición económica que prácticamente ningún otro país tuvo en el hemisferio. Luego estableció una relación con Venezuela, que de igual manera le posibilitó la actividad económica. Algo, entonces, fracasó, inevitablemente, y con eso una manera de ver el mundo.

Es que, así como el embargo de EUA no aisló, definitivamente, a Cuba del resto del mundo, nada tiene que ver su eventual existencia, inclusive, para fundamentar la supresión de las libertades civiles, políticas y económicas en el país.

Viendo las manifestaciones del día 11 de julio por varias ciudades de Cuba, no hay duda que se trata de un pueblo que salió a las calles con "hambre de todo". De comida, de ropas dignas, zapatos, poder expresar su orientación sexual sin ser reprimido, poder elegir sus gobernantes, poder opinar sin miedo, poder viajar y conocer lo que el mundo reserva a todos.

Con la llegada de internet a la isla y la difusión de imágenes de estilos de vida en otros países, del contacto con familiares y amigos residentes en EUA, en Europa o hasta en cualquier otro lugar de latino-américa, el régimen no pudo más sustentar su narrativa sobre la realidad a través de su canal de TV oficial o TeleSUR de Venezuela.

Pero, ¿por qué algunos todavía insisten en fundamentar en el embargo económico la situación de Cuba?

Hay una clase media de personas que se considera de izquierda que no aguantaría una semana vivir el cotidiano de un cubano, pero hace piruetas para justificar lo injustificable. Viajan a Cuba y son capaces de encontrarle poesía a la decadencia de las ciudades, son agiles en la retórica de la "buena pobreza" cubana, que resiste el imperio. Estupideces, que el cubano cansó de ver cuando se mira en el espejo. La jovencita mulata y escuálida que se prostituía por un jabón en El Malecón salió también a gritar ¡libertad!.

Carlos A. Gadea

Doctor en SociologíaProfesor universitario uruguayo que reside en Brasil.

[1] Frank, Marc (2021), "Roaring inflation compounds Cuban's economics woes", Reuters, 16 de Junio.

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Cuba, reformar o matar es el dilema

 

 

Quizá estas protestas no sean el final, pero sí pueden ser el principio del fin

 

JOAQUÍN VILLALOBOS - El Pais internacional - 14 JUL 2021 -

 

Una unidad policial asalta sorpresivamente una casa en un apacible barrio de la capital estadounidense. El jefe de la unidad captura a Howard Marks mientras le dice: “Por mandato de la unidad de pre-crimen del distrito de Columbia está usted arrestado por el futuro asesinato de Sara Marks y Donald Dubin”. Es el año 2054 y esta es la primera escena de la película de ciencia ficción Sentencia Previa de Steven Spielberg. Presenta el sistema de seguridad más eficaz del mundo, basado en actuar antes de que un crimen ocurra.

Existe un viejo debate sobre por qué el régimen cubano ha sobrevivido en condiciones extremas ¿Por qué en Cuba no ocurrían protestas masivas a pesar del total fracaso económico, mientras sí las hay en Chile con una economía exitosa?; ¿por qué en Cuba el hambre y la escasez sistémica no generaba descontento y Gobiernos democráticos pierden el poder con un pequeño aumento de la inflación? Luego de 62 años, decir que los cubanos aman la revolución es comida para tontos.

Las protestas que están ocurriendo en Cuba no tienen precedentes, nunca habían sido masivas, simultáneas y a nivel nacional, nunca había habido saqueos, nunca habían destruido vehículos oficiales, nunca habían roto fotos de Fidel Castro y nunca habían demandado abiertamente el fin de la dictadura. La respuesta al debate acerca de la sobrevivencia del régimen no es el carisma Fidel, ni la salud subsidiada con dinero de otros. El castrismo, luego de consolidarse en el poder fusilando a muchos, logró construir un sistema de seguridad basado en el mismo principio de la película de Spielberg: enterarse antes, disuadir antes y actuar antes.

Las dictaduras de la derecha latinoamericana tenían sistemas represivos que asesinaban y desaparecían abiertamente. La dictadura cubana es diferente, funciona con un sistema preventivo que reprime selectivamente a partir de la inteligencia que le proporciona un control social masivo.

Cuando los sandinistas derrocaron a Somoza sufrieron una gran frustración al encontrar los archivos de inteligencia. El supuesto es que existía un sistema muy sofisticado, pero lo que encontraron fueron fotos viejas, fichas mal escritas y escasa información seria. Los archivos de la antigua seguridad del Estado de la Alemania Oriental estaban compuestos por millones de documentos que 32 años después de la caída del muro de Berlín es muy poco lo que se ha estudiado. Casi todos los habitantes tenían una ficha.

El documental Stasi, de Christian Gierke, muestra estos inmensos archivos y hace una excelente descripción histórica y conceptual sobre cómo funcionaba el sistema. Uno de sus principios era “evitar matar” y para ello necesitaba espiar masivamente. Los 15.000 efectivos de la temida Gestapo de los nazis fueron nada comparados con las más de 200 instalaciones y los cientos de miles de miembros de la Stasi, sin contar los informantes. La seguridad cubana fue construida a imagen y semejanza de la Stasi. Ambos países eran fronteras directas con su enemigo, además Berlín y La Habana eran vitrinas del comunismo.

En Cuba, los hijos espían a los padres y estos a sus hijos, los vigilantes de las prisiones espían a los presos y estos a los vigilantes, en fin, todo mundo espía a todo mundo hasta arraigar el principio central del sistema: “miedo y desconfianza”.

El Partido Comunista de Cuba tiene cientos de miles de militantes y quienes integran los comités de defensa de la revolución son millones. Espiar asegura privilegios y ser descubierto como potencial opositor asegura castigos de exclusión en comida, salud y estudios.

En Cuba no hay miles de desaparecidos como en la dictadura argentina ni masacres como las de los militares centroamericanos. Las capturas son selectivas, la tortura no debe dejar huella y algunos opositores, en vez de ser asesinados, mueren en “accidentes” o se “suicidan”.

Las actuales protestas superaron a los grupos de choque que golpeaban a las damas de blanco y, lo más importante, han derrumbado el extenso sistema de espionaje y prevención. El Gobierno esta vez ni se enteró; se debilitó el miedo y su autoridad sobre los de abajo.

No hay solución posible a la crisis social porque nadie va a subsidiar al régimen,   Rusia se cansó, China no regala y Venezuela está acabada.

En 1980 no había hambruna y 10.000 cubanos pidieron asilo diplomático en la Embajada de Perú. El mayor caso de asilo en la historia del mundo. Luego más de 100.000 cubanos salieron de la Isla en el éxodo de Mariel.

Las protestas de 1994 en el Malecón, que controló el propio Fidel Castro, demandaban igualmente que se les dejara salir de Cuba y la solución fue la crisis de los balseros que permitió que miles escaparan de la Isla. El problema para el régimen es que ahora las protestas no exigen escapar, sino quedarse y por eso demandan libertad.

Expulsar gente es un negocio redondo para dictadores, se quitan presión interna, reciben remesas y utilizan la emigración como arma diplomática: “si me impones sanciones, millones emigraran, dejaran de ser mi problema y se convertirán en el tuyo”.

Lo que está ocurriendo en Cuba es un golpe a la política de chantaje migratorio cubana que también ha usado Venezuela.

El discurso de Díaz-Canel llamando a la represión masiva es una bofetada a la paciencia que europeos y canadienses han tenido con el régimen. Además, conlleva enormes riesgos internos porque es un cambio severo en su doctrina de seguridad basada en evitar matar.

Hacen sentido las informaciones sobre policías que se niegan a reprimir o de otros que abandonan sus uniformes, algo que de alguna manera el Granma reconoce cuando dice que hay revolucionarios confundidos en las protestas. Ya hay muertos y desaparecidos, la pregunta es entonces, ¿saldrán las Fuerzas Armadas a matar a cubanos hambrientos para defender un modelo que el propio Fidel Castro reconoció que no funciona?

Las protestas han colocado a la dictadura frente al aparente dilema de: “matar o no matar”, si no matan crece la protesta y si matan el régimen se suicida.

La despedida del comunismo cubano ha sido demasiado larga y esto es peligroso. Quizá estas protestas no sean el final, pero sí pueden ser el principio del fin.

La solución no es matar, sino reformar. Cuba no necesita una matanza de su pueblo ni un final trágico para quienes gobiernan. La salida debería ser negociar una apertura democrática, permitir partidos y medios de comunicación independientes, realizar elecciones, reconciliarse con el exilio, abrir la economía a la inversión externa y liberar las capacidades empresariales de los cubanos. En fin, construir una salida donde nadie necesite irse y todos puedan regresar.

Los hermanos Castro perdieron la oportunidad de entenderse con Carter y Clinton y se burlaron de los acuerdos con Obama. Pero nunca es tarde para corregir.

Pocos días antes de la caída del muro de Berlín, Erich Honecker, primer ministro de Alemania Oriental, rechazaba realizar reformas y pronunció un discurso donde presumió que su país era la 10ª economía del mundo. Mijaíl Gorbachov dijo entonces unas palabras proféticas: “La vida castiga a quienes la posponen”.

Lo que vino después todos lo conocemos.

Joaquín Villalobos es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

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El “alarido” que ha conmocionado Cuba

 

 

Las protestas en diferentes localidades de la isla, incluida La Habana, suponen un toque de atención a un régimen acostumbrado a que el pueblo soporte las penurias en silencio

 

MAURICIO VICENT La Habana - 18 JUL 2021 –El Pais

 

“Lo sucedido se veía venir”. Lo dice sentado en un bicitaxi en La Habana Vieja un muchacho llamado Ariel, señalando una cola inmisericorde ante una tienda que opera con la moneda nacional y donde acaban de sacar detergente. Hay calma en el barrio, pero el lamento de Ariel es el de muchos cubanos, trabajen para el Estado o en el sector privado: pedaleando o sin pedalear, con unos ingresos normales no alcanza para vivir.

“Si a esto le sumas que no hay medicinas, que el desabastecimiento es absoluto, las colas de horas, más los apagones que han empezado y décadas de sucesivas crisis, todo sin esperanzas de que la cosa mejore, pues ahí tienes la bomba”, opina el joven, que no quiere dar su apellido y dice haber visto “desde lejos” las manifestaciones que sacudieron el domingo pasado la capital y varias ciudades y pueblos de Cuba, y que han causado una verdadera conmoción nacional. “La gente no da más. Nunca antes había sucedido un estallido parecido”, asegura.

Un recorrido por La Habana Vieja y Centro Habana cinco días después de las protestas muestra las heridas abiertas, y también el magma que supura de ellas.

En el Malecón, en cada esquina de sus siete kilómetros, hay apostados dos o tres policías. Agentes de tropas especiales con uniformes negros —que impresionan— se exhiben a ratos por el paseo del Prado, San Lázaro y otras calles principales que fueron escenario de los incidentes del domingo y el lunes, donde hubo episodios violentos, asaltos a tiendas, un muerto, decenas de heridos de ambos bandos y centenares de detenidos.

De vez en cuando, en algunos parques y espacios públicos se ven grupos de civiles gritando consignas para reafirmar su adhesión a la revolución, y es verdad que hay tranquilidad en la calle, pero también que permanecen las largas filas de siempre para comprar pan, alimentos, artículos de primera necesidad y, ahora, hasta en los timbiriches que reparan móviles, donde se instalan aplicaciones VPN para acceder a la Red, pues internet no funciona, o funciona muy mal, desde las protestas.

A media hora de camino en coche desde La Habana Vieja, en el barrio de La Coronela, Yunior García recibe a los periodistas en su pequeño apartamento de un maltratado edificio. “La gente ha empezado a abrir los ojos, está perdiendo el miedo y dispuesta a hacer algo para que las cosas cambien, sobre todo los jóvenes, ya es un problema generacional”, es su percepción. García, de 38 años, es dramaturgo y fue uno de los líderes de la manifestación del pasado 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura, donde se reunieron unas 300 personas, en su mayoría creadores, para exigir libertad de expresión y el cese del hostigamiento contra los que disienten. Hoy está bajo una medida cautelar de arresto domiciliario, tras ser detenido el domingo en una sentada frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión, realizada en solidaridad con los que salieron a las calles en el poblado de San Antonio de los Baños, la chispa que encendió la ola de manifestaciones.

Fue liberado el lunes. García no duda de que el Gobierno puede lograr contener la protesta con el uso de la fuerza policial y la aparición, por primera vez, de equipos antimotines en las calles —”algo nuevo para los cubanos”—, pero considera que lo ocurrido marca “un antes y un después”. “Esto es una crisis general, ya hay una ruptura en una parte de la sociedad que no confía en el Gobierno y que no tiene miedo a expresar lo que piensa”, añade.

Opina que ahora “solo le han puesto una curita a un salidero que es irreversible, pero no han cambiado la pieza rota”. “Pueden contener la situación con la falta de información, con el corte de internet, con la represión policial, pero será por un tiempo.

Si no hay cambios reales concretos, estructurales, objetivos, no reformas cosméticas, las cosas en Cuba seguirán empeorando”, dice García. A su juicio, es imperioso abrir espacios inclusivos en la sociedad y democratizar el país, pero no solo en lo político.

“Hay muchos prestigiosos economistas que llevan reclamando hace tiempo transformaciones radicales para mejorar la vida de la gente y que el país progrese, y no les hacen caso”.

Ricardo Torres es investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, y como muchos de sus colegas viene advirtiendo desde hace tiempo que la situación es grave y que hace falta apresurar los cambios. “No tengo dudas de que lo que se dejó de hacer, o se hizo mal y a medias en la última década, tiene mucho que ver con la crisis actual. Muchos de nosotros teníamos una sensación de urgencia que lamentablemente no fue compartida por las autoridades. Ha faltado voluntad política, y también se aprecian brechas en competencias técnicas clave dentro de los funcionarios públicos”, señala.

Como el resto de sus compatriotas, Torres vivió con angustia los acontecimientos violentos de los últimos días, aunque, como Ariel en su bicitaxi, piensa que era posible prever que algo iba a suceder. “Personalmente, veía que se estaban acumulando demasiadas insatisfacciones que no se canalizaban. Las penurias son tan agudas que a muchos les recuerdan los peores momentos de inicios de la década de los noventa”.

Lo ocurrido en los últimos días ha conmocionado al país como nunca, y numerosos artistas y personalidades de la cultura se han pronunciado abiertamente de forma crítica sobre la violencia policial vista estos días en la calle. “La construcción de ese país tiene que ser a través del consenso y no de la violencia y la represión. Una Cuba en la que la tranquilidad y la unidad tengan que ser preservadas con las calles en manos de las tropas especiales, será una Cuba rota”, dijo el director de cine Fernando Pérez, resumiendo el sentir de muchos creadores.

En las más altas instancias políticas también se ha sentido la sacudida. El sábado, frente a la Embajada de Estados Unidos, en el malecón, fue convocada una manifestación de apoyo en la que estuvieron Raúl Castro y el presidente cubano,  Miguel Díaz-Canel, que acusó nuevamente a Washington de estar detrás de las protestas y manipular las redes sociales para provocar un alzamiento y el caos en el país. Hace dos días, las autoridades anunciaron que permitirán la importación de alimentos y medicinas sin aranceles a los viajeros que lleguen al país, una primera medida en la dirección de aliviar la situación, pero claramente insuficiente.

“Parece muy posible que todo lo ocurrido en Cuba a partir el 11 de julio lo hayan alentado un número mayor o menor de personas opuestas al sistema, pagadas incluso algunas de ellas, con intenciones de desestabilizar el país y provocar una situación de caos e inseguridad”, escribió el novelista cubano Leonardo Padura desde su casa en el popular barrio de Mantilla. “También es cierto que luego, como suele suceder en estos eventos, ocurrieron oportunistas y lamentables actos de vandalismo. Pero pienso que ni una ni otra evidencia le quitan un ápice de razón al alarido que hemos escuchadoUn grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza perdida de expectativas”, agregó el escritor.

A Padura los incidentes le pillaron viendo la final de la Eurocopa en televisión. “Interrumpieron el partido para poner las declaraciones de Díaz-Canel en el pueblo de San Antonio de los Baños”, cuenta, y dice que desde entonces prácticamente no ha podido conectarse a internet.  A la pregunta de cómo está ahora su barrio, dice que tranquilo, “con la misma cola de siempre frente a la tienda de la cuadra”. Lo sucedido, cree, es una “advertencia clara” al Gobierno y este debería recoger el guante. “Lo que se impone son las soluciones que muchos ciudadanos esperan o reclaman, unos manifestándose en la calle, otros opinando en las redes sociales y expresando su desencanto o inconformidad, muchos contando los pocos y devaluados pesos que tienen en sus empobrecidos bolsillos y muchos, muchos más, haciendo en resignado silencio colas de varias horas bajo el sol o la lluvia, con pandemia incluida, colas en los mercados para comprar alimentos, colas en las farmacias para comprar medicinas, colas para alcanzar el pan nuestro de cada día y para todo lo imaginable y necesario”.

Padura, Torres, Ariel y Yunior García coinciden en algo más, y en eso concuerdan con las autoridades: si EE UU de verdad quiere ayudar a la evolución en Cuba, debe de eliminar de inmediato el embargo económico, que exacerba las penurias. “Con su política, Washington se convierte en el principal aliado del Gobierno”, afirma Yunior desde su recogimiento en el reparto La Coronela.

No deben confundirse los usos legítimos de campañas y hashtags que denuncian la crítica situación de la isla con el masivo reclamo que hemos visto en estos días.

Ningún hashtag ni campaña, de EE.UU. o desde el exilio, llevó a cientos de miles de cubanos a las calles: fue el hartazgo social -y sus numerosas causas- el verdadero detonante de las protestas


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